Capítulo 1: Máscaras.

-JaeJoong, fumar te hace daño… tienes que dejarlo-

Su voz sonó melodiosa, sus ojos se formaron como dos lunas, las características arrugas estaban presentes en su frente y en la comisura de sus labios risueños, su cabello alopécico se movía al compás del viento, y sus manos tan blancas como la nieve que caía sobre la ciudad en aquel día, se atrevieron a meter sus alargados dedos en el cabello oscuro de ese muchacho con apenas quince años de edad.

-Sé qué hace daño, pero si no lo he dejado antes está claro que no lo dejaré ahora-

El chico de tez pálida, ojos grandes y abismantes como el océano, de facciones sutiles y expresión fría, contestó con un tono de voz sombrío, mostrándose como un ser impenetrable.

-Dicen que los padres deben preocuparse por la salud de sus hijos… tú eres mi hijo, JaeJoong-

Ambos cruzaron miradas, por una parte una fría y profunda; y por otra, una tranquila y segura.

-No te preocupes por esas cosas, el hecho de que me hayas adoptado no te obliga a actuar de esa forma conmigo, no malgastes tu tiempo, no veo el día en el que realmente te considere como un verdadero padre, ¿Por qué no simplemente te enfocas en tu hijo biológico?-

El señor de edad revolvió los cabellos del menor, y continuando con su amplia sonrisa, le dedicó un par de ojos nostálgicos.

-JaeJoong… quien lo diría, ¿Tú preocupándote por otra persona?-

Luego de haber respondido serenamente, recargó su cabeza en el respaldo de aquella silla de madera y cerró los ojos, demostrando con esa acción que estaba preparándose para seguir hablando.

-No creo que lo entiendas, porque no eres un adulto, pero parece que realmente quieres saberlo. Él no necesita de mí para seguir adelante.-

El mayor se mantuvo igual, sin cambiar su posición ni un poco, siendo observado por JaeJoong quien le miraba extrañado, con sus pies cruzados sobre el piso de aquel balcón, y con un cigarrillo entre sus labios, escuchando con total atención.

-Mi hijo es perfecto-

Contrariado, frunció el ceño y se levantó de golpe, comenzando a exaltarse por cada palabra que el hombre frente a él soltaba.

-Ustedes que han sido abandonados como miserables dirían que no poseen nada, viviendo como mendigos, rodeados de pobreza y soportando la soledad; pero ustedes que son mis hijos por ley más no por sangre, tienen algo de lo que mi descendiente carece, la libertad-

El de cabellos azabaches sintió el cólera manifestarse en su garganta como un nudo, y en su estómago como un hueco.

-¿Eso es todo?-

Realizó aquella interrogativa al momento en que apretaba sus puños tan fuerte que los nudillos comenzaban a tornarse blancos.

-¿Libertad? ¿Eso es lo que necesitas para darle un verdadero padre a tu hijo? ¡Es absurdo! ¿Qué te cuesta sentarte a su lado y brindarle un abrazo? No hay mucha mecánica para eso… ¡Eres un idiota!-

JaeJoong se sorprendió al sentir unas ligeras lágrimas recorrer sobre su pálidas mejillas, demostrando con ellas la verdad de su corazón.

El hombre lo miró, de una forma tan enternecedora que de pronto todo el torbellino de emociones que se había alojado en su pecho, desaparecía poco a poco.

-Sí que eres un cabeza hueca-

Con una amortiguadora sonrisa plasmada en sus labios, se levantó del sofá y dio apenas un par de pasos para acercarse a su hijo adoptivo y envolverlo en un fraternal abrazo.

-Todo está bien JaeJoong, tu padre está aquí y nunca te dejará solo-

Aquellas palabras realmente lograron conmoverlo, y sin poder evitarlo, lloró, lloró como nunca, en los brazos de la persona que lo había salvado de la soledad y el dolor, su padre.

-Eres un mentiroso, viejo-

Susurró para sí mismo, mientras sentado tamborileaba sus dedos contra el escritorio de aquella extensa oficina decorada al estilo minimalista.

-Disculpa, la llamada se alargó más de lo debido-

Excusándose, un varón de alta estatura, cabellos castaños peinados en punta, nariz aguileña y labios estrechos, entró con un par de carpetas en su mano derecha, y en la izquierda una taza de café. Llevaba un traje oscuro, una corbata gris y un reloj de oro, notándose a primera vista su tan buena posición económica.

-Parece que ni siquiera tu trabajo lo puedes hacer bien, Jung YunHo-

De forma despectiva se dirigió hacia él.

-Tu café negro sin azúcar ¿Cierto?-

Ignorando sus afiladas palabras le colocó la taza y las carpetas junto a él, al momento que se acomodaba detrás de su escritorio.

-¿Recuerdas cosas tan triviales como esas?-

Una sonrisa burlona se escapó de sus labios. Dio un sorbo mirándole intensamente, expectante ante su pobre reacción gélida.

-Hay una gran fila detrás de ti, no puedes tomarte tu tiempo así que te sugiero que leas los documentos rápidamente, ahí se especifica la voluntad de Choi Taepyung, si tienes alguna duda, aquí estoy para resolverla-

El muchacho de ahora cabellos rubios sacó una cajetilla de cigarros del bolsillo de su chaqueta, tomó uno de ellos y lo encendió dando una bocanada al instante.

-¿No puedes explicarme tú? Me da mucha flojera tener que leer todo eso-

Dio otra calada, lanzó las carpetas lejos de él y subió los pies sobre lo escritorio. Se estaba mofando.

-JaeJoong, ambos sabemos que tú deseas salir de aquí tanto como yo, ¿Por qué te empeñas en que sea lo contrario?-

Sus rojos labios se fruncieron de repente, se levantó de un salto y dejó caer sus pesadas palmas contra el escritorio, y con el cigarrillo mallugado entre sus dientes, se acercó hasta el rostro del otro.

-Porque me encanta fastidiarte-

Entornó sus ojos y soltó el humo retenido. YunHo frunció el entrecejo y quiso alejarse de ese tentador ser, pero no se le fue permitido, porque en un movimiento lo tomó del cuello y aún con el tabaco estorbando, le mordió su labio inferior provocándole un sofocante dolor, mezclado con ese ardor que le había provocado el fuego del cilindrín.

Jung gruñó molesto.

-Ya que estas tan emocionado, ¿Por qué no recordamos viejos tiempos?-

Sin dar tiempo para que el más alto reaccionara, tiró su cigarrillo lejos y pegó un brinco para sentarse sobre el vidrio negro del escritorio.

-Sé que aún me deseas-

Dejó resbalar su trasero y con los pies colgando, los apoyó en el asiento donde se encontraba Jung. Con aires de superioridad, tomó su corbata y la enrolló en sus dedos, la aspiró como si fuera una flor y avanzó por el largo de ella sin dejar de mirarlo con malicia. Le estaba seduciendo, incitando a probar de nuevo su boca, sus besos, su alma.

Harto de tener que esperar a la decisión, no perdió más tiempo y lo jaloneo hacia él, sus labios rompieron el silencio del amor prohibido. JaeJoong luchó ferozmente por encontrar esa abertura entre la comisura, pero esos belfos herméticos y duros no le hicieron la tarea fácil.

-Mier…da-

Murmuró esa maldición por lo bajo.

Sus labios estaban poseídos por el deseo incontenible de besarle. Y lo hacían, se derretían sobre ellos, como mantequilla, como miel, tan dulces y empalagosos. Pero quería probar más y más, quería sentir su lengua, su saliva, la humedad que podían producir.

YunHo quería evitar esa situación sin sentir, la palabra "No" estaba marcada en su expresión fría, necesitaba evitar ser rozado de esa manera, evitar ser besado con esa lengua tan juguetona que bien conocía, evitar ser absorbido y fundirse con esa persona tan brillante.

Y ese beso poco candente se detuvo.

La mirada seductora de Kim penetró hondamente en los ojos de Jung.

Los recuerdos aturdidores no tardaron en vivir, los dos compartieron esa milésima de segundo llena de melancolía. No mencionaron ninguna palabra, no tuvieron que hacerlo, porque se sabían de memoria los pensamientos del otro.

Y la escena tan dramática se terminó con el suspiro del mayor.

-Para elegir al heredero definitivo de la fortuna de Choi Taepyung deberás vivir en el "Castillo de los sueño" durante doce meses, en donde se definirá quien es el más capacitado para tomar ese lugar, tengo que recordarte que firmaste un contrato donde se estableció ese tratado, así que supongo que no debe haber ni un solo problema-

Había comenzado a explicar sin importarle que tan próximos se encontraran aún, se mantenía estable y seguro, como si aquel forzado beso nunca hubiese existido.

Un hastiado JaeJoong bostezó cubriendo su boca, después estiró su pierna y comenzó a masajear con su pie la ingle de su acompañante.

-Puedes retirarte, mandaré personal por tus pertenencias a partir de mañana-

El hombre se alejó con rudeza y aflojó su corbata, estaba exhausto de ese estúpido juego.

-En otras palabras, lárgate de una maldita vez-

Le lanzó una mirada amenazante y el menor desafió sonriente.

-Siempre fuiste muy cercano al viejo, a pesar ser demasiado joven te convertiste en su principal socio y te dejó su voluntad específicamente a ti, ¿Qué ganas con aplicarla? A nadie de nosotros le importaría si eres tú el que lo tomas todo-

Hablaba con arrogancia, con rencor. Se mantenía jugueteando con sus dedos golpeteando el escritorio de nuevo, sin quitar esa excitante sonrisa.

-No tengo interés en apoderarme de algo que no me pertenece-

Jung estuvo a punto de levantarse, pero fue detenido por el agarre demasiado fuerte en su brazo.

-No te creo, después de todo eres una basura-

El chico de cabellos rubios quiso volver a realizar aquella acción de juntar sus labios, pero esta vez fue parado para por el fuerte rechazo del otro.

-No soy el mismo de antes, ¿Crees que puedes ser el mismo demente conmigo? He perdido el gusto por esas tonterías, me aburrí de ti-

JaeJoong mordió su labio inferior con impotencia, y sintiéndose humillado y degradado, se bajó del escritorio pegando un brinco.

-No puedes engañarte a ti mismo, Yunnie-

-¡Lárgate!-

Un irritado YunHo agarró con fuerza su muñeca y prácticamente lo arrastró hasta la salida. Abrió la puerta de cristal y lo empujó con fuerza, provocando que se cayera.

-No tenías que echarme, este lugar insoportable. No hubiera aguantado un segundo más-

Con una mirada que le fue difícil descifrar, el rubio le miró. Y se levantó sacudiéndose del polvo, para después darse la vuelta e irse con un caminar lento.

Vio su espalda alejarse y perderse entre la concurrencia. Aquella escena fue como un deja vú, que logró hacer que en su pecho se instalara una molesta ansiedad, que comenzaba por hacer más pesado su corazón.

Los hermosos y grandes ojos de Kim JaeJoong se paseaban entre las personas que llenaban aquella común cafetería. Mujeres mayores hablando de sus problemas familiares, adolescentes charlando sobre sus citas y fiestas a las que asistían, ancianos apostando en juegos de mesa, y una infinidad de nimiedades que le eran indiferente.

Y entonces el cuadro que ante visualizaba fue tapado por la imagen de un hombre de sombre gris que cubría gran parte de su brillante cabello negro.

-Hey, man-

Se sentó frente a él, dejando su guitarra acústica de lado.

-Tardaste mucho en llegar, YooChun-

Kim observó cómo su acompañante pedía un café americano a la mesera, quien asintió para después irse, mientras le miraba sonrojada y emocionada.

-Lo siento, es que YunHo es indudablemente sensual y no quería desaprovechar la oportunidad-

JaeJoong rodó los ojos completamente fastidiado por aquellas palabras, al tiempo en que sacaba un cigarro.

-¿Un toque?-

Le ofreció a otro cigarrillo a su amigo quien aceptó de inmediato.

-¿Vendrás a mi concierto?-

Preguntó Park mientras colocaba el pitillo entre sus labios, con una mano lo encendía y con la otra lo cubría del aire.

-Por supuesto que iré, tenemos que ir a celebrar tu éxito después –

El rubio soltó el humo retenido en su garganta con esa frase animada.

-Nunca se nos quitarán los malos hábitos, tal como decía él-

JaeJoong no mencionó nada ante aquella frase, solamente se quedó en silencio con la mirada perdida en el techo del lugar. Por su parte YooChun mantenía una expresión serena, tratando de suprimir aquellos recuerdos, concentrándose en nada más que fumar, y seguir fumando.

-HanGeng, despierta-

Una persona con aparentemente veintidós años de edad, zarandeó bruscamente el cuerpo de su amigo, quien yacía dormido sobre el asiento en aquel avión. Un poco desesperado, se levantó y se colocó su abrigo, sacudió sus cabellos oscuros violentamente y bostezó.

-¡Ya deja de dormir!-

Gritó harto de la situación, acción que ocasionó que el otro se despertara sobresaltado.

-¿Llegamos?-

Talló levemente sus orbes enrojecidos-

-¡Estamos en Corea!-

De pronto exclamó efusivamente, para después levantarse de un salto energéticamente.

-¡Estoy tan feliz!-

El más alto observó cómo su amigo corría por el pasillo en el avión, esquivando en una que otra ocasión a las azafatas.

-Parece que no podré descansar-

Mencionó mientras soltaba un suspiro pesado.

Después de un prolongado proceso para salir del avión, recoger el equipaje, controlar a HanGeng, y arrastrar sus cansados pies hasta la sala de espera en el aeropuerto, finalmente ambos se encontraban sentados, el primero con una sonrisa en su rostro mirando embelesado de un lado a otro, dando el honor a la denominación de un auténtico extranjero; y el segundo, con una expresión sombría, cabizbajo y tan cansado como para siquiera atreverse a levantar su vista.

-¡Anímate príncipe perfecto!-

El chico de procedencia china golpeó la espalda de su amigo, con una fuerza que hizo retorcer al menor de dolor.

-¡HanGeng!-

Se levantó y lo miró totalmente enojado, a respuesta recibió una sonrisa brillante, una que comenzaba a detestar.

-Enserio que no puedo contigo-

Totalmente resignado, se escapó un segundo suspiro de sus labios y se volvió a sentar, regresando a su estado anterior.

Después de un corto silencio, en el que HanGeng solo se limitaba a mirar todo, y él no se movía de su postura, el más alto de los dos levantó la mirada enfocando con esos ojos profundos al chino.

-Por cierto, ¿Quién es esa persona que nos recogerá?-

HanGeng sonrió con malicia y el otro tembló, sabía que aquella expresión era una clara señal para ponerlo en alerta, Choi SiWon se comenzaba por sentir demasiado inquieto.

-¿¡Le pediste a ese imbécil que viniera!?-

Choi había localizado casualmente con su vista a un chico de cabellos castaños revueltos y gafas oscuras cubriendo sus ojos, llevando ropa casual y una pequeña mochila ajustada a su espalda. Y esa persona había sido la causa de sus palabras gritadas.

-Lo siento mucho, sé que lo odias un poco, pero tú y el son mis únicos amigos en Corea, ¿Podrías hacerme este favor?-

Y el rostro suplicante del mayor ayudó a que el otro se calmara.

SiWon suspiró como ya se le venía haciendo costumbre, dando a entender con ello que cedía ante la petición del chino.

-¡Eres un gran amigo!-

Diciendo esto, lo abrazó brevemente para después correr con una gran energía al encuentro de su otro amigo.

-¡DongHae!-

Gritó su nombre mientras lo envolvía de una manera asfixiante con sus brazos; por su parte, SiWon se acercó con una expresión malhumorada.

-HanGeng, me da gusto volver a verte-

DongHae sonrió abiertamente al momento en que correspondía al contacto.

-Te extrañé demasiado-

Declaró sin siquiera avergonzarse un poco, y Lee solo respondió con la ampliación de su sonrisa.

-¡Cierto!-

De pronto, el chino recordó en medio de aquel conmovedor reencuentro.

-¡SiWon!-

Gritó demasiado fuerte, con el pensamiento de que su amigo aún se encontraba lejos de ellos, pero era justamente lo contrario, Choi se mantenía detrás de él con un semblante en extremo oscuro.

-¿Desde cuando estás ahí?-

HanGeng rió divertido, mientras palmeaba el hombro de un amargado SiWon.

-Después de tanto tiempo se viene a aparecer el hombre perfecto-

Lee soltó aquellas venenosas palabras al momento en que lo recorría con una lasciva mirada que a Choi le incomodaba bastante.

-No me da ganas de entablar una conversación contigo-

El más alto le dedicó un par de ojos fríos y DongHae respondió con una sonrisa sátira.

-¿Lastimado por la muerte repentina de tu padre? ¿O deberías decir nuestro padre?

Choi frunció el entrecejo y apretó sus puños guardando con esa acción los deseos de soltar un derechazo en su contra.

-Por supuesto que no, soy un adulto y sé sobrellevar ese tipo de sucesos-

El ambiente se encontraba por demás tenso, y el chino presente solo los miraba completamente preocupado por la situación.

-Debí suponerlo, después de todo no puede existir una persona tan maravillosa como Choi SiWon, sin mostrarse decaído o triste nunca en su vida-

Por primera vez en el día, una sonrisa se escapó de los labios de SiWon, una que más bien parecía una mueca extraña.

-Las palabras de Choi Taepyung siempre fueron un engaño, así que el que intentes afectarme con ello, sólo es un desperdicio-

Un frustrado DongHae mordió su labio inferior, y desviando sus ojos hacia un HanGeng azogado, le indicó con una seña que era un asunto privado. Y él pareció comprender el mensaje, porque con apresurados pasos desapareció de la vista de sus dos amigos.

-Ni siquiera te atreviste a asistir al funeral, fuiste el único que faltó-

Lee comenzó a caminar hacia los asientos en la sala de espera, mientras pronunciaba sus palabras con tranquilidad.

-Justamente hoy Jung YunHo nos informó de una clausula en el testamento de Choi Taepyung, vivir los nueve hijos adoptivos más el biológico en el "Castillo de los sueños" juntos, para encontrar el heredero legítimo-

SiWon se había mantenido siguiéndolo de cerca, escuchando sus palabras que lograban desconcertarlo.

-Nosotros firmamos un contrato hace un par de años, a cambio de un deseo que entonces teníamos-

DongHae se dejó caer pesadamente sobre una banca de metal y levantó su mirada inexpresiva para mirar la contrariada del mayor.

-Si lo vemos de manera injusta, tú desde el principio no tuviste elección, nunca obtendrás tu libertad SiWon, sin quererlo desde el momento en que naciste estuviste ligado a él, y ahora tan solo por eso tendrás que cumplir sus deseos, aún después de muerto-

Choi frunció sus labios, y comenzando a enojarse lo tomó por el cuello de su playera.

-Tienes muchas agallas al dirigirte hacia a mí de esa manera, no eres más que un muerto de hambre que se suma a las obras de beneficencia de ese señor-

El de cabellos castaños no se inmutó ni un poco ante sus palabras, se mantenía mirándolo con una extraña lástima que fastidiaba en demasía al otro.

-Esto es una pérdida de tiempo-

Mencionando esas palabras, SiWon deshizo el agarre y aún sin poder apagar esa molestia en su pecho, comenzó a caminar con pasos marcados.

-HanGeng, realmente no puedo hacerlo, ese sujeto es un imbécil-

El más alto había llegado hasta donde el chino, quien totalmente resignado asintió.

Una breve despedida entre HanGeng y DongHae se dio a lugar, para después dejar al segundo mirando a ambos chicos alejarse rápidamente.

-¡Freezer!-

Un grito agudo se escuchó, y un adormilado chico de alta estatura y cabello caoba, pareció molestarse ligeramente por aquel apodo con el que se le nombró.

-Te voy a pedir por centésima vez que no me digas así-

Pronunció para después emitir un largo bostezo.

-De acuerdo, accederé solo si prometes asistir a mi presentación-

El menor bufó perceptiblemente, para después mirar cansinamente a la persona colocada justo enfrente de él. Un hombre de cabello ligeramente rojizo, de sonrisa resplandeciente y ojos pequeños, llevando ropa deportiva encima.

-Debo negarme-

Sin contemplarlo siquiera, contestó.

-¡ChangMin, por favor! ¿Qué debo hacer para que aceptes?-

-Dejar de gritar, porque si no lo has notado estamos en un parque-

El mayor formó un gracioso puchero en su labio inferior mientras se cruzaba de brazos.

-El que debería notarlo eres tú Min, te quedaste dormido como un vago-

Shim dejó escapar un corto suspiró.

-Trataba de proceder con mi trabajo, pero de pronto lo único que recuerdo es a ti gritando-

El de cabellos pelirrojos soltó una risotada ante aquella respuesta.

-Sí que estás en las nubes-

Con aquel comento, ChangMin pensó que el tema anterior había desaparecido, pero su sorpresa fue el ver la escena en donde su mayor se arrodillaba y agachaba la cabeza ante él.

-¿Estás demente?-

No hubo respuesta ante aquella pregunta, y durante un par de segundos el silencio reinó.

-Enserio es muy importante para mí que me escuches cantar, no tengo a nadie que pueda pedírselo, y a pesar de lo mal que nos llevamos tú y yo, eres lo más cercano que tengo a un hermano, una familia…- Junto sus manos a la altura de su frente. -… Así que, por favor-

Ante aquellas palabras un impresionado ChangMin no supo cómo reaccionar, pero no pasó mucho tiempo para que el muchacho se colocara en cuclillas.

-Kim JunSu es una persona bastante estúpida…- Sonrió apenas -¿Cuándo es?-

El pelirrojo elevó sus cejas y dejó caer su mandíbula, mostrándose emocionado e impactado.

-El 10 de Diciembre, puedes traer a un amigo o a quien desees-

Después de responder demasiado rápido, sacó del bolsillo de su chaqueta un par de boletos.

-No entiendo por qué insistes tanto conmigo, pero me gustaría ver que tan mal cantas-

La pequeña sonrisa en el rostro de Shim se extendió, y aceptó los boletos enseguida.

JunSu sonrió totalmente lleno de felicidad mientras se levantaba de un salto.

-Siempre lucías apático, por eso he decido hacer algo especial por ti y dedicarte esta presentación-

El menor frunció el ceño, y completamente contrariado comenzó a caminar presurosamente, siendo seguido por su acompañante.

-¡No huyas, Min!-

Aquel grito detuvo su caminar, y con una expresión totalmente confusa se volteó para encararlo.

-¿¡Qué!?-

-Sólo déjame ser amable contigo, sé que vives solo y no tienes muchas amistades ¿Por qué no vamos a comer algo a un buen restaurante? Realmente me interesa ser cercano a ti-

Kim había tomado sus manos y le miraba con ojos que desprendían ánimo y sinceridad.

-Definitivamente estás loco-

Con una ceja encarnada, se deshizo de aquel contacto.

-No seas terco-

Tan insistente como siempre, JunSu lo tomó de la mano de nuevo, y con una sonrisa plasmada en su rostro comenzó a caminar, arrastrándolo con él en el transcurso.

-¿Por qué siempre estás sonriendo?-

ChangMin se había dejado llevar, y en medio de aquel silencio cómodo había preguntado, mirándolo completamente curioso.

-¿Por qué no debería hacerlo?-

-No me respondas con otra pregunta-

Y ante aquel comentario, su sonrisa se ensanchó aún más.

-Es muy extraño que Choi Taepyung te haya adoptado a ti también-

Volvió a hablar el menor, con un tono de inseguridad que era un tanto inusual en él.

-Bueno, todos somos diferentes, puede que no sea el típico niño huérfano distante y rebelde, pero tengo el mismo nivel de sufrimiento que todos ustedes, solo que yo prefiero reír en lugar de llorar-

Shim prefirió no continuar con aquella conversación, empezaban por tocar fibras sensibles, y que para él no era conveniente.

-¡Maldita sea!-

Un chico de cabellos negros, piel demasiado blanca y expresión molesta, soltaba insultos al aire mientras se deshacía de su camisa rosada y sus pantalones blancos, quedando semidesnudo con apenas unos calzoncillos.

-Ese vocabulario no es para nada apropiado-

Entrando al departamento, dijo un singular sujeto de mediana estatura y mejillas anchas.

-¿Qué haces aquí, YeSung?-

Preguntó rudamente, al tiempo en que comenzaba a buscar en una montaña de ropa amontonada en un sofá.

-¿Te volviste a pelear con RyeWook?-

El otro se quedó en silencio por unos segundos, para después mostrar una despreocupada sonrisa.

-Creo que hemos terminado-

El chico semidesnudo le miró sorprendido y preocupado a la vez, y sin importarle más su búsqueda, se acercó hasta su amigo.

-YeSung, ¿Qué sucedió?-

Interrogó, mirándolo expectante.

-Nos dimos cuenta de que nuestros caminos se separaron, así de simple, de pronto todo se terminó, y yo al parecer aún no acabo de asimilarlo, SungMin, me siento un poco deprimido-

El menor tomó una playera azulada y se la colocó rápidamente, para después acercarse un poco más y abrazar a su amigo fuertemente.

Aquella muestra de afecto duró un par de minutos, en los que ambos no emitían ningún sonido de su boca.

-¿Por qué no nos emborrachamos esta noche? Mañana yo me mudo a ese estúpido lugar que será como el infierno y puede ser una despedida también-

Lee SungMin había propuesto, y un interesado YeSung había accedido, así que no transcurrió mucho para que el de dueño del departamento saliera de éste con unos pantalones holgados y unas sandalias.

Con un caminar desganado, avanzaba en aquel alumbrado pasillo, y debido a que su mente parecía estar lejos, se vio involucrado en un accidente en el que su cuerpo chocaba frenéticamente con otro.

-Demonios-

Susurró mientras fruncía su expresión debido al punzante dolor que sintió en una de sus piernas.

-No te ves muy bien-

La voz familiar le hizo enfadarse notablemente, y justo cuando levantó su vista para confirmar sus sospechas, el rostro de ese varón se encontraba demasiado cerca del suyo, con ojos que le miraban divertidamente y una sonrisa que se burlaba de él.

-Eres un idiota, KyuHyun-

Completamente fastidiado se levantó, aún con ese dolor presente.

-Tu pierna sangra, parece que la esquina del mueble es la causante-

Con total tranquilidad mencionó, viendo como el mayor miraba la zona afectada, sorprendido de no haberse dado cuenta.

-Vamos a mi departamento, te desinfectaré la herida-

-No es necesario, no parece ser tan grave-

Respondió de inmediato, comenzando a ponerse nervioso.

-Bueno, si así lo quieres-

SungMin vio con ojos nostálgicos el como Cho KyuHyun desaparecía entre aquellos pasillos.

-Qué mala suerte, justo cuando no quiero verle la cara me lo tengo que encontrar, aunque a partir de mañana viviremos prácticamente juntos-

Hablando consigo mismo en voz alta, se lamentó, y tratando de olvidar esos pensamientos se encaminó hacia la licorería.

-¿Deberíamos asistir al concierto de YooChun?-

DongHae miró algo indeciso aquellos pases VIP que se le había regalado, mientras tomaba de su café negro.

-Claro que deberíamos, ¡Ese hombre tiene un talento increíble!-

HanGeng se mostró ansioso y feliz, lo cual ocasionó una perceptible sonrisa en el de cabellos castaños.

-Bueno, si tanto insistes-

Y volviendo a dar un sorbo de su café, escuchó como su celular emitía un tono que indicaba una llamada, y sin verificar el contacto, contestó.

-¿Diga?-

Pronunció con indiferencia, mirando aún aquellos pases.

-Soy yo, DongHae-

Aquel tono de voz lo paralizó, su rostro comenzó por palidecerse y su cuerpo por temblar.

-¿Para qué llamas? Me quedó bastante claro con el mensaje-

El chino levantó su vista, mirándole algo confundido.

-DongHae, escúchame, no porque termine nuestra supuesta relación signifique que no podamos ser amigos, siempre lo hemos sido-

Lee mordió su labio inferior con impotencia.

-¿Qué demonios estás diciendo?-

Pesadas, aquellas palabras las sentía pesadas. DongHae sentía su sangre hervir y su corazón compungirse.

-Quiero que hablemos como adultos que somos, ¿Podemos vernos hoy?-

La persona que se escuchaba en la otra línea parecía tan segura de sí misma, y él no sabía que responder, moría por verlo y lanzarse a sus brazos, pero una parte de él que llamaba "dignidad" le impedía acceder.

-¿DongHae?-

Debido a que no respondía, le llamó con esa voz que lo enloquecía y amaba.

Al ver como su amigo parecía hipnotizado, HanGeng frunció el entrecejo y decidió actuar.

-¡Mi amor! ¿¡Nos podemos ir!?-

En un tono demasiado fuerte, dijo, esperando que el hombre al otro lado de la línea escuchara a la perfección.

-¿Estás ocupado?-

La seriedad en su tono hizo a DongHae sonreír, y agradecerle mentalmente a su amigo por la intromisión.

-Sí, de hecho tengo un compromiso y no estaré disponible en todo el día-

Sintiendo como la confianza en sí mismo avanzaba por cada segundo, respondió con total seguridad.

-Vas muy rápido-

El de identidad desconocida no pudo ocultar la molestia al decir aquellas palabras, y de eso pudo darse cuenta el de cabellos castaños.

-No creo que te deba importar, es más, no estás en posición de reclamarme.-

Lee sonrió complacido consigo mismo, pero su momento de victoria no duró mucho, porque el molesto sonido que indicaba que la llamada había terminado se escuchó de inmediato.

-¿Era KiBum?-

HanGeng preguntó mientras veía como el menor guardaba su celular, y dejaba caer su rostro sobre la mesa de aquella cafetería.

-¿Por qué siempre tiene que hacerme las cosas tan difíciles?-

Y con aquella pregunta retórica, se mostró tan vulnerable y sufrido, que el hombre de procedencia china no sabía qué hacer para poder consolarlo.

-¿Con quién hablabas, amor?-

Una voz femenina lo despertó de su trance, y como si fuera por inercia, se escapó una amplia sonrisa falsa de sus labios.

-Con un amigo, verás cómo algún día te lo presentaré-

Y la hermosa mujer de cabellos castaños y expresiones sutiles, le abrazó con fuerza

-¿Cuándo daremos el anuncio a la prensa de que estamos comprometidos?-

La cuestión solo hizo la sonrisa irreal del chico más extensa.

-Cuando tú lo desees-

Kim KiBum, un muchacho con apenas veinte años de edad, un actor reconocido hasta internacionalmente, de cabellos morenos, de mejillas grandes y una característica sonrisa hermosa, ahora besaba a su futura esposa en la sala de estar de su departamento, muy a pesar de que su mente y corazón estaban muy lejos de ahí.

-¿Mañana?-

Una voz gruesa se escuchó a través de la línea, y Jung YunHo le oía desde su celular, con una expresión demasiado cansada.

-Sí-

Respondió con ese monosílabo.

-¿Crees que me sobra tiempo?-

Choi SiWon se escuchaba molesto y atribulado; y de esto pudo darse cuenta debido a su tono débil y sus palabras que sonaban arrastradas.

-Lo sé, pero esto se trata de tu familia, ¿No te interesa ni un poco?-

-No-

La respuesta fría no lo tomó por sorpresa, conocía a la perfección a su amigo de la infancia y su inquebrantable orgullo.

-SiWon, por primera vez en tu vida has lo que realmente deseas, sin tener que mantener esa imagen falsa-

Un extenso silencio se apoderó en aquella conversación a larga distancia.

-Aunque lo pongas de esa manera, lo siento mucho YunHo-

Jung aflojó su corbata, comenzando a exasperarse por el comportamiento del otro.

-Bien, si eso es lo que en verdad quieres; pero, ¿Enserio dejarás que otro tome el lugar que te pertenece?

-Jung YunHo, no a todas las persona en este planeta nos interesa el dinero, ¿Después de todos estos años de amistad tratarás de convencerme solo con eso?-

Un tono de voz divertida sonó, y eso mejoró el estado de ánimo del mayor.

-Entonces te lo pondré de esta manera, yo como tu mejor amigo, nunca te he pedido nada, pero en esta ocasión requiero que me hagas un favor, el que te mudes a ese lugar junto a tus hermanos adoptivos. SiWon, esas personas realmente sufrieron, sé que tú no puedes odiarlos, porque eres un buen hombre. La cláusula de tu padre no es realmente para encontrar al heredero definitivo, Choi Taepyung nunca fue un hombre superficial, mucho menos simple, esto es para tu propio beneficio también, porque aunque nunca te lo demostró, él realmente te amaba, y yo como una persona que te aprecia demasiado, quiero lo mejor para ti, así que por eso te lo pido, acepta vivir ahí.-

En medio de aquella oscuridad en su oficina, pronunció esas palabras que salieron directamente de su corazón, esperando que se le comprendiera.

-Aceptaré con una condición-

Una ligera sonrisa apareció en el rostro exhausto de YunHo.

-Dime-

-Mencionaste que una persona de confianza vivirá con nosotros para verificar que los puntos establecidos que dejó Choi Taepyung se cumplan. Quiero que esa persona seas tú-

Jung mostró una expresión confusa.

-¿Enserio quieres eso?-

-Sí, de esa manera podré tener más confianza-

Una carcajada no se hizo esperar por parte del mayor.

-Así que necesitas que tú mejor amigo te proteja, sí que eres un niño Choi SiWon-

Más animado, empezó a bromear, y ahora el ambiente eres inundado por singulares risotadas.

-No te creas demasiado-

La contestación fue dicha con un tono más alegre.

La conversación telefónica no pasó a mayores, hablaron sobre insignificancias, como dos típicos viejos amigos, se despidieron con brevedad y cortaron la comunicación.

-¿Por qué mi novio tiene esa hermosa sonrisa?-

Aquel recién llegado quien realizó esa pregunta le tomó tan desprevenido que logró sobresaltarlo.

-HeeChul, pensé que regresarías del extranjero hasta mañana-

-Quise darte una sorpresa, ¿No estás feliz de verme?-

Jung miró con anhelación a aquel hombre de cabellos castaños un poco largos, de ojos grandes y facciones delicadas, de vestimenta algo excéntrica y piel pálida.

-Te extrañé-

Con una sonrisita dibujada de sus labios lo abrazó por la cintura y depositó un corto beso sobre sus labios.

-Yo igual te extrañé, mi Yun-

Kim pasó sus brazos por su cuello y mirando los labios del menor completamente deseoso, no puedo resistir más y unió los suyos a los de él, empezando con un contacto tímido que poco a poco se fue volviendo atrevido para terminar en un beso voraz.

En aquella noche tranquila de Diciembre, se podía observar un par de cuerpos formando una sola silueta; para esas dos personas era como si el tiempo se detuviera y solo existiesen ellos bajo aquel cielo estrellado, en medio del frío invierno y el silencio agitándose en las almas de noche.

Continuará.