Todos los personajes pertenecen a Stephanie Meyer.

Es la primera vez que escribo, espero que les guste.

Recuerdos de un amor eterno

Moví la maleta para ver que daño tenía el piso, y vi una madera suelta. La quise poner bien pero no algo me lo impidió. Quité el trozo de madera, y me llevé una de las más grandes sorpresas. ¿Qué era todo eso? No entendía nada.


Mi hija Bella no estaba en casa, se había ido a la escuela, como siempre hacía de lunes a viernes. Iba, estudiaba, regresaba, cenaba, se bañaba, hacía sus deberes y se dormía.

Hoy era su último día aquí, conmigo, en Forks, mañana regresaba con su madre Renée. Tratar de convencer a mi hija que lo mejor era irse a Jacksonville con su madre, fue la más grande azaña en que haya participado y presenciado.

Por momentos la entendía, no quererse separar de los grande momentos que vivió aquí, y no precisamente conmigo, sino con él, el causante de todo su sufrimiento, Edward. Lloró, gritó, hizo las rabietas que ni cuando era una niña hizo, sacó toda su frustración y su enojo, para luego quedarse dormida en su cama. Su madre y yo velamos su sueño, como cuando apenas era una recién nacida. Por ratos escuchábamos los murmullos que decía durmiendo. Las lágrimas que corrían por todo su rostro y sus súplicas.

"Edward, no te vayas. Me lo prometiste. Vuelve".

Esas palabras que repetía en sus sueños eran lo peor para nosotros sus padres, verla tan indefensa, tan vulnerable. Todo lo contrario a que siempre estábamos viendo de ella. La fuerte Bella, ya no estaba, ahora era la adolescente que sufría por el fallido primer amor.

Entré a su cuarto con una maleta abierta. Iba a guardar sus cosas, para que cuando venga ya no lo tenga que hacer. Era lo menos que podía hacer por ella. Por evitar ese sufrimiento. Guarde sus libros empolvados, ya que desde que él se fue no volvió a agarrarlos, no volvió a ser mi hija, la que se leía un libro y no salía de ese mundo. Guardé los pocos discos de música, que los había encontrado en la basura. Guarde las fotos de sus compañeros de la escuela, pero en ninguna salía él ni su familia. Seguro las había quemado o tirado. Eso era lo que esperaba.

Terminé de guardar todo, solo quedaba su ropa, cerré la maleta, la asenté en el piso. Escuché como crujieron las maderas del piso. Era una casa antigua, nunca le había dado mantenimiento, así que no me extrañó. Moví la maleta para ver que daño tenía el piso, y vi una madera suelta. La quise poner bien pero no algo me lo impidió. Quité el trozo de madera, y me llevé una de las más grandes sorpresas.

Al mismo tiempo la puerta de la entrada, se abrió y escuché un par de tacones caminar.

"Charlie, ¿dónde estás?" me llamó mi ex esposa.

"Arriba". Fue lo único que logré pronunciar. Ya que tenía un shock nervioso por mi descubrimiento.

Renée entró al cuarto de Bella y me vio sentado en la cama de nuestra hija, con una caja empolvada en mis rodillas.

"¿Qué es eso?" siempre tenía curiosidad, era como Bella en eso, no le gustaba quedarse con la duda. Vi el reloj que había en la mesita de noche, suspiré tranquilamente, aún eran las nueve y media, Bella aún no vendría, salía hasta las tres.

"Charlie ¿Qué tienes en esa caja?" se acercó a mí, se sentó a mi lado. Me quitó la caja de mis manos y la abrió. "Oh" fue lo único que pudo decir.

Poco a poco fue sacando las cosas de ahí. Primero era una hoja, no una simple hoja, era una carta. En la parte frontal tenía escrito con una elegante letra, Bella. Lentamente y con miedo, Renée la abrió y suspiró.

Bella,

Perdóname, no, sé que no me lo merezco, te prometí estar contigo toda la eternidad, pero no puedo. No puedo. No puedo desperdiciar tu alma, tu alma es algo muy valioso para mí. Es algo que yo perdí muchos años atrás, algo que no hizo mi cuerpo, se quedó en el hospital de Chicago, hace más de 90 años, en 1918.

Mi Bella, no podría verme a la cara toda la eternidad, y viendo la tuya, sin su alma, sin tu alma, no puedo, simple y sencillamente no puedo. Sé que puedo cambiar el futuro, y tu futuro no puede estar ligado con el mío. Tú mereces tener una vida normal, en tu mundo. En un mundo donde el mío no exista y no se interponga en tu futuro, en tu vida.

Perdóname, Bella, lo que te dije en el bosque, es una cruel y oscura mentira, no es verdad. ¿Cómo pudiste creerme que no te amo?, ¿cómo Bella? Soportar, tus dudas acerca de mi amor hacia ti, fue el peor castigo que puedo tener. Ni la misma eternidad, ni la soledad pueden competir con eso. Bella, te amo más que a mi eternidad, sabes que tú hiciste latir mi corazón muerto de nuevo, diste una esperanza a lo que tengo de vida. Te amo Bella, no lo olvides.

Pero te tengo que dejar.

Nunca te olvidaré, nunca olvidaré esos momentos que compartimos juntos. Los meses que pasé junto a ti, fueron los mejores de mi existencia y sé que nada los superará.

Sigue con tu vida, mi amor, y tal vez nos veamos en el cielo. Sé que a mí no se me está permitido entrar ahí, pero haré todo lo posible de estar junto a ti, en mi otra vida.

Vive mi amor, vive todas las experiencias que a mí me fueron arrebatadas de la vida. Vive y disfrútalo.

Te amo y nunca te olvidaré,

Edward Anthony Cullen.

Shock era lo que sentía en ese instante. No entendía. Eternidad, Chicago, 1918, alma. ¿Qué era todo esto?

Voltee a ver a Renée y su rostro era de asombro, seguro era igual que la mía, tratando de entender todo esto, tratando de entender la carta.

Empecé a sacar las cosas de la caja. Había regalos, envueltos había unos boletos de avión Seattle – Jacksonville, eran dos, uno a nombre de Isabella Marie Swan y el otro a Edward Anthony Cullen. Igual había un disco, parecía un disco virgen, pero tenía escrito Bella's Lullaby, habían fotos, las primeras eran de Bella con Edward, luego habían unas de la familia Cullen. Había pedazos de hojas y al darles vuelta vi que eran notas.

"No me extrañes, me fui de caza con Emmett y Jasper, ya no aguantamos a los venados. Vuelvo pronto".

"Alice vio que hoy habrá sol, no podré salir de casa. Cuídate de Newton, querrá aprovechar que no voy".

"Bella, ponte la blusa azul que te compré el jueves, a Edward le va a encantar".

"Lo siento Bella, no pude contenerla, hoy quiere ir a Seattle, por lo menos no quiere llevarte a París".

"Alice vio el futuro, ya sabe lo que Charlie te va a dar. Dice que lo de Renée lo lleves a la escuela. Dice que te va a gustar mi regalo, aunque yo sé lo que le va a gustar al amor de mi eternidad".

¿Qué era todo eso? Caza, venados, vio el futuro, ir hasta Seattle, no puede salir en el sol. No entendía nada.

"Renée, ¿qué es todo esto?"

"No lo sé Charlie, no entiendo." Me dijo con un poco de miedo en su voz.

Claramente escuchamos el motor de la camioneta de Bella, nos paramos los dos, y todas las cosas se nos cayeron al piso. Las empezamos a recoger, las guardamos en la caja y la llevé a mi cuarto. No quería mostrarle esto a Bella. Por lo menos no hoy. Vi el reloj y macaban las cinco y veinte minutos, ¿habíamos tardado tanto en ver el contenido de la caja?

Al día siguiente, Renée y Bella se fueron. Renée preocupada por Bella, y Bella triste de dejar sus recuerdos. Mi ex esposa se llevó la caja que encontramos ayer en el cuarto de mi hija, ella iba a dárselo cuando creyera que es conveniente, y cuando su curiosidad la mate.

A decir verdad, igual yo quería saber que era todo eso. Quería que me explicaran las cosas.

Así pasaron los días y las semanas y de pronto ya era navidad. Me encontraba en el taxi de camino a casa de Renée y Phil. Iba a pasar las navidades con mi hija Bella.

La cena pasó tranquila, Bella ya se veía más alegre, o por lo menos había aprendido a disimular más y a actuar mejor. Esperaba que fuera lo primero. Dieron las doce de la noche y era la parte que más temía. A Bella nunca le gustaron los regalos. Phil nos dejó después de un rato, sabía que queríamos darle a Bella hoy la caja, y nos dejó solos.

"Bella, sé que no te gustan los regalos, y no sabemos si esto es un buen o mal regalo". Dijo Renée al sacar del fondo del árbol de navidad una caja envuelta con papel azul.

"Lo encontramos un día antes de que vengas a vivir con tu madre. Creemos que es hora que lo tengas. Sentimos mucho no habértelo dado antes, y perdónanos por haber abierto algo que era tuyo". Le dije al momento que le daba un abrazó y le acercaba la caja.

Cuidadosamente quitó el papel, parecía que lo hiciera con miedo a que se corte con el papel. Abrió la caja y al ver su contenido solo exclamó un ¡Oh! Y empezaron a salir unas lágrimas de sus ojos. Renée la abrazó y le secó las lágrimas con un pañuelo que le entregué. Poco a poco sacó las cosas, primero estaban las fotos, al verlas, los gemidos de tristeza eran más audibles, y las lágrimas eran más espesas. Sacó los regalos. Y al ver los boletos de avión los aventó hacia el otro lado de la sala, parecía que no los quería, que solo esos boletos de avión le trajo tantos malos recuerdos.

Sacó el disco y lo abrazó con más ganas. La abracé y le dije que todo estaba bien. Quería darle ánimos. Agarró lo poco que quedaba, las notas que le había escrito, y por último vio la carta.

Al empezar a leerla, las lágrimas fueron más y más. Renée y yo sólo la abrazábamos más para darle fuerza. Parecía que murmuraba algo, pero ni los oídos de Renée ni los míos lograron escuchar los que decía. Aunque estábamos seguros que eran lamentos de su corazón.

Se quedó bastante tiempo, sentada entre nosotros, llorando, derramando lágrimas y sacando su dolor, ahí se durmió. La subí a su cuarto y la arropamos. La vi dormirse, Renée se quedó a mi lado, viendo como las lágrimas seguían cayendo.

"Edward, vuelve. Yo igual te amo." Susurraba de vez en cuando.

"Llévate mi alma, no la quiero, ya es tuya".

"¡No!". Gritó desesperada, y despertó. Nos vio ahí sentados en las orillas de su cama. Y nos vio con miedo.

"¿La leyeron?" de repente preguntó en un susurro

"Sí, Bella, perdónanos, pero no sabíamos que era". Dijo su madre al tocarle su cabello.

Nos miró dudando, no sabía que decirnos, y nosotros queríamos saber esas cosas de que ese hablaba en la carta.

"¿Nos vas a decir que significaban ciertas cosas?" le pregunté, pero no estaba preparado para ver la reacción que tuvo, temor, angustia. Como si fuera un secreto de vida o muerte. Por lo que traté de componer. "Si tu quieres. No te vamos a obligar".

"No puedo, lo siento". Fue lo último que dijo. Se acostó y se volvió a dormir.

Así la vimos, durmiendo. Me levanté de la cama y me dirigí a la puerta. Renée me siguió, en la sala estaba Phil, esperándonos.

"Nos vemos, cuídense, cuídenla". Les dije como últimas palabras.

Salí de la casa y subí mi mirada hacia la ventana que pertenecía a la habitación de Bella, estaba abierta, como ella la había dejado por mucho tiempo. Aún no entendía por qué la dejaba, hasta cuando vivía en Forks conmigo, la abría aunque haya grados bajo cero. Seguí mi camino hasta el coche que había rentado, me subí y me fui al hotel donde me estaba alojando.

Sentí como si alguien me estuviese observando, no le di importancia. Seguí mi camino. Al llegar, me bajé y lo último que vi, fue una mujer hermosa, con cabellos rojos y largos y con unos ojos de un color extraño, rojos.

"Si mataba a tu hija, no le iba a doler a él, si te mató a ti, el dolor de ella será más. Y si ella sufre, él sufrirá". Dijo con una aterciopelada voz, pero a la vez con furia. Algo que me dio miedo.

Y de ahí todo se volvió negro y no supe nada más.

Fin.