Hola a todos/as. bueno, les traigo un fanfic nuevo, soy principiante en esto, así que espero que les guste y puedan ayudarme a mejorar mis errores, soy consciente de que muchas cosas deben estar mal en la redacción, así que les pido que me ayuden diciéndome en que puedo mejorar.

Esta historia se trata de la historia de los juegos del hambre, pero cambiando algunas cosas, en mi fic, la historia se centra en Katniss y Gale. a lo largo de la historia encontraran muchísimas similitudes con la historia original, pero también muchas diferencias, espero que les guste y dejen sus comentarios.


Me despierto, y lo primero que hago es buscar el calor de Prim, inútilmente ya que no se encuentra a mi lado, de seguro se ha asustado y se fue adormir con nuestra madre y con su viejo y sucio gato Buttercup, de ser por mi hace años ya lo hubiera ahogado en un cubo, pero Prim insistió tanto que no pude hacerlo.

Me levanto de la cama y me dirijo al baño, me cepillo los dientes y me lavo la cara, por la ventana a penas se asoman los primeros rayos de sol, pero debo ir a cazar temprano si quiero volver a casa y estar lista para la cosecha. Voy hacia la habitación, me pongo las botas y la chaqueta de mi padre, es lo único que me queda de él, después de la explosión que lo separo de mi para siempre, la explosión que hizo que mi madre quedara con una depresión tan grande que apenas se movía cuando le hablábamos, que ni siquiera se preocupara en si comíamos o no. Esta es una de las razones por las cuales me niego a recibir ayuda de mi madre, o a perdonarla, pero a veces también pienso en ella, en que de verdad amaba a mi padre, y dejo la ciudad, en la que los comerciantes viven mínimamente bien, para venirse a vivir a la Veta, en donde tienes suerte si comer una vez al día.

Antes de salir de la casa, echo un último vistazo a mi hermana y mi madre, ambas están profundamente dormidas, y el sucio Buttercup está sobre Prim. Lo único que me gusta de ese gato es que al menos es una buena compañía para Prim mientras yo no estoy. Meto mi trenza en la gorra, y tomo la bolsa en donde guardo todo lo que encuentro. En la mesa de la cocina, bajo un cuenco hay un fresco queso de cabra rodeado de unas hojas de albahaca, regalo de Prim seguramente. Salgo de la casa, y me dirijo hasta la pradera, atravesando la parte del distrito 12 en donde vivimos, la llamamos la Veta. A estas horas siempre esta abarrotada de los trabajadores de las minas que se dirigen a sus turnos de la mañana. Pero esto sucede si es un día común, no un día como hoy, hoy es día de cosecha, la cual es por la tarde, así que todos duermen lo más que les es posible, si es que logran dormir.

Nuestra casa está justo al final, así que tengo que caminar varios minutos antes de llegar a ese lugar desolado llamado pradera. Y ahí está la gigantesca alambrada metálica con bucles de alambre de espino encima, esta alambrada rodea todo el distrito 12, está terminantemente prohibido cruzarla y, en teoría debería estar electrificada las veinticuatro horas del día para proteger tanto a los ciudadanos del distrito como a los animales salvajes que habitan en el bosque fuera de la alambrada, pero, como solo tenemos dos o tres horas de energía eléctrica por la noche, si es que tenemos suerte, casi nunca es peligroso tocar la alambrada, sin embargo, me tomo el tiempo de escuchar con atención, para escuchar el zumbido que indica que hay electricidad, no oigo nada, así que es seguro cruzarla. Me meto detrás de unos arbustos, que ocultan un punto débil de la alambrada, que me permite pasar a través de ella. Este agujero es el que más cerca esta, así que siempre entro al bosque por ahí.

Camino un par de metros y me adentro en el bosque, hasta llegar al tronco hueco en donde tengo escondido el arco y las flechas de mi padre, entre otras armas y herramientas. Hay muchos peligros aquí en el bosque, como pueden ser las víboras y serpientes venenosas, ardillas rabiosas, perros salvajes, pumas y osos, pero conozco tanto este lugar que es como un segundo hogar para mí.

Entrar al bosque y cazar furtivamente es ilegal, y según la ley debería castigarse con la muerte, pero es la única forma de conseguir alimento para subsistir, y los agentes de la paz hacen caso omiso a los pocos que cazamos, Gale y yo para resumir, incluso hasta compran nuestra carne, ellos también deben comer, verdad. Solo un par de personas se atreven a salir a los bosques cuando es temporada de manzanas, pero vuelven corriendo rápido al distrito si ven alguna señal de peligro. Lo único que los agentes de la paz no permiten es que ingresemos con armas al distrito, ya que según las leyes esto incita la rebelión, si en algún momento lo hiciéramos, nos ejecutarían en la plaza pública, aunque prefiero morir de un balazo en la cabeza antes que morir de hambre, sería mucho más rápido.

Aquí en el bosque es el único lugar en donde Gale y yo podemos despotricar contra el capitolio sin sufrir ninguna consecuencia, cuando era más pequeña, mi madre se enfadaba conmigo por hablar mal de los que gobiernan nuestro país, Panem, desde la ridícula y lejana ciudad llamada capitolio, pero no porque estuviera mal, sino porque va en contra de la ley. Unos años después aprendí a callarme la boca y solo limitarme a hablar en el quemador, en donde intercambio y vendo las presas del día.

Lo veo, mas allá en el bosque, la única persona con la que puedo ser yo misma, la única persona que puede hacerme sonreír hasta en mis peores momentos, voy corriendo lo más rápido que puedo y me lanzo sobre él, tirándolo al suelo por la embestida.

-Hola Catnip- Dice Gale. Aunque mi verdadero nombre es Katniss, pero la primera vez que se lo dije creyó que le dije Catnip, la hierba de los gatos.

-No me digas así- Le digo

-Está bien, Catnip- me toma por la cintura y me acerca a él.

-¿Has conseguido algo?- Digo alzando mi rostro, Gale es unos quince centímetros más alto que yo.

-El panadero me dio una barra de pan a cambio de una ardilla- Responde

En ese momento mueve sus manos hasta mi rostro y me besa lentamente, y yo respondo, queriendo que no acabe nunca, olvidando en donde estamos, y luego me suelta.

-Prim nos ha dejado un queso-

-Gracias Prim- Dice Gale

Saca el pan de su mochila, es pan del bueno, no del pan feo e insípido que hacemos con las míseras raciones de cereales y aceite. Lo tomo, corto y empiezo a untar el queso sobre el pan. Luego le doy su parte a Gale, y lo acompañamos de unas moras silvestres de un arbusto que encontré por ahí.

-¡Felices Juegos Del Hambre!- Dice Gale imitando a Effie Trinket, la mujer entusiasta que viene a cada año durante la cosecha.

-¡Y que la suerte este siempre de su lado!- Digo con el mismo acento gracioso.

Hoy a las dos esa mujer vendrá, para elegir a los pobres tributos, como se llaman a los elegidos para los juegos del hambre, y se los llevara al capitolio para la sangrienta competencia a la que llaman juegos, Básicamente consiste en elegir a dos tributos de cada uno de los doce distritos de Panem, en total serian veinticuatro, y meterlos en una arena en donde deben luchar a muerte hasta que solo uno quede vivo. El último vencedor que el distrito 12 ha tenido fue hace mucho tiempo, cuando mi madre era joven, ahora es un borracho solitario. Todo esto es un recordatorio para todos los ciudadanos de los días oscuros, cuando trece distritos se revelaron al capitolio por su gobierno autoritario, los primero doce terminaron derrotados, y el numero 13 quedó totalmente destruido por los bombardeos del capitolio, entonces crearon los juegos del hambre, que se televisan en vivo, y todos deben verlo mientras el mensaje que el capitolio envía es: Siéntense a ver como matamos a sus hijos mientras ustedes no pueden hacer nada.

Aun así, en los distritos que son perritos falderos del capitolio, es un honor ir a los juegos del hambre, algunos incluso se presentan voluntarios para reemplazar a alguien que tal vez ni siquiera conocen, solo para poder participar en los juegos. La edad en la que eres elegible es de los 12 a los 18 años. Y por cada año tu nombre aparece una vez más en el sorteo. Pero hay algunos que no cuentan con esa suerte, suponiendo que tengas hambre y no tengas de que alimentarte, puedes pedir una ración extra de cereales y aceite, llamados teselas, a cambio de que tu nombre entre más veces en el sorteo. Cuando yo cumplí doce años, mi nombre entro cuatro veces al sorteo. Una porque es obligatorio, y otras tres por las teselas que pedí para mi madre, para Prim y para mí. Gale, con una familia de cinco, y dieciocho años, tiene su nombre en el sorteo cuarenta y dos veces, también ha tenido que recurrir a las teselas, luego de que la misma explosión que se llevo a mi padre se llevara al suyo.

Nos va muy bien en la caza, volvemos al distrito con una docena de peces, dos ardillas y tres conejos, además de lo que recolectamos. Pasamos por el quemador, el mercado negro, y cambiamos fácilmente seis de los doce peces por cosas útiles, como pueden ser el hilo y velas. Y a Sae la grasienta, la mujer que prepara los estofados, le damos un perro salvaje que tuvimos que matar porque nos atacó. Sae siempre nos dice que puede ponerlos en sus estofados y decirle a la gente que es carne de ternera.

Luego Gale y yo vamos hacia la casa del alcalde Para venderle las fresas que hemos recolectado. Su hija Madge nos abre la puerta.

-Hola Katniss- Dice Madge, vamos a la misma clase, y como no hablamos mucho con los demás, siempre terminamos juntas, es lo más cercano a una amiga que tengo sin contar a Gale.

Antes de irnos Madge me regala una insignia de un pájaro rodeado con un anillo de oro, me da un abrazo y nos desea suerte en la cosecha. Luego me despido de Gale y vuelvo a casa.


¿Y bien? que les parecio? nuevamente, por favor diganme si estoy haciendo algo mal. gracias desde ya por tomarse el tiempo de leer.

Besos.