Un edificio a unas cuantas cuadras de distancia de las oficinas generales de la Organización de las Naciones Unidas, bellamente amueblado con solo lo indispensable para el uso por la cual se había diseñado en primer lugar

— Hmmm — repuso el psicólogo, mirando atentamente su reloj, en si era ya tarde, según sus informes la cita tendría que haber empezado hacia exactamente doce minutos, no es que él fuera el típico trastornado controlador del sus horarios, pero si debía pensar también en sus demás pacientes, quizás por esta vez le pasaría la demora, pero para la siguiente ocasión que se diera un caso idéntico, con toda la pena del mundo, tendría que negarle la consulta

— Siento la demora — dijo una fuerte voz entrando al recinto

— Sea bienvenido — repuso el doctor, mirando, al fuerte joven alemán, que vestia un traje formal, que lucía simplemente impecable, lo mismo que su pelo y la camina, todo en su persona era una perfecta maquinaria germánica bien calibrada — por favor tome asiento — dijo el doctor señalando el sillón

Danke— repuso el alemán

En realidad era extrañamente fascinante lo que tenía que ver con esta nueva dirección que tomaba su carrera como psicoanalista certificado,

El rubio miro indiferente la habitación, era inaudito él en una visita a un psicólogo, era algo inaudito, quizás su hermano, o los italianos y algunos otros que conocía, pero él, el no estaba loco, mejor dicho no tenía tiempo para estar loco, después de todo, tenía una casa que dirigir y mantener, y la locura tomaba demasiado tiempo

Por favor, deje de pensar que usted está loco, el hecho que haya venido aquí, no significa que usted está loco, solamente que significa que usted tiene un problema, que sus superiores, me pidieron amablemente que ayudara a tratar — repuso el doctor acomodándose las gafas

El alemán se le quedo mirando, que ese hombre sabía leer la mente o que

No leo la mente, simplemente que estoy acostumbrado ah que siempre en la primera visita, las personas , asuman que solamente por el hecho de haberlos mandado aquí, ya se les considera un paciente mental — exclamo tranquilamente — ahora recuéstese y cuénteme sobre su vida, joven Alemania — dijo el doctor mientras se preparaba para tomar nota

Ser un psicoanalista de naciones, no era la vocación, que el mismo hubiera imaginado realizar profesionalmente, no después de haberse graduado, de la universidad de Oxford, y realizar un postgrado en la universidad de Paris, y algunos cuantos cursos de actualización en la universidad de Viena, y unas prácticas de casi dos años en la venerable universidad de Salamanca en España más un doctorad en la universidad de Moscú, solamente había sucedido, por asares del destino

Había publicado hace unos meses un estudio, donde determinaba, que hechos aislados, del pasado de cualquier ser, alteraban su comportamiento en acciones futuras, lo que significaba que posiblemente afectarían su desempeño laboral, de una u otra manera, dependiendo de la situación, el beneficio podría ser alto nulo o contra producente

Nunca se imagino, que la publicación de ese artículo, le ganaría una cita en el consejo general de las naciones unidas, donde simplemente se limitaron ah informarle, que se encargaría de una clientela sumamente elitista

No sin antes ser categóricamente amenazado sobre lo delicado de las situaciones de cada consulta, todo lo que se dijera en ese edificio se quedaba en ese edificio o para ser precisos su consultorio, cada gobierno había firmado lo que se había llegado a conocer como el acta quinientos setenta y ocho mil doscientos cuarenta y cuatro, sobre lo delicado de las situación y simplemente lo había catalogado como secreto de máxima seguridad a nivel global

Veamos ya me contó lo que podía recordad de su infancia — reviso sus apuntes en realidad era poco, era como si Alemania hubiera olvidado grandes momentos de su propia vida — se que como nación, usted ha vivido mucho más que yo, pero recuerda algo mas en esos momentos de su "niñez", por ejemplo ¿algún hermano desaparecido? ¿algún pariente que nunca más volvió a ver? — el alemán simplemente permaneció mudo ante las preguntas — recuerde que usted no puede tener muchos secretos de su vida pública, para mi joven Alemania — enfatizo intentado atacar desde otro ángulo el dilema de la mudes de su paciente — le recuerdo, que su vida está escrita en tinta, me bastaría simplemente hacer esto — dijo el doctor, sacando un tomo de su biblioteca, que simplemente decía historia alemana de la edad moderna a la actual — y estudiarlo más detenidamente sin su consentimiento así que por favor continué —

El alemán, era un caso difícil, contestaba todo sin replicar, pero al mismo tiempo, no dejaba ver dentro de su alma, era como si su alma y su mente estuvieran separadas, por un muro, el psicólogo sonrió para sí, quizás el muro de Berlín a un seguía ahí para variar,

— Ese joven Veneciano, hábleme más de el – repuso el doctor, mirando con agrado que el alemán, se cohibía ante la sola mención del nombre de ese chico — por lo que tengo entendido es el representante de la región norteña de Italia, y si mal no recuerdo mis clases de historia, estuvo sometido bastante tiempo, al poder germánico, no es así — interpuso el doctor, logrando que el alemán, lo mirara con una cara, que en si decía mucho más de lo que aparentaba

Veinte minutos después

Entonces admite que siente celos — repuso el doctor, mirando tranquilamente al alemán, mientras terminaba de romper la última de sus macetas, nunca imagino que ese tranquilo y disciplinado hombre, estallara de esa forma, pero bueno, no eran clientes normales — joven Alemania, le recuerdo, que él está muerto, por decirlo de alguna manera – explico el doctor — además la relación que el joven veneciano y el tuvieran en algún momento de la historia, es cosa del pasado, si me permite recordárselo, por otro lado — reafirmo, logrando que el alemán, se volviera violentamente hacia el — si él estuviera vivo ¿usted estaría aquí? – pregunto el doctor, mientras simplemente se ponía de pie

El europeo, se lo quedo mirando, con una cara que hubiera espantado, a cualquier otro, menos a alguien tan preparado para enfrentar ese tipo de agresiones, en lugar de eso el doctor estaba sumamente fascinado, ante su nuevo reto, estudiar la mente de una nación, era algo nuevo y estimulante, obteniendo acciones, imprevisibles para todos, pero al mismo tiempo, estaba consciente, que su forma de actuar había sido peligrosa, tenía que saber con quienes podía actuar de esa forma, y en qué momento actuar de esa forma

Si me disculpa su sección termino — dijo mirando su reloj de bolsillo — lo espero la próxima semana, a la misma hora – repuso el doctor abriendo la puerta

El alemán simplemente asintió, saliendo del despacho, completamente encabronado, quien era ese charlatán, para decirle esas cosas sobre su persona y su pasado y mas a un sobre sus relaciones personales, el no sabía nada, nada, NADA

Oh al menos eso pensó antes que la puerta se volviera abrir tras de el — Y le recuerdo, si llega tarde para su próxima sección, me veré en la molestia de negarle el tratamiento, además de que le informare a sus superiores su impuntualidad, si me dispensa que tenga una bonita mañana — replico el doctor cerrando la puerta, dejando a un alemán, al borde de la histeria, claro que regresaría y le restregaría en su cara, que él no estaba celoso

Una hora y quince minutos después

— ¿Usted tiene miedo no es así? — Pregunto el doctor alegando el arma de su rostro – lo veo en sus ojos — un miedo irracional ¿Ah que le tiene miedo, joven suiza? – repuso el doctor mirando a la nación directamente a los ojos, ni si quiera el rifle de asalto apuntado a su cien le parecía incomodar — es quizás el hecho que durante gran parte de su vida, usted por así decirlo, tuvo que vivir por la caridad de los demás — dijo el hombre, sabiendo que quizás había picado demasiado hondo en la herida, pero bueno, el suizo se lo había buscado, con su actitud, y en algunos casos, atacar de un golpe seco, resultaba en el derrumbe del paciente

— Yo no le tengo miedo a nada — gruño el suizo dejando su rifle a un lado del sillón — ah nada —

— ¿Entonces no le tiene miedo? — no sé ¿A la inflación? ¿El déficit presupuestario? ¿A la desintegración de su bienestar y patrimonio? – repuso el doctor tranquilamente

— No — gruño el rubio

— Quizás a la soledad — dijo secamente mientras se acombada sus lentes

Logrando que el suizo, simplemente se le quebrara la voz, el psicologo sonrió quizás, había encontrado, el eslabón débil en la cadena de auto confianza de la nación helvética