Disclaimer: El fandom de Harry Potter no me pertenece, sino que es enteramente de J. K. Rowling.
"Este fic participa en el reto "Olores de Amortentia" del foro Amor de Tercera Generación." El reto consiste en escribir un three-shot de máximo (en total) de 6000 palabras que tratara, cada uno, uno de los olores de la amortentia que nos habían tocado por azar. En mi caso, es Lily Luna Potter la que fabrica la poción y que ella misma se dará cuenta de a quién pertenece cada olor.
El primer olor es: píldoras ácidas. ¡Espero que lo guste!
CAPÍTULO 1: PÍLDORAS ÁCIDAS
Lily odia las píldoras ácidas. No es por mero capricho, tiene razones suficientes para no querer ni olerlas de lejos. Quizás el más obvio es que no le gusta las cosas ácidas. Prefiere el dulce, el picante e incluso el amargo del café. Pero el ácido, no. Otro de los motivos por los que odia las píldoras es que te agujerean la lengua. No solamente lo encuentra anti- estético sino que le parece desagradable a la vista. También tiene algo que ver que con cinco años se viera perseguida por James vestido de dementor enseñándole la lengua agujereada. Probablemente, si le preguntas al respecto, Lily te mande a freír espárragos y, luego, te lo negará rotundamente.
Por eso, cuando aquella tarde en su doble hora de pociones les tocó preparar amortentia (en opinión de Lily: "De las pocas cosas inútiles que tiene la magia") y le llegó el desagradable olor de las píldoras, pensó que había fallado en algo. No importaba que el profesor Slughorn la hubiese felicitado y le hubiera recompensado con diez puntos para Gryffindor: no, esa poción estaba mal hecha.
Contrariada, salió de la clase una vez finalizada y se dispuso a salir de las mazmorras. En el caso que le gustara alguien (en su fuero interno lo negaba categóricamente), ese alguien jamás podría recordarle a las píldoras ácidas. No tenía sentido que su pareja (o lo que fuera) le recordara a esas malditas píldoras.
Iba tan ensimismada en sus reflexiones que no se percató que estuvo a punto de chocar con alguien hasta el último momento que, gracias a sus reflejos como cazadora, pudo esquivar.
—No pensaba que la ceguera fuera uno de tus tantos defectos, Scamander.
Lorcan Scamander se erigía orgulloso frente a Lily con una mueca de hastío en su rostro.
—No creo que a Gryffindor le beneficie tener una cazadora ciega, ya sabes. Es obvio que este año os vamos a ganar pero de esta forma, con una tullida en el campo... No me parece muy lícito.
Lily crispó los puños y le dirigió una mirada acerada.
—Precisamente, si de algo Slytherin puede presumir, es de lo lícito de vuestras jugadas. Porque qué casualidad que aquella bludger se estampara justo en la cara de O'Brien en el momento en que iba a lanzar a los aros, ¿eh? —el sarcasmo imperaba en cada una de sus palabras.
Había algo que conseguía sacar a Lily de sus casillas fácilmente (más fácilmente de lo común) y era las faltas de los de Slytherin a la que estaban ya tan acostumbrados. Lily se estaba refiriendo al primer partido de la temporada: un Gryffindor contra Slytherin que consiguió llevar a la enfermería a Conan O'Brien (cazador de Gryffindor), y Bree Holt (buscadora de Gryffindor). Y tenía que dar gracias que su primo Hugo no hubiera seguido sus mismos pasos sino hubiera estado rápido de reflejos. Aquel era el primer partido de Lily como capitana y, a pesar de haber ganado con una ventaja considerable, se sentía humillada por las casi dos bajas del equipo.
—No tenemos la culpa de que vuestros jugadores sean tan blandengues —dijo con cierta petulancia.
La verdad es que Lorcan eran de los que opinaban que tanto Cabot como Khoury se habían pasado tres pueblos y eso que eran, no sólo compañeros de casa, si no también de equipo. Scamander jugaba como guardián y él mismo había sido testigo de la bronca que les cayó a ambos por parte de Malfoy por semejante comportamiento.
Pero Lily podía vivir sin esa información perfectamente. O no. Porque con sólo ver la cara que tenía en esos momentos casi era preferible haberse callado. Pero no podía evitarlo, Lily siempre le instaba a sacar su lado más prepotente.
—Eres un maldito desgraciado, Lorcan Scamander, un maldito chulo de mier...—Lily calló abruptamente su enumeración sobre las diversas virtudes del rubio.
Lorcan alzó una ceja, confuso. Lily se había quedado estática en el lugar, con sus ojos marrones fijos en una dirección. Si Lorcan no la conociese, pensaría que le estaba mirando el paquete.
—¿Son píldoras ácidas? —preguntó con desconfianza.
Lorcan pasó del asombro a la incredulidad por el cambio de actitud de la chica, pero oye, él no se quejaba: mejor centrar la conversación en unas golosinas que no en insultos hacia su persona.
—Sí —contestó sacando el paquete del bolsillo del pantalón del uniforme— ¿Quieres? —le ofreció.
Lily esbozó una mueca de asco como respuesta.
—No sé cómo te pueden gustar, son una porquería —opinó.
Lorcan sonrió con astucia y se llevó una a la boca. En seguida, empezó a esbozar una mueca por lo ácida de la píldora y, antes de que se deshiciera en su boca, agarró a Lily por la cintura y la atrajo hasta él. La pelirroja se removió asqueada cuando Lorcan le enseñó la lengua agujereada e intentó apartarse pero no pudo. No pudo porque, de repente, la lengua de Lorcan estaba en su boca.
Cuando notó el sabor ácido de la píldora intentó cerrar la boca como acto reflejo pero era demasiado tarde, la incursión de Lorcan no le permitía llevar al cabo la acción. Por acto instintivo, se agarró con fuerza a la túnica del Slytherin y cerró fuertemente los ojos intentando de alguna forma no notar el sabor de la píldora. Pero había algo en la lengua del rubio, quizás en su movimiento y en su vaivén atrayente, que consiguió que Lily se olvidara por un momento del sabor ácido. Y de que estaba besando a Lorcan Scamander, el chico que siempre lograba sacarla de quicio en menos de lo que canta un gallo; el chico que le pegó una paliza a Parker cuando este, siendo novio de Lily, le había puesto los cuernos con otra; el rubio de ojos celestes que siempre tenía una respuesta mordaz para cada uno de sus comentarios. Lily se olvidó de todo: de la maldita amortentia, de las odiosas píldoras, de que estaban en medio de un pasillo de las mazmorras, de que estaba besando a un Slytherin.
No supo en qué momento Lorcan la había atrapado entre él y la fría piedra, en qué momento su pierna rodeó la cintura del rubio. En qué momento Lorcan había empezado a juguetear con el bajo de su camisa palpando con deseo la piel descubierta de la pelirroja.
De repente, un estruendo de libros cayendo al suelo interrumpió la escena provocando que Lorcan se separara inmediatamente de Lily.
—Esto... eh... bueno...
Un mocoso de primer o segundo curso recogió rápidamente los libros caídos y se fue de allí corriendo dejando unos asombrados Lorcan y Lily que aún no eran capaces de procesar lo ocurrido.
Se miraron a los ojos con las respiraciones aceleradas. Los ojos celestes de Lorcan se encontraban oscurecidos por la pasión y tenía el cabello rubio oscuro despeinado por los dedos de Lily que en algún momento encontró más interesante que aferrarse a su camisa. En cambio, Lily tenía las mejillas arreboladas, los labios rojos a causa del beso, y el bajo de la camisa por fuera del uniforme.
Lorcan ya no sabía por qué se había abalanzado a besar a Lily, el cómo había empezado todo. Lily se había olvidado completamente de las píldoras, pero no de la amortentia. Furiosa consigo misma, se colocó la camisa por debajo de la falda del uniforme con prisas mientras Lorcan la escrutaba con la mirada.
—¿Ya te gustan?
Lily alzó la mirada confundida.
—Las píldoras ácidas, digo —dijo con una sonrisa ladeada.
Notó como Lily empezaba a enrojecer y, sin previo aviso, se largó sin despedirse y sin mirar atrás. Lorcan no la perdió de vista hasta que giró el recodo y ya no quedaba nada de ella. Fue entonces cuando se permitió sonreír sinceramente, no una sonrisa maliciosa o petulante de esas que usaba a menudo no, una sonrisa ancha, sincera. Una sonrisa que dejaba ver muchas cosas y que guardaba otras tantas. Contento, caminó rumbo a su sala común.
Lily ya tenía otro motivo más para odiar las píldoras ácidas. ¿O no?
En total, en este primer capítulo son 1358 palabras sin contar título, notas de autor y disclaimer. Por ahora el rating será T pero no descarto que en los próximos dos capítulos vaya a subir a M aunque no es seguro pero, por si las moscas, aviso.
Espero que os haya gustado y cualquier opinión será bien recibida :)
¡Nos leemos!
Eileen Black.
