Te he amado por mil años y te amáre por mil más

NA: esta historia se me ocurrió hace poco escuchando la canción que da título a esta historia "A thousand years" de Christina Perri. Se situa unos años despues del final de la serie y utilizo la época de la gran depresión de Estados Unidos como telón de fondo. No soy historiadora y poco sé de esta época, así que cualquier equivocacion, de antemano una disculpa.

Espero les guste y me dejen sus reviews!


Capítulo 1

En lo que antes era una casucha, ahora se erige una modesta casa blanca con flores en todas las ventanas y un jardín frontal bellamente cuidado, y un gran letrero que va de extremo a extremo de la casa que dice "Clínica Feliz". Adentro de la casa se encuentra el Dr. Martin en consulta de un perro que han traído un par de niños de escasos recursos, apoyado por Andy, una joven enfermera que conoció a Candy mientras estudiaban enfermería en el hospital de Chicago. En otro de los consultorios está un joven doctor auscultando a un pequeño niño de cinco años con fiebre. Candy está con él.

- Creo Candy que ya han llegado por ti – le grita el Dr. Martin desde el otro lado de casa al asomarse a la ventana y ver un hermoso Rolls Royce estacionado frente a la clínica

- ¿Viene Albert? – pregunta Candy a gritos con tono de preocupación

- No lo creo – responde el doctor al ver que solo baja el chofer aproximándose a la casa

- Entonces pueden esperarme – concluye Candy todavía a gritos haciendo reír a todos los presentes en la clínica.

Otra enfermera que trabaja en la clínica recibe al chofer y le pide que espere a la señorita White a que termine una consulta. El chofer se nota sorprendido por la petición pero no duda y se sienta en una de las sillas de la recepción a esperar. Hasta que el doctor termina de atender al pequeño y Candy se apura a terminar de arreglarse.

- Se te ha hecho tarde, pequeña – le dice el doctor Martin cuando la ve pasar corriendo del consultorio a una de las habitaciones donde las enfermeras suelen cambiarse de ropa y a veces descansar un poco cuando les toca quedarse con algún paciente por la noche.

Candy arroja el uniforme en una de las sillas, se pone el elegante vestido que ha comprado en la semana y abriendo el armario se mira en el espejo que hay pegado a una de las puertas. No puede evitar hacer una mueca de desaprobación. El vestido es hermoso pero ella siente que no tiene la elegancia para llevarlo como es debido. Se deshace las coletas de caballo que sigue utilizando más por comodidad que por moda y comienza a recogerlo en un chongo cercano a la nuca. Con un sinfín de prendedores logra poner un poco de orden en su cabellera y quedar lo más decente posible.

- ¡Vamos Candy! No vas a llegar – le grita el Dr. Martin divertido desde abajo del consultorio

Candy se resigna con su cabello, toma un poco maquillaje, se sobre los ojos y pone un poco de color en los labios. Su querida Annie le ha enseñado como hacerlo y aunque solo lo haga en ocasiones especiales, no le queda nada mal. se mira en el espejo con resignación, toma el abrigo del gancho y azota la puerta del armario para salir corriendo.

El doctor la escucha por el pasillo y comenzando a bajar las escaleras. Camina hacia ella para despedirse.

- Te ves… - comienza a decir cuando ella se para en seco gira sobre su eje y comienza a subir rápidamente de nuevo a la habitación. Un rato después Candy vuelve a bajar corriendo con unos bellos zapatos de tacón en la mano – te ves hermosa Candy

- Gracias doctor. Se me habían olvidado los zapatos – dice sacando la lengua como lo hace desde pequeña – ¡Listo! – le dice al chofer – haga todo lo posible por que llegue a tiempo.

En poco tiempo el chofer está sobre la avenida principal de la ciudad donde hay una larga fila de automóviles. El chofer le informa que esa es la cola para el teatro. Así que ella no lo duda y baja del vehículo para correr por la calle y llegar a tiempo al teatro.

- ¡Candy! – exclama Albert al verla aparecer en el vestíbulo del hermoso teatro de Chicago, jadeando y colorada por la carrera – ¿estás bien? ¿Por qué vienes corriendo?

- Había muchos autos esperando llegar

- Candy, te hubieras esperado. La función no va a empezar hasta que el último asiento este ocupado – dice el rubio con un dejo de tristeza que manda a lo profundo de su corazón como siempre lo ha hecho. Le duele ver que su querida Candy, la mujer de la cual ha estado enamorado desde su infancia cuando se conocieron en la colina de Pony, sigue haciendo esos detalles por Terry. «Es por él que corre, es por no perderse un solo momento de la función que está por dar» piensa el rubio con tristeza mientras sonríe hacia el exterior besando la mano de su querida Candy.

- No quería hacerte esperar – le dice sonrojándose aún más de lo que la carrera la ha puesto

- ¡Candy! – exclama el rubio sorprendido sonriendo de verdad – disculpa que no haya ido por ti a la clínica pero sabes cómo es la tía abuela con respecto a la puntualidad y no quería presionarte

- No te preocupes Albert, lo entiendo perfectamente y no podía venirme hasta terminar de atender a un pequeñín con fiebre. Así que ¿dónde está la tía abuela?

- A la hora decidió no venir – le responde el rubio – no se sentía del todo bien

- ¡Oh! – exclama con preocupación – ¿se encuentra enferma?

- Me ha dicho que mañana mismo mandará por el doctor para que la revise. Supongo que es la edad, no te preocupes mi pequeña. Mejor disfrutemos la función.

La pareja camina por el vestíbulo saludado a casi todos los presentes. Albert sigue siendo uno de los hombres más importantes de Estados Unidos y el más rico de Chicago, así que como cabeza del imperio Andrew es solicitado por todos los presentes. Candy sonríe a cada a todos los que les saludan y asiente a cada comentario que le hacen como la tía abuela le ha enseñado tantas veces y que ya parece dominar después del sin fin de veces que ha tenido que acompañar a Albert a los eventos. En cuanto logran llegar al palco Candy se deja caer en el primer asiento con un fuerte suspiro.

- Sigue siendo un suplicio para ti estos eventos de sociedad ¿verdad pequeña? – le dice con tristeza Albert sentándose a su lado

- No logro comprender como la gente más rica y preparada de la ciudad puede también ser la más superficial y cerrada. Pero dejemos eso a un lado – dice recobrando su humor habitual – ¡todo vale la pena por ver el estreno de Otelo con el gran actor Terry Grandchester! ¿lo veremos después de la función, Albert?

- Por supuesto pequeña, nos ha invitado a la fiesta que la compañía de teatro organiza en el Hotel Imperial

- ¡Oh! Será fabuloso verle

El sonido de la tercera llamada se escucha en el teatro y las luces comienzan a apagarse lentamente igual que la alegría de Albert, al ver lo feliz que es Candy cuando habla o está con Terry.