Esa mañana de abril había amanecido con un sol resplandeciente, a diferencia de los últimos cinco días que el sol había decidido abandonar el cielo para dejar paso a unas oscuras nubes que había dejado una gran cantidad de agua sobre la ciudad.
Regina se asoma por la ventana de su habitación y se alegra al darse cuenta de que no necesita ponerse chubasquero esa mañana para dirigirse hacía el hospital. Lentamente elige uno de sus trajes grises, sabiendo que al llegar al trabajo tendrá que cambiarlo por uno de sus uniformes blancos y una de sus batas. Tras ajustarse sus tacones bajó las escaleras, el sonido de los zapatos alertó a Henry, que había llegado temprano esa mañana a la casa de su hija para llevarle un suculento desayuno que había comprado en su pastelería favorita.
-Buenos días, cariño.- Dijo el hombre con una gran sonrisa en su cara.
-Buenos días, papa.- Contestó Regina acercándose para darle dos besos a su padre.
El hombre, a pesar de sus 60 años, lucía atlético y bastante atractivo. Una magnifica barba blanca acompañaba a su cabello color grisáceo. Esa mañana no llevaba uno de sus carísimos trajes sino que había elegido unos pantalones de vestir negros junto con una camisa blanca que llevaba remangada hasta los codos.
-¡Qué guapo! ¿Dónde vas?- Preguntó Regina sirviéndose un café de la máquina que tenía lista para servir y dándole otro a su padre.
-Voy a pasar un rato por el club, creó que hay un torneo de golf y quiero apuntarme.- Contestó el hombre sacando la bandeja con los pasteles.
-Seguro que hay alguna mujer esperando por ahí…- Le picó Regina sabiendo que no se equivocaba demasiado.- ¿Quieres que engorde?- Espetó entonces la morena al ver eso.
-Venga, Regina.- Dijo el hombre mirando a su hija con cariño.- Te encantan estos pasteles, sé que no puedes decirles que no.- Aseguró él.
-¿Qué quieres, papa?- Preguntó Regina que se imaginaba que su padre quería pedirle algo pero no sabía que podía ser.
-En un par de semanas es tu cumpleaños.- Contestó Henry sabiendo que su hija lo conocía demasiado bien como para poder engañarla.- Quiero celebrar una fiesta en la casa.- Añadió entonces él.
-Papa, sabes que no me gustan esa clase de fiestas.- Aseguró Regina poniendo esa cara que casi siempre lograba hacer recular a Henry.
-Lo sé, pero hace años que no celebramos tú cumpleaños como es debido.- Soltó el hombre.- Sé que la falta de tu madre es una de las causas, pero sabes que a ella le hubiese gustado que celebrarse tus treinta años como es debido.- Explicó él que se había acercado a su hija.
Henry era algo más alto que Regina por lo que la morena tuvo que alzar su mirada para poder alcanzar los ojos verdes de su padre. Es cierto que la muerte de Cora hacía ya 7 años había perjudicado mucho a la familia, sobre todo, porque fue algo repentino y los dejó destrozados. La morena desde entonces había estado mucho más retraída y centrada en su trabajo.
-Zelena cree que es una buena idea.- Soltó entonces Henry pensando que eso ayudaría a convencerla.
-Esa zanahoria siempre metiéndose donde no la llaman.- Espetó entonces Regina provocando una gran carcajada en su padre que la contagió y la obligó a sonreír.
-Sí Zelena te escucha decirle así te va a dar una buena.- Soltó Henry sabiendo que su hija lo decía de broma. Ambas se llevaban de maravilla, aunque en muchas ocasiones chocaban muchísimo.
-En serio, papa. No me apetece, podemos hacer una cena los tres, hasta prometo soplar las velas pero no hagas una fiesta.- Sabía que tenía todas las de perder así que decidió jugar su última carta y reducir la gran fiesta que seguramente su padre tendría en mente con una cena familiar.
-Cariño, sabes que no me vas a convencer. Además lo haremos en mi casa, así no tendrás que recoger nada después.- Espetó entonces el hombre mayor.- Sabes que te quiero pero no voy a dar mi brazo a torcer.- Aseguró alejándose de su hija mientras cogía un pastel de la bandeja.
-¿Entonces para que preguntas?- Preguntó Regina bastante molesta.
-No era una pregunta, realmente quería advertirte de que eso va a pasar. Y que no busques planes porque no va a servir para nada.- Contestó entonces Henry.- Ahora me voy, que tú llegas tarde al hospital y yo al club.
Henry terminó su pastel y se acercó a su hija para dejarle un beso en la mejilla. Regina correspondió al gesto y le sonrió, no podía enfadarse con su padre. Lo quería demasiado para eso, además el hombre solo hacía las cosas para que estuviese feliz y a gusto.
-Te quiero, cariño.- Soltó el hombre cogiendo su chaqueta.
-Yo también.- Contestó Regina escuchando la puerta de la entrada cerrarse.
Regina se terminó el pastel que su padre le había comprado y se dirigió hacia la salida cogiendo de camino su chaqueta y su maletín. Dejó todo cerrado y se subió en el coche para dirigirse hacía el hospital que quedaba a media hora de allí.
M&S
Al llegar al hospital Regina se dirigió directamente hacía su despacho, había llegado algunos minutos antes de que empezase su turno por lo que tenía tiempo para cambiarse tranquilamente y revisar los casos que tenía para esa mañana.
-Buenos días, Gina.- Soltó Zelena entrando sin tocar a la puerta.
-Pasa, ponte cómoda.- Dijo Regina con su habitual tono ácido que no afectaba a su hermana.
-Eso hago, no tengo la suerte de tener un despacho como esté.- Espetó la pelirroja sentándose en uno de los cómodos sofás.
-Se llama trabajar, y hay que hacerlo de manera constante.- Contestó Regina terminando de ponerse la parte de arriba de su uniforme.
-No va conmigo.- Espetó entonces Zelena.
-Ya, te conozco.- Dijo Regina volviendo a su mesa y encendiendo su ordenador.- ¿Qué necesitas?- Preguntó mirándola.
-Nada, solo necesito descansar un poco. Llevo toda la noche en urgencias y no he podido parar, no sabes la cantidad de pequeños que se han resfriado estos últimos días.- Aseguró Zelena.
-Todavía sigo sin entender como puedes ser pediatra.- Contestó Regina, es cierto que su hermana era buena médico pero nunca pensó que su especialidad sería los niños. Aunque pensándolo bien, a pesar de ser mayor que ella, Zelena tendría la mentalidad de una niña de cinco años.
-Me gustan esos renacuajos.- Aseguró Zelena mirando su busca que sonaba en su cadera.- Tengo que irme.- Espetó levantándose.- Imagino que papa ya habrá hablado contigo.- Dijo mientras se dirigía a la salida.- Pásame una lista con los invitados para la fiesta, de lo demás me encargó yo.- Aseguró Zelena sin dejarla contestar ni decir nada al respecto.
M&S
Regina había hecho ya su ruta por todos los pacientes que tenía en ese momento y se dirigía hacía su despacho tranquilamente cuando su busca sonó. La requerían en urgencias por lo que salió casi corriendo hacía allí, estaba el la quinta planta del hospital y tenía que llegar a la primera lo más rápido posible.
-¿Qué hay?- Preguntó con la voz algo entrecortada.
-Traumatismo craneal, ha sufrido un accidente de tráfico.- Contestó el medico que iba en la ambulancia.
-A quirófano, allí le haré todas las pruebas pertinentes. Ahora hay que parar esa hemorragia.- Contestó Regina algo acelerada.
La morena no solía cubrir casos de urgencias, desde hacía un par de años ella solo se encargaba de consultas a pacientes que necesitaban algún tipo de tratamiento neurológico. Pero de vez en cuando, había escasez de personal y ella tenía que atender a pacientes que entraban de urgencias, al parecer ese día el neurocirujano de urgencias había tenido que salir a atender otro caso fuera del hospital.
M&S
Nueva historia y nuevo proyecto. Como siempre espero que os guste y que tenga vuestro apoyo.
Como ya he dicho no tengo mucho tiempo pero me apetecía dejaros esta historia así que perdonadme los retrasos. Por cierto, historia diferente a lo que estáis acostumbradas pero como sabéis no me gusta estancarme y todos los temas que aquí trato es desde el respeto, con el fin de normalizar todos los temas que actualmente no son representados.
Como ya he dicho todo desde el respeto así que cualquier error tenéis perdonádmelo.
