N/A. Lo sé, lo sé. Os doy permiso para flagelarme T.T ¡He empezado otro fic! Bueno, no es fic propiamente dicho... Este es como el de Saña, pero de todos los personajes menos Bellatrix (esos los subiré obviamente en Saña). Viñetas, y podéis proponer (os suplico que propongáis!), de lo que sea (parejas, advertencias, da igual).
Empiezo con un Andrómeda-Ted, una pareja que absolutamente adoro. Ted es tan cute y sexy que me lanzaría a sus brazos. Nueva referencia (mínima, no hace falta haberlo leído, pero tal vez os enternezca un poco si os gustó, a Piano Man). Llevaba tiempo queriendo escribir algo sobre ellos y por fin me vino la idea. Espero que no decepcione mucho (las 4 de la mañana no son horas para escribir... y menos madrugando mañana jeje).
Reviews, pliz! Y proponed cositas jijiji.
Joanne
ENTINTADO
I. ORGULLOSO
Ted Tonks sonreía. Y la suya era apenas una sonrisa visible, una que le hacía unas pequeñas arrugas en los ojos, de las que su hija siempre se burlaba.
Te estás volviendo viejo. Eso era lo que siempre le decía. Entonces su sonrisa se ensanchaba un poquito más, y sus arrugas se pronunciaban. Y no porque ella bromease o mintiese, sino porque tenía razón. El envejecía mientras su hija se hacía una mujer, una que le contagiaba la vitalidad de su pelo rosa chicle.
-Hoy está tardando –musitó, terminando de preparar el desayuno. Siempre le había gustado cocinar, pero cuando venía su hija preparaba todo lo que pasase por su mente-. Últimamente está muy ocupada.
Echó un poco de aceite sobre el huevo frito que cocinaba, el leve aroma de las tostadas ya llegándole desde la tostadora. Dejó un minuto la sartén para irse a por la mantequilla, rápido, no fuera a ser que se le quemasen.
-¿Sabes, Andrómeda? –murmuró volviéndose un segundo, antes de volver a concentrarse en el desayuno-. A veces me da algo de miedo. Con todo esto de la guerra... Sólo espero que no le pase nada.
Sonrió de nuevo, sacando de la sartén el huevo frito para dejarlo junto al otro. Luego se acercó a la mesa para terminar de ponerla, sirviendo los vasos de leche fría y poniendo unos tenedores en su sitio.
-Sí, es valiente. En eso me recuerda a ti.
Sonó el timbre entonces, haciendo que Ted se asomase a la ventana de la cocina. Saludó a su hija con la mano, después de dar unos golpecitos en el cristal para traer su atención.
-¡Hola! –se escuchó decir a Tonks, su voz alegre sonando algo amortiguada-. ¿Me abres?
-¡Un segundo!
Ted dejó el plato de las tostadas sobre la mesa, y se aseguró con una última mirada de que todo estuviese en su sitio. Escuchó de nuevo el timbre, muchas veces seguidas, con el ritmo de una canción que le tocaba a su hija cuando era niña al piano.
Soltó una carcajada, divertido, y seguidamente un suspiro.
-Me siento orgullosa de ella –dijo en un susurro, mirando la fotografía de su mujer. Salía hermosa, con su pelo rizado y oscuro enmarcado su rostro, de bellos rasgos. Sus ojos oscuros con una leve chispa en ellos, y una sonrisa que la hacía brillar-. Ojalá pudieras verla.
