Advertencias: Ninguna
Nota de autor: Bueno, pues después de la buena acogida que ha tenido "La Variable" aquí os dejo el Prólogo de mi nueva paranoia mental! Para que os vayais metiendo en el tema, esta nueva historia está situada al final de la Segunda Temporada, en el momento en el que Kate, Jack y Sawyer son secuestrados por los Otros. Así que sin más dilación, ¡a leer!
Prólogo: ¡Corre!
No tenía ni la menor idea de dónde diablos estaba. Después de que los Otros les hubieran interceptado gracias a la ayuda de Michael, Kate había perdido la noción del tiempo y del lugar, y ni siquiera su fantástico sentido de la orientación le había sido de utilidad en esta ocasión.
Finalmente se había encontrado a si misma siendo obligada a tomar una ducha en una especie de vestuario similar al de un gimnasio, con una ducha, aseos y multitud de taquillas. La morena dejó que sus músculos se relajasen bajo el agua caliente, quitando de su piel los restos de sudor y barro acumulados durante el secuestro.
Cuando por fin hubo terminado de ducharse, Kate enrolló una toalla alrededor de su cuerpo y salió de nuevo a la zona de taquillas. Sin embargo, al llegar allí se dio cuenta de que su ropa no estaba en el mismo lugar donde ella la había dejado.
Aferrando más que nunca la toalla a su cuerpo desnudo, Kate empezó a caminar por el vestuario, tratando de encontrar las prendas perdidas. El terror de que pudiese haber otra persona allí mismo que se hubiera llevado su ropa, dejándola completamente desnuda y desprotegida, se hizo más real que nunca cuando escuchó el sonido de unas pisadas al final del pasillo. La morena tragó saliva pesadamente, y en un arranque de valor aceleró el ritmo de sus pisadas en dirección al intruso.
Cuando por fin estuvo cara a cara frente a él, Kate no pudo evitar sentirse aliviada cuando comprobó que el ladrón no era él, si no ella. Una mujer rubia de ojos azules que la miraba fijamente apoyada en la pared.
Antes de que Kate pudiese abrir la boca para decir algo, la mujer le lanzó unos pantalones vaqueros y una camiseta.
—Vístete rápido—ordenó ella con voz tranquila.
— ¿Quién eres?
—Vístete rápido—repitió la orden mientras que se daba la vuelta, dejándole a Kate un poco más de privacidad para cambiarse.
La morena decidió no tentar más a su suerte y en un abrir y cerrar de ojos la toalla había sido sustituida por unos jeans y una camiseta de tirantes, similar a la indumentaria que ella solía utilizar habitualmente.
—Sígueme—volvió a ordenar la rubia mientras que echaba a andar hacia la salida de los vestuarios.
— ¿Seguirte a dónde?—replicó Kate, que empezaba a estar un poco cansada de seguir órdenes sin recibir ningún tipo de respuesta a cambio.
—Solo sígueme.
En cuestión de minutos ambas mujeres se encontraron corriendo por la selva a toda velocidad, hasta llegar a un nuevo edificio, situado a unos doscientos metros del anterior. La rubia abrió la puerta sin vacilar y empezó a caminar por los pasillos de la instalación.
Kate seguía sin tener la menor de idea de dónde estaba o de qué podía estar pasando, pero de lo que si que estaba bastante segura era de que la rubia la estaba conduciendo a algún tipo de instalación subterránea o algo así.
Tras un buen tramo sin encontrarse con ni una sola puerta, la mujer se detuvo frente a una y la abrió. Ambas entraron a una habitación pequeña, muy pequeña, que estaba llena de monitores de televisión.
— ¿Qué es todo esto?—volvió a preguntar Kate, aunque lo único que obtuvo por respuesta fue silencio.
La rubia comenzó a teclear unos números en el panel de control, y de repente, las imágenes de los monitores comenzaron a desaparecer, siendo sustituidas por estática. Fue entonces cuando Kate comprendió que lo que la otra mujer estaba haciendo era desconectar las cámaras de vigilancia.
—Vamos—dijo ella una vez que hubo terminado con su tarea.
Ambas volvieron a correr por los pasillos lo más sigilosamente posible que pudieron, hasta que la mujer rubia volvió a detenerse frente a otra puerta.
—Juliet, ¿qué estas hacien-?—Jack se había levantado del suelo de su prisión subacuática al escuchar como alguien había abierto la puerta de su celda, pero se quedó completamente paralizado cuando detrás de la mujer que se había encargado de traerle comida y bebida durante de su corta estancia con los Otros, pudo ver a Kate.
La morena se arrojó a los brazos del médico, abrazándole con fuerza como si se le fuese la vida en ello.
—Debemos irnos ya—interrumpió la rubia. Juliet.
— ¿Ir a dónde?—inquirió Jack, pero obtuvo la misma respuesta que había conseguido Kate en las ocasiones anteriores.
A pesar de eso, ambos siguieron a Juliet de vuelta a la selva. Los tres corrieron entre los árboles y la vegetación durante unos interminables minutos, hasta que finalmente la rubia se detuvo en seco.
—Si seguís ese camino estaréis en la playa en menos de diez minutos. Allí os estará esperando una canoa que os ayudará a volver a vuestra isla—explicó ella.
— ¿Por qué nos estas ayudando a escapar?—preguntó Jack con la confusión dibujada en su rostro. Nada de lo que estaba pasando tenía sentido. ¿Primero los secuestraban y ahora una de ellos les dejaba huir?
—Simplemente digamos que tengo mis motivos para hacerlo.
— ¿Y cómo sabemos que no es una trampa?—inquirió Kate con recelo.
—No lo sabéis.
Jack y Kate se miraron entre ellos durante unos segundos, tratando de ponerse de acuerdo mentalmente sobre qué hacer. Aunque tampoco tenían demasiadas opciones: o confiar en Juliet o no confiar.
— ¿Y qué pasa con Sawyer?—preguntó la morena, visiblemente preocupada ante la idea de marcharse sin el sureño.
—No he podido llegar hasta él—respondió Juliet. Después bajó su mirada azul hasta el reloj que llevaba puesto en la muñeca izquierda—Tenéis media hora para escapar antes de que se den cuenta de que no estáis. Aprovechad la ventaja.
Ambos asintieron con la cabeza a las palabras de la rubia, y sin decir nada más reanudaron su carrera a través de la selva. Juliet se quedó parada en el sitio, viendo como se alejaban a toda velocidad. Todo parecía haber salido tal y como ella lo había planeado.
Finalmente, la mujer emitió un pequeño suspiro y se dio la vuelta, poniendo rumbo de regreso a La Hidra.
Sin embargo, no todo había salido tan bien, ya que sin que Juliet se hubiese percatado del detalle, una pequeña cámara instalada en uno de los árboles seguía apuntando justo al lugar en el que la rubia había despedido a Jack y Kate. Y el pequeño piloto rojo que indicaba su actividad seguía parpadeando. Nunca había dejado de hacerlo.
Continuará...
