-Olvídalo, no pienso ir-grité sin poder evitarlo. Estaba furiosa.-No puedes obligarme a ir.

Por la cara que puso mi madre supe que no era el mejor momento para ponerme a gritar. Sin embargo era algo inevitable. Amaba a mi madre, pero su traición me había hecho explotar. Era algo totalmente fuera de discusión. No pensaba ceder en este asunto.

-No hay manera de que vaya.-dije cruzando mis brazos insolentemente a través de mi pecho.

-Sora.- dijo ella en advertencia por mi actitud.- No te lo estoy preguntando señorita, es algo que ya se ha decidido. Tu padre y yo…

-¿Mi padre? Ese señor no es mi padre. Hace mucho que él decidió no serlo. Ahora no puede venir e imponerse.

-Sora es hora de que olvides ese rencor. El es lo que es, te guste o no.

Mi madre se sentó en la punta mi cama.- Se que te lastimo mucho el que nos dejara, pero tienes que aprender a perdonar hija. Yo ya lo hice y es tiempo de que tú también lo hagas. Nada pierdes dándole una oportunidad.

-Pues si tanto le interesa mi perdón ¿Por qué no viene el aquí? ¿Por qué tengo que ser yo la que vaya hasta él?

-Bien sabes porque Sora.

Claro que lo sabía. Y era otra de las razones por las que lo odiaba.

-Créeme madre, lo sé. Sé que prefirió a esa mujer, sobre de mi y de ti. Sé muy bien que el ahora es un flamante padre de unos hijos que ni siquiera son suyos. Por eso es que no entiendo como esperas que salte de alegría cuando me dices que han decidido que vaya a vivir con él una temporada. Pero que digo vivir con él, si el muy canalla ni siquiera se va a tomar la molestia de eso. Mejor me manda a un internado. Así evita problemas con su actual familia y expía sus culpas hacia mí. Créeme que todo eso lo entiendo. Lo que no entiendo es que hayas aceptado, aun sabiendo lo que pienso de él.- dije mientras sentía como se acumulaban mis lagrimas.

-Sora sé cómo te sientes hacia él y por eso es que lo decidí. Esto será bueno para los dos.

-No, mama. Es que no lo entiendes. No es solo el hecho de que tenga que ir por él. Es todo lo demás. No me estas mandando a una ciudad cerca mama. Me mandas a otro continente. Y justo ahora. Te das cuenta de lo que me haces al mandarme a vivir con él.

Mi madre se acerco, dejo caer su mano en mi hombro y lo apretó ligeramente.- Hija, Se que no es el mejor momento.-Intento de nuevo pero no la deje terminar.

-No solo no es el mejor momento madre. Estoy a mitad de mi último año. No puedes esperar que deje a mis amigos y todo justo antes de mi graduación. No puedes pedirme que lo haga y menos por él.

-Creo que estás haciendo esto peor de lo que realmente es. No cualquiera tiene la oportunidad de ir a otro país a estudiar. No te das cuenta que es una experiencia que difícilmente se te va a volver a presentar y no puedo dejar que la desaproveches.

Mire fijamente a mi madre y supe que estaba decidida. No sabía el momento exacto en el que mis lágrimas habían comenzado a caer. Pero podía sentir como rodaban sin parar por mis mejillas. Me sentía derrotada.

-Esto no es justo.- dije entre sollozos.

-Lo siento hija, pero es algo en lo que no voy a ceder.

-¿No podría al menos esperar a que acabara el año?- suplique por ultimo.

-Lo siento pero ya está todo arreglado. Te vas la próxima semana.

Le dedique una última mirada suplicante, pero ella simplemente negó. Enojada me acosté en la cama dándole la espalda. No quería ni mirarla, pues en ese momento sentía mucho rencor hacia ella.

-Sora.-dijo suavemente mientras intentaba poner su mano en mi hombro. Yo la rechacé.

-Solo déjame sola. Creo que después de lo que me has pedido hoy, puedes por lo menos complacerme en esto.

Un silencio enorme cayo después de mi comentario, hasta que finalmente sentí como mi madre se levantaba. Escuche cuando la puerta se cerró suavemente y entonces llore. Llore porque en esos momentos no podía hacer nada más.