Bien pues esta historia me llego ayer a la cabeza, y después varias horas de escribir quede satisfecho con el primer capitulo, espero y les agrade.
Dependiendo de la aceptación veré cuando subo el segundo capitulo que ya casi lo termino. Grascias de antemano y nos vemos luego.
Solo es el principio…
"Dentro de la policía de Japón se encuentra un grupo de elite, dispuesto a dar su vida por las personas. Este grupo perfectamente adiestrado en artes ancestrales se mantiene desapercibido para la sociedad, hasta que sus servicios son requeridos. Asesinos perfectamente entrenados, nunca deben permitir que algo los distraiga de su deber, pues para eso fueron criados y de esa forma han de morir. Nacen para proteger, viven para matar y mueren sin ser recodados. Son la EFE (Escuadrón de Fuerzas Especiales.)"
Otro día bastante normal para cierto joven con un peculiar color de pelo. Su cabellera color naranja llamaban mucho la atención de las personas mientras caminaba sin rumbo aparente, dando vueltas en círculos solamente se detenía en un centro comercial para tomar un café. Con una rutina bastante precisa, nada, aparte de su pelo; parecía extraño. Ya llegada la tarde se dirigía hacia su departamento, un gran edificio con habitaciones grandes y, hasta cierto grado, lujosas. Llego hasta su apartamento, introdujo la llave y dio vuelta a la perilla, para después entrar.
-Bien pues fue un día bastante aburrido, ¿hasta cuándo tendré algo de acción?- Dijo bastante tedioso mientras dejaba sus cosas en la pequeña mesa que se encontraba en la entrada, para dirigirse a la contestadora.
-Usted tiene cero mensajes.- Con una voz típica de las contestadoras.
-Bien, espero y pronto suceda algo emocionante.- Se quitó la camisa y se disponía sentarse frente al televisor cuando oyó el timbre de la puerta.
-¿Quién podrá ser ahora?- Se levantó de mala gana y se acerco la puerta para saber quien era. Presiono una cierta cantidad de números en su teléfono y de la pared salió un monitor que al encenderse permitía observar a la persona que se encontraba en la entrada.
-¿Otra vez esa chica? Dios mío hasta cuando entenderá que no me interesa ser su amigo.- Apretó un botón para que todo volviera a la normalidad y abrió la puerta. Frente a él se encontraba un joven de proporciones envidiables para cualquier mujer, con el pelo del mismo color que el muchacho, pero en un tono más obscuro; y sonriendo de una forma que cautivaría a cualquiera.
-Buenas noches Kurosaki-kun, me di cuenta que llegaste y quise traerte la cena.- Mostrándole una bolsa que tenia un sartén con comida en su interior. Cuando se percató que no tenia su camisa se sonrojo y para evitar que el se diera cuenta volteo a ver a otro lado.
-Siempre te preocupas mucho por mi Orihime, deberías dejar de traerme la cena todas las noches, o los vecinos creerán que hay algo entre nosotros.-
-No te preocupes por ello, y bien ¿puedo pasar?- Sonriéndole dulcemente, y ya un poco recuperada de la impresión de verlo sin camisa.
-(Esta chica si que no entiende indirectas, pero que se le va ha hacer.)- Con una gotita en su nuca. –Bien pásale.- Ofreció amablemente el chico.
-Gracias.- Mientras entraba en el departamento del muchacho, cabe destacar que con bastante alegría, noto algo bastante extraño para un chico. Ella disfrutaba pasar al apartamento de su vecino, siempre tan ordenado, limpio y con un estilo muy marcado, no pareció el departamento de un muchacho que vivía solo.
-Kurosaki-kun hoy hice un platillo muy especial.- Dijo con mucho entusiasmo.
-¿Enserio, y a qué se debe?-
-¿Ah? Como puedes ser tan malo, si ya hace un mes que te mudaste a este edificio y te convertiste en mi vecino.- Con mucho orgullo en sus palabras.
-Valla, discúlpame por haberlo olvidado.- Bastante extrañado. – (Si que es rara esta chica, mira que celebrar que me convertí en su vecino.)-
-Bien solo falta poner los platos, vasos y cubiertos.-
-Ahorita los traigo.- Mientras se dirigía hacia la cocina, Orihime se quedo observando todo a su alrededor. Le fascinaba estar en la sala, comedor o cualquier otro espacio de la casa de Ichigo. Esto le hacia recordar varias cosas:
Era una mañana como cualquiera e Inoue se levantó temprano para hacer al aseo de su apartamento, se colocó un mantel, un paliacate en la cabeza y cuando estaba apunto de comenzar se percató de un ruido extraño que parecía venir del departamento de al lado.
-Que extraño, se supone que esta vacio.-Se quitó su ropa de aseo y se dirigió a la puerta, la abrió y al asomarse al pasillo vio como un joven entraba al otro lado con unas cajas.
Viendo que aún le faltaban cajas por meter, se acerco para indagar mejor al que sería su nuevo vecino. Cuando ella se acerco a la puerta, esta se abrió de repente y casi le pega en la cabeza.
-Deberías fijarte mejor por donde metes la cabeza.- Ante ella se mostro un joven alto, delgado y, para su gusto, bastante apuesto, además de que su pelo tenia la misma tonalidad que el de ella, pero mas claro.
-Eto, lo siento no era mi intención molestarte.- Dijo mostrando un ligero rubor en sus mejillas.
-¿Qué se te ofrece?- Con una expresión de molestia y con un tono de voz que incomodaba a cualquiera.
-Nada, disculpa.- Dijo para después alejarse de él y volverse a introducir a su departamento.- (Valla que lastima que sea tan grosero, ¿por qué los chicos guapos son antipáticos, mujeriegos o tontos?)- Lanzando un ligero suspiro.
-Ichigo, ¿recuerdas el día que nos conocimos?- Comentó con una ligera nostalgia en sus palabras.
-Como olvidarlo si casi te estampas en mi puerta.- Regresando de la cocina con todo lo necesario para la cena.
-Pero si tú fuiste el que casi me la estampa cuando yo solo quería saludar.- Cambiando a un tono incriminatorio.
-Eso te pasa por chismosa.- Sin cambiar su expresión de seriedad.
-Creo que tienes razón.- Acercándose a la mesa para ayudar al peli naranja a colocar los utensilios.
Mientras ambos colocaban lo que faltaba, Inoue dirigió su mirada hacia Ichigo, aunque este no parecía percatarse de ello. Lo contemplaba con un color rojo en sus mejillas, no sabia por qué pero ese chico había cautivado su corazón. Aunque ella suponía que todo se debía al segundo encuentro que tuvieron:
Esa mañana la peli naranja decidió salir de compras con su mejor amiga
Tatsuki, una joven delgada, pero con unos músculos y fuerza que intimidaban a cualquiera, además era la campeona de la ciudad en karate y pronto competiría por el titulo nacional. Mientras ambas estaban saliendo de una tienda, escucharon el grito de una mujer que parecía aterrada.
-¡Mi hija! ¡Qué alguien la ayude por favor!- Mientras apuntaba a una pequeña niña que se esforzaba por sujetarse de un cable para no caer desde el tercer piso del centro comercial.
-Tatsuki hay que hacer algo.- Dijo muy mortificada Inoue.
-Ya lo sé, pero qué…- En ese instante la pequeña no pudo sostenerse más y calló hacia lo que parecía su muerte.
Inoue corrió para ver que sucedería y justo cuando se asomó por el barandal observó como una persona se había sujetado de una pancarta y la utilizó como liana para atrapar a la pequeña y caer en la segunda planta. Esa imagen quedo plasmada en su memoria, sobre todo porque logro ver quien había salvado a la niña, pues quién más tendría el color de pelo como ella.
-Rápido Tatsuki.- Dijo bastante apurada.
-Ahí voy.- Siguiéndola muy de cerca.
Para cuando ellas llegaron al lugar donde estaba la niña, esta ya se encontraba llorando en los brazos de su madre, pero no había rastro del joven que la había salvado.
-Valla, parece que esta bien, pero no logre ver quien la salvó.- Se oía Tatsuki algo decepcionada.
-(Yo si sé quien lo hizo.)- Mientras buscaba al joven por todos lados, pero este había desaparecido.
Cuando regreso a su cuarto, estaba indecisa entre si ir y preguntarle a su vecino si había sido él al que observo en el centro comercial, o dejarlo por el olvido.
-No se que hacer, pero si arriesgo su vida para salvar a la niña no puede ser una mala persona.- Cuando terminó de decir esto, tomo su decisión, se armó de valor y se dirigió a la cocina.
-Ya sé le prepararé la cena y así no me podrá rechazar.- (¿Rechazar? Pero en que demonios piensas Inoue.) Reprochándose a sí misma pero sonrojada.
Esa noche tocó a la puerta de Ichigo, se presentó y le explico que como gesto de bienvenida le había traído la cena, el joven se mostro enfadado en un principio, pero le permitió pasar, y de esa forma poco a poco fue conociéndolo mejor, y porque no agregar enamorándose de él.
-¿Y qué tal estuvo tu día?- Preguntó la chica para crear una conversación.
-Como siempre.- Con una respuesta seca y cortante, igual a la mayoría. Casi siempre lo que se pretendía fuera una conversación terminaba siendo Inoue hablándole, a un peli naranja con cara de antipático, sobre su día.
-Ya veo.- El silencio se apodero de la cena.
-(Si no hago algo este ambiente terminara por matarme.)- Decía en su mente la chica, pero dejando ver su incomodidad, y la cual no pasó desapercibida por el chico.
-¿Y como vas en los estudios? Si no mal recuerdo dijiste que estabas estudiando Historia de culturas antiguas.- Sin cambiar su expresión de indiferencia o estilo de voz.
-Hai, estoy en el último semestre y además ya me otorgaron una beca para realizar una maestría y después un doctorado sobre sociedades importantes de la antigüedad, aunque no sé todavía cual voy a escoger.- Se denotaba muy contenta por el interés del joven para con sus estudios.
-Eso es bueno.- Y nuevamente el silencio hizo su amarga presencia.
-Inoue, ¿puedo preguntarte algo?-
-Claro.-
-¿Por qué una chica como tú quiere ser amiga de alguien como yo?-
-¿A qué te refieres?- Dijo algo intranquila.
-Eres una chica inteligente, simpática, alegre y muy hermosa, ¿por qué pasar tu tiempo desperdiciándolo con alguien que ni siquiera te responde de buena forma?-
-La verdad, no lo sé. Creo que no eres tan mala persona como lo quieres aparentar. No sé que te habrá sucedido en el pasado, pero estoy segura que hay un buen chico y una gran persona detrás de ese caparazón de seriedad y apatía.- Con un tono serio pero dulce.
-No sabes quien soy, que hago, de donde vengo o por qué estoy aquí. Y aun así tú me dices que crees que soy una buena persona.- Con un tono algo irritado.
-Se que es tonto, pero eso es lo que creo. Aunque supongo que lo único que he hecho es molestarte, sin embargo esta será la última vez, te lo prometo.-
Tomando su sartén, mientras agachaba la cabeza para que el chico no se diera cuenta de las lágrimas que comenzaban a salir de sus ojos. Camino rápido hacia la puerta y cuando estaba apunto de abrirla sintió como unos brazos la rodeaban y no permitían que continuaran con su camino.
-Kurosaki-kun.- Mientras las lágrimas inundaban sus ojos y caían por sus mejillas.
De repente sintió como el peli naranja le daba la vuelta y sujetaba su barbilla con su mano derecha para que lo viera fijamente a los ojos, mientras con la izquierda la retenía por la cintura y obligaba a estar pegada a su cuerpo.
-Kurosaki…- Fue lo único que pudo decir antes de que sus labios fueran sellados por los del joven, que comenzó despacio, como si probara sus labios; para después dar paso a algo más apasionado. Ella tiró el sartén de su mano y se aferro a su espalda, mientras el continuaba besándola y la aferraba más a él. Después de unos instantes tuvieron que separarse para volver a respirar.
-Inoue, eres una chica maravillosa, pero no creo ser el indicado para ti.- Lo dijo de una forma seria, pero diferente a su habitual seriedad, esta vez sus palabras llevaban consigo algo de tristeza y dulzura.
-Pero Kurosaki-kun yo te a…- El dedo del joven la interrumpió.
-No me digas que me amas, porque es mentirá. No puedes amar a alguien a quien no conoces, y con la cual nunca has pasado dificultades y las han superado juntos. No confundas querer con amar.-
Esas palabras calaron hondo en la chica que intento zafarse del joven, sin embargo este la abrazo muy fuerte y no le permitió irse.
-Kurosaki, déjame ir.- Decía la chica a llanto tendido, en parte por lo feliz que se sentía por haber recibido su primer beso y la otra parte por la tristeza de oír las palabras del joven que la retenía.
-No lo haré, esta noche te quedarás conmigo y ya mañana podrá hacer lo que quieras.- Esas fueron las últimas palabras que se pronunciaron en toda la noche.
Inoue lloro hasta quedar dormida, Ichigo la llevo a su cuarto, le quito las sandalias, la recostó y cubrió con la sabana. La observó unos minutos, contempló su belleza y besó su mejilla.
-Lo siento Inoue, pero es lo mejor para todos.- Dijo esto casi en forma de susurro antes de cerrar la puerta, se lanzó a su sofá y mirando el techo recordó.
-(Nunca deben permitir que algo los distraiga de su deber, pues para eso fueron criados y de esa forma han de morir. Nacen para proteger, viven para matar y mueren sin ser recodados. Somos EFE.)- Dichas palabras resonaron en su cabeza antes de quedar dormido.
