Lo prometido es deuda y aquí tienen la secuela de Reencuentro Inesperado. Vamos a explorar cómo se da una reconciliación después de un rompimiento que cortó de tajo un montón de sueños que ahora pugnan por ser retomados y cumplidos. Será una jornada intensa, divertida y romántica que espero les guste. Veamos de cerca la reconciliación de una pareja cuyo amor es épico y encontremos las respuestas a las dudas que nos haya dejado Reencuentro Inesperado. Espero les guste tanto esta continuación, como sucedió con la primera parte. Les prometo que este es un feliz viaje hacia un feliz final.

CASTLE ES PROPIEDAD DE ABC STUDIOS Y DE A. MARLOWE.


DESPUÉS DEL REGRESO

Te extraño

Dios mío. ¿Quién eres tú y que has hecho con mi novia?

Qué tonto eres, Castle.

Oye, no. Ahora no me vas a decir que no te desconoces.

No. Me reconozco perfectamente. No sé de qué hablas.

Me has dicho que me extrañas.

¿Y…? Eso no tiene nada de raro. No estás aquí conmigo, así que te extraño…mucho.

Lo raro no es eso, sino que lo admitas así, como si nada. Además del inusual hecho de que…

¿De que qué?

De que no hace ni 24 horas que nos vimos y… poco menos de media hora de que hablamos por teléfono. ¿Acaso fuiste abducida y estoy hablando con el resultado de esa abducción?

Pero lo simple no se te quita con los años, Richard Castle. Eso me pasa a mí por estar diciéndote que te echo de menos a través de whatsapp a las casi 2am. A ver si lo vuelvo a hacer.

Lo de las 2am no es culpa mía, sino del jet lag que no nos deja dormir. Lo del mensaje instantáneo es porque tú quieres; yo no tendría ningún inconveniente en haber extendido nuestra conversación por teléfono; y, por último…yo creo que sí lo vas a volver a hacer, a menos de que…

Otra vez, ¿de que qué, Castle…?

Rick, respóndeme; sí volveré a decirte que te extraño por este medio y a estas horas ¿a menos de que qué…?

De que no tengas que extrañarme…porque esté contigo.

Ah… ya entiendo. Entonces ¿tú qué opinas? ¿Se repetirá con mucha frecuencia lo de hoy, Castle? ¿O es que no será necesario?

Se repetirá tanto o tan poco como tú quieras, Kate. Todo depende de ti.

No. No es así y lo sabes.

Sí. Sí es así.

No.

¿Por qué no?

Porque esto es de dos, Rick. Hay muchas decisiones qué tomar, muchos asuntos qué discutir ahora que estamos de vuelta en casa, pero debemos hacerlo los dos; de eso se trata una relación ¿o no?

Sí, Kate, de eso se trata. Quizá lo hemos aprendido de la forma más dura, pero lo cierto es que también es la más efectiva.

Las dos semanas pasadas en Barcelona fueron una bendición. Una evasión, un reencuentro, un escape…pero llegó el momento de romper la burbuja y enfrentar la realidad ¿cierto?

Cierto.

Pero lo haremos juntos… Todo, lo que sea, lo que haya que enfrentar, pero juntos, ¿verdad Rick?

¿Lo dudas? ¿Tienes miedo?

Kate… Dime. ¿Qué pasa? ¿A qué le tienes miedo?

A perderte otra vez. A que el tiempo que ha pasado, los cambios en tu vida, lo que tenemos que enfrentar al volver a estar juntos, sean más fuertes y… No quiero perderte, Rick.

Oh, Kate. ¿Por qué no me habías dicho que esos pensamientos te están atormentando?

Por lo que ya te dije. No te enojes. No te he ocultado nada, en serio. No ha sido hasta que he pasado la tarde aquí sola, en mi casa, sin ti, que me he percatado de lo asustada que estoy ahora que hemos vuelto a Nueva York.

Y ¿por qué no me lo has dicho por teléfono? Habría ido a tu casa para hablarlo. Puedo ir ahora mismo.

No, Rick, no. Es tu primera noche en el loft luego de tu extenso tour por Europa y Alexis debe querer tenerte para ella tanto como le sea posible. Disfrútala y deja que te disfrute. Y…si lo estamos hablando por aquí es porque, de alguna manera, es más fácil confesarte de este modo cómo me siento. Debe ser la ansiedad de la separación; la verdad es que…luego de casi dos años de no tenerte, y de añorarte como condenada, los 15 días en Barcelona, pasando cada minuto a tu lado, fueron como tocar el cielo y…

¿Y…?

Y separarme de ti otra vez me produce…angustia, incertidumbre, Rick. Es estúpido, lo sé. Y lo lamento. Es tan irracional.

No, Kate, no es estúpido. Sólo es humano.

Te amo tanto. Te extraño. Me haces falta. No quiero volver a perderte nunca. Sólo necesito…

Dime qué es lo que necesitas y lo hacemos, Kate. Todo, lo que sea con tal de que te sientas bien, segura.

Sólo necesito la certeza de que no fue un sueño que se va a desvanecer ahora que estamos de vuelta en nuestra vida cotidiana; que eres real; que estás conmigo y no vas a irte; que ya quedaron atrás esos meses interminables de estar sola, pensándote, echándote de menos, queriendo salir a buscarte para rogarte que volvieras a mí. Sólo necesito la certeza de que, aunque no te tenga la mayor parte del día conmigo, estás de vuelta en mi vida y, esta vez de forma definitiva, Rick.

Te amo, Kate. Sé que lo sabes, pero lo que no creo que tengas claro aún es cuánto. Y no estoy seguro de qué es lo que voy a tener que hacer ni cómo voy a hacerlo, pero te lo voy a demostrar. Te prometo que no voy a estar tranquilo hasta que desaparezca el último de tus miedos. Y pienso empezar ahora mismo.

¿Ahora mismo? ¿De qué hablas? ¿Qué vas a hacer, Castle?

Justo ahora, llamar a tu puerta… a menos que me ahorres ese paso, abriéndola sin necesidad de…

-¡Rick! –se cuelga de su cuello apenas abrir la puerta, hundiendo la cara entre su hombro y su cuello; aspirando profundamente la esencia tan propia de ese hombre que llena sus días, sus noches, sus pensamientos y sus sueños.

-Ey, hola otra vez –le rodea la cintura con los brazos, acariciándole la espalda con movimientos circulares suaves y tranquilizadores, plantándole luego un beso en la frente.

-Hola –lo mira de frente con ojos de adoración-. Me encantaría poder dejar hablar a mi lado más sensato para regañarte por estar aquí, en plena madrugada, en lugar de estar en tu casa, con tu hija pero… Pero mi sensatez está algo así como amordazada por el enorme alivio que siento al tenerte entre mis brazos.

Rick usa su mano derecha para acariciarle la cara con mucha ternura, dibujando patrones aleatorios sobre la mejilla sonrosada; trazando un camino entre el oído y la boca, para luego acunar la graciosa cabeza y conducirla directamente hacia sus labios. En el beso hay ternura, un poco de desesperación, y el preámbulo de mucho más para las horas que le restan a la madrugada. Se separan con desgano, cierra ella la puerta y lo lleva, de la mano, hasta el sillón de la sala.

-No hay razón para que te enfades –le asegura mientras se deja caer en el sillón y la jala junto con él hasta tenerla sentada sobre su regazo-; mi dulce y bella hija se ha ido a los Hamptons hoy por la tarde, después de pasar cinco horas de tiempo de calidad con su padre recién llegado de Europa.

-Vaya, Castle, parece que empiezas a perder tu toque –le da un beso fugaz en los labios a modo de consuelo-. Quién diría que hubo alguna época en la que tu pequeña niña sólo tenía ojos para ti…

-Eres cruel, detective. Pero quiero que sepas que no es que eso haya cambiado sino que –hace ademán de estar pensando alguna explicación que no encuentra-… que eso es lo que pasa por llegar sorpresivamente en un viernes por la tarde, cuando se supone que todos los chico de su edad suelen tener planes.

-Claro, claro, Castle –le sonríe indulgente y encantadoramente, acariciándole la mandíbula-; no ha sido sino una desafortunada casualidad. Que a mí me encanta, por cierto.

Rick la acerca más hasta que vuelve a tener su cabeza en su cuello y su mejilla en su hombro. Pero guarda silencio; un silencio cómodo, lleno de todo lo que se dice sin palabras y que ellos saben decir tan bien. La mirada de Rick se pasea de un lado a otro, observando, registrando cada detalle, cada cambio -por sutil que sea- de ese entorno en el que no ha estado desde hace más tiempo del que le gustaría. Han pasado eternidades desde la última vez que puso un pie en el departamento de Kate. Aunque llegaron de Barcelona la tarde anterior, se separaron en el aeropuerto –a regañadientes- y cada uno partió rumbo a su casa, prometiendo mantenerse en contacto tanto como fuera posible, así como verse al día siguiente. Aun les restan dos días antes de que ella deba volver a su trabajo y están más que dispuestos a aprovechar al máximo el tiempo que Rick pueda robarle a Alexis y a su madre.

Aparentemente no ha cambiado casi nada en la casa de la mujer con la que, hace menos de dos años, estuvo a punto de compartir su vida, su futuro, sus sueños. Todo parece seguir igual en ese lugar en el que vivió, con ella, experiencias entrañables cuyo recuerdo atesora. Por un momento, cuando se dirigía hacia ahí, pensó en que posiblemente se sentiría extraño al volver a pisar ese edificio al que, durante una dura y reciente etapa de su vida, evitó con toda la fuerza de voluntad de que era capaz. Pero ya estando ahí, con ella, envolviéndola en sus brazos y embriagándose con su fragancia, se da cuenta de que se siente cómodo, bienvenido, feliz de haber vuelto. Es tanta su dicha de estar junto a Kate otra vez, que no queda espacio para rencores, ni malos recuerdos, ni temores. Sabe que tiene que ser fuerte, optimista, valiente; porque es ella quien se ha confesado insegura, temerosa y, como siempre, él está dispuesto a ser su roca, su faro, su eje; está dispuesto a mover cielo, mar y tierra por brindarle todas las certezas que necesita y más, mucho más…todo. Siempre.

-Rick –la voz de Kate, suave, incitante, interrumpe el hilo de sus pensamientos-… Ya que Alexis no está en la ciudad… ¿Vas a quedarte aquí, conmigo?

Una esperanza dulce se evidencia a través de la pregunta casi tímida de la detective. Y Rick siente que el corazón se le derrite, una vez más, ante esta Kate tan distinta a aquélla que no hace mucho vio salir de su vida, llevándose su corazón con ella.

-Esas son mis pretensiones, a menos que tú dispongas otra cosa –le responde acercando los labios a su oído.

-¡No! No, no –le responde casi demasiado apresuradamente, enderezándose hasta poder verlo de frente-. Desde luego que no quiero otra cosa más que tenerte aquí, conmigo, el resto del tiempo que me queda antes de regresar a la 12ª. Es difícil pasar la noche sin ti después de…

-Lo sé –vuelve a acunarla en la protección de su abrazo-. Entiendo cómo te sientes porque me pasa lo mismo. Si con dos días bastarían para acostumbrarme a despertar a tu lado, imagínate lo que me cuesta renunciar a dormir en la misma cama contigo luego de dos semanas de tenerte para mí las veinticuatro horas. Es más que difícil…

Vuelve a hacerse el silencio. Hay demasiado flotando en la mente de los dos y los dos siguen sin dificultad la línea de pensamiento del otro. El regreso a la realidad tiene un sabor agridulce y no hay manera de ignorarlo. Su amor es más grande y sólido que nunca; fortalecido en la adversidad, el tiempo y la distancia; templado en el fuego amargo de una separación que parecía irreversible y en el ímpetu de un reencuentro que los tiene a ambos más conscientes que nunca del valor de lo perdido y recuperado. La sacudida emocional y moral causada por la ausencia cruel a la que se sometieron les ha dejado cicatrices muy profundas que, en algún punto, aún escuecen; y es tal la gratitud y el alivio por la oportunidad nueva que se brindan y les brinda la vida, que se vuelve abrumador e intimidante el camino que se les dibuja por delante. Es casi tan grande el miedo a equivocarse y volver a perderse, como la determinación férrea a no a hacerlo. La necesidad imperiosa que sienten uno por el otro es tan fuerte como si todo el anhelo acumulado durante su distanciamiento, estuviera haciendo crisis ahora que se tienen, impidiéndoles mantener la serenidad mínima indispensable para tomar las cosas con calma y empezar de cero.

Es Kate la que peor está lidiando con ese frente de la batalla. Porque ella fue quien rechazó, quien despreció, quien desperdició la oportunidad inminente de un –entonces- futuro que hoy ya debería ser su presente de ensueño; ese por el que ahora daría todo a cambio de recuperarlo con sólo la fuerza de sus deseos. Su parte menos racional la atormenta con anhelos fervientes de poder regresar al pasado y volver a ese momento en el que, sin dificultad ni demora, pudiera retomar su relación con Rick justo en ese punto donde ella lo echó todo a perder. Quiere desesperadamente vivir con él, dormir con él cada noche, trabajar con él cada día, tener un anillo en su dedo izquierdo y una boda en su porvenir cercano, varios libros más dedicados a ella e inspirados por ella…quiere todo eso; lo necesita, lo añora…Y le duele estar apenas en una línea de arranque, teniendo que obligarse a ser paciente, prudente, a fingir que no piensa justo en lo que no deja de pensar; obligándose a callar lo que se muere por pedir a gritos sin atreverse siquiera a ponerlo en palabras. El camino es largo, la disposición a esperar es corta, el miedo es mucho, pero su amor es más fuerte que todo lo que debe vencer. Lo tiene de regreso; la ama; está dispuesto a luchar por ella y a recobrar todo lo que aún les falta… Por ahora, con eso tiene que bastarle; pero sólo por ahora.

-Bueno, pero tenemos dos días más para estar juntos antes de que regrese a trabajar –rompe el silencio, murmurándole al oído con voz sensual-; y, no sé tú, pero yo no pienso desperdiciar ni un segundo.

-¿Alguna idea en particular que tenga para aprovechar lo que queda de nuestra primera noche de regreso en Nueva York, detective Beckett? –le pregunta en el mismo tono cargado de anticipación y deseo, mientras su mano se extiende por debajo del camisón y por encima de su piel cálida-. Yo soy materia dispuesta…

-¿Alguna? No; más bien tengo varias ideas para usar sabiamente nuestro tiempo juntos –lo provoca sobre sus labios.

Rick cruza el breve espacio que los separa y la besa, saboreando sus labios, mordiéndolos juguetonamente, invadiendo su boca sin pedir un permiso que, por otro lado, no se le niega. Dos pares de manos vagan libres, buscando abrirse camino a través de las capas de tela que de pronto estorban. Un sexy y familiar sonido emerge espontáneo de la garganta de Kate, y tiene un efecto más potente que cualquier súplica y más apremiante que cualquier orden. Rick no tarda ni una fracción de segundo en asimilar el mensaje, aun con las nieblas de la pasión invadiendo su cerebro; y su cuerpo reacciona, dispuesto a seguir las pautas y a conceder los deseos. Se levanta con Kate acunada entre sus brazos, avanza sin vacilación por la ruta -tantas veces recorrida- hacia la habitación. No dejan de besarse; llega a su destino más por instinto que por el uso de sus sentidos, pero al llegar a la cama, prácticamente choca contra el borde y caen ambos sobre el colchón con más prisa que gracia.

Pocos minutos bastan para despojarse de las prendas, encenderse cada centímetro de piel con caricias tan audaces como diestras, y encaminarse con vehemencia hacia el único lugar perfecto.

Continuará...


Nos leemos en capítulo 2. Gracias por leer y comentar. Un fuerte abrazo desde México,

Valeria.