Aclaración

La siguiente historia es propiedad de Jaid Black yo solo uso sus maravillosos escritos para una pequeña adaptación.

Los personajes de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto yo solo uso sus personajes sin fines de lucro para pervertirlos/as un poco y tener un mundo con más ItaHina, SasuHina o LukaHina.

El siguiente contenido es clasificación M o MA contiene escenas de sexo explícito, sumisión y seducciones forzadas.

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Capítulo I

Costa ártica. En la actualidad

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Estaba resultando ser un día infernal y largo. El programa de vuelo había comenzado al romper el alba. Ella había volado del Aeropuerto Dulles en Washington, D.C., a Seattle en el Estado de Washington, entonces continuó a Fairbanks, Alaska. En Fairbanks, un helicóptero militar la había recogido. El equipo estaba ahora en camino a su destino: en ninguna parte. Casi literalmente. El complejo militar que funcionaba al norte del círculo Ártico era un secreto altamente protegido, y sólo podía ser alcanzado de dos modos: por helicóptero, el que estaban utilizando en estos momentos, o por trineos tirados por perros.

El cabo Hyuuga Hinata del Ejército estadounidense parpadeó rápidamente para impedir dormirse. Cómo podía quedarse dormida en un helicóptero militar estaba más allá de la comprensión, pero había sido un día agotador. Para cuando el aparato aterrizase, su viaje habría durado diecisiete horas desde el principio hasta el final.

Mirando por la pequeña ventana de su izquierda un hermoso paisaje se veía allá abajo, la mente de Ronda alternó entre fatiga y entusiasmo. Esta era la primera misión de acción que ella había tenido en años. Sus últimos años en el ejército habían estado en el aburrido mundo del papeleo. Todo trabajo de ordenador y de oficina — ninguna acción.

Aquella situación, sin embargo, había sido inevitable después de encajar una bala en la rótula, del arma de un guerrillero en Haití. Ayudar a dos soldados a ponerse a salvo la habían hecho algo así como un héroe, pero también la había retirado del servicio activo y le había conseguido un trabajo de oficina. Su rodilla se había curado hacía mucho, pero volver a la acción todavía quedaba descartado. Nunca pasaría las rigurosas exigencias físicas del ejército para el combate activo o para ninguna misión que requiriera el riesgo más mínimo.

Ahora, a la edad de 28 años, Hinata estaba más que lista para reorganizar su rutinaria existencia de nueve-a-cinco, aunque solo fuera por poco tiempo. Cuando su jefe le había ofrecido la oportunidad de supervisar un proyecto de militar clasificado en el círculo Ártico, ella había aceptado sin dudarlo ni un momento. Se había afiliado al ejército para ver el mundo y marcar una diferencia, no para sentarse detrás de un escritorio a aceptar o rechazar presupuestos militares.

"¿Qué es…?" Los ojos perla de Hinata se agrandaron cuando de repente fue lanzada de acá para allá en su estrecho asiento. "¿Qué pasa?", gritó sobre el fuerte zumbido del motor del helicóptero — y sobre el sonido de las hélices rotando una sobre otra.

Su corazón se paró. Algo iba muy mal. Hinata había sido pasajero en más paseos de helicóptero de los que ella podía contar, y nunca había experimentado nada como esto. Los saltos discordantes y caídas en vacío, iban más allá de una simple turbulencia.

Su corazón se aceleró. Con ambas manos, se agarró a las correas de seguridad que estaban sobre su cabeza y le cruzaban pecho hasta que sus nudillos se pusieron blancos.- "¿Qué es lo que pasa?"-, gritó otra vez, mucho más alto y más exigente. -"¿Teniente?"-

De repente, el sonido del rotor era horroroso como si estuviesen triturando metal, y todo se convirtió en un infierno.

-"¡Agárrese! ¡Nos caemos!"- grito el teniente.

-"¡Oh, Jesús -envíen ayuda! ¡Es una orden — este es el Fantasma III-envíen ayuda!"-

-"¡Oh, Dios mío!" Hinata se agarró a las sujeciones más fuertes aún, si esto era posible. La sangre palpitaba en sus oídos. El sudor empapó su frente y goteó hacia abajo por el lado de su cara. Sus dientes castañeaban con las frenéticas sacudidas del helicóptero.

El helicóptero estaba fuera del control. El pequeño aparato de cuatro asientos se sacudía y chocaba en todas direcciones, ella ya no podía decir si arriba o abajo, a derecha o a izquierda. Todo lo que sabía era que las montañas cubiertas de nieve y hielo que habían parecido tan distantes, estaban ahora de repente, terroríficamente, moviéndose hacia ellos en su caída en espiral.

Oh dios mío-oh dios mío-oh dios mío

El helicóptero se estrelló, chocando contra el lado de una montaña cubierta de hielo perpetuo.

-¡Vamos a morir! ¡Dios mío-nooooo!-

Fue el último pensamiento coherente de Hinata. Entonces, afortunadamente, la oscuridad la envolvió y no se enteró de nada más.

No tuvo ni idea de cuánto tiempo había estado inconsciente. Cuando Hinata salió de los restos de lo que había sido una vez una parte de Fantasma III, gimiendo como el animal herido que se sentía, imaginó que había pasado más de un día. Llámalo intuición, llámalo una conjetura razonada, o llámalo el nudo doloroso que se había formado en el lado de su cabeza, pero estaba segura de haber estado helada de frío durante un día o dos.

Delicadamente tanteó su cabeza para ver las heridas adicionales, rápidamente averiguó que parecía tener solo la herida en su sien izquierda. Hinata se estremeció cuando sus dedos palparon sobre el sensible chichón. Sabía bastante sobre supervivencia básica para darse cuenta de que, aunque doloroso, el golpe no era mortal. La sangre seca estaba en los rizos de su azulado cabello, pero no notó trozos de metal en la herida.

Aunque la herida de su cabeza probablemente no la mataría, la nieve amargamente fría que la rodeaba hasta donde le alcanzaba la vista, sí que podría. Necesitaba ayuda, alimentos y equipamiento médico.

-¿Dónde estoy?-

La mirada ansiosa de Hinata giraba alrededor, buscando a otros supervivientes. Su frente se arrugó cuando observó que los restos eran mucho más pequeños de lo que deberían haber sido. Un pedazo de metal aquí, una parte de una lámina allí…

Se quedó quieta. Y luego, sabiendo y simultáneamente temiendo la respuesta, débilmente arrastró los pies hacia el borde del abismo nevado en el que ella había despertado.

Se movió despacio, con cautela, probando cada pulgada de la nieve, no estando segura de sí la montaña era sólida y lo que pudiera ser un simple velo blanco se desintegraría bajo sus pies — y la haría caer como un plomo hasta el fondo. Por fin, echando un vistazo sobre el acantilado cubierto por hielo, inspiró profundamente cuando visualmente confirmó lo que había imaginado y sobre lo que esperaba estar equivocada. La pena por esos hombres a los que casi no conocía, la golpeó como un puñetazo en plena barriga.

Los demás estaban muertos. Era la única superviviente.

Hinata apenas podía ver lo que quedaba del Fantasma III, pero sus ojos entrenados en el ejército se daban cuenta del hecho de que nadie -nadie- podría haber sobrevivido a aquel accidente. El helicóptero había caído demasiado rápido y muchísimos miles de pies hacia abajo para que cualquiera del equipo pudiese haber evitado una muerte segura. La nieve manchada de sangre y el metal triturado estaban dispersos por todas partes.

Hinata tembló, sus dientes castañearon, mientras la realidad se imponía. El frío de la nevada ladera en la que se encontraba varada se filtraba en sus huesos a pesar de la protección de su uniforme reglamentario para la nieve.

Estaba sola -absolutamente sola. Cualquier señal luminosa que podría haber lanzado para indicar su posición habría caído probablemente junto con la parte más grande del Fantasma III y todo su malogrado equipo.

-¿Cómo sobreviviría?-

Su asiento debía haberla lanzado lejos de la cabina principal del avión. Por qué, ella nunca lo sabría.

Ahora su prioridad más importante era la necesidad de sobrevivir. Debía hacerlo. Se lo debía a ella misma, así como a los miembros del equipo, ponerse a salvo y conseguir decirle al ejército donde estaban localizados los restos de esos hombres.

Retrocediendo ante la vertiginosa vista, Hinata rápidamente revolvió entre los pequeños trozos del Fantasma III que quedaban sobre la meseta de hielo. Los movimientos tan enérgicos hicieron que el dolor en un lado de su cabeza le escociera fieramente; siseó, pero por otra parte no hizo caso de la palpitación en su sien cuando rebuscó entre lo que quedaba del helicóptero.

Nada. Ni una luz, ni una radio, ni siquiera una solitaria venda o una miga del pan. Nada.

Suspiró, cerrando brevemente los ojos antes de parpadear y abrirlos. "¿Qué hago ahora?" Susurró Hinata. "Piensa, chica. Piensa."

Solo había una cosa que pudiese hacer: encontrar una salida de esta montaña, y encontrarla ahora.

Más fácil decirlo que hacerlo.

Hinata se sentó sobre una gran roca aplanada, se apoyó atrás contra la montaña nevada, y trató de imaginarse de todas las formas posibles como podría salir ella sola de esta pesadilla. Ella no era la Súper mujer — no podía irse volando sobre la maldita montaña como algún héroe de cómic. Y sin el equipo apropiado, no podría descender mucho por la ladera, tampoco. Lo que la dejaba...

Sentada justo donde estaba.

Una parte de Hinata se preguntaba con pesimismo si no hubiese sido mejor que cayera con el Fantasma III. Al menos los otros miembros de equipo habían muerto en el impacto. Ella afrontaba el hambre, la hipotermia, y una muerte dolorosamente lenta.

Apretando la mandíbula, Hinata se forzó a serenarse. "¡No voy a morir de ese modo!", gritó, su voz resonando por todas las montañas. Hizo una profunda y helada inspiración y la expulsó, dándose cuenta de lo estúpido que era el gritar su frustración y miedo cuando nadie lo oiría. Tenía que conservar su energía para lo que tenía por delante.

"No voy a morir así," repitió más silenciosamente. En servicio activo-de acuerdo. En territorio enemigo-de acuerdo. Pero no permaneciendo en una fría cumbre, sola. Se giró encarándose a la roca plana, hundió el pie en una grieta cerca de la base, apoyó una palma contra la pared de sólida roca a su izquierda, y trató de pensar. Tenía que haber un camino para salir de esta montaña.

Ambos padres de Hinata habían muerto como héroes militares: su madre en Rusia durante la Guerra Fría, su padre hacía varios años en Afganistán. Siendo una niña, la pérdida de su madre había sido la pesadilla peor que un niño pudiese imaginar. Como un adulto, la muerte de su padre había sido más trágica de todos modos, ya que ella había vivido con él y lo había amado durante un tiempo más largo. El único consuelo de Hinata en sus entierros fue que sabía que habían muerto siendo honrados como héroes americanos. Todo lo que cualquiera de ellos habría querido.

Ella no quería ser un héroe si eso significaba morir. Raro cuando provenía de una militar de carrera, ella no era una persona a favor de la guerra. Creía que la función de las fuerzas armadas debería ser defensiva sólo — para proteger y defender el país, que los americanos deberían conocer la paz y la seguridad. No estuvo de acuerdo con muchas posturas que los militares habían asumido durante años, pero sabiamente cerraba la boca y mantenía su empleo.

La recompensa era esta misión: un experimento confidencial que podría sólo, después de miles de años de la guerra, traer paz al planeta entero. Su papel aquí, como gestora con ojo para los presupuestos y bastante sutil para hablar con el Pentágono sobre gastos independientes de fondos, era necesario pero no particularmente emocionante. Pero el proyecto sí mismo era el trabajo más emocionante que había tenido durante años. Y ahora, debido a ello, afrontaba una muerte lenta, dolorosa.

-"¿Qué hago?"- Hinata quitó su mano de la pared distraídamente mirando la marca de nieve que su guante había dejado. "Tal vez yo -"

Sus ojos perla con tintes violetas se estrecharon, frunció el ceño arrugando sus facciones. Qué era…

Su mano volvió a la pared de la montaña, y rápidamente quitó más nieve. Hinata se quedó sin aliento cuando se dio cuenta de que detrás de la nieve había una puerta de piedra.

¿Una puerta?

¡Por supuesto! ¡El fantasma III debía haberse estrellado directamente encima del formación militar secreta! ¿Pero entonces, por qué no habían venido los soldados del ejército a su rescate? ¿Tal vez la formación estaba ubicada en el interior de la montaña y nadie había oído el accidente?

No importaba. El corazón de Hinata palpitaba con demasiada adrenalina para preocuparse. Donde había una puerta, seguro tendría que haber una civilización — y alimento y calor y provisiones médicas. La esperanza surgió en su interior.

¡Sobreviviría! Contra todo pronóstico, sobreviviría.

La puerta se resistió a sus esfuerzos por abrirla. Regresó junto a los restos del helicóptero y cogió un trozo de metal que serviría como palanca. Donde había voluntad, también había un camino.

Hinata se puso a trabajar toda excitada, metódicamente rompiendo la puerta de piedra. Sus músculos ardían y sus dientes rechinaban con el duro trabajo, pero no se ablandó. Una sonrisa de victoria y alivio curvó sus labios cuando la puerta de piedra finalmente cedió. No mucho, pero estaba bastante segura que había forzado una abertura suficiente para poder entrar.

Lanzando lo que había usado de palanca al suelo, Hinata se deslizó por la ajustada puerta.

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MI rincón obscuro

Antes que nada quiero pedirles disculpas porque no podre actualizar mis otras mientras trato de que la inspiración llegue a mi escribiré esta adaptación de Jaid Black como recompensa.

Bien esta adaptación es para una persona que es súper fan de Itachi-sama, espero que disfrutes.

Matta nee y dejen review