¡Hola! Bienvenido a esta historia, este capítulo contendrá un poco sobre la situación del personaje principal; es algo corto pero es una introducción a la historia. ¡Espero que os guste! Acepto críticas constructivas.


Capítulo I

Un pequeño viaje al pasado


*** Nuevos conceptos:

Nadie: Narrador omnisciente.

Ella: La protagonista es la narradora.


"Existe un tiempo para amar a los seres humanos, otro para confiar en los seres humanos, y un tercero para decepcionarse de los seres humanos, pero por desgracia son tiempos que siempre avanzan en idéntico orden." — Alberto Vázquez Figueroa.


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ELLA

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Desde pequeña me ha interesado mucho observar a las personas, encontraba algo nuevo cada día al analizarlas detenidamente. Además, inevitablemente encontraba un patrón en todas las personas y eso eran las emociones. Contemplaba sus facciones cada vez que podía; cuando estaban tristes, cuando estaban enojadas, deprimidas o felices. Gracias a ello, en el futuro supe diferenciar una sonrisa genuina con una fingida, conocí cómo se podía cambiar un sentimiento por otro en tan sólo unos segundos y aprendí a alejarme de las personas tóxicas.
Sin embargo, siempre quedaba una duda en mi pensamiento: ¿por qué cambiaban las emociones? ¿en sí qué eran los sentimientos? Tenía comprendido que las emociones se alteraban según los acontecimientos que padecía la persona en ese momento, pero no tenía asimilado su significado. Por ello opté en investigar en libros y revistas científicas, mi abuelo materno siempre me decía: "No asumas nada, cuestiona todo. Verifica todo en los libros, ellos serán las soluciones de todas tus incertidumbres. Y si no encuentras nada de ello, la experiencia misma te dará las respuestas."

Así que, obtuve mi respuesta a la duda que tenía. Según Bartolomé Yankovic, las emociones son reacciones inmediatas que obtiene el ser vivo a toda situación favorable o desfavorable; es inmediata en el sentido de que está condensada y, por así decirlo, resumida en la tonalidad sentimental, placentera o dolorosa, la cual basta para poner en alarma al ser vivo y disponerlo para afrontar la situación con los medios a su alcance.
Por otra parte, los sentimientos son la expresión mental de las emociones; es decir, se habla de sentimientos cuando la emoción es codificada en el cerebro y la persona es capaz de identificar la emoción específica que experimenta: alegría, pena, rabia, soledad, tristeza, vergüenza, etc.
Con dicha definición pude descansar en paz de las dudas respecto a ese tema, pero otras empezaron a surgir mientras crecía. La mayoría del tiempo libre la pasaba leyendo sobre temas interesantes, incluso hacía experimentos para verificar si eran verdad. Mi abuelo me ayudaba muchísimo a solucionar mis dudas pues él ya había experimentado unas situaciones en su vida y me decía lo que estaba bien y lo que estaba mal.

Me encantaba pensar sobre el porqué existimos, había varios puntos de vista que debatían mucho de ello. En especial, la filosofía y la religión, temas de los cuales no voy a hablar hasta que esté preparada. Pero te compartiré mi opinión: estoy completamente de acuerdo con que nacimos para ser felices y ayudar a ser felices a los demás.

Es por ello por lo que me esforcé bastante para estudiar carreras que ayudaran a los demás y que me hicieran muy feliz, entre ellos escogí: Criminología, medicina, música y psicología. Todas las ramas que mencioné anteriormente las estudié hasta obtener el doctorado, me especialicé en el instrumento viola, pero también tocaba por gusto el violín.

Por algún motivo terminé todas las carreras antes de los 30 debido a la inteligencia que poseía, eso era muy oportuno debido a que me aburrían las clases; la mayoría de la información ya la sabía y lo único que me faltaba era ponerla en práctica, por otra parte, dentro de los años en la universidad era acosada por mis compañeros. ¿La razón? Sabía su información personal con tan solo echarles un vistazo, al parecer era demasiado raro para ellos y me hacían burlas mediocres, a veces nada más eran palabras, pero después comenzaron a ser golpes y amenazas que incrementaron con el tiempo. Eso me afectó bastante en el desarrollo de la comunicación con otras personas, nadie quería entablar una relación amistosa conmigo y por ello no aprendí como tratar a las personas.

Oh, pero me percaté de la existencia de la internet; un lugar en el cual las personas utilizaban una máscara para tratar de caerle bien a otras personas. Ahí conviví con millones de personas, estudié sus personalidades y me enteré el cómo tratarlas. Fue ahí cuando la psicología me ayudó bastante, daba consejos sobre las relaciones sin haber experimentado una y salvé a varias personas de suicidarse, un porcentaje mínimo se negó a mis palabras y tomaron esa decisión, lo cual respeté con una pequeña sensación de fracaso en mi pecho. A veces las personas sufren tanto, que ni con una fuerza divina son salvados de ellos mismos.
Fueron buenos tiempos que duraron poco, a tan solos unos años mi compañero que me auxiliaba cada vez que lo necesitaba tuvo que irse para siempre, la enfermedad crónica de mi abuelo avanzó tanto que ya no pudo estar más tiempo.

Fue difícil observar las reacciones de la familia, unos se alegraron bastante porque al fin iban a obtener la parte de la herencia, otros estaban indiferentes debido a que no iban a recibir nada, y, por último, estaba mi madre, ella entró a una fuerte depresión. ¿Por qué? Simple, mi abuelo era su fuerte para seguir en la hacienda con mi padre. Él la consolaba cada vez que mi padre se enojaba con ella por sólo una minúscula razón, el haberme dado a luz y otras cuestiones de trabajo.

Nunca me afectó eso, nunca reconocí a mi padre y lo ignoraba desvergonzadamente, mi única preocupación era mi madre; su pasividad era tanta que la perjudicaba, asimismo su nobleza y el amor apache que tenía con él. Yo tenía en claro lo que iba a suceder, y aunque la traté de ayudar no lo logré. Conocía las expresiones de la gente que estaban decididas a cambiar su destino y, efectivamente, lo hizo.

El día 25 de mayo de un año que no recuerdo encontré a mi madre durmiendo en su cama, con un gesto en su rostro que no había visto antes: la paz.

Murió de sobredosis por las pastillas de dormir que tenía en su mueble, precisamente junto a su cama. Ese día era mi cumpleaños y todo el mundo estaba reunido en otro lugar para celebrarlo, yo no estaba ahí pero no importaba, el punto era el festejar y reunir a la familia. Eso significaba que mi padre no podía controlarla en un lapso de 10 horas como mínimo, era su oportunidad.

Lo consideré algo cruel, pero le resté importancia con el tiempo. Me alegraba mucho el que al fin estuviera en paz y ya no soportando al hombre que esposó.

En fin, ¿cómo decírtelo? Mi padre cuando se enteró estuvo furioso, tanto que se descargó conmigo como nunca. Ordenó que sacaran mis cosas de la hacienda, me dio dinero suficiente y me amenazó con que no quería verme nunca más en el resto de su vida; si lo hacía lo iba a pagar con un balazo en mi cráneo.

No tenía nada que hacer allí, por lo que estuve contenta por las cosas que me dijo.

Tomé varios vuelos para Singapur y ahí instalé mi vida, en vez de ayudar a las personas opté por ayudar a resolver crímenes que no podía solucionar la policía, obviamente escondí mi identidad y creé otra bajo el seudónimo Sherly Moore. Me aburrí de los casos de Singapur después de 2 años, así que me metí en la red del gobierno británico encontrándome con casos más interesantes y sin resolver. Ellos me llamaban, querían que los solucionaran.

Tardé 5 meses para tomar un vuelo para Londres, había conocido una chica llamada Mary que conocí en Singapur mientras estaba de turista, nos volvimos muy cercanas y fue por ello por lo que ella me prestó su departamento mientras estaba fuera durante 2 semanas. Eso me brindó la oportunidad de buscar un piso o al menos compartir uno.

Vaya cosas que iba a encontrar en Londres.