Te voy a corromper
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Capitulo 01: Una chica peligrosa
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No era nada extraño verlos entrenar en las canchas de tenis, seguramente se la pasaban ahí adentro más tiempo que en cualquier otra parte. No faltaba mucho para terminar el entrenamiento entre los líderes del Seigaku, sin embargo uno se había adelantado a su descanso y no precisamente porque así lo quisiera. En ese momento, Syusuke Fuji, el prodigio del tenis, se encontraba en los vestidores manteniendo una discusión frívola y tensa con una chica de cabellos negros y ojos de un profundo amarillo semejante al dorado. Sus miradas se compenetraban con intensidad transmitiendo una gran amenaza por ambos lados.
―A no ser porque fueras mi primo, tan solo imagina las cosas que te haría― comentó con perversión en su voz mientras colocaba ambos brazos a su lado, acorralándolo, y se anivelaba al actual tamaño de Fuji, quien se encontraba sentado en uno de los bancos del vestidor mientras la observaba fulminante, atento a cualquier movimiento.
―Eres tan depravada que seguramente no te interesa en lo más mínimo― respondió con total frialdad mostrándose completamente indiferente ante la cercanía en la que se encontraba la chica, la cual sonrió divertida ante su comentario.
―Me tientas… tu mirada y tu apatía hacia mí no hace otra cosa más que provocarme. Pero tú mejor que nadie lo sabe― rió con picardía haciendo que Fuji se molestara más de lo que ya estaba aumentando la tensión en el ambiente con una de sus miradas asesinas.― Sexy…
―¿Qué viniste hacer aquí?― le interrogó sin preocuparse en moderar el tono de su voz y mucho menos en ocultar su frustración. Su simple presencia le hervía la sangre.
―Ah…. Estoy cansado― chilló Eiji Kikumaru con infantilismo mientras movía su hombro en un ligero movimiento circular y entraba a los vestidores en compañía de Oishi Syuichiroh, su compañero de dobles. Ambos quedaron paralizados al ver aquella chica de belleza inaudita prácticamente encima de Fuji pensando que habían llegado en un mal momento. Por su parte, la femenina se ergio con lentitud a la vez que mostraba un ligero interés por los recién llegados sin poder evitar ocultar su sonrisa emotiva… se veían tan...―¿Qué están haciendo? ¿Quién es ella?― preguntó Eiji con sincera curiosidad.
―¿Eh? Fu…Fuji, sabes que no está permitido la entrada los vestidores a las personas que no están inscritas en el club― le recordó Oishi al reaccionar con las palabras de su compañero tratando de ser responsable, después de todo era el sub-capitán del equipo.
―¡Ah! ¿En serio? No me dijiste, tramposo― dijo la peli-negra de ojos dorados con ingenuidad mirando a Fuji con el ceño fruncido infantilmente y los cachetes inflados cambiando radicalmente su personalidad para luego dirigir la mirada a los chicos mientras removía un mechón de su cabello.― Bueno, supongo que tengo que irme.
―Espera ¿Quién eres? ¿Qué estaban haciendo?― volvió a preguntar Eiji con necedad al no obtener las respuestas provocando que Oishi lo mirara sarcástico, era un poco obvio a decir verdad, aunque lo que estaba pensando no era precisamente lo que habían estado haciendo entre esos dos.
―¿A caso no es obvio?― interrogó la peli-negra con un tono levemente provocativo y hasta sádico poniendo a pensar a Eiji, quien por más que lo intentase, no lograba darle el doble sentido que le estaba dando la chica.― ¿Qué tan inocente eres?― cuestionó ahora divertida haciendo que Eiji dejara de analizar las cosas para luego sonrojarse un poco y reír nerviosamente, acto seguido la peli-negra se acerco a él invadiendo su espacio personal, dejando a Oishi atónito mientras que Fuji la observaba con detenimiento, como un policía lo hace con el enemigo.
Por momentos, Kikumaru se puso tenso nervioso al verla acercarse tanto a él, juraría que iba a besarlo pero desvió sus labios a su mejilla y luego sintió su reparación chocar con el lóbulo de su oreja. Fuera lo que le hubiera susurrado al oído, Eiji abrió los ojos a no más poder en un estado de total sobresalto dejándolo como piedra. La chica por su parte, lanzo una de sus sonrisillas picaras para luego alejarse de él y dirigirse a la salida.
―Nos vemos― se despidió de los chicos con un pequeño movimiento con su mano derecha antes de salir de los vestidores.
―¡Hey! Eiji, ¿estás bien? ¡Eiji!― lo llamaba Oishi con preocupación, moviéndolo ligeramente para hacerle reaccionar pero estaba muy consternado, fuera lo que fuera que le había dicho, lo había dejado fuera de sí.― Fuji, ¿Quién era ella?― le cuestionó Oishi dándose por vencido con el peli-rojo.
―Matsumoto Nanami, mi prima― respondió con el semblante serio dejando sorprendido a la pareja de oro del tenis quienes no se esperaban, ni por instante, que Fuji podría tener una prima así.
Eiji se le quedo mirando un tanto pensativo después de enterarse que esa chica resultaba ser un familiar de él y enseguida bajo la mirada sin saber como reaccionar ante lo que le había susurrado…
"Te voy a corromper."
Con tan solo recordarlo podía sentir nuevamente esa electricidad recorrerlo de pies a cabeza alertándolo de una amenaza. ¿A qué se refería con eso? ¿Te voy a corromper…? ¿Corromper qué? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Debería preocuparse por ello?
―Ne, Eiji, ¿qué sucedió?― le preguntó Oishi mostrando su preocupación con su mano apoyada en el hombro del aludido, era raro verlo tan fuera de sí.
―¿Eh? No, nada, todo está bien nya. Oye, Oishi ¿Podemos ir a comer hamburguesas? ¡Tengo mucha hambre!― le sugería Eiji con una sonrisa despreocúpate y alegre que tanto lo caracterizaba mientras se sentaba en uno de los banquitos frente a su casillero para empezar a quitarse los zapatos y cambiarse.
―Sí, claro…― aceptó dejándolo pasar. Tal vez se preocupaba demasiado, después de todo ¿Qué podría hacerle una chica de quince años? Era prima de Fuji ¿No? Es de confianza.
"Te voy a corromper."
―Increíble, no por nada son el Golden Pair del Seigaku― era uno de los tantos halagos y aclamaciones que se escuchaban fuera de las canchas en medio de un partido en el que llevaban ventaja por dos puntos. Oishi con su precisión y Eiji con sus acrobacias además de la increíble sincronización que tenían, los volvía una pareja del tenis difícil de vencer.
En las gradas, se encontraba Nanami con la mirada fija en el peli-rojo gatuno que tanto le había llamado la atención. Verlo jugar era fascinante, tenía una gran flexibilidad y sus acrobacias era de lo mas ingeniosas e increíbles. Nunca tomo interés por el tenis, pero este era un caso diferente, no era solo pegarle a una pelota, él lo volvía más divertido, más interesante, más emocionante. Empezando con que siendo una gimnasta olímpica entendía mejor que nadie de acrobacias y flexibilidad muscular. Y por si fuera poco, era un espécimen perfecto. Ojos azules oscuros que hacen contraste con su cabello rojizo, músculos formados en el tamaño perfecto, una sonrisa inocente, una mirada radiante y aquella bandita que llevaba en el rostro de lo más curiosa.
Deseaba corromperlo, robarle su inocencia, llevarlo al extremo, ver que tan angelical era, ver cuáles eran sus límites y hasta donde llegaba. La simple idea la emocionaba, no podía borrar aquella sonrisa sádica y divertida que iba a la tal con sus pensamientos perversos.
"Kikumaru Eiji, vamos a divertirnos mucho tiempo juntos."
―Fin del partido. Juego para Seigaku― se anunció llevando a la euforia a los que iban a favor de la escuela mencionada, incluyendo también a los mismos miembros del equipo. Después de la celebración y las felicitaciones hacia el dúo, ambos tomaron sus cosas y salieron de la chanca para dar paso a los siguientes jugadores. Eiji se aparto corriendo de las gradas para comprar alguna bebida y descansar por ahí, en algún lugar con sombra mientras los otros se preparaban para el próximo juego. En verdad estaba agotado.
―Felicidades― escuchó el peli-rojo a sus espaldas dándose un buen susto dado que estaba concentrado en elegir un jugo en la maquina despendedora. Al voltear noto la presencia de la peli-negra de ojos dorados tendiéndole una bebida refrescante, la cual acepto un tanto desconfiado pero claro, sin olvidarse en sonreír agradecido.
Se sentaron en una de esas mesas de piedra con un techo que los protegía del sol y abrieron sus bebidas en silencio. Eiji, al abrir la suya, observo como el líquido se alzaba al aire para luego empaparlo todo provocando en la azabachina un ataque de risa, lo más seguro es que la había batido antes de entregársela.
―Lo siento, no pude evitarlo― confesaba entre risas mientras Kikumaru la observaba sarcástico: "no pude evitarlo" ¿Qué clase de disculpa era esa?― Pensé que así te refrescarías mejor― agregó con una sonrisa amable chocando su lata con la de él para luego beberla y suspirar satisfecha.
Kikumaru por su parte agitó la cabeza como un gato para secar su cabellera y mojar a su vez a la chica frente a él y aunque lo logró, al final sus cabellos se esponjaron en un afro del cual era imposible no burlarse. Nanami volvió a entrar en un ataque de risa señalando su nuevo peinado.
―Asss…― suspiró Eiji sin saber cómo tomarse todo eso después de aquellas palabras que le susurro al oído días antes.
―Venga, tranquilízate, no muerdo― comentó irónica teniendo un leve presentimiento de lo que se le pasaba por la mente.― Al menos no por el momento― completó un tanto fría provocando en el peli-rojo ese escalofrió perturbarte.
―¿Qué quieres?― le preguntó sin más con esa voz de niño que lo caracterizaba.
―Ya te dije, voy a corromperte― dijo con una media sonrisa divertida para luego tomar otro trago de su bebida con total naturalidad.
Corromper: Alertar, echar a perder.|| Viciar, pervertir. V. Tr. Sobornar.
Leía Kikumura en el diccionario mientras, sentado en el piso, apoyaba su cuerpo en su oso de peluche viejo al que llamaba Daigoro. Suspiró desalentador dejando el diccionario a un lado, y abrazando a su bola de algodón y felpa con fuerza tan solo para estirar sus músculos y acalorarse un poco del frio, se quedo mirando al vacio con deje pensativo. Aun seguía sin saber cómo reaccionar a eso. Solo era una chica de quince años, no parecía una mala persona aunque algo en su mirada lo espantara.
Otro suspiro, esta vez más largo. Esto no le daba ninguna buena espina, pero no era momento para pensar en ello: tenía que concentrarse en el tenis. Mañana tendría un partido interesante.
Y seguramente ella estaría ahí.
Temprano, se levanto como sonámbulo de su cómoda y apetecible cama para dirigirse al baño y prepararse a la escuela. Se cepillo, lavo su rostro y se vistió, bajo las escaleras hasta llegar a la sala y tomar su desayudo a toda prisa pues se le hacía tarde ya. Corriendo a toda prisa llego al instituto justo a tiempo y entro a su salón sentándose al lado de Fuji. Minutos más tarde llego la profesora de historia universal con sus carpetas y su sonrisa habitual. Los alumnos hicieron reverencia como saludo y al sentarse, la profesora empezó a dar el monologo de abertura a la clase.
―Bien, se que estamos ya en el segundo lapso pero tenemos una alumna nueva que nos acompañara al partir del día de hoy. Estuvo unos años en Inglaterra a causa del trabajo de sus padres pero regreso a Japón durante las vacaciones de navidad. ¿Eh? ¿Qué más? Supongo que eso es todo… Nanami, puedes pasar― la sangre de Eiji se congeló al escuchar aquel nombre. La puerta corrediza se abrió como en cámara lenta (al menos solo para él) dándole paso a una hermosa chica de una profunda cabellera negra y larga hasta la cintura con una pollina que cubría su frente acentuando el dorado de sus ojos y su piel blanquecina dejando a todos con la boca abierta. Sus pechos eran pequeños, pero sus curvas y piernas dejaban que desear, el uniforme le quedaba de maravilla. Y sus labios rosados marcaban una sonrisa juguetona imposible de ignorar.
―Me llamo Matsumoto Nanami, espero llevarnos bien― se presentó con amabilidad para luego inclinar su cuerpo en reverencia dejando caer los mechones de cabello lizo a sus lados. Al erguirse, la euforia entre los hombres se desato, a excepción de aquellos dos.
―¡Muy bien, silencio!― gritó la profesora con autoridad provocando el silencio absoluto.― Bueno, pues… puedes sentarte detrás de Kamiza…
―¿Puedo…― la interrumpió con una voz suave para no sonar descortés de su parte― sentarme junto a Syusuke-chan? Es que somos primos― le pidió un tanto sonrojada, claro que su objetivo era estar cerca de Eiji, aprovechando que éste se había sentado al lado de Fuji.
―¿Eh? Claro, hay un asiento vacío detrás de Kikumaru. Puedes sentarte ahí― le señaló. Ahora sí que empezaba a sentir la presión. Cada paso de ella hacia su dirección era casi como una tortura. Sus ojos eran muy punzantes y su simple presencia emanaba una gran aura llena de peligro. No le gustaba, en lo absoluto.
"Chiiii…"
El sonido de la silla a su espalda al ser arrastrada hacia atrás lo espantó. Era como una película de terror: era la víctima y el demonio se estaba sentando justo detrás de él. Podía escuchar cada uno de sus movimientos, podía sentir como sus ojos se clavaban en su nuca. Todo esto era una tortura.
Hmp…
Ahí estaba de nuevo, esa sonrisilla burlona que salía de su garganta sin necesidad de abrir su boca. Era como un anuncio de algo malévolo. En ella transmitía toda la emoción y la perversión que la invadían por dentro.
―Te voy a corromper…
Pervertir, viciar, depravar, dañar, infectar, enviciar, empeorar, sobornar, impurificar, alterar, descomponer, envenenar… Sea lo que sea que quisiera decir con eso, no podía significar nada bueno.
