Realmente no sé qué demonios es esto, se me ocurrio un día que sacaba a pasear a mi perro, ni idea de su duración o hacía dónde va pero se que es algo poco común con un toque de clichés, denle una oportunidad ok.


En esta vida solo estamos de visitantes, somos nómadas como el viento, un día estarás y al otro no. Venimos a sufrir, a recorrer un misterioso camino, ha enamorarnos y a encontrar esa pieza faltante dentro de nosotros.

Un parque es aquel lugar donde lo imposible se vuelve posibilidad y lo inesperado sucede; yo creo en la magia de este sitio, llámenme un romántico pero creo en esos cuentos de hadas o de las típicas películas de Hollywood, uno puede encontrar al amor de su vida sentando en alguna banca olvidada del parque. Yo tengo la fe diría de algún día encontrar a esa persona que sea mi pieza de rompecabezas faltante.

Mi rutina diaria era ir a correr, sí, el Central Park el mejor sitio para desahogar toda presión, descubrir cosas nuevas y sorprenderse de las maravillas a mí alrededor. Correr para mí era deshacerme de todo miedo o frustración, simplemente es impulsarte hacía adelante, el mundo girando a tu alrededor y parecer que nadie ni nada puede detenerte o alcanzarte; la música llenando tus oídos de melodías, con cada nota descifrar la vida de aquellos que observo a mi paso; amigos riendo parejas besándose; señoras mayores alimentando a las aves señores leyendo el periódico revisando las noticias actuales; personas dando un paseo deportistas corriendo junto con sus mascotas o esa gente tan perdida en el avanzar del tiempo que no se detienen y contemplan un poco de la majestuosidad de la ciudad de Nuevo York.

Mi vida giraba en torno a mi trabajo, ser artista siempre había sido mi sueño aunque este provocara una ruptura permanente en la relación con mis padres, yo era feliz y era lo único que importaba; me gustaba pintar desde niño desarrolle una increíble habilidad para plasmar sentimientos en diferentes lienzos así que cuando tuve la oportunidad de tener una beca completa en la NYU en la facultad de artes no lo pensé dos veces, compré un boleto de avión, hice mis maletas, vi por última vez a mis padres y no miré hacía tras.

Cada que salía a correr, fuera en la mañana o en la noche, las cortas imágenes que guardaba en mi cabeza por la velocidad que iba me servían de inspiración pero el recuerdo de esa mañana soleada por eternidades vivirá tatuado en mi mente, él me robo el aliento, su inmaculada piel de porcelana, su ropa tan espectacular como modelo francés, un cabello tan estilizado que pareciera imposible que este bello ser fuera humano y sus ojos, esos perfectos óvalos de diferentes tonalidades, a mi perspectiva inicial eran azules sin embargo me fui acercando y se volvieron verdes luego el rayo de sol rozo su rostro y ahora eran grises, era un ángel, sí, era.

Mientras me acercaba a toda velocidad al sitio donde se encontraba noté que toda su atención estaba puesta al libro sujetado en sus manos, el titulo "El Dador", uno de mis libros favoritos de adolescente; veía como meticulosamente pasaba sus hermosos iris palabra por palabra y cuando pasé frente a él levanto su rostro del objeto, me miro fijamente y me regalo una sincera sonrisa; no podía creerlo la felicidad no cabía dentro mío, ese ser, el ángel que recién encontré me obsequio una imagen inolvidable.

Fue imprescindible, la inspiración después de esa escena llegó a mí a tal velocidad que no podía creerlo. Fui directo hasta mi estudio, tomé entre mis manos el primer pincel que tuve a mi alcance, un poco de pintura, trazos diestros sobre el lienzo marcaba, era él, piel de porcelana, labios con un toque rosado y rojizo, cabello castaño, esas pupilas que podían detener el mundo, solo necesitaba parpadear y el cielo se arrodillaría ante él. Termine su forma completa en el cuadro pero sentía algo extraño, como si faltara, no entendía ni mis propias ideas hasta que la realidad me golpeo, alas, cierto, ese bello joven su única comparación puede ser un ser caído del cielo, bueno, al menos esa era la perspectiva.

Era la envidia de todo el departamento de arte, todos querían conocer al modelo del cuadro, los profesores estaban extasiados con la obra, me decían el nuevo da Vinci por la técnica de oleo utilizada, en el momento de la creación no preste atención a nada más que plasmar a ese hermoso ser. Yo también quería conocerlo, no me bastaba con la fotografía mental guardada, parecía una necesidad, debía conocerlo, era mi obsesión pero tenía que enfrentar los hechos, un joven tan perfecto no podría estar solo, mínimo un novio y el mayor temor, un marido. No, detuve las prontas conclusiones, debía acercarme y conocerlo

Y así fui todas las mañanas desde ese día, andaba a toda velocidad por el parque entero hasta que me topaba de nuevo con mi ángel, siempre en la perfección, sentado con una gracia incomparable leyendo, cada tres días cambiaba de título, parecía inaudito, los libros que devoraba eran los mismos que yo amaba. Cazador de tatuajes, en el nombre de Cuautla, desde mi cielo, rabia, la saga de los juegos del hambre, el umbral de la noche, Harry Potter y el prisionero de Azkaban, me fascinaba como su completa perspectiva giraba en el libro y cuando pasaba frente a él me miraba directamente a los ojos desnudando mi alma y me dedicaba una sonrisa.

Recordaba su ropa del día, el libro que leía en ese momento, terminada el ejercicio del parque e iba directo al estudio a plasmar una nueva obra, nunca antes nadie me había dado tanta inspiración con tan solo una sencilla sonrisa pero era su mirada, sí, tan profunda, pareciera que de tan azules sus ojos no pudiera guardar ni un solo secreto, sin embargo aún con su boca sonriente lo podía observar, su rostro guardaba tristeza, un oscuro secreto si ponías atención, si por mi fuera lo sujetaría entre mis brazos hasta que todo el dolor desapareciera de su existencia pero mi cobardía me impedía acercarme a él.

Tenía ganas de hablarle, juntarme a él, debía, no, necesitaba conocerlo, saber su nombre todo sobre él. No sé como sucedió, la fecha exacta un jueves 4 de marzo, una capa ligera de nieve cubría la superficie y ahí estabas tal cual un ángel, en tus manos sujetabas la obra de rayuela, impactado por tu selección, mi decisión aumento por conocerte; me acerque lentamente y como perpetuamente levantaste tu mirada ahora de un azul tan claro, veía el océano en tu mirada y sonreíste. Me senté a tu lado y antes de pronunciar algo tu armoniosa voz toco mi corazón.


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