Hola, bueno comence un nuevo capitulo, x falta de imaginacion simplemente se llama Virigil, Alexia gracias x tus animos e igual espero con ansia tu proximo capitulo; soy una romantica empedernida, y bueno a ver que sale, obio este fic, es tierno, pero tratare de mantener la imagen hermosa de Virigil, ¿que mas tenia que decirles?, ah si, este es el comienzo de niñera a prueba de demonios; Devil May Cry no me pertenece, xk si asi fuera ya abria hecho mis ideas un videojuego o al menos anime WUAJA, no se crean... bueno tal vez si; ya para no parlotear tanto, este fic es dedicado a mi esposo que es mi inspiracion.
VIRGIL.
Capitulo 1:
Como saber donde se encontraba, solo sentía que una corriente muy fuerte lo llevaba contra su voluntad, sus ojos estaban sellados, su cuerpo, creía mover sus extremidades pero no pasaba nada, no tocaba nada, siquiera humedad sentía o al menos el viento, nada, solo era llevado, al principio intento luchar con fuerza, pero termino por acabar sus reservas de energía, nada lo podía detener; era imposible calcular el tiempo, no sabia si dormía o estaba despierto, todo era oscuridad, y entonces dejo de pelear, se rindió, hundiendo su poderosa alma a la miseria, nada pasaba, nada escuchaba, estaba en el vació, tal vez estaba muerto, tal vez así era la muerte, o ese era su castigo, viajar infinitamente en la corriente que no podría vencer; imposible saber cuanto tiempo paso, cuando en su mente comenzaron a retornar sus recuerdos, veía imágenes claras como si de una película se tratase, el rostro de su madre, radiante de energía y dulzura, el rostro de su padre, firme, orgulloso, pero dulce y amoroso, su mismo rostro, con aquella chispa de alegría, pero no era el, era su hermano, aquel pequeño, como lo recordaba, jugueteando por la casa, haciendo travesuras, y el siempre tranquilo, empeñado en aprender, enfocando su energía en cosas productivas, a diferencia de su hermanito, siempre holgazaneando, sin pensarlo se rió, al pensar que su hermano no había cambiado en nada, seguía siendo un niño con cuerpo de adulto y entonces un suspiro, ahora deseaba que todo fuese diferente, tal vez estar con su hermano, ayudarlo en su batalla, ahora valoraba la vida de los humanos, la vida que siempre vio sencilla y al mismo tiempo complicada, por estar llena de reacciones naturales, pero en su misma sangre corría humanidad, y ahora en el abandono de la nada, podía sentir como despertaba, se convertía en su desesperación y su ansia de regresar, de volver a empezar, de vivir, tranquilo, de conocer el mundo que intento gobernar, ahora veía lo que tantas veces su hermano le menciono, al final lo que importa es el alma, recordó a su padre, enamorado de una humana, la humana sin la cual no estaría vivo, aquella mujer, calida y hermosa; siempre se dio cuenta que los ojos de sus padres resplandecían al mirarse, como si sus vidas dependieran de estar juntos, y así fue, al morir el poderoso guerrero Sparda, su madre apenas vivía, se levantaba por ellos, pero aquella fuerza en sus ojos desaprecio, como si hubieran arrancado una gran parte de su alma; el jamás sintió eso, nunca permitió que alguna persona lo amara y el no se permitió amar, y se arrepentía; pero entonces la frialdad de su alma, se dijo como en innumerables ocaciones, que ya era tarde, siquiera sabia si estaba vivo, no sabia si sus ojos estaban abiertos o cerrados, todo era oscuridad.
Así paso largo o poco tiempo, era difícil descifrarlo, algunas veces pensaba, otras y apenas funcionaba, no sabia si respiraba, si soñaba, si dormía, si vivía, todo era frustrante y otras veces solo se dejaba llevar, pero luego sintió una calidez, una fuerza, algo estaba acercándose a el, que era, no podía verlo, y después se dio cuenta que aun tenia cuerpo, pues alguien acariciaba su rostro, acariciaban su cabello, y el conocía esa calidez, como olvidarla, si fue aquella misma calidez que lo acunaron tantas noches, el único amor que sintió hacia una mujer humana.
- ¿madre? – pregunto sin saber si era producto de su mente.
- mi querido Virgil –dijo aquella voz conocida, y Virgil tubo inexplicables sentimientos- mi niño prodigio, siempre complicándote en tus pensamientos, jamás te abandone hijo mió, siempre pensaste que lo hice, pero estuve a tu lado, acompañado esa voz que acallaste hace tanto tiempo, Virgil, han escuchado mis ruegos, vengo a sacarte de tu infierno, aprende de nuevo.
- madre, ¿que sucede? ¿De que hablas?
- te amo Virgil.
Y entonces esa calidez desapareció, dejando ahora un vació, una soledad, y angustia, sentía que se movía, pero no había respuesta, no sabia siquiera si tenia cuerpo alguno, aunque… si tenia cuerpo, su madre lo había tocado, o tal vez deliraba y este como había dicho aquella ilusión era su infierno, prefirió calmarse y no pensar nada mas, solo dejarse llevar.
Algo pasaba, algo lo hacia levantarse de su ensueño, ¿un sonido tal vez?, si era un sonido conocido, pero olvidado, ¿de donde provenía tal sonido?, su mente divago tratando de recordar, de imaginar de donde venia tan hermoso sonido tan relajante, tan… relajante, era agua, mucho agua, seguramente el mar, ¿Dónde estaba el mar?, el estaba hundido en la oscuridad, y tenia que ser atormentado por recuerdos tan nítidos como los sonidos del mar. Pero de pronto todo sucumbió, sentía algo diferente, sentía que caía, escuchaba sonidos, el mar, gaviotas, y de pronto, sintió viento, el viento correr, acariciar su cuerpo llevando una suave brisa, y de pronto, la humedad, había caído profundo, ¿estaba en el infiero ahogándose?, no tenia fuerzas para luchar, y solo dejo que la corriente lo llevara.
Era una tarde maravillosa, una mujer de cabello azabache y largo, caminaba por la orilla de la playa, el cielo había tomado tonos anaranjados, indicando que no tardaría en oscurecer, la mujer de rostro despreocupado, seguía su andar, el viento acariciaba su piel con suave brisa marina, la arena se metía entre sus dedos de los pies y el mar se los mojaba a cada movimiento de sus olas, vestía un short corto de mezclilla y una holgada blusa negra, portaba un sombrero de paja, y su piel levemente bronceada resplandecía con los rayos del sol. Caminaba con lentitud aparentando no tener rumbo fijo, pero de pronto, visualizo un objeto grande, en la playa, las olas lo arrastraban a la arena y amenazaban con regresarlo al mar, se acerco apresurando su paso, pero entre mas se acercaba visualizaba la posibilidad que fuera una persona, temía lo peor así que corrió lo mas fuerte que pudo, y la marea lentamente volvía arrastrarlo al mar, efectivamente era un hombre, así que sacando toda su fuerza corrió mas para tomar la mano del sujeto, y comenzar a arrastrarlo hacia la playa, era pesado y estaba inconciente, pero con un poco de esfuerzo logro llevarlo hasta una zona segura, como pudo le dio la vuelta, para que estuviera boca arriba, se acerco a su pecho, parecía no respirar, y comenzó a darle los primeros auxilios, pasaron varios minutos que parecían eternos al no existir respuesta por parte del sujeto, pero de pronto comenzó a toser el agua salio de sus pulmones, abrió los ojos unos instantes, mostrando el color de estos, un hermoso color azul, pero el hombre volvió a desmayarse, la mujer como pudo comenzó a arrastrarlo, sabiendo que su casa no estaría muy lejos.
Virgil comenzó a sentir gran malestar en todo su cuerpo, eso le había hecho despertarse, de pronto su mente reacciono, abrió los ojos e inmediatamente los cerro, veía, pero la luz hacia que sus ojos volvieran a cerrarse, con sus manos comenzó a tocarse, podía mover sus extremidades, sentía su cuerpo… ¿desnudo?, con fuerza se sentó, coloco una de sus manos para taparse la luz que golpeaba en sus ojos, pronto comenzó a visualizar, estaba en una casa pequeña, de madera, a simple vista humilde, miro su cuerpo, estaba en una pequeña cama, no vestía nada, solo una sabana cubría su desnudez; sus ojos se acostumbraron a la luz y pudo visualizar todo, bajo sus pies de la cama, miro alrededor, a poca distancia de el, estaba una mesa pequeña y cuadrada, tenia una nota, y también un tazón con fruta, se levanto desinhibido y leyó el mensaje:
Sr., espero entienda esta nota, apareció hace tres días en la playa, parecía muerto tenia agua en los pulmones, espero pronto despierte y lea esto, yo volveré hasta la tarde, ay comida que puede tomar con libertad, para empezar le dejo un tazón con frutas, aliméntese para que pronto recupere fuerza, su ropa esta en una silla al fondo de la casa, se que mi hogar es humilde pero siéntase con la libertad de estar ahí, es mi invitado.
atte. Ángela.
Virgil, comió un poco de la fruta, camino por el estrecho cuarto, había al otro extremo una, especie de red colgada, y tenia una almohada adentro, le pareció extraño, el pequeño cuarto tenia solo dos puertas, las cuales investigo, una daba afuera, una casa con una hermosa vista hacia el mar y la arena, la otra era un pequeño baño que constaba de una regadera, retrete y lavamanos, el resto de la habitación, había una pequeña cocina, una estufa pequeña, un frigorífico mediano, una alacena con comida y algunos trastos, y un fregador, tenia ventanas en cada pared exquisitamente adornadas con cortinas color aguamarina, la casa era limpia, totalmente de madera, resistente, aunque muy pequeña, la mesa del centro ocupaba casi todo el espacio, pero eso no le importo, se acerco a su ropa, y comenzó a vestirse, pero pronto algo llamo su atención, era su Yamato, estaba en su cama, (la cama estaba pegada a una de las paredes bajo una ventana), se acerco lentamente a tomar su espada, y la coloco en su cinturón, arreglo la cama pulcramente y limpio el tazón donde le habían brindado la fruta, comenzó a caminar afuera, hacia la playa, todo era pacifico, no sabia donde se encontraba, no sabia como había llegado ahí, y mucho menos sabia a donde iría. Entre los frondosos árboles cercanos a la playa encontró dos caminos, sin dudarlo y sin nada que perder tomo el camino a la izquierda, su paso era lento, no sabia a donde se dirigía, pero después de una hora llego a un pueblo, estaba entre la modernidad y lo rustico, no conocía el lugar, no sabia a donde ir, no sabia que hacer, una parte de el quería irse a lado de su hermano, sentirse seguro en su compañía, otra parte de el quería desaparecer de ese mundo, no tenia ideales, no tenia objetivos, no tenia vida alguna; su andar lo condujo a un parque, en donde tomo asiento, miro la vegetación moverse con la brisa marina, era apenas el medio día, el sol estaba por lo alto, y el vestido con su abrigo, llamaba la atención de cada persona que pasaba a su lado; pero eso a Virgil no le interesaba, el solo buscaba que hacer, era difícil elegir, doblegar su orgullo y estar a lado de su gemelo, era atractivo pero igual era difícil, además no sabría si Dante lo aceptaría, otra opción era marcharse, tal vez ir a casa de su padres, y recluirse ahí en soledad toda la vida, pero, eso a que llevaría a su vida, solo esperar la muerte en soledad, estaba comenzando a perder la paciencia, cuando siento unos dedos tocarle el hombro derecho; una mujer de cabellos negros, con un sombrero, vestida con un short de tela de vestir color caqui, y una blusa verde entallada a su cuerpo, la mujer le sonreía como si le conociera, y Virgil estaba a punto de correrla de no ser por que las palabras de la mujer lo dejaron en silencio.
- me alegro que ya este mejor señor, se que no sabrá quien soy, mi nombre es Ángela, ¿se siente bien? ¿Puedo ayudarlo en algo? Nadie de los pueblos cercanos lo conocen – la mujer tomo asiento en la banca junto al hombre, y coloco un pequeño recipiente sobre las manos de Virgil, este noto que también había uno en sus manos- supongo naufrago o algo así, yo no vengo a cuestionar su vida –le sonrió dulcemente- pero se lo que se siente estar sola y perdida, si puedo ayudarle a volver a su hogar con gusto dígame que hacer, y si… no tiene lugar alguno donde ir, puede quedarse conmigo el tiempo que sea necesario.
- no me conoce –dijo suavemente Virgil- ¿Por qué abría de confiar en mi? Tengo un arma, puedo ser un asesino.
- veo su rostro soledad, no maldad, yo confió en usted, señor, no cuestionare su vida, pero me gustaría ayudarlo. Hace no mucho tiempo, me encontré en esta misma banca sin saber que hacer de mi vida, su rostro me recuerda al que tuve en esos momentos.
- me salvo la vida, creo que es mucha mas ayuda de la que cualquiera pudiera pedir.
- salvar la vida no es algo difícil, pues solo ay dos opciones se vive o se muere, en cambio seguir con la vida, es un proceso mas largo, mas difícil, y pesado, y mas cuando no sabemos a donde caminar, y nos encontramos mas solos que nunca.
El silencio reino, Virgil estaba confundido, esa mujer ni siquiera le había preguntado su nombre y le había ofrecido su casa, le ofrecía un espacio, y una compañía, le daba la mano, sin preguntarle cosa alguna, se giro a verla, estaba abriendo el recipiente, pero parecía atorado y se le dificultaba, Virgil, tomo el suyo y lo abrió, lentamente se lo proporciono, la mujer lo miro con ojos llenos de gratitud, esa mirada verde, embriago a Virgil, observo como la mujer le sonrió y le dijo lentamente.
- gracias.
Virgil no contesto, se limito a tomar el otro recipiente, lo abrió y comenzó a comer las frutas que dentro se encontraban, estuvieron así en silencio, mucho tiempo, Virgil se encontraba confundido, jamás había conocido una humana, así… no, se equivocaba si lo había hecho, a su madre, calida, y paciente, cualquier gesto noble hacia ella lo agradecía como si le hubieran salvado la vida, un escalofrío corrió la espina del hombre peliblanco.
- sabe tengo que irme a trabajar –dijo la mujer que se levanto- mi invitación esta abierta cuando desee, puede irse a casa y estar ahí, encontrar la paz para resolver su vida y encontrar su camino, o puede marcharse y buscarlo, no se preocupe, puede regresar cuando lo necesite, tratare de ayudarlo –la mujer comenzó su andar, y antes de que se alejara mucho.
- Virgil
- ¿Cómo? –dijo la mujer girándose hacia el.
- mi nombre, es Virgil.
- mucho gusto Virgil –dijo la mujer con una sonrisa que hizo que el demonio, sintiera tranquilidad y paz- espero nos veamos mas tarde.
La mujer siguió su camino, Virgil la observo, como tiraba la basura de lo que habían consumido, y como se alejaba a pasos suaves, después se perdió a la distancia. Se sentía más que confundido, estaba desesperado, enérgico, tenía muchos deseos de destruir todo lo que a su paso se encontrara, se levanto enérgico, y siguió su camino.
