¡Mi segundo fic de Bleach!
Para ser sincera, hacía bastante que no publicaba nada nuevo, pero era sólo porque este fic se estaba cocinando a fuego lento. Me encanta la idea de este fic (con perdón por el orgullo) y me ha encantado escribirlo, así que espero que todo el que lo lea le guste esta historia tanto como a mí. Tengo varios capítulos hechos, así que iré subiendo con regularidad.
Mejor me dejo de tanta introducción y los dejo con el primer capítulo de Pieces, que es más bien una mezcla de prólogo y primer capítulo. ¡Espero que lo disfruten!
Disclaimer: todo lo que reconozcan es de Kubo Tite; sólo el fic es mío.
Pieces
Si quieres controlar mi poder antes de que nos volvamos a ver, ten cuidado de no morir.
Abarai Renji
A pesar de que había desventajas y ventajas obvias en su puesto, lo que Renji más odiaba sobre ser teniente era todo el trabajo que tenía que hacer los días de reunión de tenientes. Mucho papeleo, mucha revisión de Escuadrón; demasiada para su propio gusto. A veces se preguntaba cómo se las arreglaría Yachiru para hacerlo, siendo tan pequeña, aunque ése no era su problema.
Dejó de lado la pluma con la que escribía, dejó a secar el pergamino y ordenó mejor el resto del papeleo que iba a llevar ese día a la reunión. Suspiró con cansancio y pensó que debería haber hecho todo eso el día anterior y no media hora antes de la reunión.
Se puso en pie, tomó el pergamino recién escrito y lo puso con el resto del papeleo. Envolvió la parte superior de su brazo con la insignia de teniente, aseguró a Zabimaru a su cadera, se ajustó la banda blanca a la frente y, tras dudarlo un instante, se la quitó nuevamente. Miró sin ver la cinta en sus manos; la había comenzado a usar poco antes de ser teniente en el Sexto Escuadrón.
El blanco era el color de la pureza, la vida y la eternidad. Le parecía el color más adecuado para llevar, siendo un shinigami. Simbolizaría el intento de los dioses de la muerte por preservar las vidas de los humanos y la eterna vida que llevarían.
De pronto ya no le parecía un color tan adecuado. Era teniente desde hacía unos tres años, pero sentía que su nombramiento había sucedido millones de años atrás. ¿Cuántas cosas habían pasado desde entonces? ¿Cuántas veces le abrieron los ojos, lo golpearon y lo hicieron madurar?
Cerró el puño en torno a la cinta blanca y luego la tiró al suelo. Ya no quería usarla. El blanco era el color de su vida pasada, de su inmadurez. Rebuscó entre sus cosas y encontró una banda muy parecida, color negra, que había encontrado en el laboratorio de Szayel Aporro en Hueco Mundo, y se la anudó a la cabeza.
No sabía cómo se veía, pero se sintió mejor consigo mismo, como cuando apartó de las manos de Hinamori-kun las tijeras con las que pretendía cortarle el cabello meses atrás porque ya estaba muy largo.
Salió de su oficina con paso presto, temiendo estar retrasado. Comenzó a caminar con rapidez, pero tratando de admirar los reparos finalmente terminados del Seiretei.
Luego de la guerra de invierno, los desperfectos en la Sociedad de Almas eran numerosos. Durante esos dieciséis meses los shinigamis habían tenido mucho trabajo, repartidos entre la reconstrucción e intentando cubrir las bajas.
Pero ya estaban recuperados, o en el proceso. Los edificios ya habían sido reconstruidos del todo y la Cámara de los 46, restaurada. Los Capitanes anteriores a los desertores habían sido restituidos, a pesar de su condición de Vizard, y una copiosa cantidad de estudiantes de la Academia había egresado, de modo que los Escuadrones se habían rellenado.
Renji se alegraba mucho de todas estas mejoras, porque significaban que estaban saliendo adelante.
Sin embargo, tres días atrás hubo una reunión de Capitanes no programada y, desde entonces, notaba algo raro en los altos mandos. Andaban atareados y visiblemente preocupados. Una reunión de Capitanes de urgencia y semejante inquietud no podían significar nada bueno. Sabía que preguntarle al Capitán Kuchiki sería en vano, pero tampoco podía preguntar qué pasaba a cualquier otro Capitán. Al menos, se consolaba pensando que, de ser algo realmente importante, se hubiera enterado ya.
Finalmente llegó al Cuarto Escuadrón, donde ese mes se celebraría la reunión de tenientes. Iba a entrar cuando una voz lo llamó.
— ¡Renji!
El interpelado se volteó y descubrió a Rukia corriendo hacia él, agitando una mano para que la viera.
—Oi —saludó el pelirrojo a su nakama. Luego se fijó mejor en ella y se sorprendió—. ¡¿Qué le ha pasado a tu pelo?!
—Idiota, ahora lo llevo corto —respondió molesta, dándole un golpe en el brazo en el que llevaba la insignia—. Como Nii-sama me ha dado los guantes de los Kuchiki, pensé que era una buena idea cambiar mi peinado.
Renji la miró sin entender y ella se exasperó.
—Es por la misma razón por la que ahora llevas una banda negra, y no blanca —aclaró con impaciencia, y entró en el Escuadrón de la sanación.
Él se quedó boquiabierto y la siguió al interior del cuartel, decidiendo perdonarle su malhumor por ser ésa la primera reunión a la que ella asistía siendo teniente.
— ¿Estás nerviosa? —preguntó una vez se puso a su altura.
Rukia hizo una mueca y se toqueteó la insignia.
—Un poco —confesó—. Espero estar a la altura.
—Por supuesto que lo estás —declaró Renji—. Debieron haberte dado el puesto hace mucho.
Por supuesto, él sabía que su amiga también se refería a no poder ser tan buena teniente como su predecesor lo había sido, pero nunca sabía qué decirle con respecto a ese tema. Llegaron a la sala que les habían indicado y entraron.
En el centro había una mesa sobre la que Kira Izuru estaba tirado zaparrastrosamente, evidentemente con resaca. Kurotsuchi Nemu e Ise Nanao, correctas, serias y puntuales como siempre, estaban sentadas en un par de sillas enfrentadas con la espalda derecha. Yachiru dibujaba las paredes, ignorando los regaños perezosos de Omaeda.
También estaban Isane y Sasabike, pero el resto no había llegado.
Por supuesto, ésa no era la imagen poderosa que cualquiera esperaría de los tenientes del Gotei 13.
—Oh, Kuchiki —dijo Isane, parándose al verla. Le sonrió amablemente, aunque en realidad sólo hacía que Rukia se sintiera más diminuta debido a la gran altura de la otra mujer—. Qué bueno que ya hayas llegado.
—Gracias, teniente Kotetsu —respondió Rukia con formalidad.
—Todavía falta que lleguen Rangiku-san, Hinamori-kun, Iba-san y Hisagi-san —informó la alta shinigami—. Hay que esperarlos, no podemos empezar la reunión si no estamos todos.
—Hai —dijo Renji, acostumbrado a esto, y fue a sentarse junto a Rukia.
— ¿Tardarán mucho? —preguntó la Kuchiki.
—Por la cara de Kira, seguramente ayer se emborrachó con Rangiku-san y Hisagi-san, y quizá también con Iba-san —Renji le echó un vistazo al demacrado rostro de su nakama y suspiró—. Probablemente no tarden mucho en llegar.
Efectivamente, terminó de decir eso cuando un cansado Iba-san entraba por la puerta, gruñendo un buenos días y derrumbándose en la silla que le correspondía.
— ¡Lamento la demora! —Hinamori acababa de llegar detrás de Iba-san, apurada—. Lo siento mucho, es que me quedé dormida.
—No pasa nada —la tranquilizó Isane con una sonrisa.
—Pero asegúrate de ser más puntual la próxima vez —replicó Nanao con su habitual seriedad.
—Eso es —asintió Omaeda mientras roía una de las galletas que siempre traía—. No es justo que unos lleguen temprano y tengan que esperar a los rezagados —se quejó.
Renji puso los ojos en blanco pero no le dijo nada, dejando que Yachiru le robara las galletas en un momento de distracción. Minutos después llegaron los tenientes del Séptimo y Noveno Escuadrón, con la misma cara de sufrimiento que Kira.
—Me pregunto dónde estará Rangiku-san —dijo Hinamori para sí misma—. Hitsugaya-kun se molestará mucho cuando se entere.
Renji suspiró y miró a Rukia, que acababa de terminar de hablar con Nanao.
—Por eso te dije que estas reuniones son aburridas —dijo—. Nadie llega a tiempo, la reunión se retrasa y luego no pasa nada interesante.
—De todos modos, hay que hacerlo —replicó Rukia.
Poco después llegó Rangiku, disculpándose por el retraso, y la reunión dio comienzo. Se pasaron la mayoría del tiempo discutiendo un problema administrativo del Rukongai y dedicaron el resto a balancear la cantidad de muertes en el mundo de los vivos.
—Muy bien —asintió Isane, poniéndose en pie—. ¿Alguien tiene algo que quiera discutir con el resto? —Nadie dijo nada—. Entonces, doy por finalizada la reunión de hoy...
—Espera, Isane —dijo una tranquila voz de mujer, paralizando a todos los tenientes y haciendo que todos giraran la cabeza hacia la puerta, con graciosa sincronización. Se pusieron en pie enseguida al ver a la Capitana Unohana con una mirada triste y seria.
— ¡Capitana! —exclamó Isane, sorprendida.
— ¿Ha sucedido algo malo? —preguntó de inmediato Iba.
Unohana no respondió, sino que se hizo a un lado para dejar pasar a otra persona.
—Yoruichi-san... —dijo Rukia, atónita—. ¿Qué pasa? ¿Es algo sobre Karakura?
Renji detectó la preocupación en el semblante de su amiga, pero él no estaba menos sorprendido. Tenía un mal presentimiento. Que Shihōin Yoruichi estuviera en la Sociedad de Almas sin estar de incógnito sólo podía significar que traía noticias importantes del mundo de los vivos.
—Hemos venido a traerles una triste noticia —dijo Unohana con serenidad, pero obviamente apenada.
Los tenientes las miraron con impaciencia, pues ninguna hablaba. Yoruichi cerró los ojos, inhaló profundamente y, cuando volvió a mirarlos, lo hizo con una gran seriedad.
—Kurosaki Ichigo ha muerto por causas desconocidas hace tres días —anunció con todo el aplomo que fue capaz de reunir.
Las rodillas de Abarai Renji se aflojaron. De pronto, su cuerpo parecía demasiado pesado como para ser sostenido, como si la noticia que acababa de oír fuera una gran roca agregada a su espalda.
Intentó respirar, lo intentó con todas sus fuerzas, pero todo el aire del universo era insuficiente. Su vista se nubló momentáneamente, incapaz de enfocarse en un solo punto. Finalmente sus rodillas cedieron y se encontró de pronto sentado en la silla que antes ocupaba.
Apenas era consciente de los gritos de exclamación, del "¡No puede ser!", del "¡Ni siquiera Ken-chan fue capaz de derrotarlo!" y de los múltiples "¿Cómo?" y "¿Por qué?" tras los primeros segundos de conmoción. Renji sólo podía pensar en la primera vez que combatió contra Ichigo y Kuchiki Byakuya lo dejó moribundo en el mundo de los vivos; lo había dado por muerto, pero él había vuelto.
Había vuelto. Había vuelto y los derrotó a todos y luego se convirtió en su más poderoso aliado y los salvó de Aizen. ¿Y ahora estaba muerto, por causas desconocidas?
No puede ser, pensó con aturdimiento. No podemos estar hablando de la misma persona. El Kurosaki Ichigo que yo conozco les patea el trasero a todos sin importar quién; no, no estamos hablando de la misma persona.
Un pensamiento súbito surgido de la nada lo hizo voltear hacia Rukia que, pálida y desencajada, se aferraba a los bordes de la mesa.
—No pensarás que es verdad —brotó de su garganta sin que se diera cuenta.
Ella lo miró con ojos desenfocados y el resto se quedó callado al escucharlo.
— ¿A qué te refieres? —lo interpeló Yoruichi.
—A que no puede ser verdad —dijo con una sonrisa descreída, débil—. No puedes referirte al Ichigo que yo conozco.
—Kurosaki Ichigo, diecisiete años, color de pelo naranja, color de ojos café, ex shinigami sustituto, actualmente estudiante sin poderes espirituales —dijo con firmeza la Capitana Unohana—. Si te refieres a un Kurosaki Ichigo con otras características, estarás feliz de saber que Yoruichi-san ha venido a informarnos de que el hombre del que nosotras hablamos está muerto desde hace tres días.
—Estás mintiendo —dijo precipitadamente, sin pensarlo. Lo que decían era inaceptable.
—Renji, no lo hagas más difícil —sonó la inesperada voz de Rukia, con un tono inidentificable—. Es obvio que, tras quedarse sin poderes, no podría ver el ataque de Hollows... —La voz de Rukia se ahogó, incapaz de terminar esa frase.
—La opción de un ataque de Hollows ha sido descartada parcialmente, Kuchiki-san —dijo Unohana.
— ¿Por qué? —preguntó Kira.
El rostro de Yoruichi se ensombreció al responder:
—Porque aún no hemos encontrado su alma.
Y éste ha sido el primer capítulo. Como dije, es una mezcla de un prólogo, por toda la introducción previa, y un primer capítulo.
Con respecto a la longitud, todos los capítulos del fic serán más o menos así de largos (o cortos) y cada uno será narrado desde el punto de vista de un personaje diferente, aunque se irán repitiendo. Generalmente escribo de otra manera, con capítulos más extensos y en tercera persona, abarcando varios personajes, pero he decidido probar esta nueva forma. Me gusta más cómo ha quedado así que como siempre hago los fics, al menos para esta historia en particular.
¡Ah, algo más! Cada capítulo tendrá una frase al principio, como ésta. Las frases no siempre son dichas por los POV de cada capítulo (ejemplo, este es de Renji y la frase es de Hollow Ichigo), pero las frases son pistas sobre la misteriosa muerte de Ichigo, aunque obviamente falta el factor conector.
Creo que no hay mucho más que decir, sólo que espero que el inicio del fic les haya gustado y que todo review se agradece, claro.
Un beso, Keiian.
