¡Hola a todos! Este es mi nuevo fic (es la primera vez que escribo un fic, así que sed comprensivos y esas cosas) Una cosa: el principio puede ser un poco aburrido, por eso de que necesito una excusa/situación para comenzar todo. En general es como se me ocurrió que podría continuar la historia tras la batalla de Karakura, centrándome principalmente en Grimmjow. Y no pude evitarlo, me he inventado algunos personajes

Ya me callo: ¡Disfrutad leyendo!


Capítulo 1: El despertar

Esto era extraño… Abrió los ojos, todo era borroso. Ese techo no se parecía en nada al de Las Noches, no brillaba la constante luna de Hueco Mundo, ni tampoco se parecía a ese molesto cielo azul que Aizen se empeño en poner en el palacio.

El joven de ojos azules y pelo azul al que estamos viendo no se podía mover apenas, sentía sus sentidos entorpecidos. Algo le molestaba para respirar, y al mismo tiempo, le obligaba a ello. Empezó a toser y le dolía. Ya sabía qué era eso: estaba dentro de él, en su garganta. Quiso levantar la mano para quitarse de encima aquellas cosas que le oprimían, pero pesaba mucho. ¿Qué le había pasado? ¿Qué hacía allí? Lo último que recordaba era su pelea con ese obstinado shinigami y a Nnoitra. Hijo de puta.

El apenas poder moverse y ese pitido que parecía seguir un absurdo compás lo estaban poniendo nervioso. Con un esfuerzo sobrehumano se incorporó y se quitó aquél asqueroso tubo metido en su garganta junto con el resto de trastos inútiles pegados a su pecho y esa aguja incrustada en la parte interior de su brazo izquierdo. Que él recordara, nunca había estado en un lugar tan extraño como ese: todo el mobiliario era total o parcialmente metálico y la mayoría de las cosas de la habitación oscilaban del color blanco sucio al crema. Como odiaba el azul cielo de las paredes, según su opinión era completamente hortera.

El incorporarse de golpe hace un momento lo había mareado y ahora le dolía terriblemente la cabeza. Se miró las manos. Estaba seguro de que eran sus manos, pero no las reconocía. Empezó a inspeccionarse el cuerpo, estaba asquerosamente escuálido y sin fuerza alguna. Lo primero que se le pasó por la cabeza al ver su estado es que lo habían utilizado para experimentar con él. Le importaba una mierda ahora mismo su estado, y el pitido incesante de las máquinas que lo rodeaban no ayudaba con su dolor de cabeza. Tenía que salir de allí. Sus piernas apenas aguantaron a recorrer el metro y medio que había entre su camilla y el marco de la puerta, donde cayó y se quedó tumbado y a medio incorporar, observando. Podía ver un montón de figuras yendo de aquí para allá, pero no percibía que ninguna tuviera siquiera una pizca de reiatsu. Espera un momento, ¿Acaso eran humanos? ¿Estaba él en el mundo humano?

Un par de metros a su derecha podía ver una par de humanos discutiendo con unos otros que vestían batas blancas. Al parecer, un viejo que pertenecía a los primeros se le había muerto a los otros. Se la sudaba. Pero siguió observando, no tenía nada mejor que hacer y le dolía demasiado todo como para molestarse en girar la cabeza y mirar otra cosa. Hasta que una hembra humana, algo más joven que los que la rodeaban, reparó en él. ¿Acaso una simple humana podía verlo?

-¡Mamá! ¡Mira! ¡El chico raro que compartía habitación con el abuelo se ha despertado!- Chilló a los demás, señalándolo evidentemente con el dedo. Eso confirmaba sus sospechas: una simple humana, no, cualquier humano por allí circundante podía verlo. Pero lo peor, era que lo había llamado raro. Raro. Si él estuviera en condiciones normales, esa niñata no habría vivido para contarlo.

No tuvo demasiado tiempo para pensar en ello, ya que varios de los humanos-con-bata aparecieron y lo llevaron con una facilidad pasmosa a la cama en la que había despertado. "Mierda" fue lo único que atinó a pensar. Aparentemente estaban sorprendidos, alcanzó a escuchar un par de palabras como "coma" o "malherido"…

Se dejó hacer. Le pusieron otra vez esas cosas raras en el pecho, le hicieron unas cuantas pruebas molestas, como pasarle luces por los ojos, hasta que lo arroparon cuidadosamente y se apartaron un momento. Esto dejó pasmado al peliazul, no se acordaba de la última vez que alguien lo había tratado con cierta suavidad. Quería quejarse por ello. Por ende, si lo estaban tratando de esa forma, algo peor pasaría seguramente luego. Frunció el ceño. El estado de su garganta no le permitía hablar.

Pegó un respingo al sentir una mano acariciándole el pelo. Se sorprendió al ver que la mano pertenecía a aquella niñata humana que se había atrevido a llamarle 'raro'. ¿Quién se había creído que era? En cuanto saliera de aquella detestable situación ella tendría reservado el primer lugar en la lista de personas que mataría. Primero llenaría su bonito cuerpo de agujeros como había hecho con tantos shinigamis, luego la desmembraría poco a poco. Y en cuanto muriera y se convirtiera en un plus, se aseguraría de que se torturase como un pobre hollow el resto de la eternidad.

-Ahora que has despertado pareces más guapo ^.^ - dijo la humana sin dejar de sonreír ni de acariciarle el pelo- Yo me llamo Sakura, y tu?

-Niña, deberías dejarlo descansar, acaba de despertar de un coma, todavía está malherido y ha estado intubado, así que dudo que pueda contestarte- Interrumpió uno de los humanos-con-bata.

-Grim… Grimmjow…- Dijo entrecortadamente y con la voz seca. Le dolía la garganta lo suficiente como para querer simplemente arrancársela sólo para olvidar ese dolor. Apoyó una de sus manos en su cuello y contestó:- Grimmjow… me llamo Grimmjow Jaegerjaquez…- "Y reza porque no tenga que volver a repetírtelo…"


Fue entonces cuando empezó todo: la sexta espada se encontraba aparentemente encerrado en un debilitado cuerpo humano, dentro del extraño mundo real rodeado de humanos cada cual más extravagante; entre ellos, una niñata que apenas contaba con 17 años de edad con un largo pelo color chocolate y liso y los ojos de color violeta. Esa misma niñata que parecía considerar que su comportamiento huraño era solucionable simplemente con un poco de cariño. Esa misma niña que parecía haber encontrado una nueva mascota malhumorada de la cual ocuparse.


En otro edificio de iguales características, en una de sus habitaciones, se repite la misma historia: un pálido joven de cabellera negra abre sus ojos. No comprende. "No puede ser… ¿Cómo puede existir todavía mi conciencia? Podría jurar que me había vuelto cenizas… podría jurar que… había muerto…


N/A:

Bueno, ¡Esto es todo por ahora! Ya tengo bastante escrito, por lo que creo que mientras no tenga exámenes lo revisaré e iré transcribiendo, por lo que creo que actualizaré con regularidad :D

En fin, ya sea críticas o un 'me ha gustado' o lo que sea, hay un botoncillo ahí abajo que dice Rewiew ^.^