Disclaimer: One Piece no me pertenece.
Un Oneshot sobre la pareja Nami/Sanji. Es extraño que escriba sobre ellos, pues casi siempre suelo emparejar a Nami con Luffy, pero una idea rondaba mi mente y no tuve más remedio que escribirla.
Espero que sea de vuestro agrado.
1. ADICCIÓN
Todavía estás sorprendido de su extraña petición. Si te hubiera pedido que dejases de mirar a otras mujeres lo hubieras echo gustoso, pues eso significaría que estaba celosa y te quería solo para ella.
Si te hubiera pedido que dejases de cocinar, aunque te hubiera costado lo habrías echo. Por ella, porque la quieres.
Aunque sabías que Nami –tu preciosa navegante- era una persona curiosa, mandona y extrovertida, tenías la seguridad de que no te pediría nada de eso. Quizás fuese la confianza mutua que había entre los dos, o quizás a ella no le importaban en absoluto tus aficiones.
Acertaste en su gran mayoría. Nami no te pidió nada relacionado con mujeres o comida. Recuerdas como la curiosidad te embargó, entonces. ¿Qué te iba a pedir?
-¿Por qué no dejas de fumar?
El cigarrillo que sujetabas entre tus labios resbaló hasta la mesa, quemando un poco la madera. Miraste a Nami, con los ojos desorbitados. Ella jugaba con su pelo, distraída. ¿Dejar de fumar? ¿Por qué demonios te pedía eso?
Era lo que menos te esperabas. Creías que el ligoteo con otras chicas la molestaría más.
-El aliento te huele a tabaco.
Claro, por eso no te había besado desde hacía unos días. Creíste que era por los coqueteos que les hiciste a las nativas de Water seven, la ciudad del agua. O porque desapareciste de repente, para recorrer la ciudad en busca de un ingrediente extraño que solo se conseguía allí.
Lo recuerdas. Estabas sorprendido y no sabías que decir. Abriste la boca un par de veces intentando que las palabras formaran un "no" rotundo, pero te quedaste callado. En silencio. Ella no se iba, esperaba una respuesta. Y más te valía que fuese afirmativa si no querías fastidiarla.
-¿Y bien? ¿Vas a dejar de fumar o no?
Fuiste un gran estúpido. No hablaste, pero negaste con la cabeza. Lo suficiente como para hacerla enfadar. Estabas seguro de que pondría el grito en el cielo. Seguramente te retiraría la palabra hasta que cedieses.
-Como quieras.
Fue una respuesta normal. Sin gritos. Una respuesta que te invitaba a hacer tu propia voluntad. Pero en realidad no era así. Sabías perfectamente que aquello no era una invitación al libre albedrío. Nami, sobre todas las cosas, sabía como manipularte perfectamente. Así era ella.
Por eso ahora mismo estás sentado en la barandilla del Thousand Sunny, masticando unos asquerosos chicles de nicotina con sabor a menta. Quieres refrescar tu aliento para poder volver a besarla. A ella, a tu manipuladora favorita. Porque te has dado cuenta que sus besos son mucho más adictivos que el tabaco.
