Haikyuu no me pertenece, y los personajes que hacen cameo en este fic pero son de otros mangas tampoco, en el caso de este primer capítulo son personajes de Kochikame...
También hago disclaimer de las actividades delictivas cometidas en este fanfic, y de toda ideología implicita en el comportamiento de los personajes.
I
En el aeropuerto de Seúl, allí estaban, él y Lev, con aquella rusa que había salido de la nada y no dejaba de mirar la bolsa de deporte que cargaba en el hombro. Morisuke veía como Lev la empujaba contra la cámara de aquel fotomatón de purikuras y colocaba su cabeza a la altura del pecho de ella. Le chapurreaba en ruso mezclado con inglés sobre lo típico de aquellas cajetillas de fotografías monas. Le irritaba hasta que su acento fuera tan japonés como el suyo y no entendía por qué estaban perdiendo el tiempo en aquel lugar.
— En Moscú no tienen de estas — se excusó Lev al ver la cara de su amigo que seguía sospechando de la falta de inocencia en aquella chica noble que había salido en su ayuda cuando no sabían cómo conseguir entrar y salir de Rusia sin dejar un rastro visible de su estancia.
— ¿Estás seguro de que no vamos a tener que pagarle por su ayuda? — le instó casi seguro de que la chica querría algo más que un recuerdo divertido de su estancia en Tokio y el sexo que había tenido con Lev durante el viaje —. Además, nuestro avión sale pronto, perdemos el tiempo.
Para dar el toque final a todo lo que decía, Morisuke se moría de ganas de quemar aquellos pasaportes falsos que ella les había proporcionado.
— Te digo que Svetlana es de fiar — le contestó su amigo en Japonés —, hablamos mientras volábamos de Taiwan a Moscú. Es buena, te lo digo de verdad.
— Menya zovut Larisa — añadió ella mirando a Lev. Algo que había repetido desde que la habían visto por primera vez en aquel café de la calle Long Quan en Taipei, después se giró hacia Morisuke y lo repitió — ¡Larisa!
— Larisa no es dinero en ruso, eso te lo puedo asegurar — afirmó Lev —. No tienes de qué preocuparte.
Morisuke puso los ojos en blanco y suspiró. Lev para él era de esas personas de las que uno tiene que encargarse porque si no el mundo podía colisionar con el sol y desaparecer. Sentía una necesidad imperiosa de vigilarle y al mismo tiempo solo quería perderle de vista.
— Daos prisa — dijo mientras seguía pensando que aquella chica no podía ser de fiar. Se cruzó de brazos y esperó a que a que Lev y Svetlana terminaran de tomarse aquella foto con florecillas. Si la chica había estado viviendo en Taipei seguramente se podía haber hartado de hacerse purikuras antes de conocerles, pensó.
o0o
En Tokio, en la comisaría de policía del centro, la sala de interrogatorios principal tenía cola por un caso concreto. Solo una mesa y una silla, y un par de policías probando a descubrir qué podía saber Asahi Azumane. En la silla, el chico se mantenía en silencio totalmente agobiado por el calor del foco de luz que le habían puesto encima, y asustado por la presión de la situación y de aquellos dos hombres que le cosían a preguntas sin darle tiempo siquiera a contestar.
¿Tenía tiempo de inventar alguna mentira? Ni tan siquiera podía pensar en ello, dijera lo que dijera debía coincidir con lo que dijeran los otros, y no era posible, no si no hablaba con ellos antes. Se imaginaba ya en un traje naranja como en las películas americanas, totalmente incapaz de luchar para que sus compañeros de celda no le quitasen la comida. Rezaba para que por lo menos le tocase en una prisión con Tsukishima y Kuroo, ellos dos podían ser suficientemente intimidantes como para protegerle.
— Puedes decirnos la verdad, Azumane — decía uno de los policías, alto y con el cabello ondulado. Parecía modelo —. Si tus amigos te han forzado a ayudarles también es algo que puedas decirnos.
— ¡Nakagawa no metas la gamba otra vez! — le gritó el otro, más bien bajito y con mucho pelo en los brazos —. Este tipo debe ser el cabecilla, mira como tiembla. No te hagas el bueno con él, es obvio que desde el primer momento sabía qué hacía. Asato ha dicho que este estaba hecho un ovillo en el coche cuando le han hecho venir.
Asahi los miraba discutir con aprehensión. No podía abrir la boca, pero no sabía por cuánto tiempo le tendrían allí con aquella discusión de niños que se llevaban sobre si era culpable o no. Estaba clarísimo que sabían que él había infringido la ley deliberadamente, pero jugaban con su temple y estaban al borde de ganar. Aguantó unas ganas de llorar infantiles cuando aquel tipo peludo se le echó encima y le cogió de la camisa. "Los hombres de verdad no lloran, los hombres de verdad no lloran" se repetía en su mente.
— Kanikichi, déjalo ya — le cortó el alto cuando Asahi creía que le iba asestar un puñetazo. Había cogido a aquel loco peludo por el hombro y tiraba de él hacia atrás —. Así no conseguiremos una confesión y tendrás que responder ante el jefe de policia y atender a una demanda de este chico.
Después de aquello, el policia alto se llevó a Asahi, mientras el otro salió al baño. Cinco minutos de descanso y ambos volvían a estar allí. La diferencia residía en la silla central, el interrogado era Kei Tsukishima, que observaba a los dos policias con cierta diversión personal por sus características físicas. El alto le parecía guapo y casi sacado de una revista de moda, y el otro su antitesis total como sacado de un manga de humor para niños.
— Tsukishima, ¿ha comprado en la tienda Aki-on en el barrio de Akihabara en los últimos tres meses? — preguntó el chico guapo con una amabilidad propia de comercial.
El chico no abrió la boca, límitandose a sonreír superficialmente, como si él fuera el chico de anuncio. Se imaginaba a Kuroo tensando las cuerdas de aquel tipo amable para ver hasta dónde podía llegar y le fastidiaba no poder presenciar su interrogatorio.
— Tsukishima, mi intención es ayudarte — añadió el tipo a modo de psicólogo. Su antítesis se mantenía al margen, observándole con detalle, Tsukishima se figuraba que aquel era el juego típico de las películas, el guapo era el poli bueno y el gorila el poli malo.
— Investigador... ? — dijo Kei tratando de saber el nombre de aquel policia que parecía tan majo.
— Nakagawa — le ayudo el chico.
— Investigador Nakagawa — repitió para hacer clara su inclinación a dirigirse a él —.No voy a decir nada si no es en presencia de mi abogado.
Parecía ser que el gorila tenía intención de decir algo, pero Nakagawa le paró a tiempo. Recolocándose las gafas Tsukishima observó aquel detalle. Su suposición era que debía haber tenido problemas con Asahi, se rió para sí, de verdad le fastidiaba no poder ver qué pasaba con Kuroo en aquella sala de interrogatorios.
Minutos más tarde, después de mucha presión y de que aquel investigador tan guapo se llevara a su antítesis, le devolvieron a la celda de la que le habían sacado. Tsukishima solo esperaba que no hubiera cargos, porque un exconvicto siempre lo tenía más difícil para encontrar trabajo.
El siguiente en entrar en la sala de interrogatorios fue Tetsurou Kuroo, con el pelo hecho un desastre, media sonrisa y unas esposas a su espalda. Mientras andaba iba asegurándole a la chica que había abierto la puerta que las esposas eran una medida totalmente innecesaria.
— Gracias por traerlo, Ai — dijo el chico alto mientras notaba la mirada del moreno le repasaba con curiosidad.
La luz le dio en la cara a Kuroo que entrecerró los ojos a la vez que se sentaba en aquella incómoda silla de madera. La policía se marchó después de que él se sentara, y no sin haber coqueteado un poco con el que se quedaba allí. En la cabeza de Kuroo un montón de fantasías sobre si en aquella comisaría todos tendrían rollo entre ellos le hizo tener que aguantarse la risa.
Aquel chico guapo hablaba y decía cosas, pero no tenía muchas ganas de atender. Hasta dónde le llegaba el conocimiento, Kuroo sabía que no tenía que abrir la boca si no quería, y así pensaba hacerlo hasta que vió entrar al segundo policia en la sala de interrogatorios. Bajito y peludo, entraba con una tila en una taza y quejándose de Tsukishima.
El policía al que Kuroo había apodado el stripper, porque le pegaba más que ser un tipo serio dedicado a hacer cumplir la ley, le dió un codazo al otro para que no hablara de aquello, y el tipo se quedó mirando a Kuroo.
— Así que tú eres el cabrón que ha hecho que Ai y Mutsuko lo pasen mal en tu traslado — dijo el tipo con cierta molestia.
— No he hecho nada, solo me he resistido un poco y tal ve he hecho algún que otro comentario incómodo, nada personal — replicó con suficiencia. Lo cierto era que el pánico podía asaltarle porque sabía de sobra que si se buscaban pruebas las encontrarían, pero al mismo tiempo no quería dejarse intimidar ante una acusación tan repentina. El policía de la tila le miraba con odio, el striper se mantenía calmado —. ¡Eh, yo he visto una peli que se parece mucho a esto!¿Es ahora cuando me coméis la polla o primero suena algo de música y entran bailarinas o algo así?
— A ver chulito, a lo que vamos, no tenemos todo el día para tus tonterías — dijo el mismo policía. Estaba al borde de su límite, pero aguantaba sereno porque era consciente que tenía al jefe de policía en la sala de al lado —. ¿Has comprado algo en Aki-on en el último mes?
— Pues sí, resulta que se parece mucho a esa película que digo, Ahora mi amigo Bokuto entra por la puerta con un par de bailarinas de Striptease y los dos me la coméis — comentó ignorando la pregunta por completo —, sin dientes que duele.
El policía le tomó por la pechera, igual que había ocurrido con Azumane, y del mismo modo el otro más afable le sujetó. Le recordó que el jefe de policía estaba cerca y que no podían asumir una demanda y una investigación de asuntos internos.
No se permitió que la situación se alargara mucho más, puesto que tampoco sacaban nada en claro. Se llevaron a Kuroo de nuevo a la celda, recluido, y trajeron al último a interrogar. Kiyoko Shimizu.
Kiyoko iba con la cabeza hacia abajo y mirada seria, parecía que se mordía el labio y reprimía sus ganas de llorar aparentemente. Se sentó en la silla, e hizo obvia su incomodidad por quedarse con dos hombres a solas en la sala de interrogatorios. Respiró con dificultad y atendió al policía agraciado que se dirigió a ella con suavidad.
— Yo no he hecho nada malo, yo solo quiero tener una vida tranquila, casarme con un hombre que me quiera y criar a mis hijos lo mejor que pueda — dijo con la voz quebrada e ignorando por completo lo que le preguntaban. Sollozó superfluamente como si tuviera todavía quince años y le acabaran de romper el corazón —. Mis amigos tampoco han hecho nada, me he criado con Asahi desde pequeña y solo hay bondad en él, Tsuki y Kuroo pueden ser un poco retorcidos, pero ellos también son casi como de mi familia y nunca harían nada que infringiera la ley.
— Shimizu-chan, ¿me permites llamarte así? — dijo el policía de la sonrisa profident —, tienes que entender que hay que hacerte estas preguntas, nadie cree que seas culpable de nada —. Se sentó frente a ella y le hablaba con dulzura todo el tiempo —. Di, ¿Has comprado o alguno de tus amigos ha comprado en la tienda Aki-on de Akihabara en los últimos meses?
— ¿Qué? — Preguntó haciéndose la confusa, como si no entendiera por qué le preguntaban algo así si estaban investigando algún delito. Seguidamente negó con la cabeza, aún entre sollozos —. Puede que acompañara a Runa y a Yukie a mirar un regalo para Hitoka-chan a Akihabara, pero yo no compré nada porque bueno, no he tenido una buena racha con mi trabajo.
La chica se retiraba las lágrimas con los dedos, sin quitarse las gafas. Y seguía entre sollozos. Era cierto, cuando había ido a Akihabara con Runa y Yukie antes del cumpleaños de Yachi, no había podido hacer nada más que mirar y ofrecerse a pagar cuando tuviera trabajo. No todo iba a ser mentira, además estaba casi segura de que ninguno de sus compañeros había sido tan tonto como para gastar mucho en una misma tienda o en una misma zona. Solo ella se había dejado llevar en un momento de locura, pero no había sido en Akihabara, de hecho había sido en una tienda de Harajuku.
—No van a arrestar a Runa o a Yukie ¿verdad? — preguntó completamente agobiada en apariencia. Esperaba que lo que decía no les causara problemas a sus amigas, pero debía actuar con cautela respecto a sí misma y sus compañeros —. Solo compramos un ratón de ordenador y un disco de AK-48. Creo que Yukie pagó con tarjeta.
Los dos policías negaron con la cabeza. Se podía ver la frustración en la cara de ambos, y Kiyoko se sentía ligeramente incómoda con tener que hacer aquel papelón de la chica buena y victimista que se siente asustada por todo. Sí, le atemorizaba que las cosas fueran mal y acabaran todos pagando pena, pero no podía dejar que ese miedo se hiciera dueña de ella. Aunque odiara tener que hablar tanto y todas aquellas expresiones fueran tan exageradas y poco comunes en ella, debía hacerlo.
— Verá, Shimizu-chan, la dejaremos en la celda de nuevo, solo un rato más y después podrá marcharse — puntualizó el otro policía, el bajito, que no había dicho nada en todo el rato —. Ahora que sabemos que no ha hecho nada, no la retendremos mucho más, solo el tiempo de preparar los papeles que hay que preparar. No se preocupe, sus amigos saldrán tan pronto como podamos esclarecer este caso.
Ella se limitó a asentir. Seguiría de nuevo hasta su celda y se mantendría en aquel papel de chica buena aliviada ligeramente pero aún aturdida por la situación. Estaba preocupada por Asahi y los demás, pero no podía hacer nada más, no de momento. En cuanto saliera se encargaría de eliminar todas las pruebas que hubieran podido dejar detrás de sus actuaciones, pero primero tenía que hablar con Alisa para saber dónde estaba Lev.
