El Emblema Final
Prólogo
Por muy encima de las nubes una majestuosa torre blanca domina el horizonte. Tan imponente es que parece alzarse hasta el infinito, rozando las estrellas.
Más las belleza de su exterior era contrastante con el interior, semejante a una caverna sumida en la penumbra, la única iluminación era la aquella destilada por las antorchas colocadas en cada una de las 4 enormes columnas que sostenían un techo perdido en la oscuridad.
Entonces las pesadísimas puertas de piedra se abrieron de par en par, permitiendo la entrada a una bella dama de porte firme pero delicado; su rostro es delgado y de mirada lánguida, enmarcado por una verde cabellera que cae por toda su espalda hasta los pies y arropada por un vestido de tonos lilas.
Caminando silenciosamente se acercó hasta el prisionero, tendido en el frío suelo de piedra, y atado con largas y pesadas cadenas que colgaban de esos gigantescos pilares. Se arrodilló ante él, despejándole la cabellera azul que le caía sobre el rostro y acomodó la tela negra que cubría su cuerpo. Su mirada se detuvo en su pecho manchado con sangre oscura y seca, había sido atravesado por una espada y aún no era removida.
-No son las cadenas ni esa espada lo que te atan-susurró la dama, acariciando el rostro de aquel desdichado-. Me pregunto por cuánto tiempo podrá mantenerte sellado.
De pronto notó que él había dejado de respirar.
-No hay nada que puedas hacer para interferir en ello, por el momento esta totalmente fuera de tu alcance-ella no apartaba la mirada del cuerpo que yacía ante ella-. Aún así, aún así tratarás de ver cumplido tu deseo, aunque no estoy segura de que eso te beneficie… ni a ellos.
...
La dama de observa atónita el duelo a muerte de dos guerreros de cabellera azul, blandiendo cada uno una espada de filo dorado.
Sujetando con fuerza sus respectivas armas, se dirigen el uno contra el otro. Cuando se encuentran, el sonido del choque de los metales resuena en el espacio. Uno de ellos consigue desviar el golpe, mientras el otro pierde los estribos. El soldado en pie comienza a dar feroces golpes de espada que el combatiente semiarrodillado detiene con su espada.
El atacante deseando terminar de una vez, empuña su espada con ambas manos descargando el golpe definitivo.
Ahora hay una fuente que se eleva entre los campeadores tiñendo de rojo el acero de sus espadas.
Libro 1: El Sueño no Visto por Nadie
The long sleep has ended
A dazzling light fills the sky
Radiant, unfulfilled dream, dream
Setting out, resolute, go, go
I hold your promise in my hands
I show you a future full of hope
Resound, my voice, far and high
The birdsong
The distant sky
The distant sky
~Dawn Awakens- Fire Emblem: Radiant Dawn
Capítulo 1
Empieza a llover...
Por un callejón empedrado, se perfila una sombra, proveniente de un personaje de imponente figura cubierto de pies a cabeza por una capa marrón, andando con pasos lentos. Por un momento se detiene y mira los alrededores, como si buscase algo o tratara de orientarse entre las oscuras callejuelas, y luego echó a andar nuevamente con paso rápido y decidido mientras el borde de su capa se empapa con los charcos.
Desemboca en la calle principal, transitada por ríos de gente que tratan de resguardarse de la incipiente lluvia que arrecia a cada instante. Entre ellos una jovencita de no más de 15 años de cabello verde corre completamente empapada, cargando paquetes con la despensa. Su vestido aguamarina se hallaba cubierto por lodo, salpicándolo cada vez que daba un paso.
La figura le miraba con cierto interés hasta que, tras dar una vuela apresurada en una esquina, desapareció.
...
La humedad absorbida por el paquete de cartón terminó provocando su ruptura y el que los víveres se regaran por la calle. Lamentándose, la chica se arrodilló a recoger con prisa semejante desorden, hasta que unos brazos la levantaron con brusquedad.
-Dame eso niña-le ordenó un jovenzuelo corpulento.
-¡Nada de eso! ¡Esto lo compré con mi dinero!-reclamó la chica al momento que empezaba a verse rodeada por otros diez jóvenes, todos hombres.
-¿Eso a nosotros que nos importa?
-¿No crees que te estás sobrepasando Chad?-le cuestionó uno de aquellos chicos, de cabello castaño claro, algo más bajo y flaco que el sujeto que retenía a la chica, de túnica y pantalones cortos marrón y camiseta verde- ¡Sólo es una niña!
-¡Cierra la bocaza Reenes!-Chad respondió con un golpe en el estomago, causando que el chico cayera sobre el lodazal. Otro de los muchachos, el más joven (con 15 años aproximadamente), de cabello blanco alborotado en la frente y relamido hacía atrás, vistiendo unos pantalones grises y una camiseta negra, le ayudó a levantarse.
-¡Ahora dame eso mocosa!-exigió Chad.
-¡Mi madre necesita esta mercancía!-contestó la chica.
-¡No me hagas perder la paciencia!-la sangre le empezaba a hervir al ver que sus exigencias no daban mayor resultado. Era hora de tomar medidas drásticas.
-¡Maldita niñata terca!-exclamó al momento que se abalanzaba sobre ella, sujetándola por el delgado cuello y elevándola.
-Ahg…más te vale soltarme…-le costaba bastante esfuerzo respirar, y creyendo estar cerca de morir estrangulada, cerró los ojos resignada... pero sintió su cuello liberado de aquella opresión y enseguida cayó en el duro y mojado empedrado de la calle. El bandido que le había aprisionado yacía de espaldas en el suelo, quejándose con una mano en su abdomen. Y junto a él de pie se hallaba su defensor.
-¿Y tú qué quieres?-gruño con algo de trabajo otro de los bandidos.
-Ah… ¿quién...?-la chica alzó la vista para observarlo bien. Botas de cuero café, pantalones blancos, una túnica de tono cerúleo y una desgastada banda verde que traía en la frente. La capucha escondía un rostro joven de corta cabellera azul y penetrantes ojos del mismo color, la mitad de la cara estaba cubierta por vendajes. El cuerpo fornido deja patente su enorme fortaleza.
-Tu haz atacado primero, así que te lo haz ganado-dijo aquel hombre de mirada impasible. Le tendió la mano a la jovencita, ignorando al resto de la pandilla.
-Si…gracias señor-respondió ella tomando la mano de aquel desconocido.
-Pero que engreído-comentó uno de los bandidos-. Parece que cree poder vencer a nosotros once.
Los bandoleros pudieron comprobarlo cuando al intentar atacarlo, aquel hombre hizo voltear con la fuerza de su brazo a dos ladrones y de un solo golpe puso fuera de combate a otro.
-Impresionante-fue lo único que pudo decir el chico de cabello castaño.
-Cierra la boca Krag-le reprendió su compañero de cabello blanco.
-¿Acaso no fue impresionante, Nolv?-el joven de cabellera revuelta no salía de su asombro al ver tal muestra de habilidad y poder. A pesar de ello, siguió al resto de sus compañeros que se pusieron en fuga. El más joven del grupo miró por unos instantes a la niña y está le observó también, éste se ruborizó y echó a correr.
-Eso fue…genial-la muchacha también se encontraba sorprendida. Nunca había visto a alguien pelear de esa manera a excepción de un tal Sabin, uno de los amigos de su madre-. Muchas gracias.
-No necesitas agradecerme-respondió el forastero con seriedad-. Lo que ellos querían arrebatarte no eran las provisiones, ¿acaso me equivoco?
La muchacha sin darle demasiadas vueltas al asunto, asintió levemente mostrando un viejo libro con el lomo bastante maltratado.
-Hay algo que necesito de ese libro-al ver que la jovencita aferraba el volumen con fuerza se apresuró a decir-. No pienso quitártelo, sólo quiero leer algo que está escrito en él.
La chica se lo dio sin reparo alguno. A pesar de tratarse de un completo desconocido, una corazonada le hacía confiar en él.
-¿Estás segura? Podría estar mintiéndote y huir con él una vez que me lo des.
-No sé si estas mintiendo, pero si realmente quieres leerlo…
Pasaba hoja tras hoja con avidez, hasta que con profunda desilusión, devolvió el libro a la niña.
-El lenguaje en que está escrito este libro es uno muy diferente al usado en la actualidad en este país-comentó la muchacha-. ¿Qué es lo que buscas?
-Si te lo dijera, no lo creerías-respondió quedamente-. Aunque si no encuentro a alguien que pueda leerlo por mí, dudo mucho que me sea de utilidad.
-No eres de por aquí ¿Cierto?
El hombre retiró levemente los vendajes, sonriendo forzadamente.
-¿Puedo preguntar a qué te dedicas?-la chica preguntó con sumo interés, parecía haber olvidado que estaba lloviendo y la obligación de entregar esa despensa.
-Soy un trotamundos o un vagabundo, sí así lo prefieres. ¿Cómo te llamas?
-Rydia-respondió la muchacha.
-Yo me llamo…Ike.
Esta lloviendo…
