Disclaimer: Todos los personajes de InuYasha pertenecen a Rumiko Takahashi.

Contra corriente

Por Kuruma Chidori

Capítulo 1

Los rayos de sol se colaron por la rendija de las paredes de la cabaña dando de lleno en su rostro. Rin se incorporó y talló los ojos dispuesta ya a ponerse en pie y comenzar sus tareas habituales. Asomó su rostro por la ventana de la pequeña morada, pudo ver que la anciana Kaede estaba ya despierta y preparaba el desayuno.

-Buenos días Rin, has madrugado- Saludó la anciana, quien el paso de los años cada vez hacía más presencia en su rostro.

-Buenos días – Rin le dirigió una sonrisa, sentándose a su lado. – Abuela Kaede, ¿habrá venido ya el señor Sesshomaru?

-No que yo sepa, Rin. – Kaede se mantenía absorta en sus labores mas no pudo pasar por alto la mirada cabizbaja de la muchacha de ahora ya dieciocho años. Suspiró – No tienes porqué preocuparte, Sesshomaru es un demonio hábil y fuerte, tendrá sus razones para no haber venido a visitarte.

-¿Razones que lo retrasan años?- Se lamentó Rin. Kaede sonrió levemente, ciertamente tenía razón, habían acordado que él volvería tres años atrás para saber la decisión tomada por la joven; sin embargo, poco antes del cumpleaños número quince de Rin, Sesshomaru dejó de visitar la aldea y de enviarle presentes con aquel hombrecillo verde que le servía. Era pues que desde entonces, Rin preguntaba frecuentemente por él, suponiendo que se hacía a la idea de que el youkai la había olvidado. No existía preocupación en ella por su vida… Sesshomaru era invencible.

-Razones que lo retrasan años.- Repitió, a modo de sentencia la anciana. –Ya te lo he dicho, Sesshomaru es un demonio fuerte, y en todo caso, de haber perecido, InuYasha ya lo hubiera notado.

Pero Rin sólo frunció un poco el ceño. La anciana desviaba el punto de su conversación. Y en todo caso la conversación no era un don que caracterizara al hanyou. Quizá sólo Kagome conocía bien ese aspecto.

La chica suspiró, no lograba quitar de su mente un recuerdo de muchos años atrás, en el que preguntaba a Jaken sobre cuáles eran los planes de Sesshomaru posteriores a la derrota de Naraku. Su memoria era difusa, lograba recordar vagamente que Jaken le hablaba del hecho de hacerse más fuerte, formar un imperio, extenderlo… y que tal labor podría tomar años y…

Rin apretó los dientes. Ya caía en cuenta del porqué de su recuerdo borroso. Jaken la había hecho enfadar diciendo que para entonces, probablemente estaría muerta.

"-Si yo muero… ¿me recordará?

-…No seas tonta."

Todo era más sencillo en ese entonces. Era pequeña y necesitaba de casi nada para ser feliz. Su alegría consistía en la compañía de Ah-Un, Jaken y su señor. Cuánto duraba un año en sí… jamás lo había pensado, jamás le había preocupado. Pero… ¿cien?, la vocecita rasposa de Jaken sermoneándole sobre cómo percibían el paso del tiempo los youkais, le taladró los pensamientos.

-Cien años… -Murmuró para sí misma. ¿Acaso era eso lo que sucedía? ¿él no volvía debido a la formación de su imperio?

No contendría más su duda: Rin se incorporó rápidamente y corrió rumbo a una cabaña. Kaede suspiró, era un hecho que lamentaba la tristeza de la joven, pero estaba consciente que vivir en la aldea era la mejor opción y que probablemente Sesshomaru pensaba igual.


-¡Kagome-sama! – Rin irrumpió en la cabaña de la sacerdotisa que aún dormitaba con un InuYasha vigilante a lado. –Lamento haber venido así pero…

-¡Chiquilla molesta! ¿De qué sirve que vivas con esa anciana si no logra enseñarte modales? –Bramó el hanyou que terminanó por despertar a la miko. -¡Mira lo que has hecho!

-InuYashaaaa… -Se quejó la mujer mientras se frotaba los ojos y dejaba escapar un bostezo largo.- Buenos días Rin, ¿qué sucede?

-¡Kagome-sama!... este… yo… lamento que viniera así sobre todo dado su estado pero…-Rin no podía evitar mirar el vientre de Kagome, ya levemente abultado. – quisiera saber si usted ha sabido algo sobre el amo Sesshomaru durante sus viajes…

Kagome le miró con sorpresa, no esperaba eso. Realmente esa pregunta iba más dirigida hacia InuYasha, pero comprendía que debido a su carácter, era más sencillo dirigirse a ella, no obstante, no dejaba de tomarla por sorpresa.

-Pues…

-Él está vivo.- Interrumpió InuYasha que aún se mantenía en la misma posición, sentado a lado de Kagome, con los brazos cruzados y expresión de molestia. –Es todo lo que tendrías que saber.

Rin le miró con mal humor. Una mezcla de enfado con melancolía le invadió. ¿Qué estaba vivo? Eso lo sabía.

-No te preocupes Rin. –Kagome miraba con un dejo de pesadumbre a la muchacha. Lograba comprender lo que era desear ver a alguien y no tener noticia alguna ni modo de reencontrarse durante años. –Sesshomaru no se ha olvidado de ti.

Rin se levantó, hizo una pequeña reverencia a modo de despido, y salió de la casucha rápidamente: de quedarse probablemente discutiría con el hanyou.

Kagome miró a InuYasha.

-¿Por qué no decirle más? O al menos algo que no sepa.-preguntó a su pareja.

-¿Qué podríamos decirle? Realmente no tenemos noticias de él directamente. Y sabes que lo mejor sería que se olvidara del asunto. Rin está más segura viviendo aquí.

Kagome bajó la mirada, pensativa. ¿Olvidarse del asunto?... quizás.


Rin se dirigía al río cercano para tomar un baño, y aunque por lo regular iba acompañada, en esa ocasión decidió escabullirse sin mencionar palabra. Aún cuando no tocara el tema, no deseaba soportar las miradas compasivas que le dirigían. Estaba molesta con la situación.

Detuvo su mirada en un pequeño arbusto donde crecían flores amarillas… Recordando cuando solía juntarlas y hacer coronas y pequeños ramilletes con ellas. Siempre se los obsequió a él, y aunque jamás le recibió uno, era feliz con el simple hecho de que fijara sus ojos en el regalo. Era su modo de aceptarlos.

Sonrió para sí y miró el cielo, ese día estaba particularmente despejado y azul. Rin dejó caer sus ropas, las dobló y colocó en la orilla y se introdujo en las aguas del río. La corriente suave la relajaba y caminar contra ella le causaba sensaciones agradables en la piel.

No muy lejos alguien la observaba minuciosamente desde las ramas de un árbol, detallando casa centímetro de piel que Rin dejaba ver.

-Será mejor que bajes de ahí antes de que yo misma te delate. –Musitó con brusquedad Sango, que iba acompañada de su hijo menor, Shinta, de ahora ya unos siete años. Un muchacho sorprendido bajó de un salto de la rama, sonrojándose al ser descubierto.

-Hermana… yo estaba… eh…

-No te excuses, ¿no crees que ya estás grandecito para estos comportamientos? Tienes suerte de que Rin no se percatara, pero yo tendría más razones para molestarme contigo –Sango le miró con molestia para después sonreír y abrazar a su hermano menor. –Hace meses que no venías por aquí, aunque ya no sé si tenías intenciones de visitarnos o sólo espiar jovencitas. –Kohaku sólo atinó a bajar la mirada, apenado.

-¡Tío Kohaku! –Shinta le regaló una enorme sonrisa al muchacho de coleta castaña.

-Shinta, cuánto tiempo sin verte, ¿has crecido? –El exterminador alzó en brazos a su sobrino para así zafarse de Sango.

-¡Sí! ¡Padre dice que pronto alcanzaré a mis hermanas!- El pequeño de despeinados cabellos castaños parecía muy orgulloso.

Kohaku tenía ya veintiún años y a su vez había pasado por mucho la estatura de su hermana mayor. Vestía aún el mismo atuendo de los exterminadores junto con la hoz que el viejo Toutosai le habría forjado. Su rostro había madurado, pero seguía manteniendo la misma mirada atenta y cálida.

-¡Kirara! –Sango extendió los brazos para recibir a la pequeña mononoke que desde el árbol había saltado hacia ella. La gatita parecía muy feliz de ver a la mujer. –Shinta, regresemos a la aldea, y tú también Kohaku, antes de que Rin nos encuentre.

-Sí… -Kohaku siguió a su hermana, no sin antes dar un último vistazo a la joven que ahora se hallaba sumergida en el agua. Sonrió para sí. Le encantaba…


Había salido ya del agua y comenzaba a vestirse. Sabía que no podía pensar sólo en ese tema, y que aún cuando él no llegó tres años atrás, ella continuaba su vida.

-Continuar… -Rin secaba su cabello mientras veía al horizonte. Realmente era muy subjetivo ese hecho, pues sus ilusiones siempre se mantenían fijas al día en que volviera a ver a su señor, mas sin embargo, ella no tenía nada por seguro. Quizá él ya la había olvidado y preferido seguir adelante sin ver atrás, como siempre había hecho.

Una vez más los recuerdos asaltaron a Rin. Años atrás, el monje Ungai, después de haber sido derrotado por Sesshomaru, le gritó que no fuese con él, pues "humanos y youkais viven en mundos diferentes". Y lo sabía, lo sabía perfectamente, pero en aquel entonces eso no importaba. Ella lo seguiría siempre, siempre… a todo lugar, hasta la muerte. Siempre yendo contra corriente.

Rin sintió como se le sobrecogía el corazón. La determinación que tenía para aquella edad le causó terror. Su voluntad no había flaqueado… hasta aquel día en que no volvió más. Y es que los días se hicieron meses y luego años. Y los kimonos que le obsequiaba ya no guardaban ese olor a flores silvestres que habían poseído… Porque no lograba recordar ya su voz… porque no veía más esos gélidos ojos ambarinos, siguiéndola con discreción, con cada paso que daba, con cada salto, con cada sonrisa…

-No volverá-Se dijo sin convencerse, pero para al menos permitirle caminar. –No volverá Rin, no volverá. Y si vuelve… ya no podría ir con él.

Abatida, cortó unas cuantas flores amarillas del arbusto y emprendió camino a la aldea.


-Rin –Kohaku sonrió al verla pasar cerca de la cabaña de su hermana. Aún cuando le había espiado, no sentía vergüenza por ello. En todo caso fue la repentina llegada de Sango lo que lo descolocó. Rin era bella, era bella simplemente y no sentía culpa por verla.

-¡Kohaku! –Rin corrió hacia él y le abrazó fuertemente- ¡cuánto tiempo!

-Lo mismo puedo decir, hasta tienes el cabello más largo.

Rin rió alegremente, la presencia de Kohaku siempre le animaba. Por su parte, Kohaku simplemente se sentía pleno al verla sonreír.

-Flores –Observó el muchacho, y tomando una del pequeño ramillete que había formado, se la colocó en el cabello a la joven. Rin no dejaba de sonreír.

-Vengan, ya está lista la comida –Anunció Sango, que con ayuda de Ringo y Mikan, sus hijas gemelas, pasaban ya los platos.

-¿Te quedas a cenar, Rin?-Invitó Miroku, que pese a la sonrisa de la joven, lograba percibir la tristeza que escondía.

-Oh no, yo iré con la abuela Kaede, seguramente ya me espera también, los veré más tarde.

-Así será entonces –Apresuró a decir Kohaku. Rin afirmó con la cabeza mientras le entregaba el ramillete de flores y dirigía una última sonrisa antes de salir de la cabaña.

-…¡Ajá! –Exclamó alto Miroku, con una mirada perspicaz, cuando Rin se había alejado lo suficiente.

-¿Qué pasa?

-Te gusta.

-…Tonterías, mejor cenemos antes que se enfríe.- Kohaku se sentó en el suelo, entregó el ramillete a Ringo y tomó el plato que le tendía Mikan, ignorando a su cuñado. Sango y Miroku intercambiaron una mirada de complicidad.


Rin se dirigía a su propia cabaña a paso rápido mientras batallaba con su cabello, que revuelto por una repentina corriente de aire le obstruía la vista

–Qué clima tan cambiante… ¡Ah!

La pequeña flor se había desprendido de su cabello, tomando su propio rumbo con el viento. La chica continuó su camino sin prestar mayor atención.

No muy lejos de ahí, con un movimiento ágil, la flor estaba en manos nuevas. La figura masculina se la acercó al rostro para olerla y levantó la mirada. El viento le alborotaba las hebras plateadas y ondeaba la estola de su hombro izquierdo. Unos gélidos ojos ambarinos brillaron con los rayos de sol.

No había duda, era ella. Pero por dentro algo le inquietó, no era del todo el mismo aroma que le conocía. ¿Cómo era posible eso? No hacía tanto le había visitado. O al menos eso sentía él. Pero de inmediato cayó en la cuenta de la forma en que el tiempo transcurre para los humanos.

Tantas lunas habían pasado ya, entonces. Sesshomaru sintió que algo despertaba dentro suyo. Algo que no le agradó…

-Rin.

Continuará…

Mi primer fanfic después de aproximadamente seis años de no haber escrito nada nuevo (debería continuar los que dejé pendiente pero me aloqué de pronto con esta pareja). Espero que sea de su agrado pese a lo oxidada que estoy. Estoy muy entusiasmada con esta historia, gracias por leer y pues nos vemos en el siguiente capítulo :3

Kuruma Chidori