La Academia, capitulo 1

Hola gente!... este… bueno… soy MUY nueva en esto de los fics aunque he leído un montonal. Este es mi primer fic así que no esperen mucho =3. Sooo si es muy malo o algo así necesito que me lo comuniquen para ver en que puedo mejorar y esas cosas. Igual y se aceptan ideas o sugerencias para mi historia. Bueeno empecemos… * nota: la voz de Christophe/el topo es afrancesada, ok?*

Gregory se levantó pesadamente de su cama, aguantando las ganas de volver a su cálida atmósfera en vez del frío de la madrugada. Se despejó unos cuantos mechones de su dorado flequillo para poder ver bien su habitación con esos ojos azul celeste. Después de La Resistance había vuelto a Londres para re-organizar su vida después de ser utilizado por Wendy, y allí pasó el resto de su infancia hasta sus 16 años. Abrió las cortinas de par en par para ver el jardín de su lujosa casa. Podía ver los rosales y los tulipanes formar una efe en cursiva muy elegante gracias al apellido de su familia: Fields. Lentamente se adentró a su baño y tomo una larga ducha. Necesitaba calmarse. Al terminar su regaderazo se vistió con una camisa naranja, unos pantalones de mezclilla azul marino, sus botas negras y un abrigo café claro. Le dio una última ojeada a su habitación a su habitación y lentamente se dirigió hacia su escritorio, tomó una maleta que estaba debajo de éste y se encaminó hacia la puerta. Pasando en el vestíbulo se detuvo frente a un espejo de cuerpo entero, para observarse. Al lado de éste había una fotografía de él cuando estaba más pequeño, como de unos nueve años. El joven Gregory Fields ya había crecido bastante, y sus facciones se habían acentuado. Ahora, con dieciséis años de edad, era un apuesto inglés con facciones delicadas, piel marmoleada y dorados cabellos, ojos azul grisáceo y un cuerpo bastante alto y fuerte. Soltó un suspiro de melancolía y siguió andando por el corredor. Al llegar a la cocina, su madre ya le había preparado su desayuno que constaba en huevo con tocino, una taza aún tibia de té de la india y una nota en un papel amarillento.

Querido Gregory,

Tu padre y yo nos alegramos de tu ingreso a la academia,

Sabemos que harás lo correcto y serás un estupendo estudiante.

Lamentamos el no poder llevarte personalmente hasta la estación de tren,

Pero el mayordomo lo hará.

Suerte,

Tu madre.

Siempre era lo mismo, el joven Gregory se había criado personalmente, y sus padres nunca estaban cuando él los necesitaba. El mayordomo de su casa, Ronald, fue como un padre-abuelo para él, y fue quien le enseño la mayoría de lo que este respetuoso joven sabía. Ahora ni con él estaría, ya que el joven Gregory entraría esa mañana en la Academia Saint Grimm, un prestigioso internado donde todos los jóvenes con un futuro brillante y con dinero estudiaban. Obviamente él había sido uno de los primeros lugares en número de aciertos al presentar el examen de admisión, así que no desperdiciaría esa oportunidad. Volvería a ver a Ronald y a sus padres hasta el Día de Gracias, pero para eso aún faltaba un buen tiempo.

-Joven Gregory, es hora de partir a la estación, ¿ha terminado su desayuno?

Gregory le dio un último sorbo a su té, y dirigió la mirada hacia su viejo mayordomo.

-Gracias Ronald. Si, ya he terminado. En un momento estaré en el automóvil.

El anciano asintió y se fue. Gregory se levantó de la mesa y fue a por su maleta que había dejado cerca de la alacena. Justo allí estaban sus guantes negros, así que se los puso, tomó su maleta y se dirigió hacia el automóvil negro que le estaba esperando.

Pasaron alrededor de unos 30 minutos cuando llegaron a la estación de tren donde Gregory tomaría el tren hacia el campus. Cuando él y su mayordomo bajaron del coche, Gregory se dirigió a la cajuela para sacar de allí su maleta.

-Espero que le vaya estupendamente joven, lo extrañaremos mucho. –le dijo Ronald.

Sin palabras, Gregory se abalanzó sobre él para darle un fuerte y cálido abrazo.

-Gracias… los veré pronto y no dejaré de escribirles todo.

-Lo estaremos esperando gustosos… - Se separó del rubio- ahora creo que ya es hora de que se marche, el tren no tardará en partir.

Gregory asintió y se marchó dándole un último adiós a su gran amigo. Se encaminó hacia el andén y pudo escuchar una discusión.

-¡Déjenme pasar!- demandaba un muchacho cabello castaño oscuro.

-Ya te hemos dicho que esta escuela no es para franceses, así que lárgate de aquí francesito. – replicaba con tono burlón otro muchacho de cabello negro, que estaba situado en medio de otros dos pelirrojos más bajitos. -Seguramente esos dos son gemelos- pensó el rubio.

-¡Sí, largo!-rieron los pelirrojos.

Gregory se iba acercando mientras seguía escuchando los gritos.

-¡Ya les he dicho que me han aceptado! Ahora aléjense, no tengo tiempo para esto.- dicho esto, el aparentemente chico francés tomó su mochila de campismo y otra más alargada. Entonces Gregory lo pudo apreciar más de cerca. Era un chico alto, moreno, de cuerpo fuerte, ojos oliva, cabello castaño oscuro algo enmarañado, pero no se le sentaba mal. Vestía unos pantalones cargo de mezclilla, un cinturón café algo viejo, tenis color guinda bastante maltratados, una playera verde oscuro y una sudadera negra algo empolvada. En fin, un muchacho muy apuesto para el punto de vista de Gregory.

-¡Los franceses no nos deben dar la espalda!- gritó irritado el azabache y jaló al castaño de su mochila, provocando que éste cayera al piso y su otra mochila alargada cayera por igual provocado un estruendoso sonido metálico. Para Gregory aquello había sido suficiente. Dejó su mochila en el piso y se aproximó hacia la escena.

-Vaya vaya, ¿pero que habrá en esta mochilita? – Dijo con malicia uno de los pelirrojos, caminando hacia la alargada mochila negra.

-¡Ni lo pienses!- dicho esto, el moreno que aún se encontraba en el suelo lo jaló de la pierna provocando la caída del pelirrojo. El azabache se aproximaba hacia el castaño para podre golpearlo cuando alguien lo detuvo del brazo

-No haría eso si fuera tu.- le advirtió Gregory. El castaño (que seguía tirado en el suelo) se sorprendió al ver que lo estaban defendiendo.

-¿Qué? ¿Acaso eres su novio? ¡Apártate de mi camino princesa! – le rugió el azabache a Gregory, pensando que este saldría corriendo como alma que la lleva el diablo, pero no fue así. Con una sonrisa maliciosa en el rostro, Gregory se aferró más al brazo del grandulón y en un fugaz movimiento lo tenía debajo de él, con un pie en su cara, y aún sosteniéndole el brazo aplicándole una llave. Horrorizados, los dos pelirrojos salieron corriendo de la escena sin dejar rastro alguno.

-Ahora,- susurró Gregory al oído de su "presa" muy amablemente – quisiera que no molestaras a este joven nunca más, o ya verás las consecuencias, ¿ok? –

Eso fue demasiado para el azabache, que al instante en que Gregory le soltó, salió corriendo tan asustado como su hubiera visto un fantasma.

El rubio se giró hacia el castaño, que aún no salía de su asombro. Se acercó a éste y le tendió la mano ofreciéndole ayuda para levantarse. El castaño no la aceptó aún así.

-Gracias, pero yo lo tenía todo bajo control. - Contestó el castaño mientras se limpiaba el polvo de su vestimenta.

Gregory soltó una risita que irritó al francés. –Bueno, pues no lo parecía.

-¡Todos ustedes son iguales! ¡Son presumidos, creen tener la razón de todo y se creen la raza perfecta y menosprecian a los demás! – si las miradas mataran, Gregory ya estaría 450 metros bajo tierra. Bruscamente le dio la espalda y recogió su larga mochila negra y se la colocó en el hombro. – Yo me largo. – y subió al tren.

Gregory estaba realmente impactado, no supo cómo reaccionar. ¡Qué malagradecido! Todavía que me doy la molestia en ayudarle ¿y así me responde? Los franceses están de verdad locos… Enfurruñado tomó su equipaje y se subió al tren. Tomó asiento cerca de una ventana y al poco rato se quedó profundamente dormido.

-Hemos llegado a la estación de tren del colegio Saint Grimm, por favor bajen ordenadamente, sus equipajes les están aguardando fuera de cada puerta de cada vagón. Les agradecemos su estancia en este tren y esperamos que la hayan disfrutado. – Esa fue la grabación que despertó a Gregory. Al haberse despabilado lo suficiente, se aseó un poco y salió del vagón, buscó su equipaje y se dirigió hacia las oficinas, donde lo registrarían y le darían su número de habitación. Al llegar a una dela ventanillas, le atendió una señorita de rizos castaño claro, ojos azules y de complexión regordeta.

-Buenas tardes señorita, mi nombre es Gregory Fields, estoy inscrito en segundo año de la educación preparatoria, ¿me podría dar mi número de habitación por favor?-

- claro… Su número de habitación es la 124. Se encuentra detrás del parque principal. La compartirá con tres personas más, y uno de sus compañeros ya se ha instalado en su habitación. –Le entregó un llavero rojo que tenía el número 124 pintado en elegantes números dorados que contenía tres llaves. Le hizo firmar el reglamento de su habitación, él le agradeció y se marchó. Tenía curiosidad por conocer a sus compañeros por favor, que sean personas agradables, educadas, y con las que se pueda conversar.

Entonces abrió la puerta…

Chachán! El primer capítulo esta puesto! Ojalá les haya gustado. ¿Qué le pasara al joven Gregory al adentrarse a esa habitación? Ya se verá! Comenten por favor! No tardo en el próximo capítulo!