Disclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen, le pertenecen al genio Masashi Kishimoto.
Hola! bueno reclamos aparte, se que muchas me querran matar por estar publicando otro fic sin haber continuado el resto y pensarán que este tb estará inconcluso por muuuuchooo tiempo... Bien! he aprendido mi lección y este fic está terminado...así que no habrá más que unos días de diferencia entre capítulos...lo más seguro es que suba el siguiente el proximo fin de semana por la disponibilidad de tiempo que tengo...pero tal vez y sea buena y pueda hacerme tiempo en la semana, no se.
ay! hablando ya del fic en si...es una locura jajaja. toma su nombre de la cancion y album de red hot chili pepers: One hot minute xdd. pero nada tiene que ver una cosa con otra, salvo que soy una fans de ellos y del shikatema xd.
la temática no es nada clara, salvo que quería escribir algo relajado y con lemon (sí, exploraré eso asi que sean indugentes si sale alguna barbaridad de proporciones astronómicas). están advertidos, traerá lemon o esa es la idea... bueno, espero guste y ya! pronto me aplicare con mis pendientes... (imaginen, este fic lo tenia casi terminado desde el 2011 y recien lo estoy retomando para adecentarlo y publicarlo :S)
ONE HOT MINUTE
Capítulo 1: Un inicio problemático
La vida de Nara Shikamaru no era tan fácil como todos creían. Sus camaradas lo veían como un genio flojo, incapaz de hacer algo por iniciativa propia. Otros simplemente se limitaban a creer que seguía siendo un niño inmaduro. Sin embargo, ninguno sospechaba cuan complicada se volvía su existencia cada vez que las mujeres entraban en ella.
Hoy, por ejemplo, no sabía que el destino lo haría pagar por los años de academia en que se dormía a la primera oportunidad volviendo su ya duro castigo en aquella torre, en que "trabajaba" la Hokage, en algo prácticamente de vida o muerte.
Al comienzo del día, todo era normal. Su tortura no había variado ni un ápice y sus quejas mentales iban en aumento, porque ¿Cuánto tiempo llevaba sentado en la misma posición?
No lo sabía.
Solamente era consciente de encontrarse solo en aquella oficina que la Godaime le asignara, tratando de hacer el papeleo pendiente que le quedó después de haber estado hospitalizado.
¡Como si lo hubiera estado por gusto!
Toda la culpa la tenía esa maldita misión de infiltración y la incompetencia de sus acompañantes, que lo habían obligado a meterse entre ellos y el enemigo -que los había descubierto-.
Al final todo había salido bien. La misión fue un éxito y sus compañeros estaban sanos y a salvo.
¿El problema?
Él había sido herido por una técnica enemiga que lo mandó al hospital por más de una semana y en cuanto se recuperó la Hokage, cruel como ella sola, lo puso a trabajar como burro de carga.
Prueba de la crueldad de la líder de Konoha eran los cerros de documentos que en su escritorio se apilaban sin piedad y en espera a ser revisados.
Miró una vez más el montón de papeles, suspiró con pesar y se puso a trabajar nuevamente, tomando otro documento de la pila que aun le faltaba por revisar. Si quería terminar pronto, debía seguir aquella rutina por lo menos por unos dos días más. Al menos, hasta que la Godaime le enviara nuevo trabajo, lo que conociéndola, haría muy pronto.
Pasó al siguiente informe y se percató, por quinta vez en el día, que Tsunade-sama lo explotaba y que más que un ninja parecía su esclavo. ¡Si hasta creía que ella le estaba mandando el papeleo que –supuestamente- ella misma debía revisar!
«Maldita vieja, no tiene compasión ni porque estuve grave» pensó Shikamaru, rememorando las palabras que la voluptuosa mujer le había dicho después que le dieran el alta.
"No fue para tanto muchacho, ya estas sano y tienes todas tus partes en buen estado, no hay motivo para que no trabajes entonces…y eso es lo que harás ahora."
Y justo después de decirle aquello, lo puso en esa oficina infernal a revisar su papeleo pendiente, el nuevo que tenía y, según el moreno, también el de ella.
Miró nuevamente lo que debía revisar y arrugó su boca, fastidiado, «¡¿Cómo se puede acumular tanto trabajo en una semana?!» se quejó para si mismo y, masajeándose la sien derecha, logró tranquilizarse un poco para continuar.
Media hora después volvió a ver la pila de documentos, con la sensación de que no bajaba ni siquiera un poquito. Toda la mañana, ahí sentado, leyendo y escribiendo, lo tenían harto. Pensaba que en cualquier momento terminaría delirando acerca de lo que leía.
Necesitaba un momento para relajarse y así volver a retomar su labor con un poco más de buen humor.
Necesitaba sólo un minuto.
Sólo un minuto que no podía tomarse o se retrasaría un documento. Sin embargo, igual se lo tomó, luego supliría el tiempo perdido con trabajo arduo, cosa que lamentaba.
En verdad parecía un esclavo de Tsunade y del trabajo. Sin embargo, no retomó su labor, sino que se quedó con la vista fija en la nada y un segundo después reaccionó, fijándose por primera vez en la oficina que le habían asignado.
Su escritorio estaba pegado a la pared del fondo que quedaba a la derecha, entrando desde la puerta. A la izquierda de ésta se encontraba un amplio sillón y en la pared contraria a la que él estaba había un escritorio más pequeño que el usado por él. Los escritorios estaban frente a frente, recordándole que debía volver a trabajar. Ignorando esto, volvió a observar la oficina más detalladamente.
Frente al sillón había un gran ventanal que ocupaba la mitad de la pared frente a la puerta, haciendo que la oficina estuviera bastante iluminada y ventilada. También, a su derecha había una pequeña ventana que le proporcionaba mayor iluminación al lugar, ambas poseían cortinas color verde musgo y se encontraban abiertas; para su suerte, no corría viento y no había peligro de que los papeles volaran.
Además, Shikamaru le había descubierto a ambas ventanas un uso extra, por ellas podía apreciar perfectamente las nubes, lo que hacía más grato su horrible trabajo. Lamentablemente, hoy estaba totalmente despejado y ni siquiera una pequeñísima nube era visible.
Todo parecía estar en su contra, haciéndole más insoportable su labor, aunque la oficina en sí no era desagradable. Al contrario, era bastante acogedora aunque simple.
Volvió a su faena, quejándose mentalmente de su mala suerte. Por lo menos, lo reconfortaba pensar que nada podría arruinarle el día más de lo que estaba. Al menos, eso pensaba antes que tocaran la puerta de su oficina.
Apenas escuchó el ruidito de la puerta al ser tocada, supo que su día sí podía empeorar. ¡Maldita ley de Murphy! Y malditas mujeres, porque obviamente sería una mujer quien lo interrumpiera. En este caso, pensó que se trataría de Shizune con más trabajo para él y por eso fue que, resignado, hizo pasar a quien llamaba. La puerta se abrió y vio entrar-efectivamente- a la ayudante de Tsunade-sama. Cerró sus ojos, cansado, y suspiró con pesar, luego puso atención a la mujer quien, para su sorpresa, no llevaba ningún papel entre sus manos.
– Buenos días, Shikamaru-kun – Lo saludó cortésmente la asistente de la Quinta.
– Buenos días, Shizune-san – Retribuyó el saludo y, momentos después, la morena comenzó a contarle el motivo de su visita.
– Como sabrás, estamos faltos de oficinas – Comenzó a decir ella y el muchacho sólo atinó a asentir. Recordando el motivo de la escasez de oficinas en la torre Hokage antes de que la misma Shizune lo hiciera – Esta vez Tsunade-sama se molestó tanto con Naruto-kun que en su fastidio terminó destruyendo media torre.
– Algo de eso escuché, Shizune-san, aun así eso no me aclara lo que hace aquí – Le dijo lo más amable que su fastidio le permitió. "Si todos fuéramos como Tsunade-sama, simplemente, ya no habría ni una astilla de la torre desde esta mañana" pensó, fijándose en lo malhumorado que se encontraba él mismo. Entonces, sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de la alumna de la Godaime.
– Cierto – Concedió ella – Sucede que llegó un shinobi de Suna a investigar sobre los nuevos avances en la academia ninja y en las técnicas medica de Konoha y, bueno, no tiene oficina – Terminó casi en un susurro al ver el ceño cada vez más fruncido del moreno.
– Lo que me está diciendo es que quiere que comparta esta oficina – Dijo Shikamaru después de suspirar, apiadándose de la kunoichi, quien seguro no tendría la culpa de todo aquello, más bien, no la tenía. "Todo este problema se reduce a un sólo nombre: Tsunade" se quejó para si mismo el muchacho. Y como antes lo hiciera, Shizune volvió a interrumpir sus cavilaciones y quejas contra la rubia líder de Konoha.
– Sí, me alegro que lo entendieras tan rápido – Dijo con bastante entusiasmo en su voz, debido a no tener que explicar más aquella incómoda situación en que la había puesto su maestra – Entonces, no hay problema en que compartan oficina mientras está en Konoha – Afirmó con total seguridad la joven asistente. Impidiendo así el reproche de Shikamaru, quien resignado, sólo preguntó una ultima cosa antes de dar el tema por perdido.
– Por cierto, ¿Quién es el shinobi de Suna?– Más que curiosidad, preguntó para alargar más el momento antes de volver a su labor. Y su tono desinteresado y su expresión aburrida lo confirmaban.
– Es la embajadora de Suna – Contestó campante la ninja medico antes de salir de la oficina, dejando, con la ceja levantada, al estratega de Konoha.
Shikamaru, una vez salido de su asombro inicial, frunció su ceño y apretó su boca, pensando que el mundo, el destino, Kami-sama o alguien debía odiarlo. "¡De todos lo ninjas de Suna! ¡¿Por qué me tenía que tocar compartir oficina, precisamente con ella?! ¡Que problemático!" y unos segundos después fue que vio aparecer junto a Shizune a la rubia embajadora de la arena. Definitivamente, el mundo estaba en su contra y el mandarle a la más problemática de las mujeres para que fuera su compañera de oficina, lo confirmaba. Y no sólo eso, también su trabajo ahora sí sería más estresante que antes.
Ya no sería un esclavo. No, ¡ahora sería el perro del esclavo!
Se lamentó. Aquella rubia que lo miraba burlona y altanera se encargaría de hacer más agobiante su labor y también se encargaría de molestarlo si quería descansar aunque fuera un minuto. Oh si, ya la podía escuchar llamándolo vago, llorica, quejica y quien sabe de qué otra forma, mientras lo increpaba por aun no ser jounin.
Definitivamente, compartir su oficina con Temari sería totalmente problemático.
– Bueno, ya que ustedes se conocen…nos ahorramos las presentaciones – Dijo feliz la pelinegra, que luego agregó – Entonces…como no tengo más que hacer aquí, me retiro, espero que estén a gusto.
Y tras decir aquello, Shizune salió rauda de la oficina. Dejando a ambos jóvenes en un silencio sepulcral.
"¿Qué estemos a gusto trabajando? ¿Pero que le pasa a Shizune?" pensó más fastidiado que antes el moreno, arrugando aun más su entrecejo fruncido. Temari se preguntaba algo similar, pero ver el enojo de su compañero de oficina la sacó de esos pensamientos.
– Al menos seamos amables mientras compartamos oficina – Fue el "saludo" que le brindó al joven, quien por primera vez -desde que la viera entrar por la puerta de la oficina-, se fijó realmente en ella.
La rubia de coletas se dirigió a su escritorio dejando apoyado su gran abanico en el lateral del mismo, se apoyó en el mueble y se quedó mirando a Shikamaru desde esa posición. Con las piernas cruzadas, una sobre otra y con sus manos apoyadas en el escritorio, al igual que su trasero, como esperando a que él dijera algo antes de comenzar cada uno a hacer su faena.
– Me parece bien – Concedió el muchacho segundos después, relajando su expresión. La miraba, a ojos de ella, sin interés. Aunque, la verdad era que, él estaba impresionado por volver a verla después de tanto tiempo con la misma actitud orgullosa de siempre, pero más amable que antes. Y, sobre todo, por encontrarla más mujer que antes.
Temari llevaba un atuendo azul cielo, un kimono corto, más arriba de su rodilla y sin mangas. En su cintura llevaba un obi color crema que sujetaba el kimono. Aun usaba sus pantíes de malla, una en su muslo y la otra en su pierna, al igual que una camiseta 3/4 del mismo material debajo de su kimono.
Y, sobre todo, aun amarraba su cabello en sus extrañas cuatro coletas y sonreía altanera.
Pero lo que sorprendía al muchacho era que su figura estaba más definida y era más notoria que antes. Las curvas de su cuerpo estaban más acentuadas y tonificadas. Posó su vista en las piernas de la joven kunoichi y se dio cuenta que ya no eran feas, como muchos años atrás él le dijera, sino que estaban trabajadas y, al parecer, ella había crecido, porque las veía más largas que antes, además que le parecían ser sumamente suaves…
De repente, Shikamaru fue consciente de un inexplicable deseo que crecía en él por tocar aquellas delicadas extensiones del cuerpo de Temari. Y ante su descubrimiento, se sintió incómodo, sonrojado y con la temperatura, indebidamente, alta. Además, de ser incapaz de seguir subiendo su mirada por el cuerpo de la joven de Suna, por el miedo a seguir descubriendo la beldad en que ella se había convertido con los años. Y, por miedo a seguir descubriendo sus propios pensamientos y deseos sobre ella, decidió- sin previo aviso- salir de aquella oficina, que parecía asfixiarlo a cada nueva mirada de y a ella.
Claramente, el compartir oficina con aquella mujer no sería nada fácil y el comienzo que habían tenido auguraba una convivencia y un final problemático.
En definitiva, la vida de Nara Shikamaru no era fácil y las mujeres, aquella de Suna en especial, la complicaban más de lo que podía aguantar. Haciéndolo desear tan sólo un minuto de paz y soledad.
Un solo minuto.
ay! que pareció? se que no es algo extraordinario, pero fue escrito con dedicacion ^^
espero dejen su huella en este fic con un review...ya sea bueno o malo.
saludineees! byee
