CAPITULO 8

Este es el primer padackles que escribi. Espero que os guste.

Titulo: Asesinos Rituales.
Autor: chicarvil
Resumen: Jared es un detective ilusionado por el cambio de narcóticos a homicidios.
Tiempo: No tiene tiempo.
Calificación: No lo tengo claro (algo muy normal en mi XD) pero para no cogernos los dedos pondremos NR-18
Pairing: Padackles aunque aun no puedo decir si abra sexo o no (siempre dejo una puerta abierta por si acaso).
Advertencias: Como bien veis por el titulo la cosa va de asesinatos así que abra escenas gore y desagradables.
Advertencias 2: Este ff a pesar de ser un universo alternativo vereis que meto personajes de la serie. Lo hago para ahorrarme descripciones XD...(lo se, soy una vaga)
Descargo de responsabilidades: Todo esto sale de mi perversa imaginación asi que cualquier relación con la realidad es pura coincidencia.

CAPITULO 1

Un ultimo vistazo al espejo le demostró que aunque no iba mal seguía pareciendo un camello de alto standing: Vaqueros anchos, una camiseta roja y una sudadera de cremallera con capucha.

-.Eso es lo malo de haberte pasado los últimos tres años en narcóticos, tigre. Todo lo malo se pega.-

Pensó encaminándose a la puerta mientras tomaba nota mental de comprarse ropa nueva. Si iba a cambiar de departamento también tendría que cambiar de aspecto, no porque le importara lo que pensaran de el sino porque entre sus escasos veintidós años y las ropa de macarra que poblaban su armario nadie, pero nadie en absoluto lo tomaría en serio.

Y el era muy serio en el trabajo.

Puede que le gustara bromear, jugar a la PSP y hacer el vago pero cuando había que trabajar era el puto Kojack.

Soltó una risa al habitáculo vació que era el coche, eso si que había sido gracioso considerando que su nuevo compañero era uno de los mejores detectives del departamento de homicidios.

Mandaba narices.

El recién salido de una provechosa redada a los carteles colombianos en donde había sido prácticamente una pieza imprescindible para pasar a ser el perrito faldero del famoso, cojonudo y brillante Detective Ackles.

Soltó un juramento, tanto por su nuevo compañero como por el membrillo que le había adelantado en el cruce y que casi hace que provoque un accidente. Olió las llantas quemadas por culpa del frenazo y escupió un taco, enseguida se riño a si mismo, ahora era de homicidios no podía seguir utilizando el lenguaje de la calle al que estaba acostumbrado. Ya podía imaginarse en la escena del crimen, con la viuda sollozando al fondo de la habitación y el silbando ante la choza que se gastaban los pijos de mierda de aquel barrio de blancos.
Encajo los dientes y metió primera. El Land Rover se deslizo por la carretera de forma suave mientras se repetía una y otra vez que nada de hablar como un traficante. No tanto por la familia, sabia que en el momento de la verdad no podría decir una burrada como esa, lo que mas temía era cuando estuviera a solas con su compañero.

No lo conocía personalmente pero tampoco hacia falta ser muy listo para saber que seguramente seria un tipo de lo mas estirado.

-.Los hijos de padres policías suelen serlo -

Su sonrisa se ensancho divertida al imaginarse al típico cuarentón que cree que su nuevo compañero va a besar el suelo por donde pisa. Nada mas lejos de su intención.
Jared podía ser un pedacito de pan pero no le gustaba nada que le tomaran por estúpido. El era de Texas y si algo tenia claro es que los de allí no dejaban pasar chorradas. Así que si tenia que partirle la boca a el detective Ackles no dudaría ni medio minuto.

Por fin llego a la comisaría, su nuevo hogar a partir de ahora. Aspiro aire y dejo que sus pulmones se llenaran, aguanto la respiración mientras sus ojos recorrían la gran fachada del edificio.
Precioso ladrillo rojo desde la base hasta la azotea, grandes ventanales enmarcados en madera adornaban la cara delantera, los dos laterales franqueados por dos edificios de viviendas, uno con una cafetería y otro con un supermercado (que seguramente seria el mas seguro del planeta).

Subió los cuatro escalones que lo separaban de la entrada a trote mientras fruncía los labios para dejar escapar el aliento retenido en su cuerpo.

Un fortísimo aire acondicionado le recibió acompañado de un sin fin de gritos y quejas de la recepción. Su primera intención fue acercarse al pobre sargento que allí había pero cambio de idea al ver como una señora con muy malas pulgas le chillaba lo inútil que era.

Se dirigió a la puerta de los despachos mirado por encima del hombro como la mujer golpeaba con el bolso la cabeza del hombre y preguntándose sino estaría mas seguro infiltrado de nuevo en los carteles de la droga.

Camino mirando todos los carteles de información para poder ubicarse pero aquello era como un maldito laberinto. ¿Dónde demonios estaba?. Subió las escaleras suponiendo que un departamento tan desagradable como homicidios, en donde fotos con cadáveres mutilados pegadas en las paredes, no estaría a la vista de la gente que paseara ociosamente por allí.
Se encontró con un pasillo muy largo solo poblado con una solitaria maquina de café. Miro de un lado a otro buscando algún tipo de indicación pero nada.

-.Joder, ¿Y cuando se incendie el edificio que van a hacer?. Ni siquiera ahí una triste señal de salida.- Gruño para sus adentros.

Una puerta justo a su lado se abrió y de ella salió un hombre leyendo unos papeles. Paso por delante de el sin siquiera levantar la vista y se encamino a la maquina de bebidas. Lo observo con detenimiento, era un tipo alto, no tanto como el pero sin duda superaba el 1.80, la chaqueta de vestir negra dibujaba su espalda y se le marcaba a la cintura, los vaqueros descoloridos en verde no disimulaban la forma extraña en las que sus piernas se doblaban. No supo porque no se rió al descubrir que aquel tipo parecía John Wayne recién bajado del caballo, en circunstancias normales ya estaría revolcándose por el suelo. Pero al parecer no eran normales.

El hombre se llevo la mano al bolsillo del pantalón sin dejar de leer la carpeta que llevaba en la mano, dejándole ver que llevaba la camisa blanca por fuera.

-.Un pijo con clase.- pensó hipnotizado, viendo como la moneda se deslizaba de sus manos y se introducía en la obertura.

Los vellos de la nuca se le pusieron de punta.

El joven se inclino para recoger la taza y el cuerpo de Jared se puso de puntillas sin su permiso para tener una mejor visión. Volvió a caer sobre sus talones cuando el chico volvió sobre sus pasos bebiendo lentamente de lo que, supuso, era café.

Jared no supo porque dio ese paso hacia un lado, cortándole así el paso, mas tarde se diría que era lo único que podía hacer. Estaba perdido y el era el único que pululaba por allí pero en ese momento su cuerpo se movió solo.

-Perdone.- Carraspeo

El agente de narcóticos se quedo de una pieza cuando el lector levanto el rostro con los labios fruncidos debido a la lectura.

-.Jesús.-

Tal vez fueran los labios de chica que su interlocutor tenia o las mejillas surcadas de pecas o la redonda mandíbula o ese ceño fruncido gobernado por una mirada penetrante detrás de unas finísimas gafas o tal vez fuera por el poder cósmico que movía el universo pero el caso era que fue la primera vez en su vida que Jared Padalecki se quedo sin palabras.

-¿Se ha perdido?-pregunto con voz profunda y un marcado acento de...¿Texas?.

-¿Eres de Texas?-pregunto alargando las manos para tocarle los hombros. El joven dio un paso atrás para alejarse y lo miro con cara de pocos amigos.- Uy...perdón...yo también lo soy.-una ceja arqueada.- De Texas, quiero decir.- susurro metiendose las manos en los bolsillos y rezando porque eso no hubiera sonado demasiado gay.

Un silencio tenso lleno el pasillo, un silencio que Jared quería cortar fuera como fuera. El joven lo miraba como si fuera un psicópata salido de una peli de terror. Estuvo tentado de largarse de allí entre disculpas e intentar pedirle información al pobre sargento de recepción cuando con una voz pausada el lector hablo:

-Bien por ti.- acto seguido volvió a beber del vaso de plástico, un sorbo corto, sin apartar la vista de Jared que se sintió como un virus debajo de un microscopio, pero esa sensación paso enseguida a otra muy distinta cuando vio como la punta de la lengua de su interlocutor se deslizaba por sus labios para lamer las gotas de café.-¿Puedo ayudarte en algo?-

-.Oh…si…si que puedes...-

-¿Disciple?-

.¿Había dicho eso en voz alta.?Que imbecil.

-Si, me he perdido yo...-se dijo regañándose a si mismo. ¿Se podia saber a que venia ese comportamiento?. Ni que estuviera hablando con Lindsay Lohan.

-Oh..si, tranquilo...le pasa a mucha gente.- el joven se metió la carpeta debajo del brazo y se paso el café a la mano que dejo libre mientras que con la otra agarraba su brazo de forma suave. Jared dio un respingo cuando se acerco lo suficiente para olerle el aftersave.- Narcóticos esta a la derecha.- Señalo.- Seguro que allí encuentras alguien que te escuche.-

¿uh?

A Jared le costo un buen rato darse cuenta de lo que había querido decir. Ese chico se pensaba que era un camello. Abrió la boca para decir lo equivocado que estaba pero...¿Cómo culparle?...Todo su esfuerzo de los últimos años había sido parecerse a un traficante. Era algo normal.

Soltó una fuerte carcajada y le dio una fuerte palmada en el hombro. El joven dio un paso adelante debido a la fuerza que utilizo.

-No, hombre...estoy buscando homicidios. Soy poli.- informo risueño.

El lector parpadeo un par de veces, incrédulo pero luego se encogió de hombros y señalando la puerta que había detrás de el dijo:

-Es esa puerta.-

-Gracias...-sonrió mirando la puerta de cristal. Una puerta que le abriría un mundo nuevo, nada de mujeres echadas a perder por culpa de la droga, de niños muertos a balazos por territorios, ni robos para conseguir su nueva dosis. Soltó un suspiro de esperanza y fue entonces cuando se acordó de su informador. Giro la cabeza y lo vio alejarse con paso lento.- Oye...no se cual es tu nombre.- dijo en voz alta pero el joven ya bajaba las escaleras inmerso en su lectura.

Chasqueo la lengua, decepcionado por no haberle preguntado antes pero medio segundo después se golpeo la frente. ¿El nombre?...Por el amor de Dios, aquello era una comisaría y de seguro que se encontraría a ese tipo un centenar de veces mas.

-.¿En que mierda estas pensando, Jay?- Se regaño.

Con un visible enfado cruzo la puerta del despacho y allí se quedo clavado. Era como entrar en el mundo al revés. El pasillo era todo quietud y silencio, aquel despacho era a falta de una palabra mejor: El Caos.

Unas doce mesas ocupaban todo el espacio, prácticamente amontonadas una contra otra, el poco espacio que quedaba libre estaba destinado a los pasillos y aun así no había mucho. Le costo un rato entender que a pesar del desbarajuste allí había un cierto orden.
Dos mesas una enfrente de la otra eran de dos compañeros que trabajaban juntos, lo cual significaba que cada mesa era un caso diferente. Soltó un jadeo al ver como en cada una reposaban varias carpetas amarillas.
Jared sabia muy bien lo que significaban. El mismo tenia al menos media docena de carpetas como esa en su antiguo escritorio de narcóticos.

Casos atrasados.

Cada carpeta era una (o al menos quería creer que solo era una) persona asesinada. Sacudió los hombros para sacudirse aquella sensación tan abrumadora pero solo consiguió apaciguarla. Dio un paso hacia el agente que tenia mas cerca pero alguien le empujo en ese momento.

-Lo siento.- Un hombre bajito, con escaso pelo negro. Iba a continuar su camino cuando el le pregunto:

-Perdone ¿Sabe donde esta el Capitán Manners?-

El hombre menudo abrió la boca para hablar pero en ese momento alguien grito desde su izquierda:

-Kripke...¿Cómo van las pruebas de balística?-

-Cuando las tenga te avisare.-corto el pequeño hombre y luego se volvió hacia Jared agregando.- El despacho del fondo, hijo.-se marcho sin decir nada mas.

Jay cruzo la gran sala intentando no mirar las fotografías de gente muerta y desmembrada, fijando todas sus fuerzas en la gran puerta de madera que se erguía ante el.

Capitán Kim Manners Leyó y no pudo evitar imaginarse a una mujer de cuarenta años y con muy mal humor.

La sorpresa fue mayúscula cuando abrió la puerta y vio lo equivocado que estaba.

-¿Es que nadie te ha enseñado a llamar a la puerta, niño?-gruño un hombre cincuentón con el teléfono en la mano..- Sal y llama sino quieres que te expediente.- ordeno.

Jared obedeció, cerro la puerta de forma suave y llamo con los nudillos, medio minuto después su nuevo jefe le daba permiso para entrar.

-Te digo que no, me da igual lo que diga el alcalde, soy el jefe de una comisaría no de una agencia de publicidad. – el Capitán Manners andaba de un lado a otro visiblemente enfadado, ignorándolo por completo.- Se que es algo muy serio y tengo a mi mejor hombre, así que no me molestes mas.- dicho esto colgó y se desplomo en su gran asiento de cuero que crujió ante el peso. – Bien...¿Y tu quien eres?-espeto entrecerrando los ojos curioso mientras le hacia un gesto para que se sentara, cosa que no dudo en hacer.

-Yo...-empezó a decir, intentando que su gran cuerpo cupiera en aquella pequeña silla de madera.

-Oh...si...-chasqueo los dedos al recordar.- Eres el nuevo. Jared Papalepis.-

-Padalecki, señor.-corrigió en un susurro removiéndose en su asiento para evitar clavarse el reposabrazos en la cadera.

Manners ignoro el comentario, cogió una carpeta amarilla de delante de su mesa y empezó a leer como si el no existiera. Jared observo el despacho sin saber muy bien lo que tenia que hacer. Placas conmemorativas, fotos con dos alcaldes diferentes, la bandera americana colgada en la pared. Todo el despacho era un culto a una carrera llena de logros. Hasta la mesa saturada de papeles rebozaba orgullo, buena pinta de ello daba una placa conmemorativa y la llave de la ciudad.
De repente se sintió terriblemente pequeño.

-Bien, niño. ¿Sabes donde te estas metiendo?-pregunto el capitán dejando caer la carpeta de forma ruidosa sobre la mesa y apoyando los codos sobre ella.

-¿Disculpe?-la silla crujió cuando se incorporo para preguntar.

-Te has pasado los últimos tres años en narcóticos, dos de ellos infiltrado en una banda. Nunca he estado infiltrado pero he leído muchos informes y se que el dinero, la droga y las mujeres corren por doquier. En homicidios solo veras mucha sangre, las únicas mujeres bonitas que veas estarán mas tiesas que un pollo en un congelador. Así que vuelvo a preguntarte ¿Sabes donde te estas metiendo?-

Jared trago saliva e intento digerir tanta información. Le habían dicho que su capitán era un hombre rudo pero justo aunque nunca pensó que tanto.
Se aclaro la garganta con una tos e imitando la misma posición que su jefe dijo:

-Si me pregunta a que si estoy preparado para dejar un destino en el que las mujeres solo están contigo para que le des su próxima dosis, los amigos pueden matarte para ascender y el dinero esta lleno de sangre la respuesta es un si con mayúsculas.- quiso haber utilizado el mismo tono pero sabia mirada del jefe de policía hizo que le temblara la voz.

Aun asi el mensaje llego alto y claro.

-Muy bien, niño. Entonces será mejor que empieces a trabajar.-

Jared asintió e intento levantarse pero se quedo atorado en la diminuta silla. El corazón se le encogió al imaginarse levantándose con el trozo de madera atorado en las caderas. Manners le miraba con el gesto interrogante, seguramente preguntándose porque demonios no se había ido aun.

-¿Sabe donde esta mi compañero?-pregunto removiendo las caderas para poder salir.

-Oh...si...-volvió a chasquear los dedos y empezó a garabatear algo en un papel.

Aprovecho el momento en que su jefe bajaba la vista para apoyar ambas manos en los reposabrazos de la silla, apretó los pies en el suelo y tiro hacia arriba. Por un momento pensó que haría el mismo ruido que un tapón de una botella de champán al abrirla, por suerte la silla solo protesto un poco cuando lo dejo libre.
Se levanto de un salto y se giro para mirar el aparato infernal, tomando nota mental de que no volvería a sentarse allí.

-El Asesino de Ojos Amarillos ha vuelto a atacar.-informo tendiéndole un pequeño papel

-¿Asesino de Ojos Amarillos, Señor?-pregunto cogiendo el papel en el que había una dirección garabateada.

-Los chicos de la prensa. Al parecer un vecino vio dos pequeños resplandores amarillos que parecían ojos, el detective Ackles supone que podían ser una especie de visión nocturna pero estoy seguro de que el te informara mejor.- cruzo los brazos encima de la mesa y lo miro con una sonrisa de medio lado.

-Pero...¿Dónde esta?-

-Oh...-repitió dando un respingo en la mesa. –Se ha ido. Esta en esa dirección.-

El estomago se le encogió en el pecho al agente Padalecki al oír eso. ¿Se había marchado sin esperarlo?. Puede que hubiera llegado un poco tarde a la comisaría pero eran compañeros...¿Tanto le habría costado esperarlo cinco minutos.?

Será capullo. Gruño para si.

-Gracias, Señor. Voy para allá.- salió por la puerta sin mirar atrás imaginándose como le partía la cara al tal detective Ackles.

CONTINUARA.