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Anhelaba un cuerpo. Un corazón. Carne. La caducidad humana.
Un autómata se suponía, no debía tener sentimientos. Una mujer se suponía, no podría despertar sentimientos por una simple máquina refaccionada.
Una vez, él no fue así…
Automatic
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|1| 人魂
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La guerra… La guerra era la más viva demostración de la estupidez humana. Los hombres, cegados por el afán de poder llevaban las vidas de los más débiles hacia la destrucción misma. Miles de muertes, miles de familias destruidas, de sueños y corazones rotos.
Una vez existió él.
Febrero, 1862
Uchiha Sasuke, soldado raso.
23 años
Sexo masculino
184,3 cms
Soltero
1ra Trinchera.
Muerto durante el bombardeo aéreo.
Víctima 4.218.
Para esa época, probablemente no existió un ser más desdichado. Uchiha Itachi no era capaz de perdonar a su tonto hermano menor; el joven de cabellos rebeldes que se había lanzado directo a la muerte, y todo por un patético anhelo de su padre. Sasuke Uchiha dejó de existir sin dejar un rastro en el mundo más que el recuerdo brillante de sus ojos obsidiana en la mente y corazón de su hermano mayor.
Fue llamado a reclamar su cadáver; destrozado. Reconoció el medallón Uchiha entre sus pertenencias Fue su único recuerdo para ese entonces, antes de que decidiera tomar el asunto en sus manos. Uchiha Itachi jamás se rendía.
Había viajado a Europa. La posibilidad concreta de recuperar un día lo que la cruel guerra le arrebató injustamente era el motivo de su vida. Eventualmente, las respuestas que deseaba no llegaron a sus manos. Los años pasaban y, a pesar de haber dedicado buena parte de su existencia a su investigación secreta, no lo consiguió. Sasuke; ese Sasuke jamás volvió, sin embargo, en medio de la frustración de un anhelo que no tuvo éxito, engendró a su único descendiente. Vio en su hijo el reflejo del pequeño cuya vida se apagó bajo miles de luces incandescentes.
Sasuke Uchiha, hijo de Itachi e Izumi. El único heredero de la que una vez fue una familia de abolengo. El hijo del científico loco, el constructor de cohetes, el alquimista que pereció envenenado en medio de su laboratorio. Siguió el camino de su progenitor.
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Cuando conoció a Sasori en medio de un viaje al desierto, sus ojos brillaron ante lo que tenía en frente. Un hombre que conocía más misterios de los que hubiera leído durante sus investigaciones y las diversas anotaciones de su padre a lo largo de su vida. Era el tesoro que había estado buscando desde que salió de casa.
"No se trata sólo de un recipiente, Uchiha-san. Un alma no puede volver a este mundo con simple química. Y… tampoco la encontrarás en el vacío utilizando proyectiles… puedo asegurarlo".
Los Rosacruces, una organización secreta a la que logró infiltrarse a pesar de su origen, pues la potente figura de su padre, considerado un prolífico científico y admirado por quienes practicaban otras ciencias, permitía a un Uchiha ser considerado digno de hacer acto de presencia en una de sus citas.
Sasori. No estaba seguro de si ese era su nombre. En medio de aquel ambiente ocultista todo se trataba de duda y la certeza era, en cierto modo, un privilegio de pocos. Sus ojos abiertos, intentando descifrar algo más allá de lo expuesto a simple vista. Su corazón latiendo a mil por hora, siendo consciente de que el ser descubierto en una habitación privada sería sin duda su perdición. No era posible saber más de lo revelado, de lo contrario… su vida…
—¿Quién eres tú y qué haces aquí?—era demasiado tarde.
Para todo, todo…
—...Yo- —estaba en shock. Lo habían atrapado con las manos en la masa. La mirada fiera que le exigía salir de pronto dudó… luego, ella habló, su voz dubitativa:
—Lárgate. Quien seas, no eres bienvenido en este lugar.
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—La única fémina de la organización. Una joven hermosa escogida por el director cuando era apenas una niña. Aún no comprendo por qué no es ya mujer de uno de los caballeros de la "orden", a estas alturas, me parece una quedada…
—Ciertamente. Y, en lo personal, no es de mi agrado que una mujer cualquiera sin abolengo alguno tenga siquiera el derecho de entrar al mismo salón que nosotros los entendidos.
—Aberración. Puede que sea la musa del maestro, pero calentar las sábanas de un hombre… eso lo hace hasta la más corriente de las rameras. Esa mujer no me agrada en lo absoluto y lo he hecho saber. He enviado tres protestas al respecto, pero ya sabes, un par de senos y cualquiera termina descuidando sus obligaciones.
Esa mujer había sido la encargada de frustrar sus planes durante la cita con la Sociedad. Ahora lo recordaba; así que a ella se referían aquellos viejos estirados durante la cena. La musa del maestro era una joven de no más de veinte y pico. Y por lo visto, su reputación no era precisamente la de una dama pues, las malas lenguas la sugerían como la descarada amante del maestro. El desconocido líder de los Rosacruces.
Es que existía un gran misterio en torno a una orden cuyos avances científicos eran ocultos y sumamente revolucionarios. Sasori una vez le dijo que si bien los métodos Uchiha no eran del todo equivocados, existían desviaciones que tornaban incompatibles sus conclusiones con la verdad; el alma humana. Sasuke Uchiha no podía regresar a la vida con un simple recipiente. El sueño de su padre estaba a su alcance, sin embargo, el secretismo de la sociedad le negaba esa verdad que anhelaba desde antes siquiera llegar a este mundo.
—Maldición—Rara vez se salía de sus casillas, más las escenas de su fallida búsqueda rondaban su mente una y otra vez. El Libro. Ese-libro. Sabía que en él los secretos eran guardados, más aquella ramera se interpuso—Esa jodida… sólo porque se revuelca con el estúpido maestro.
De pronto se oyó a sí mismo. Se avergonzó. En el fondo, ella había llamado su atención. Fue aquel el motivo que lo petrificó segundos antes de tomar las mentadas escrituras. Bien pudo arrancar el objeto de su lugar y tumbar a aquella molesta mujer antes que huir con las manos vacías. Había actuado como un crío idiota perdido en sus pozos verdosos.
Además ella definitivamente iba a delatarlo. Estaba seguro. Sentía sus propios latidos retumbar al pensar en aquel patético desenlace.
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Los estudios del gran Uchiha Itachi habían dejado huella en el mundo de la investigación independiente. La composición del cuerpo humano, la creación de uno. La resurrección. Tópicos fuera de lo común, en el límite de lo permitido por las sociedades científicas de la época. Y aún a fines de 1800 no eran bien miradas dichas averiguaciones. Al menos no en público.
—Existen dos caminos. Puedes amar a Uchiha o simplemente odiarlo—el hombre le miró
como si lo que estaba a punto de decir se tratara de la más profana de las afirmaciones—Rosacruz por ejemplo, lo ama… y sé de unas cuantas logias masónicas que no soportan sus postulados. Si vas a investigar al respecto e involucrarte más de lo conveniente, cuida tus espaldas muchacho.
—Por supuesto. Es sólo curiosidad…
—La curiosidad mató al gato, amigo.
Ciertamente, los movimientos poco planificados en base a mera curiosidad habían matado a los más intrépidos investigadores, pero él no era de esos. Un joven, evidentemente que lo era pero uno que no daba puntada sin hilo.
No iba por el mundo revelando su identidad. El único hijo de Itachi Uchiha era un sujeto desconocido para gran parte del mundo. Su bajo perfil se debió de hecho, a haber llevado una vida hogareña en un viejo y pequeño poblado junto a su madre en medio de tupidos bosques y praderas por doquier. Aquello significó ver a su padre como un ser lejano al que siempre soñó conocer. Y cuando logró viajar junto a él por primera vez, el destino se encargó de arrebatarlo de su lado. Durante aquel fugaz tiempo fue capaz de comprender el dolor de un hombre que amó profundamente, más que a su propia existencia. El adolescente que se adentró lleno de impaciencia en el enorme laboratorio de su padre supo entonces que su propia vida estaba ligada a aquel sufrimiento y que por ende, no podía ignorarlo. Traer de vuelta a la vida a Sasuke Uchiha, el adorado hermano menor, su tío, el verdadero Sasuke, era su misión.
Luego de la repentina muerte de su padre, destinó todo el tiempo posible a estudiar y a viajar en busca de respuestas, dejando atrás a su madre y amigos en el pequeño pueblo de Gramina.
…
Y fin del primer capítulo. Antes que todo, lo siento, y mucho. He abandonado miserablemente este medio y a modo de compensación por haber dejado de actualizar sin avisar, he decidido publicar una historia que un día iba a ver la luz. Quienes me han leído antes, bueno, saben de antemano mi afición a los rollos conspiracionales, gente muerta y tramas trágicas XD.
Esta no es la excepción. Automatic es una historia que planeé hace mucho, mucho tiempo cuando estaba encantada con los sucesos paralelos y el steampunk. Así que si alguien desea hacerse una imagen mental de cómo luce esta verborrea que lancé a Fanfiction, puede buscarlo en imágenes de google (steampunk en imágenes tal vez (?)) o echarle un ojo a Violet Evergarden (esa opción es la más suculenta jeje).
En fin, gracias por su tiempo, lo lamento mucho, soy dispersa y entro en periodos depresivos que me frustran por completo y la escritura me es imposible cuando no estoy bien anímicamente.
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Glosario:
Rosacruces: Para quien no la ubica, se trata de una orden esotérica antigua fundada en Alemania supuestamente en el siglo XVII, sus miembros fueron principalmente hombres estudiosos de la alquimia, la cábala y por supuesto el esoterismo. El por qué de la inclusión de esta organización está a la vista. Aquí nuestro Sasuke intenta revivir a Sasuke (?).
Gramina: Pradera en latín. Es el pueblo en el que nació este Sasuke alterno y bueno, mi imaginación no dió para un nombre más original XD Me he alejado de lo canon casi por completo, aunque hay cosas que obviamente mantendré, el tema de las locaciones y en general, la ambientación, dista mucho del típico mundo ninja de Naruto.
