Disclaimer: Digimon no me pertenece.


Ella

La primera vez que la vi fue en ese puente.

Sus manos se movían, nerviosas, doblando y desdoblando una hoja de papel. Vi como la arrugaba. Desde donde estaba pude escuchar el «crack» de la hoja al ser aplastada por sus manos.

Mientras Agumon, de improviso, salía disparado hacia el peluche acomodado a sus pies, yo reconocí el aparato adherido a su bolso.

—No es necesario que lo escondas. —Pase una mano por detrás de mi cabeza, jalándome unos cuantos cabellos—. Aquí no transita nadie.

Ella quiso sonreír, pero había algo en su interior, un eco extraño que comenzaba cimbrando en sus ojos y culminaba en pequeñas olas sobre sus labios, que no le permitía hacerlo.

Al pensar en el primer y último día, sé que no hay mucha diferencia. Ella, sola, seria, con su eco extraño siempre. Arriesgándose, interponiéndose, exponiéndose a una herida, un golpe, un rasguño más cada vez que alguno de nosotros estaba en peligro.

La diferencia entre el inicio y el final es que, mientras al primero lo concibo como algo eterno que no puede ser destruido, al segundo no. Porque cuando lo rememoró todo se trastorna en nada más que colores lechosos; lágrimas, gritos, un suave adiós, una última mirada, dolorosa, inútil… y a ella y su cuerpo desvaneciéndose.

—Ella era igual que yo —nos dijo Gennai.

Entonces comprendí la frase que me repetía con voz un poco menos monocroma que cuando la conocí. Soy tan desechable como una hoja de papel. Decía.

—Estaba hecha de datos —prosiguió—. Su único propósito era parecido al mío; guiarlos.

—Pero tenía un digivice, y un digimon. ¿Cómo fue posible? —cuestionó Koushiro al verme debatir lo que nunca me toma mucho tiempo decidir, «¿pregunto o no pregunto?».

—No lo sé —respondió luego de un prolongado silencio. De todo lo que dijo después, eso fue lo único que me pareció certero: «No lo sé»—. Quizá nació del deseo de este mundo de querer ayudarlos y por eso le fue entregado lo mismo que a ustedes al llegar aquí. Lo demás depende de ti, Koushiro, y de todos. Quién era ella para ustedes es algo que yo no puedo responder.

Dio media vuelta y se marchó.

Viré a donde estaba Hikari durmiendo, Takeru evitando su caída sosteniéndola, con menos fuerza cada vez, en un último esfuerzo antes de que él también hubiese cerrado los ojos, y el digihuevo entre ambos.

Nos pareció curioso que las formas en el, aunque su color era negro, fueran iguales al del digihuevo de mi hermana, Hikari, la luz.

Pienso que aquello quiere decir algo, y al saber que Koushiro piensa igual no me siento tonto.

Al igual que nosotros fuimos y somos valor, amistad, amor, conocimiento, pureza, sinceridad, luz y esperanza del Digimundo, creo que ella fue, y es, el primer milagro que presenció este mundo.


Si alguien me puede ayudar con el género del fic, se lo agradecería un montón.

Aviso: este fic fue escrito mucho antes de que se conociera la identidad de Meiko, ni siquiera se sabía su nombre, así que, sí, no tiene nada que ver con su adorable personalidad.