Un drabble que decidí hacer de mi pareja favorita :3 Amo el ShikaTema, espero que les guste; lo hice apurada.
Temari sirvió un ponqué al anciano que siempre cuidaba los automóviles durante la tarde. Se secó el sudor de la frente y miró a su alrededor: comensales exigentes que no hacían nada más que quejarse por el servicio "tan" lento. Tenía un dolor de cabeza tremendo, lo menos que quería hacer era escuchar lamentaciones.
Sino dependiera de ese trabajo, de seguro mandaría a todos al diablo y se largaría. Se ató nuevamente las cintas del delantal con el nombre de CoffeEspresso y suspiró harta de todos.
Diariamente, se tenía que aguantar la lloradera de los niños y los padres reclamándole por qué no le puso azúcar extra al café o por qué trajo servilletas blancas en vez de "x" color. Para completar, tenía que calarse a un muchachito de 16 años que la observaba tontamente durante varios minutos haciendo que ella se sonrojara.
Pero curiosamente, él no se presentó hoy. Y la rubia sintió un vacío profundo sin razón aparente. Pasado cuatro horas, se alistó para irse. De noche, le tocaba estudiar. Tenía que preparar la cena para sus hermanos y repasar sus clases.
La puerta del local se abrió, dando lugar a un joven de fragancia muy varonil. Ella percibió el olor y sonrió involuntariamente. Shikamaru se dirigió hasta ella y se sentó delante del mostrador.
—Buenas tardes, señorita Sabaku No—saludó con voz ronca. Correspondió a la sonrisa de la fémina y la mesera se ruborizó violentamente.
—¿Qué haces aquí? —preguntó más a modo de exigencia que cortésmente. Las piernas le temblaban simplemente por verlo.
—Vengo a tomar un refrigerio como siempre—contestó, mirándola con sus penetrantes ojos negros.
—Ya me voy, espero que disfrutes tu "merienda" niño—dijo sarcásticamente antes de verlo con mirada burlona. Él susurró algo como problemática y se apresuró a decir:
—Quiero que me atiendas tú—aclaró irónico, mostrando una hilera blanquecina de dientes.
—Mi turno acabó mocoso—le refutó la chica enfadada. Debía abofetearlo, tenía que.
—Nunca se le negará una petición al cliente por lo más ridícula que sea*—Shikamaru señaló una placa bañado en oro, colgada sobre el marco de puerta.
Temari bufó molesta, había perdido esta batalla.
—¡¿Qué quieres bebé llorón, una malteada de fresa? —espetó con sorna, riendo escandalosamente.
El masculino conservó la calma, idiotizado por su belleza y su personalidad.
—Un café con vainilla estaría bien—respondió serenamente. La Sabaku No arrugó la hoja molesta y gruñó por lo bajo.
Él le guiñó un ojo y detalló su figura, acentuada por el uniforme. Hoy, conseguiría su teléfono como fuese. Y tal vez…un poco más.
