Disclaimer -La chica es un personaje que acabo de crear, OC como algunos ya sabràn es Outside Character, Momiji tiene unos cuantos años màs y es un fic de él, no sean crueles y dejenlo ser XD (¿desde cuando defiendo a Momiji?) Es solo un OneShot, y pronto haré màs (tan pronto me deje la escuela)

Serenata, Eterno Idilio

Tomó su violín, y, procurando no ser descubierto, se dirigió hasta la casa de ella. Empuñando el instrumento, posando su corazón y sentimientos en el arco, pensó en la persona amada antes de soltar el primer acorde de la serenata que solo a ella dedicaría.

Nada. La nota inicial no trajo indicios de ella, por lo que, con gran delicadeza, comenzó a interpretar esa pieza que hiciera con todo el corazón.

Eterno Idilio. Lo que por ella siente, lo que por ella creó. Los sonidos que inundaron la noche con notas de amor apasionado y un poco de ternura captaron la atención de la joven, quien lentamente se acercara a la ventana.

-¿Eres tú? –preguntó ella.

-Seré quien sea que tú quieras –dijo así al terminar el acto musical-. Seré para ti el idilio, así como tú representas para mí la eternidad. Estoy a tu completa disposición.

Y postrando una rodilla al suelo, esperó la respuesta de la joven.

-Quiero que seas mi eternidad –dijo la joven tras el amargo silencio- que seas la luz que ilumina mi vida, ya que eres el agua que calma mi sed.

Se retiró de la ventana, y a los pocos instantes ya se hallaba frente al joven.

-Seré lo que pediste –y besando su mano, agregó- te entrego mi ser.

Tomando de nueva cuenta el arco y el violín, comenzó una pieza nueva. De tonalidades dulces, un poco sencillas pero sumamente significativas, el joven manifestó cada emoción que naciera de su pecho.

Cada una de las gotas de su sangre gritaba a morir por que le dijera a ella las palabras que sellarían ese pacto de amor recién creado, por que manifestara con palabras su amor, su devoción, su lealtad.

-Que hermoso –dijo así al terminar la música-. En mi vida había oído algo así.

-Es lo que siento por ti.

Se acercó lentamente a ella, y soltando con cuidado el instrumento que le diera el valor para expresarse ante ella, la tomó en brazos y depositó en sus labios un beso, con tanto amor, con tanta esperanza, con tanto deseo, que las palabras ya no fueron necesarias.

-Nos vemos mañana –dijo así el muchacho; la joven retrocedió hasta su casa, tocando aún sus labios, sintiendo aún la hermosa sensación que su joven amado le regalara- Que descanses.

-Nos vemos mañana, y gracias Momiji.

FIN