Holaz!! Buee… aki el primer fic que subo!! Espero que les guste y cualquier duda o cmentario… al botoncito de Go!! Aclaro que sólo leí el manga, que todavía está inconcluso, así que la historia transcurre en Amestris, todo normal…
Todo esto es de mi querido Hiromu Arakawa, un capo entre los capos, y al cual le agradezco el haber creado a MI Ed!! Juaz!! XD
SIN ESCAPATORIA
1. Trampa insospechable
Asentó el plato sobre la mesa, contento de que por fin podía relajarse unos minutos. Se dejó caer en la silla y antes de comenzar su almuerzo se tapó los ojos con las manos, en actitud cansada.
Ahora que vivía solo le era muy fácil valorar la tarea que durante años había llevado a cabo su tía Pinako, y se dio cuenta de que fue un muy mal gesto de su parte el haberse quejado de la comida de Winry las veces que ella había cocinado.
La verdad era que ingeniárselas solo no era tan fácil, y mucho menos en apartamento en una gran ciudad como ésa.
Más tranquilo ya, comenzó a comer. No le gustaba hacerlo solo, pero no le quedaba más remedio. Al estaba viviendo en otro lugar y no se veían muy seguido. Winry había abierto su propio taller, pero nunca le quiso decir dónde, y él, Edward, seguía trabajando para los militares como Alquimista Nacional y había comprado aquel apartamento ya que era necesario, no sólo para organizar los papeles de sus misiones, sino para poder descansar tranquilamente cuando quisiera.
Había ocasiones en las que desconectaba el teléfono con tal de que ningún militar lo molestara con alguna excusa estúpida.
Era gracioso, ya que, si se ponía a pensarlo, cuando tenía dieciséis años nunca se hubiera imaginado que todo acabaría de esta manera. Si bien es cierto que su objetivo principal siempre había sido el recuperar su cuerpo y el de Al, nunca se detuvo a pensar que en algún momento tendrían que separarse. Al principio esto lo entristeció un poco, pero con un poco de tiempo logró aceptarlo y enfrentarlo.
Terminó su almuerzo y dejó el plato al lado del fregadero. No tenía ganas de lavarlo ahora, ya que hasta hacía unos momentos había estado limpiando todo y cocinando. La casa tenía una buena capa de polvo debido a las dos semanas que había estado fuera por una misión, y todo había quedado como él lo había dejado.
Se tiró en el sofá tratando de descansar, tapándose la cara con el brazo.
Cuando desvió la vista a un lado observó una foto enmarcada en la mesa ratona.
Allí estaba él, cuando tenía (creía) quince años, junto a una Winry con facciones un tanto infantiles aún y una gran armadura detrás suyo… Al.
No pudo evitar esbozar una sonrisa.
Ahora, la persona que él era tenía muy pocos parecidos con aquel niño… Pensar que a esa edad él ya se consideraba grande… En fin. Su sonrisa de niño ya no estaba y había crecido bastante, cosa que lo enorgullecía (era casi de la altura de Mustang, con lo cual éste ya no podía tomarle el pelo tan fácilmente). Su pierna metálica había desaparecido… aunque el brazo de automail seguía allí.
Sí, ese era el precio que había tenido que pagar por el cuerpo de Al. Podría haber vuelto a la normalidad completamente, pero decidió sacrificarlo. Si se las había arreglado tanto tiempo sin él bien podía hacerlo ahora. Además, su hermano lo valía.
De todas formas el brazo de metal era una buena excusa para juntarse con la familia: Winry, Pinako, Al… Sí, siempre que le tocaba chequeo aprovechaban para reunirse, almorzar juntos, charlar, contarse las novedades.
Todos esos buenos recuerdos lo hicieron sentirse con energías de nuevo. Salió a un pequeño balcón y observó a la gente que pasaba por la calle: niños de la mano de su madre, hombres paseando a sus perros, jóvenes caminando abrazados, autos que iban y venían…
Pensó que la vida, tal como era ahora, no estaba tan mal después de todo. Una cierta felicidad se había colado en su día a día, y con eso se arreglaba bastante bien. Y es que, comparado con el pasado… el presente era lo mejor que podía pedir.
Al darse la vuelta para entrar una vez más a su casa, vio un almanaque colgado en la pared. Uno de los días estaba especialmente marcado con un montón de círculos hechos con bolígrafo, destacándolo inmensamente. Se acercó, confundido, y se pegó en la frente por ser tan idiota.
Como había estado fuera, en la misión, había perdido la noción del tiempo.
Recordaba, ahora, claramente todo: hacía más o menos un mes Winry había estado en la ciudad y lo había ido a visitar. La rubia le dijo que todos irían a visitarlo y le marcó el día de tal manera que lo viera sin esfuerzos.
¿La razón? Era su cumpleaños. Mañana, él, Ed, cumpliría veinte años… y todos irían a la ciudad para saludarlo.
Entonces, como si tuviera alguna enfermedad mental, se puso a repasar todos los rincones, asegurándose de que todo estuviera en su sitio, que no hubiese ropa tirada por ahí o que alguno de sus amados tomo de manga esté al alcance de manos peligrosas.
Si mañana Pinako veía aunque sea una mota de polvo lo mataría…a sí de simple. La vieja no le dejaba pasar ni una…
Dando un suspiro, y sintiéndose observado, se sentó en el sofá de nuevo.
Había tenido suerte de regresar justo un par de días antes; y no era porque lo hubiese pensado, sino que fue el destino… el culpable de lo que Ed debía investigar se había entregado, así que se desocupó al instante.
Pensó en qué podía hacer para recibir a sus invitados mañana, pero descartó todo lo que se le había ocurrido cuando se dio cuenta de que no sabía a qué hora llegarían.
Soltó un suspiro de resignación, puso las piernas sobre la mesita y se puso a leer uno de los tomos de manga que había guardado hacía instantes, tratando de no alterarse por cosas que ni siquiera habían ocurrido…
Un hombre observaba, a través de unos binoculares, un punto del edificio que se encontraba cruzando la calle.
- ¿Ya preparaste todo? –le dijo una mujer, parada en el umbral de la puerta de la habitación.
- Aún faltan un par de ajustes – respondió – Pero lo demás ya está.
La mujer soltó una risita, relajándose un poco.
- Parece que siempre te sales con la tuya…
- Por supuesto que sí – dijo él, levantándose y acercándose a ella – A estas alturas ya deberías saberlo.
Le dio un beso, el cual fue interrumpido por otro hombre.
- Ya estamos – dijo.
- Muy bien… veremos qué tan bueno es Fullmetal enfrentando esta clase de problemas… - contestó, haciendo que los demás rieran malévolamente.
Era casi el mediodía, y el timbre sonó.
Edward, sabiendo de quién se trataba, abrió la puerta sin preguntar por el portero.
Unos segundos después, una joven rubia y de ojos celestes apareció por la puerta.
- ¡Ed! – dijo, con tono alegre y una gran sonrisa - ¡Feliz cumpleaños!
Él, que estaba unos pasos más allá, pudo observarla de arriba abajo sin problemas.
En sus manos, Winry cargaba un ramo de flores (a Ed no se le ocurrió para qué querría él unas flores…). Llevaba una minifalda en capas con una musculosa de tirantes, sobre la cual tenía puesto un saco liviano; su pelo estaba recogido en una cola como al descuido, dejando que unos cuantos mechones ondulados cayesen a su aire. Estaba hermosa.
- Hola, Win – dijo con una sonrisa, mientras la joven lo abrazaba.
- Ten, pon éstas en la mesa – le dijo la chica, entregándole las flores.
Ed hizo lo que Winry le dijo mientras pensaba en cuán diferente pensaban las chicas…
Cuando se dio la vuelta la vio en la cocina, sacando varias bandejas y organizando cosas que había llevado en unos paquetes.
- ¿Qué haces? – le preguntó.
- Estoy sacando un par de cosas que traje para el almuerzo - le dijo, apartándose un poco de pelo de la cara – Y de paso, tu regalo.
- ¿Para mí? – dijo Ed, señalándose, con incredulidad.
- Claro que sí… No siempre cumples veinte, ¿verdad? – Winry le extendió una caja cuadrada envuelta en un papel brillante, con un gran moño en la parte de arriba.
- Sólo que… - balbuceó la rubia, llevándose una mano a la boca y mordiendo la uña del pulgar – Te voy a pedir que esperes para abrirlo.
- ¿Eh? ¿Y eso por qué? – dijo Ed, con las manos ya sobre la cinta adhesiva, listo para despegar el envoltorio.
- Sólo… quiero que lo abras en el momento justo.
Winry parecía hablar en serio. Ed la miró, perplejo, pero accedió.
- De acuerdo… Lo llevaré a mi habitación.
- Si eso guárdalo en el armario, así Roy no lo encuentra.
Ed se paró en seco a medio camino.
- ¿Disculpa?
- ¿Eh?
- ¿Qué dijiste hace unos momentos? – le preguntó Ed, con los ojos cerrados, haciendo ademanes con el dedo.
- Que es mejor que Roy no lo encuentre…
- ¡¿Y cómo es que ese imbécil está viniendo?! – dijo Ed, histérico como siempre.
- ¡Oye, no empieces! – contraatacó la rubia, llevando sus manos a la cadera – ¡Él quiso venir a saludarte! ¡Por lo menos reconócele el gesto de buena educación!
- Sí, le voy a reconocer… ¡Pero la espalda cuando lo despache de una patada!
- ¡Eres un…!
La rubia no terminó porque la puerta se abrió de golpe.
PInako estaba allí, con su mirada severa de siempre, y a sus espaldas Al, con la sonrisa nerviosa de "cálmate, tía".
Edward se sintió tan bien por ver a su hermano pequeño que se olvidó de al discusión con su amiga. Se acercó hasta él y lo saludó con un fuerte abrazo.
- Felicidades, Ed – le dijo Al.
- Gracias por venir – contestó el rubio, con una sonrisa.
- Sólo por curiosidad - dijo Pinako unos minutos después cuando ya estaban terminando de poner la mesa - ¿De qué hablaban cuando entramos?
Ed y Winry se miraron y soltaron una risita fría. Sabían que Pinako se alteraría si se enteraba de que habían empezado a discutir una vez más. Pero bueno… era algo inevitable para ellos dos.
- De… la gente que vendría hoy – contestó Winry, desviando la vista.
- ¿Y quién más va a venir? – preguntó Al, extrañado - ¿La maestra…?
A Ed casi se le va el alma con sólo pensarlo…
- No, tontito… Roy, Riza y otros cuantos de los militares. Ya sabes… conocidos.
- Ah, bueno… mejor – dijo Al, continuando con lo que estaba haciendo – Así habrá más temas de conversación.
Al cabo de lo que pudo haber sido media hora sonó de nuevo el timbre. Esta vez Ed preguntó quién era y, cuando obtuvo respuesta, abrió.
Un par de segundos después, el grupo de compañeros militares llegó.
Todos estaban vestidos con camisa y llevaban una chaqueta (no puesta), excepto Riza, que traía un vestido corto.
Ed los hizo pasar, mirando con desconfianza a Roy. Havoc, Falman, Breda y Fuery pasaron a saludar, quedándose a charlar con Al, mientras que Riza entabló conversación rápidamente con Winry. Pinako seguía en la cocina.
En eso, Roy se paró al lado de Ed.
- Nada mal, Metal – le dijo, mirando a las dos chicas – Se ve que aprendiste algo de mí…
La cara de asesino serial que puso Ed no molestó al pelinegro, el cual soltó unas carcajadas relajadas.
- Tranquilízate… hoy es tu día, no seas amargado – dijo, dándole unas palmadas en el hombro.
- Eso no me consuela… - susurró el rubio, mientras se reunía con los demás.
Así pasó el almuerzo: entre charlas, copas, risas, recuerdos…
A pesar de que a Ed le incomodaba un poco la presencia del imbécil de Mustang, no podía negar que aquel cumpleaños la estaba pasando bastante bien.
Cuando miró el reloj ya eran casi las tres de la tarde.
- Bueno, lo lamento pero debo irme… Tengo trabajo que hacer – dijo Roy, levantándose.
Ed no iba a dejar pasar la oportunidad:
- ¿De qué trabajo hablas, si todavía no eres Führer?
Sonrió complacido al ver que había puesto el dedo el la llaga. La cara de Mustang era invaluable…
- Tienes razón, aún no lo soy – dijo murmurando – Pero… - todos pudieron afirmar que vieron estrellas en sus ojos - ¡Este año lo lograré! – dijo, alzando la voz y señalando el techo en actitud conquistadora.
Riza lo miró como si fuera un estúpido y los otros militares se contuvieron ya que él era el jefe, que si no…
- Me aburres, Mustang – declaró Ed, con los ojos en blanco – Al final nosotros ya recuperamos nuestros cuerpos, Al casi se casa una vez y tú sigues ahí…
- Oh, pero mi pequeño Ed, aún no te he dado tu regalito de cumpleaños – dijo el pelinegro con una sonrisa malévola.
- Mira, ni soy tuyo ni soy pequeño… - comenzó Ed, poniéndose de pie. Winry ya lo miraba como a punto de estallar con el sermón de "¡compórtate!".
Pero no continuó porque Falman, Fuery, Havoc y Breda se pusieron de pie y salieron del apartamento, cerrando la puerta tras de sí, llevándose a Pinako y Al antes de que pudieran hacer nada.
- Dentro de unos momentos – dijo el pelinegro, cuando Ed iba a preguntar – La casa se va a cerrar por tiempo indefinido por completo. Me pasé las dos semanas en las que no estuviste saboteando tu casa para que ésta respondiera a mi voluntad – explicó, mostrando un control con diversos botones.
Ed se quedó de piedra. Así que todo el asunto de la misión había sido invento del estúpido este… ya se le hacía raro que el culpable se entregara así como así.
- Y dime, pedazo de idiota, ¿para qué rayos hiciste eso? – inquirió el rubio. Winry también tenía cara de no entender nada.
- Bueno… he aquí mi regalo – dijo, mientras le hizo una seña a Riza, quien se acercó a la puerta y la abrió: - Ustedes dos se quedarán encerrados aquí, juntos… y solos.
Ed iba a gritarle algo, pero no le dio tiempo a actuar Roy se coló por la puerta y Riza la cerró en el acto, haciendo que el joven se estrellase contra la dura manera.
Winry lo ayudó a levantarse, con manos temblorosas, si creer lo que acababa de suceder. Ed se soltó de un tirón (que en ese momento se dio cuenta de que fue muy brusco, pero no le importó) y se asomó a la ventana, que estaba cerrada, desde donde se veía a los seis militares y a Pinako que miraban con una sonrisa burlona a los dos rubios, mientras que Al no sabía si reír o llorar.
En eso sonó el teléfono. Ed, con toda la rabia del mundo, contestó:
- ¡Mustang, cuando salga de aquí vas a terminar como fertilizante de tierra!
- Ya veremos… - contestó la voz del susodicho. – Pinako se encargó de dejarles víveres en la cocina y sin que se den cuenta también les organizó unas cuantas sorpresitas… ¡Disfruten! – Y, con una carcajada, cortó la comunicación.
Ed, aún con el tubo en la mano, se dio la vuelta para encarar a Winry. Ésta tenía los ojos bien abiertos, como si todo hubiera pasado muy rápido y ella no pudiera reaccionar.
- Win… Te juro que no sabía nada.
- ¿Acaso…. Acaso…? – la rubia pareció poder ligar más de dos palabras cuando por fin dijo: - Ed… ¿no te das cuenta? ¡Tendremos que vivir juntos… encerrados… quién sabe hasta cuándo!
Elric soltó un bufido… Al parecer, no iba a ser un muy feliz cumpleaños después de todo.
