Silencio en el campus

Capitulo 1

¿Cómo habían llegado a esto? ¿En que momento se salió todo de control? ¿En que momento habían empezado a correr por sus vidas? Le dio una rápida mirada a su compañero que estaba escondido junto a él; Yami cada vez estaba mas pálido; respiraba con dificultad como si un veneno estuviera consumiéndolo. Se sentía terrible por obligarlo a correr pero no podía permitir que se quedara atrás.

–¡Yami! –le habló a su compañero quien cabeceaba como si estuviera a punto de caer dormido–. ¡Mantente despierto, demonios! –ordenó dándole suaves pero firmes palmadas al pálido y frío rostro del ojirubí.

–Seto... –respondió casi en un susurro–. Debes... irte... –su respiración profunda y entrecortada.

–Estas loco, no te dejaré aquí.

–No entiendes, debes irte. Por favor... –suplicó Yami su voz perdiéndose en un gemido de dolor.

–No te dejaré; y lo sabes –afirmó mientras espiaba fuera de su escondite, esperando no ver a aquellos sombríos personajes.

¿Cómo habían llegado a esto?


9 meses atrás.

Finalmente había llegado el día: el día de la graduación. El acto se había llevado a cabo en el campo de fútbol de la escuela; un gran escenario se había armado para la ocasión frente a las gradas para que los familiares pudiesen ver a sus hijos protagonistas del espectáculo Los birretes falsos habían surcado el aire sobre ellos declarando el fin de la secundaria y el encuentro con un nuevo mundo que aguardaba a los jóvenes estudiantes. El discurso del director fue corto, deseándoles suerte en sus futuras carreras a sus, ahora, ex-alumnos; y entre todos ellos un joven de mediana estatura, ojos carmesí y salvajes cabellos tricolores estaba inundado de entusiasmo, aunque no era el único; entre sus compañeros de clase se podía decir que él era mas exaltado ante su reciente alcanzado logro.

La graduación prosiguió y el alumnado bajo del escenario para encontrarse con sus padres, familiares y amigos que habían asistido al acto. El joven de ojos carmesí miró a todos lados buscando algún rostro familiar. No, sus padres como bien le habían dicho, no estaban allí Otra vez, otro acto escolar solitario. En cierto punto, estaba acostumbrado a ello pero ese día era especial, de veras deseó que aunque sea uno de sus padres se hubiera acercado a felicitarlo. Pero no. Sin decir mucho, tomó su diploma y se sentó sobre las gradas del campo de fútbol Solo otra vez.

–Así que ¿oficialmente ya no es un estudiante de secundaria?

Una voz profunda y familiar detrás de él lo sacó de sus pensamientos.

–¡Seto! –exclamó emocionado al ver a su amado ojiazul sentado unos escalones encima de él. En el acto, se puso de pie y se lanzó a los brazos de este. –Creí que lo habías olvidado –dijo mientras se sentaba sobre el regazo del ojiazul como si fuera un niño.

–Como olvidarme que tendré que buscarte otro disfraz para las noches ya que el uniforme de estudiante ya no irá contigo.

–Pervertido –le reprochó que solo pensara en esas cosas–. Me alegra que hayas podido venir –confesó al tiempo que le daba un tímido beso en los labios.

–¿Qué te pasa que estas tan retraído?

–Hay mucha gente... –explicó el ojirubí.

–¿Acaso te da vergüenza que te vean conmigo? –preguntó con un tono serio.

–No, es solo que... sabes que no me gusta que... –trató de encontrar las palabras adecuadas.

–Vaya, vaya vaya... pero si es Seto Kaiba; clase 2011 si no me equivocó –una voz autoritaria los sorprendió. Los dos jóvenes voltearon a ver al hombre alto, maduro, canoso vestido de traje que hacia unos minutos estaba dando el discurso de fin de año. Los miraba seriamente mientras tenia sus manos en su espalda.

–¿Cómo ha estado Dondalingher? –saludó el castaño un poco frustrado por la interrupción y por volver a encontrarse con un viejo conocido. Nunca había sido el alumno modelo del director y era obvio que no lo había olvidado.

–He estado bien desde que terminaste –respondió recordando todos los malos ratos que habían pasado.

–Si, yo también he estado bien –dijo casi sonriéndose mientras pasaba su brazo alrededor de la cintura de Yami, atrayendo al joven hacia él. Yami miraba hacia todos lados, un tanto incomodo por la situación.

–Si, ¿y usted señor Atem?

–Estoy bien, director –respondió sin dar muchos rodeos.

–¿Sus padres no vinieron?

–No, tenían que trabajar.

–Yo soy su tutor –metió, sarcásticamente, Seto, su cuchara en la conversación al tiempo que apoyaba su mano sobre la pierna derecha de Yami de manera insinuante.

–Lo dudo mucho, joven Kaiba –dijo el mayor con un aire de fastidio.

–Es verdad; ¿no es verdad Yami?

–Yo... eh... –Yami no sabia que decir; no quería que lo metieran en peleas que no le correspondían

–No tiene que explicar nada, joven Atem. Solo vine a felicitarlo por sus calificaciones. Sé que tendrá muchas oportunidades. Muchas universidades se considerarían orgullosas de aceptarlo como alumno.

–Gracias director.

–Jaja, ya no soy su director.

–¿Nostalgia Dondalingher? –otra vez otro comentario de Seto orientado a señalar la vejez del director.

–Pero, a pesar de que ya no soy su director; debo decirles que aun están en mi escuela y que aun puedo echarlos a patadas, sin importar que tan ricos y pomposos se crean –sus palabras obviamente dirigidas al empresario.

–Le tomó mucho decirlo Dondalingher –se defendió el castaño sin darle mucha importancia a las palabras del mayor.

–Lo lamento director. Ya nos íbamos –se disculpó Yami por Seto y por él. Después de todo, quería dar por finalizada la pelea entre el director y su novio. Se puso de pie y le dio la mano al director en señal de un respetuoso saludo–. Muchas gracia por todo.

–Mucha suerte Yami. Espero volver a verlo en algún momento. Joven Kaiba, a usted no –con eso dicho, dio media vuelta y se retiró.

–Eso quisiera Dondalingher.

–Ya basta, Seto –retó Yami a su novio. Ya era suficiente pero Seto raras veces cedía ante un desafío.

–El empezó –se defendió el castaño. Un argumento algo infantil pero valido para hacer enojar a Yami.

–Y tu lo terminaras –dijo de manera imperativa; parecía que estaba tratando con un chico.

–Bien, ya nos hiciste echar. ¿Te llevo y vamos a comer algo?

–Mis compañeros hicieron reservación en un baile. ¿Quieres venir?

–¿Qué baile?

–Red Night.

Suspiro restandole importancia al lugar. –Ese bailezucho de mala muerte.

–Bueno, nadie te esta obligando a ir –respondió Yami un tanto enojado por la actitud de Seto.

–Tu me estas obligando a ir.

–No, no lo estoy.

–¿Y desde cuando vas a bailes? –preguntó el ojiazul.

–¡Yami! ¿vienes o que? –unos jóvenes lo estaban esperando en la salida del campo de fútbol

–¡Ya voy! –les respondió; luego volteó a ver a Seto quien lo miraba serio –. Bien me voy, ve a casa; no tienes que venir si no quieres. –con esto último dicho, se alejó corriendo hacia donde sus compañeros lo estaban esperando.


La noche había caído sobre Japón. La noche de viernes llamaba a los jóvenes a entrar en los bailes a embriagarse, celebrar y conocer gente nueva. Las luces electrónicas rojas, azules, verdes intermitente, intensa y pulsada al punto de enloquecer al sentido de la vista; de solo ver el contorno de aquellos que estaba a su alrededor. La música tecno con los bajos reverberantes que hacían zumbar los oídos hasta ensordecerlos. La juventud se movía al compás de la música como si nada mas existiera y entre todos ellos un joven ojirubí intentaba, con pasos torpes aveces producto de la falta de experiencia, seguir el ritmo de sus compañeros. A lo lejos, como un vigilante nocturno; un joven castaño de ojos azules estaba de pie, apoyado sobre una de las paredes de la pista de baile, cruzado de brazos, estático, seguía con la mirada los pasos del joven ojirubí. A pesar de que el baile no era el fuerte de Yami, no dejaba de ser un espectáculo verlo; esas sensuales curvas, ese cuerpo contorneándose... tal vez, acompañarlo, a hurtadillas, no había sido tan mala idea.

–¡Señor Kaiba!

Una voz temblorosa lo sacó de su meditación.

–¿Cree que este es un lugar adecuado para estar?

–Vete al auto, Isono.

–Pero... ¿pero y usted?

–Estoy disfrutando el espectáculo

Isono miró a la pista y vio a que se refería su jefe.

–Ah...

Kaiba sonrió e Isono sonrió también de manera cómplice pero la expresión del castaño de inmediato cambio.

–¿De que te ríes? –preguntó un tanto enojado. Solo él podía ver a Yami y disfrutar de su baile.

–Nada, nada señor –se disculpó Isono.

El castaño se separó de la pared y se dirigió a la pista de baile. Ya había esperado suficiente.

Yami continuaba bailando sin reparar lo que sucedía a su alrededor cuando una voz lo sorprendió.

–¿Estas solo?

El ojirubí no podía ver bien al dueño de la voz. Era un desconocido, sí; era lo único que podía afirmar.

–Si –respondió diciendo la inocente verdad.

–¿Quieres bailar? –preguntó el extraño.

–No, ya me iba –cuando se disponía a irse una mano se enredó en su brazo bloqueandole la salida– ¿Qué te pasa? –preguntó Yami un tanto sorprendido por la manera nada amable en que lo habían sujetado.

–¿Por qué tanta prisa? –el extraño lo atrajo hacia si mismo.

–¡Suéltame! –chilló Yami intentando zafarse del fuerte agarre del extraño.

–Estas muy lindo –Yami sintió una respiración sobre su cuello. No le estaba gustando la situación–. Y hueles muy bien...

–¡Suéltame! –gritó otra vez intentando zafarse del agarre del desconocido.

–¡Oye tranquilo! –gritó el extraño dándole una sacudida al joven de cabellos tricolores.

–¡Hey! –Esa voz, esa voz familiar y protectora–. Deja al niño en paz –ordenó.

–¿Estas con él? –preguntó el extraño.

–¿Seto? –preguntó Yami reconociendo al dueño de la voz.

El extraño miró al ojirubí al ver que este había reconocido al sujeto que lo había interrumpido. No podía ver bien al protector de el de cabellos tricolores ya que las luces del lugar se lo impedían pero por la voz potente decidió que lo mejor era retirarse.

–Disculpa, es todo tuyo –dijo soltando al ojirubí y alejándose del lugar.

Yami se prolijo un poco mientras que Seto sonreía al ver la situación con la que Yami se había encontrado.

–No puedes alejarte de los problemas ¿no es así?

–Mas bien los problemas me buscaron a mi –respondió Yami. Recordaba que le había dicho a Seto que se fuera pero... agradecía tener a su obsesivo novio tras él–. Gracias –

El ojiazul sonrió a pesar que Yami no pudo notarlo. –De nada. ¿Vamos? –Esos lugares no eran para él.

Yami sonrió feliz– Vamos.


La mañana llegó desplazando a la noche; los rayos del sol entraron por la ventana de su habitación haciéndolo despertar. Su habitación contaba con un escritorio cubierto de libros de matemáticas y papeles con formulas que habían quedado de su último examen de secundaria; perdido entre los papeles, estaba su smarthphone, también descansando. Las paredes color crema tenían varios posters de series de anime y algún que otro cantante del momento. Sobre la mesa de luz, un reloj despertador y un portaretratos con una foto suya y de su amante. Después de dar un par de vueltas sobre la cama, finalmente, Yami se quitó la pereza y se levantó de la misma. El joven caminó hacia el baño de su habitación, se quitó la ropa y se ducho para quitarse las sobras del día anterior. Ya vestido, salió del baño y miró su escritorio. Una rosa apoyada sobre el mueble lo hizo sonreír. Recordaba la noche pasada; habían ido a la casa del castaño y ahí... se sonrojó con solo recordarlo. Si, había sido una celebración perfecta. Tomó su smarthpone y lo guardó en su bolsillo, en caso de que recibiera un SMS de Seto. Era sábado, debía desayunar con su familia. Salió de su habitación, caminó por el corto pasillo y bajo las escaleras hasta llegar a la cocina. Su casa era una casa normal, de dos pisos pintada íntegramente de blanco, a excepción de su habitación que tenia un ligero toque crema. El interior estaba un poco oscuro por las cortinas que aun cubrían las ventanas; extraño, generalmente su madre las abría en las mañanas. La entrada de la casa llevaba al living y al fondo estaba la cocina. Por el detalle de las cortinas cerradas, seguro sus padres no estaban por lo que no esperaba encontrarse con nadie pero...

–¿Papá? –preguntó al ver a su solo padre en la cocina. Era raro que su padre se despertara temprano pero... miró el reloj que marcaba las 10:30; no era tan temprano.

–Buen día, Yami –saludó el hombre alto, robusto, de cabello entre gris y castaño. Estaba vestido con una bata como si recién se levantara de la cama.

–Buen día –dijo Yami acercándose a la mesa redonda de la cocina, donde su padre estaba sentado con una taza de café en mano, y sentándose en una silla libre– ¿Mama no baja a desayunar?

–Mamá salió temprano esta mañana; la llamaron de urgencia a una reunión. Vendrá a la tarde –explicó el mayor.

–Ah –dijo sin mas. A veces pasaba. Su madre era una ingeniera muy importante a cargo de varios departamentos. Un problema en uno y ella debía salir a solucionarlo.

Yami, sin decir nada se levantó de la silla de la cocina para ir a servirse un poco de café de la maquina. Su padre hojeaba el diario, la parte de finanzas. El joven se sentó de nuevo a la mesa, tomó su smarthphone que tenia guardado en el bolsillo y comenzó a jugar a las carreras de autos.

–Deja eso –ordenó el mayor, el ruido de esa aplicación era molesto.

Yami lo miró de reojo y dejo el smarth sobre la mesa y se dedico a mirar a su padre, cruzado de brazos.

El mayor se sintió observado y sin decir mas, cerró el diario.

–Bien, sé que estas cosas las hace tu madre pero... vamos a hablar. Padre a hijo. Así que adelante ¿de que quieres hablar? –dijo con el aire mas conciliador que pudo fingir.

–No viniste a mi graduación

El mayor suspiró, si Yami se parecía a su madre cuando se enojaba. Siempre empezaba atacando.

–No, no pude y lo sabes. Tengo...

–... muchos negocios que atender. Lo sé. Siempre dices lo mismo –terminó el argumento del mayor.

–Pero no creo que la hayas pasado mal. Volviste tarde anoche. Imagino que tu novio te acompañó ¿no? –preguntó muy en el fondo no queriendo saber su respuesta.

–Si. El fue a verme –respondió sabiendo que su padre nunca hablaba con él de Seto, la única vez fue cuando les dijo a sus padres que estaba saliendo con alguien y de ahí en mas, esos temas los trataba con su madre.

–Si, me lo imaginaba –tomó de su taza tratando de eliminar la imagen que se había hecho de su hijo y su novio teniendo sexo. Conocía al novio de Yami y por su estatura y porte era obvio imaginar que Yami no era el que dominaba la situación en la cama; no podía evitar sentir que había fallado como padre, como modelo masculino. Había hecho varias investigaciones sobre si era culpa de los genes o producto de un mal psicológico pero la realidad era esa, ya se había resignado a que no tendría nietos biológicos. Y el hecho de que Yami lo manifestara con tanta naturalidad, tal vez debía decirle algo pero, en cierto modo, que Yami tuviera novio le alivianó un poco las cosas; así que no diría nada. Mejor cambiar de tema.–. Así que... ¿iras a la estatal como tu padre?

–Yo... –la pregunta lo tomó por sorpresa; pensó antes de decirlo–, quería ir a la UIJ.

–¿UIJ? ¿Te respondieron?

–No, pero Seto dijo que podía asistir. El me pagará los estudios.

–¿Tu novio te pagará los estudios? –preguntó con sorna.

–¿Qué hay de malo en eso? –preguntó confundido el mas joven.

–No sabia que ya te habías convertido en su criado.

–¡No soy su criado!

–¿Y dejaras que el pague tus estudios? Que bajo has caído muchacho –comentó, sabia que Yami ya no era un niño, aunque a veces actuaba como uno; pero él aun era su padre y le pesaba que su hijo se rebajara a aceptar los regalos de ese empresario sin luchar por ellos.

–¡No tienes derecho a opinar! –alzó la voz tratando de defenderse de esa acusación; no había nada de malo en aceptar la ayuda de Seto; él había estado siempre a su lado, tal vez mas de lo que sus padres estaban. Siempre ocupados, siempre viajando y él, solo en casa. Por un lado, sabia que sus padres se aseguraban que no le faltara nada pero... estaba solo; no tenia muchos amigos en el colegio y Seto, ese joven frío y distante, fue su compañero, su amigo y su amante durante los últimos tres años.

–Tu tampoco; teníamos un trato. Te dejaba salir con tu novio si te concentrabas en tus estudios; si conseguías una recomendación te pagaría una facultad privada sino irías a la estatal como fui yo, como fue tu madre. ¿Cuantas recomendaciones recibiste? –embistió el mayor con la pregunta que heriría el orgullo del joven de cabellos tricolores.

–Yo... –tomó ímpetu para responder; pero sabia bien que su padre tenia razón. No había conseguido recomendaciones de ninguna universidad. Había enviado varios ensayos pero ninguna academia le respondió. Miró con tristeza al suelo ante su nula respuesta; su padre tenia razón–; ninguna.

–Bien, chico listo. Sera mejor que vayas empacando tus cosas. ¡Vamos tigres! –haciendo referencia a la antigua porra del equipo de fútbol de la universidad estatal; el hombre se retiró dejando a su hijo solo en la cocina.

Yami suspiró resignado. De veras ,quería aceptar la oferta de Seto. Después de todo, Seto estudió en UIJ y era un exitoso empresario; aunque ya lo era antes de entrar allí; su padre adoptivo había muerto dejándolo a él y a su hermano menor al frente de una gran corporación. Pero por otro lado, detestaría no cumplir con la promesa que le hizo a su padre: ellos no se meterían en su noviazgo con Seto pero debía seguir concentrado en sus estudios y conseguir una recomendación. No creía que lo había hecho tan mal para que ninguna universidad lo aceptara.

En medio de aquel silencio sepulcral, fue cuando la pequeña puerta del buzón del correo empotrada a la puerta principal se abrió dejando ingresar una faja de papeles. Yami miró a la puerta, la correspondencia había llegado.

–¡Papá! ¡El correo! –gritó para que su padre lo escuchara. Acto seguido, se levantó de su silla y caminó hasta la puerta. Se agachó para tomar la correspondencia y empezó a ojearla–. Pago, pago, pago y... pago –clasificó las cartas pero una llamó su atención ya que tenia su nombre en el destinatario–. ¿UPC? ¿Para mí? –dejó a las demás cartas sobre la mesa de la cocina y con un abrecartas comenzó a romper delicadamente el sobre. Una vez abierto el sobre, tomó el papel que estaba dentro de este y lo leyó mientras caminaba alrededor de la mesa de la cocina–. "Estimado sr. Yami Atem. Hemos recibido su ensayo de solicitud de ingreso a nuestra universidad... bla, bla bla, nos complace que nos haya escogido para acompañarlo en esta fase, bla, bla, bla, Su solicitud ha sido... ¿aprobada?" –se detuvo en la ultima parte buscando con su mano el respaldo de la silla para sostenerse y luego sentarse golpeado por la noticia. ¿Estaba aprobada? ¿Lo habían aceptado en una universidad? Se quedó un segundo procesando la información. Oficialmente, era un universitario.

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Holas a todos. ¿Cómo estan? Este es mi proyecto nuevo. Los otros fics los tengo un poco estancados; así que... creo si escribo otra cosa por ahí regresa la inspiración :)

Esta historia la empecé en la secundaria, osea que no tenia idea de como eran las facultades en aquella época; solo la visión de los campus universitarios estadounidenses de las películas :P y recientemente leí una noticia en Internet que me llamó la atención, me recordó al fic y me dije: OMG que gente loca sigue habiendo en este mundo. Asi que fui, desempolvé esta historia y la cambié un poquito. La idea de este fic es terminarlo para el 31 de octubre y como es cortito (este lo es, lo prometo) con actualizaciones regulares se puede terminar :) creo... Bueno, díganme que piensan ¿la idea es buena, mala? ¿cosas que mejorar?

Bueno, hasta la próxima.

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Saludos!