[INUYASHA NO ME PERTENECE]
Aquí estoy de vuelta con una nueva historia, ésta vez un poco diferente a lo usual. Espero que les guste!
Capítulo 1 - Una luz se apaga
Inuyasha salió de aquella gran mansión con dirección al hospital, habían ingresado a su madre hacía poco más de una semana y toda la familia se había mudado a Tokio por el tratamiento.
Al llegar a ese triste edificio gris encontró a su padre y a su hermano hablando con una enfermera.
-… los horarios de visita son hasta las ocho de la noche – dijo la mujer, llevaba un uniforme bastante colorido.
-Está bien, tenemos tiempo – dijo el patriarca de la familia.
Inuyasha, su hermano Sesshomaru y su padre no se podían negar entre sí, los tres compartían un extraño cabello plateado y ojos dorados, era costumbre que muchos de los presentes voltearan a ver con detalle a alguno de los integrantes de la familia Taisho.
- ¿Puedo pasar? – preguntó Inuyasha.
-Sí, está en la habitación trescientos siete – dijo Sesshomaru con semblante serio.
Inuyasha subió por las escaleras rápidamente, tenía algo más de quince minutos para ver a su madre. Al llegar tocó la puerta.
-Hola mami – dijo él y trató de que no se notara la sorpresa en su rostro, su madre estaba sentada en una dura cama de hospital, le habían puesto suero y por el pijama del hospital se perdían varios cables conectados a maquinas que hacían toda clase de ruidos.
-Hola mi amor – contestó Izayoi y le regaló una sonrisa a su hijo.
-¿Cómo te sientes? –
-Un poco mejor que en Osaka – su piel parecía más radiante, no había duda.
Inuyasha y su familia habían vivido en Osaka por casi diez años, pero todos eran oriundos de Tokio.
-Me alegro mucho – le tomó la mano, era cálida y suave – en casa ya terminamos con la mudanza, tienes que ver tu viejo estudio de pintura, es fantástico –
-Cuando salga de aquí lo veré, espero que no estés peleando mucho con Sesshomaru mientras yo no estoy en casa –
-Si… no… bueno… los hermanos siempre se pelean – dijo él.
-Sabes que no me gusta que se lleven mal –
-Y sabes que él se quiere ir a vivir con su madre, pero papá le insiste en que viva con nosotros, por eso trata mal a todo el mundo constantemente –
-Tu padre entenderá por las buenas o por las malas que Sesshomaru también tiene derecho a estar con esa mujer – Izayoi acarició la mejilla de Inuyasha – ¿ya te inscribiste en la escuela?, te queda sólo un año para entrar a la universidad y las clases comienzan en pocos días –
-No, mañana iré, es que con la mudanza no encontraba todos los papeles que hay que presentar –
Izayoi miro con reproche a su hijo.
Kagome entró a su aula, era el último primer día de clase en ese colegio en el que había pasado prácticamente toda su vida, había compañeros nuevos, un chico llamado Inuyasha que tenía un extraño cabello plateado y ojos dorados, y otra chica cuyo nombre no había escuchado bien.
- ¿Cómo estás Kagome? – un chico de pelo castaño y ojos azules se sentó en un banco al lado de ella, era su buen amigo Koga.
Koga era un chico que llamaba mucho la atención a la vista, era de padres japoneses, pero su madre tenía herencia europea por eso él había heredado los ojos claros.
-Tengo mucho sueño, anoche Buyo no dejó de maullar –
-Te dije que a tu gato le tienen que cambiar el alimento, estoy seguro que le duele el estómago –
-Sólo está obeso – dijo ella riendo – además es Sota el que se encarga de darle de comer.
El primer día de clases fue el menos emocionante de su vida, podía decirse que estaba bastante decepcionada, todo indicaba que iba a ser un año monótono. Pero ésos pensamientos se fueron a la basura dos días después cuando Koga e Inuyasha terminaron a los golpes en el suelo en los terrenos de educación física. El profesor que daba clases a los chicos logró separarlos, pero se ganó un puñetazo en la nariz. Las chicas miraban curiosas desde el campo de atletismo, pero con dificultad ya que los chicos habían hecho un circulo alrededor.
Koga entró en el curso nuevamente con una bolsa con hielo, tenía un golpe en la frente.
- ¿Qué pasó? – Kagome estaba de pie al lado de su lugar con los brazos cruzados.
-El idiota del chico nuevo me golpeó, es muy competitivo, yo soy el capitán del equipo de futbol – dijo molesto.
-Eso no lo sabes Koga, todos los años se elige un capitán nuevo – dijo ella, su amigo no contestó.
Una semana después el tema ya estaba olvidado, nuevamente Koga había sido elegido como capitán e Inuyasha se había anotado en natación por recomendación de una de las profesoras.
Por otro lado, la salud de Izayoi había empeorado, en casa de Inuyasha el ambiente era tenso y los integrantes de la familia ni siquiera cruzaban palabra. Sesshomaru pasaba mucho tiempo con su madre, Inuyasha trataba de centrarse en los deportes, pero no había día en el cual un par de lágrimas escaparan, él siempre lloraba a solas, no quería mostrar debilidad.
- ¿Dónde está Inuyasha? – preguntó una compañera, la cual estaba entregando unos trabajos prácticos.
-Hace rato lo vi, creo que subió a la azotea – le contestó otro compañero.
Koga y Kagome se miraron.
-Tenemos que terminar esto para mañana y él no aparece – se quejó ella.
- ¿Quieres que lo vaya a buscar? – preguntó él.
-No, van a terminar a los golpes, iré yo – cerró su libro de historia y se puso de pie.
Se les había asignado un trabajo de quince preguntas sobre historia universal, Inuyasha se quedó sin grupo al faltar por un problema familiar, así que Kagome se ofreció a incluirlo a su grupo, cosa que a Koga no le agradó.
Subió las escaleras lentamente, aún faltaban unos cuantos minutos para que iniciara la siguiente clase. Abrió la puerta que daba a la azotea y no tardó en reconocer ésa melena plateada que tantas miradas robaba. Le estaba dando la espalda, estaba apoyado en las barandas, mirando hacia la ciudad.
-¿Inuyasha? – se acercó lentamente a él – tenemos que terminar… -
-Lo sé, si quieren pueden venir a mi casa hoy luego de la escuela – dijo sin darse la vuelta.
-¿No vas a bajar? –
-Quiero estar solo – su tono de voz había cambiado, era la primera vez que Kagome escuchaba a Inuyasha hablar con un tono brusco.
-Quieres… ¿hablar? – Kagome seguía caminando lentamente hacia él - ¿es por el problema familiar por el que faltaste hace unos días? –
Él asintió.
-Mi madre está muriendo –
Un silencio incómodo reinó en la azotea, sólo siendo interrumpido por la campana que indicaba el inicio de la siguiente clase.
-Tiene leucemia, es decir, cáncer en la sangre –
-Lo siento… -
-Se está apagando, Higurashi, no le queda mucho tiempo, en cualquier momento se va a ir – la voz de Inuyasha se estaba quebrando poco a poco. Se separó de la baranda y se arrodilló en el suelo, apoyándose en la misma.
-Puedes decirme Kagome – ella se sentó al lado de él.
-Puede que a tu novio no le guste –
-Koga es sólo un amigo – dijo - ¿Te puedo preguntar desde cuándo está enferma? – volvió al tema, ignorando lo que todos pensaban cada vez que les veían a ella y a Koga juntos.
-Desde hace un par de años, comenzaron el tratamiento en Osaka, pero mi padre movió cielo y tierra para que le hagan quimioterapia aquí –
- ¿Eres de Osaka? –
-No, nací aquí, en Tokio, pero nos mudamos a Osaka cuando yo tenía ocho años –
Kagome vio cómo las lágrimas caían por las mejillas de su compañero.
-Hace unos días falté porque me pasé toda esa noche en el hospital, los médicos nos avisaron que tuvo una recaída. Los análisis no salieron bien y le suspendieron a quimioterapia. Sólo queda esperar… o esperar un milagro –
Kagome sacó de su bolsillo un pañuelo y se lo tendió. Él lo tomó sin reproche.
-Mi padre falleció cuando yo era pequeña, mi madre estaba embarazada de mi hermano menor, casi no tengo recuerdos de él, sólo fotografías –
-Lo siento, no tenía idea – dijo él y se secó las lágrimas con el pañuelo.
-No somos amigos, pero si necesitas hablar y que alguien te escuche aquí estoy –
-Muchas gracias, Kagome – Inuyasha se puso de pie y le tendió la mano para ayudarla a levantarse – no le digas a nadie sobre esto, suficiente tengo con ser el nuevo, no me gusta ser el centro de atención –
-Cuenta conmigo. Ahora ve al baño a lavarte la cara, te veo en el salón – empezó a caminar en dirección a la puerta.
-Tu pañuelo… -
-Quédatelo, lo necesitas más que yo –
Ésa noche Kagome y Koga se quedaron boquiabiertos con la mansión en la que vivía Inuyasha, también con la cena que él mismo preparó.
- ¿No tienen a un chef que les cocine? – preguntó Koga llevándose a la boca un poco de pollo al champiñón.
-Preferimos la comida casera, mi hermano y yo hicimos un par de cursos de cocina hace unos años – contestó Inuyasha.
Kagome se sorprendió por lo buena que estaba la cena y lo bien que se llevaron ésa noche Koga e Inuyasha, el trabajo se hizo muy corto y fácil gracias a todos los libros que Inuyasha había sacado de la biblioteca del salón.
-Buenas noches – saludó el padre de Inuyasha entrando al estudio donde los tres estaban terminando de imprimir el trabajo – ¿Nuevos amigos? – el hombre era bastante parecido a su hijo, también tenía ese característico pelo plateado y ojos dorados.
-Sí, él es Koga, el chico del que te hablé – señaló con la mano al muchacho de ojos azules – y ella es Kagome Higurashi –
- Higurashi ¿Tienes algo que ver con el templo que está a pocas calles de aquí? –
-Sí, mi abuelo es el dueño –
-Iré a visitarlo uno de estos días – dijo.
-Si quieres cenar todavía queda pollo al champiñón en la cocina – Inuyasha tomó las hojas del trabajo y las dejó al lado del monitor de la computadora, se lamentaba no tener internet aún, habían hecho el trabajo a la antigua.
Su padre no contestó, salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.
Continuará…
-JuuHinamori.
