Aquí os dejo un padackles que creo que os va a encantar
Titulo:
Carlisle
Autor: chicarvil
Resumen: Jared es el profesor de
literatura recien contratado por Jensen que es el decano de una
universidad muy antigua y elitista. El problema es que Jensen no
creia que la forma de enseñar de su nuevo fichaje (el cual tiene un
buen currículo) fueran tan poco ortodoxas.
Tiempo: No
tiene
Calificación: Nrm-18. Au
Pairing: Jared y
Jensen
Advertencias: como todos sabemos los chicos no me
pertenecen y todo ese rollo.
CAPITULO 1
-¿Se puede saber que esta haciendo?-gruño Jensen con los puños apretados y las venas del cuello marcadas, sin poder creerse que el artífice de su enfado ni siquiera levantara la mirada cuando pregunto.
Cuando Jensen ficho a su nuevo profesor de literatura se aseguro de estar haciendo lo correcto. Miro las notas que había sacado durante toda su carrera (y cuando dice toda, dice toda, hasta la de párvulos), hablado con sus profesores, los chicos con los que preparo la tesis y hasta con la viejecita que le servia el café todas las mañanas en la facultad y todos dijeron exactamente lo mismo:
Es un buen chico, un estudiante estupendo y un docente nato
Sinceramente lo de buen chico le traía sin cuidado, el quería un profesor de literatura, no una cita, lo de buen estudiante le agradaba bastante, así se aseguraba de que pudiera memorizar el programa de ejercicios y de tutorías sin necesidad de entorpecer su trabajo pero lo mejor era lo de docente nato, de echo por eso lo contrato. La universidad de Carlisle no era tan conocida como la de Yale o Harward pero sin duda era exactamente igual de buena o incluso mejor. El único problema que había era que casi todo su personal lectivo superaba los sesenta años. Sobraba decir que las clases eran soporíferas, hasta para alguien como el cuyo lema era: El saber no ocupa lugar.
Tal vez por eso, cuando fue nombrado (por fin) decano de Carlisle, la facultad en la que había estudiado y en la que prácticamente se había criado, no dudo en poner sobre la mesa la firme condición de meter sangre nueva.
Pero claro, Jensen Ackles podía ser uno de los eruditos mas famosos del mundo académico (no es que hubieran muchas personas que se sacaran los títulos de historia del arte, antropología y lenguas muertas), podría tener la mente mas afilada de toda la maldita universidad e incluso poder descifrar gelogrificos a los que los historiadores del Museo de Historia Natural de New York no encontraban sentido, pero a la hora de la verdad, Jensen solo era un jovencito de solo treinta años.
Vamos, que para la gente que trabajaba allí (viejos todos) era como si le hubieran dado el mando a distancia de un arma de destrucción masiva a un niño de cuatro años.
Y en eso el Vice Presidente en funciones Robert Singer era el que mas protestaba, no en vano debería de haber sido él el que dirigiera la universidad y no le hacia ni puta gracia que se lo hubieran dado a un niño bonito, como sabia que lo llamaba a sus espaldas.
El caso era que el Sr singer (por llamarlo de un modo mas civilizado en vez de hijo de p...) se encargo de boicotear sus planes de renovar la institución. Para su suerte Jensen había sido mas listo que el (mas de una vez se sorprendía a si mismo recordando lo que su padre le decía sobre que debería ser político debido a su gran agudeza mental y olvidarse de esas estúpida universidad) y consiguió a convencer a la mitad del consejo escolar para que al menos sopesaran la idea.
El caso fue que de contratar a cinco nuevos docentes paso a solo poder contratar a uno y que estaría bajo vigilancia. ¿Y adivina que?...si el candidato metía la pata el volvería ser un simple profesor.
Y fue ahí donde entra en escena Jared Padalecki.
Sinceramente, Jensen tenia en alta estima su
inteligencia pero desde que el Sr Padalecki empezara a enseñar en
Carlisle todo se fue a la porra. Y no porque el hombre se comportara
mal o faltara al respeto al alumnado o al profesorado al que se
dirigía con total corrección (curiosamente al único que se dirigía
por su nombre era a el), todo abría sido mas fácil si hubiera sido
así (que tuteara a todo el mundo), ni siquiera podía quejarse de
que enseñara mal, de echo sus clases eran las mas concurridas y las
notas medias de todos los alumnos habían subido bastante.
El
problema...EL AUTENTICO PROBLEMA, era que el nuevo profesor de
literatura no se amoldaba al método lectivo por el que se conocía
la universidad.
Porque una cosa era estudiar a Góngora y
otra muy distinta armar una batalla campal en el comedor porque era
la mejor manera de expresar lo que Luis sentía por su enemigo
escritor Quevedo o hacer que los chicos besaran a las chicas como
Romeo besaba a Julieta para que captaran el amor que quería plasmar
Shakespeare (gracias al cielo en el libro Romeo la besa en la palma
de la mano que sino...).
Por eso pensaba que tal vez su
agudeza mental estaba mermando porque sin duda cuando lo entrevisto
no entrevió nada parecido a lo que el hombre estaba haciendo.
Y ahora...ahora...el muy...muy...estaba subido sobre la estatua del fundador de la universidad, atando no se que historia a la cabeza de la figura de bronce con una expresión completamente concentrada.
-Repito...¿Qué esta haciendo ahí arriba?-quiso soltar un taco al ver que volvía a ser completamente ignorado pero sinceramente la buena educación de Jensen no le dejaba hacerlo.
El Sr Padalecki ladeo la cabeza y miro por encima de su hombro con un fruncimiento de cejas, miro de un lado a otro para luego continuar con lo que hacia. Como si el no estuviera ahí plantado como un idiota sin tener nada mejor que hacer que ver como esos gigantescos brazos se tensaban y destensaban al anudar la cuerda.
A Jensen casi le estalla la cabeza debido al comportamiento del profesor.
-Sr Pada….Pada... – chasqueo la lengua, ¿Cómo le era posible poder decir el nombre en su pensamiento y no poder decirlo en voz alta?. Se dice Padalecki, Jensen..PADALECKI. Se dijo a si mismo mientras carraspeaba y zapateaba en el suelo con sus relucientes zapatos negros.
El profesor se incorporo sobre si mismo, con una sonrisa divertida y negando con la cabeza.
-Conozco ese carraspeo molesto.- soltó alzando un dedo para medio segundo después bajar la vista y clavarla en el.
Jensen sabia muy bien lo que esos ojos veían. A un hombre de treinta años, impecablemente vestido con su camisa rosa y pantalones grises, con el ceño fruncido debido a que el fortísimo sol le daba de pleno en la cara, los labios apretados en una mueca de enfado y cruzado de brazos.
-Ah...Jensen...- el decano rodó los ojos al oír su nombre en los labios del joven. ¿Es que le costaba tanto llamarle decano como todo el mundo? O tal vez Sr Ackles. Porque por sino lo sabia era el decano. EL. JENSEN ACKES Y NO JARED PADALECKI. Por lo tanto debería de demostrarle un poco de respeto.
-Sr Pada...Pada...- Jodido apellido
-Padalecki.- termino el susodicho bajando de un salto y poniéndose delante de el. Jensen tuvo que alzar la cabeza para poder seguir mirándolo, trago de forma ruidosa al ver como la camiseta de tirantes se pegaba a ese gran torso que mediría como tres estadios de fútbol debido al sudor. Tosió con fuerza, regañándose a si mismo por quedarse mirando el largo cabello y esa sonrisa llena de hoyuelos. –Es polaco.- continuo.
Como si era turco. Le daba igual.
-Lo que sea.- gruño quitándose las gafas y fingiendo que las limpiaba con un pañuelo.- ¿Me puede explicar que esta haciendo?-intento sonar cortes pero no supo si tuvo éxito. Se puso las gafas nada mas terminar la pregunta y se quedo mirando a su empleado que solo ladeo a cabeza con esa sempiterna sonrisa y lo miro fijamente.- ¿Me esta escuchando?- carraspeo pasando su peso de un pie a otro. Revolviéndose un poco nervioso en el sitio.
-Yo siempre le escucho, Señor.- Bueno, señor era mejor que Jensen pero peor que decano. –Y lo que estoy haciendo tiene que ver con mi nueva clase de literatura.-
-¿Por qué no me sorprende?-rodó los ojos al oír esa respuesta que parecía la excusa ideal para que lo dejara en paz.- Me da miedo preguntar pero...¿Qué tiene que ver la estatua del fundador con la literatura?-La sonrisa del Sr Padalecki se ensancho de forma lobuna, poniéndole la piel de la nuca de punta. -¿Sabe?...Casi no prefiero saberlo...solo decirle que por favor..vístase.-
-Estoy vestido.- replico con rapidez mientras se miraba a si mismo.
-No, esta en camiseta interior y esta es una universidad mixta. No hace falta que le diga que no queremos ningún problema con alguna jovencita ¿Verdad?-pregunto convirtiendo sus grandes ojos verdes en una fina línea.
-Puede estar tranquilo, Jensen.- rió con fuerza mientras le golpeaba la espalda. El decano casi se cae de bruces al sentir el golpe pero consiguió mantenerse entero y en su sitio.- No soy de ese tipo de hombres.-
-Bien..pues póngase una camisa y por favor, cuando termine con la clase quite lo que quiera que haya puesto ahí arriba para que la facultad vuelva a tener su bonito aspecto.-
-Tu eres el jefe compañero.-
Jensen resoplo al oír lo que le respondía. Sin duda aquel chico era una causa perdida, casi no podía creerse que su puesto estuviera en esas grandes manos que estaban unidos a esos grandes brazos por esos fuertes hombros pegados a ese torax que...
-¿Quiere vestirse de una vez?-gruño señalando a un grupo de jovencitas que en ese momento pasaban cerca de ellos.
El joven soltó una risita entre dientes y sin siquiera mirar al grupo en cuestión alzo los brazos por encima de la cabeza y se enfundo en una camiseta amarilla que a opinión del decano había conocido tiempos mejores.
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El vicepresidente en funciones Robert Singer se removió molesto en el sitio al ver a los dos jóvenes por la ventana, desde su posición no parecían decano y profesor sino dos simples estudiantes. Orangutanes que no harían nada mas en la vida que trabajar en la empresa de su padre.
Mastico el aire para evitar soltar un juramento mientras se preguntaba por infinitesima vez porque demonios el ultimo decano había contratado al niño bonito en vez de a el. Porque tenia que ser él el que fuera el mandamás. Era uno de los miembros mas antiguos del castro y por lo tanto le tocaba. Era una cuestión de antigüedad no de ser guapo.
Cruzo los brazos sobre el pecho, sintiendo como el traje se le clavaba en las axilas debido a que le tiraba por culpa de la incipiente barriga. Rumio un taco que tuvo que morir en su garganta al ver como un grupo de niñatos pasaba por su lado con las cabezas gachas y expresión seria. Asintió con la cabeza al ver el gesto.
Respeto.
Eso era lo que les hacían falta a los jóvenes de ahora, no esas tonterías de tutorías, ni de hablar con ellos sobre sus problemas. ¿Que un joven se descarría? Se le corrige rápidamente. Al fin y al cabo no ahí nada que una buena vara en las palmas de las manos o en los glúteos no pueda solucionar.
Sonrió complacido ante su razonamiento
y retomo sus pensamientos en donde los había dejado. En
que el debería de ser el Nuevo Decano...si, en eso estaba.
Porque
si hubiera sido así, lo primero que habría echo seria meter mano
dura, como una universidad tan conocida como Carlisle se merecía.
Así que nada de permisos de fin de semana, ni de horas lectivas
perdidas en sesiones de compañerismos. Habría exámenes cada dos
días y claro esta...las chicas expulsadas. Eso ultimo era
imprescindible. Carlisle era una universidad para hombres, hombres
que el día de mañana dominarían el mundo. Las mujeres solo servían
para servir y saciar los deseos del sexo dominante por lo demás eran
un estorbo.
-¿Cómo lo ves?-
Y hablando de estorbos.
Samanta Ferris era profesora de ética y religión, eso de
por si ya dejaba claro lo ambigua que podía llegar a ser y no solo
eso, sino también retorcida. Lo descubrió cuando empezó su
relación. Al principio solo se acerco a ella porque era parte del
claustro escolar y eso siempre le era afín a sus planes pero cuando
se acostaron la primera vez se dio cuenta (con una gran sorpresa) que
la mujer no era tan remilgada como el creía. Fue una sorpresa muy
agradable. Robert se jactaba de ser bastante exigente en la cama y
claro esta, como gran pensador y hombre que era le gustaban las
"Cosas Especiales" algo que para su mala suerte no había
conseguido encontrar en ninguna mujer.
Las muy estúpidas siempre
terminaban llorando y suplicando que parara. Como si el simple echo
de oírlas no le excitara mas, haciendo que descargara la vara
metálica con mas fuerza sobre sus piernas o traseros para oírlas
gimotear mas fuerte.
Fue una grata sorpresa que su nueva
adquisición femenina tuviera gustos parecidos a los suyos. De todas
formas eso no cambiaba lo que pensaba de las mujeres, ni lo que tenia
planeado para el genial y niño bonito Jensen Ackles. Samanta le
servia, de momento, tanto para saciar sus necesidades como para sus
planes de futuro. Así que tendría que soportar su presencia con una
falsa sonrisa.
-No creo que tarde mucho, nena.- soltó volviendo a fijar la vista en el gañan que habían contratado el decano, que en ese momento se enfundaba dentro de una horrorosa camiseta amarilla.- Pronto, nena, pronto.-
CONTINUARA
