Los personajes de Inuyasha pertenecen a la gran Rumiko, yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener.
Huérfano, es aquel que no tiene a sus padres, ya sea porque ellos muriesen o fue abandonado. Muchos jamás han sentido una muestra de amor y sueñan con ellas, otros las añoran. Y todos ellos solo quieren la misma cosa: una buena familia, no importa como sea, grande o chica.
Huérfanos.
1. El Hilo Rojo Aparece.
Nunca conoció a sus padres, ellos le abandonaron a los pocos días de nacido, la noche más fría de invierno, en "Sukurappu", la isla más pequeña, pobre, contaminada y peligrosa de las siete que existían. La parte buena, fue que le dejaron fuera de un templo. Lo envolvieron en una cobija roja y pusieron en una cesta, lo único que tenía de ellos era un medallón que tenía grabado un Inugami y al reverso, estaba el nombre "Inuyasha".
A partir de ese momento, estuvo de una casa hogar a otra, oportunidades de ser adoptado por familias con buenos recursos, no le faltaron, llamaba la atención por su cabello negro y ojos miel, pero cuando las parejas tenían sus propios hijos, lo regresaban. Sin embargo, seguía teniendo fe en que sus padres volverían por él o encontraría una buena familia que lo acogiera.
A sus ocho años no entendía por qué no lo querían, era un buen niño, obedecía, se comía todas sus verduras, ayudaba en los quehaceres, era limpio, no era latoso, le gustaba la escuela y era bueno en los deportes. Vio a niños problema conseguir una familia e intentó ser latoso, pero no obtuvo nada. A los diez años, fue trasladado a un hogar para niños más grandes, fue donde conoció a unos chicos problemáticos, no eran buen ejemplo, se dedicaban a robar billeteras, casas o tiendas, él sabía que estaba mal, pero por primera vez se sintió parte de algo y cuando le pidieron ayuda para entrar a casa de un anciano, no se pudo negar. La casa estaba en "Maatila", la isla más cercana a "Sukurappu" y la única donde tenían libre acceso por el puente, por ser la isla llena de granjas, los habitantes debían tener cosas de valor.
—Ya saben que hacer— dijo el mayor de los niños—. El cachorrito va a entrar por la puerta del perro, nos habré y tomamos las cosas de valor, las pequeñas, que no nos pesen y podamos huir con rapidez.
—¿Seguros no tiene un perro?— preguntó con inseguridad el pequeño Inuyasha.
—No tengas miedo, entre ustedes se entenderán.
No le había gustado aquel chiste, los chistes crueles eran la razón por la que no le gustaba su nombre.
La noche llegó, Inuyasha entró tal y como se planeó, suspiró aliviado al ver que no había perro, abrió la puerta para que sus amigos entrasen. Con gran velocidad y sigilo sus compañeros revisaron cajones, maletas y jarrones, le explicaron que mucha gente guardaba allí su dinero. Lo que nunca se esperaron fue escuchar ruidos, la puerta principal era abierta, no lo entendían, la casa debía estar sola, les habían dicho que el anciano se iría de viaje.
Aquel día fue que conoció la traición, sus supuestos amigos le usaron de distracción, lo empujaron a la sala justo antes de que las luces se encendieran, ellos corrieron y él en su torpe intento por huir, tropezó con una mesilla, las luces se encendieron, había sido atrapado en el acto. Cuando vio al hombre supo que era su fin, después de eso lo mandarían a la correccional.
Minutos más tarde estaba en la cocina, esperando que aquel hombre bajito y calvo, llamase a la policía. Tenía miedo, pero no mentiría, tenía su orgullo y ante todo, honor. Sin embargo se sorprendió al ver que el hombre no cogió el teléfono, se sentó junto a él y le habló.
—Me llamo Myoga, pareces un buen niño ¿Por qué has entrado a mi casa?— el pequeño no respondió, sentía vergüenza de lo que había hecho—. Ya sé, entraste porque tenías hambre— fue hasta el refrigerador y sacó una tarta de frutas, le ofreció una rebanada y un vaso de leche—. Come, esta buena— el anciano se sirvió un poco y comió.
En ese momento a Inuyasha no le importó si le mataba con la comida y le daba su cuerpo a los cerdos, su estómago clamaba por alimento, en esa semana solo había comido pan y agua. Devoró todo, hasta dejar limpio el plato, en verdad era deliciosa, nunca en su vida había comido algo tan rico, era el paraíso.
—Tranquilo, si quieres más puedes servirte— le acercó el resto de la tarta, que no tardó en ser devorada por el niño—. Puedo ver que no has entrado por malicia, solo eres un pequeño puro que ha tenido una dura vida, eres del orfanato ¿Verdad?— el niño asintió—. ¿Me dirás tu nombre?
—Inuyasha.
—Inuyasha, nombre fuerte, te diré algo que un hombre muy inteligente dijo una vez "El mundo no está amenazado por las malas personas, si no por aquellas que permiten la maldad", en ti hay un guerrero que no debes dejar morir, no dejes que el mal gane, seguramente quieres vengarte de quienes te abandonaron.
Claro que quería, nunca le dabas la espalda a un amigo.
—Mi abuelo decía, "La mejor forma de vengarse de una mala persona es no parecerse a él".
Y fue así, que en tan solo una noche su vida cambió, había conocido uno de los lados malos de las personas, pero también conoció un lado bueno, la bondad. Después de aquel día, le iba a ayudar a Myoga en su jardín, limpiar la casa, ir por el mandado y acompañarle al médico. Era una buena vida, los años pasaron y a los 13 perdió toda la esperanza de encontrar un hogar.
—Algún día encontraras una familia— animó Myoga una tarde.
—No es verdad, y está bien, tal vez todo el asunto de las familias no es para mí.
—No lo creo, un día formaras parte de una.
—Ahora lo que más deseo es tener un buen empleo, vivir en una mejor isla, ganar mucho dinero y poder ir otro planeta.
—Está bien que tengas esas ambiciones, pero no olvides el amor.
—Estoy bien así, solo.
Amor, era una idiotez, desde el día en que nació fue un niño sin amor, de haberlo tenido, sus padres no le hubiesen abandonado, alguna pareja hubiese aprendido a amarlo. El amor era algo para gente estúpida e ingenua.
—Inuyasha, un día vas a tener alguien a quien amar y ese amor te será correspondido, tal vez no te des cuenta a la primera cuando llegue, pero cuando lo hagas, no lo dejes ir.
—Si quiero amor, tendré una mascota.
Poco tiempo después de cumplir 16 años, Myoga falleció y le dejó el poco dinero que tenía ahorrado, sin embargo, no lo recibiría hasta ser mayor.
18 años después de ser abandonado, allí estaba, siendo el hermano mayor de muchos niños de la casa hogar, pero al ser mayor ya debía irse, no podía vivir allí. No era del todo malo, consiguió una beca para una universidad en la isla "Bildung" y podía vivir en el campus, con el dinero de Myoga podía ayudarse para conseguir su material escolar. Le gustaba pensar que no todo estaba perdido, que a partir de ese momento su vida sería otra.
Una joven de cabellos azabaches corría por los pasillos de aquella universidad, en un instante estaba junto a sus amigas y al otro, estaba sola en un pasillo de una escuela que no conocía, pero eso no era lo peor ¡Su autobús se iba en veinte minutos! Si no estaba allí a tiempo, la profesora la reprendería y sus compañeros se burlarían por perderse. Giró en una esquina y chocó contra alguien.
—¡Perdón! ¡No fue mi intención!— se inclinó para disculparse, fue cuando lo vio, allí en el suelo estaban los restos de una sopa instantánea—. Te voy a pagar, lo siento mucho.
—¡Calla! Todo está bien, solo fíjate mejor por donde vas— no había dormido por estar estudiando para un examen y lo último que quería, era enojarse u olvidaría todo lo estudiado.
—Soy una torpe, mil disculpas.
—Dije que callaras, haces mucho escándalo por nada.
—No es por nada, pude haberte ensuciado o tirado tu almuerzo del día, dime cuanto te debo.
—Como sea, apártate tengo prisa.
La chica se enderezó y pudo ver mejor al joven, era alto, cuerpo atlético, el largo cabello negro amarrado en una coleta, el uniforme lo llevaba desfajado y sus ojos ¡Eran como el sol! ¡Como oro fundido!
—Disculpa, una pregunta ¿Sabes dónde está el estacionamiento?
—¿Cuál de los tres?
—¡¿Hay tres?!— estaba perdida.
—¿No lo sabes? ¿No fuiste a la inducción?
—Por si no lo notaste soy de preparatoria— señaló el escudo del uniforme que llevaba.
—¿Tan tonta eres que te confundiste de escuela?
—¿A quién llamas tonta?— tonto él por confundir los uniformes, eran muy diferentes.
—A la pared— dijo con sarcasmo—. Claro que a ti, eres la única que está aquí.
—Eres un grosero, no me confundí, mi escuela vino de visita.
—Y te perdiste en la visita, sigues siendo una tonta.
—Encontraré mi grupo yo sola, o tal vez encuentre alguien con mejores modales.
Le dio la espalda y continuó buscado el dichoso estacionamiento, bajo escaleras, subió escaleras, cruzó jardines y nada ¿Era su imaginación o ya había pasado por allí? ¿Por qué no se había topado con más estudiantes?
—¡Ya pasase por aquí, dos veces!— gritó el chico con quien se topó minutos atrás, ahora comida papitas.
Se dejó caer de rodillas y cubrió su rostro, su sentido de orientación era muy malo, su poca dignidad desaparecería y por lo que quedaba del año, sería el hazmerreír de la preparatoria.
—¿Por qué lloras?— se había terminando de acercar hasta aquella chica gritona.
—En cinco minutos se van.
—¡Para con eso! Te voy a ayudar a llegar pero no llores.
—No llegaremos a tiempo.
—Solo confía en mí, levántate y sígueme.
Ella hizo lo que le pidió, aquel chico la llevaba por la parte trasera o entre los edificios, le hizo saltar vallas y enrejados, ¡Inclusive la llevó por una cancha de tenis! Pero llegaron, tal y como le prometió.
—Allí están.
—Muchas gracias— se sentía tan aliviada—. Por cierto, soy Higurashi Kagome.
—Takahashi Inuyasha— obviamente no sabía su apellido, pero debió elegir uno y fue en honor a la creadora de una serie que veía de niño.
—¿Inuyasha? ¿En verdad es tu nombre?
—¿Algún problema?— preguntó a la defensiva, a causa de los largos años de burlas.
—¡No! ¡Ninguno!— agitó sus manos frente a ella—. Es lindo— confesó con un sonrojo—. Y, ¿Qué estudias?
—Deberías ir con tu grupo— se sentía raro, nunca nadie le había hecho un cumplido por su nombre y aquella muchacha no parecía estar mintiendo, lo dijo con sinceridad.
—Eso, yo... Yo esperaré a que terminen de reunirse, gracias de nuevo, puedes volver a tus asuntos— se sentó en una jardinera y vio la sombra de Inuyasha marcharse.
Era lo mejor. Observó a sus compañeros, en realidad no quería ir, no todavía, no deseaba ver de nuevo esas caras de lastima con ella.
—Toma, te hice correr mucho— le dejó caer un jugo en el regazo, ya se iba cuando se percató de la mirada perdida de Kagome, por algún motivo se identificaba con eso, y tal vez fue esa la razón por la que le llevó el jugo.
—Gracias, pero yo debí invitártelo, fue por mi culpa que...
—Ya deja eso, olvídalo... Estoy en mecánica espacial.
—¿De esos que dan mantenimiento a los cohetes?
—Sí, ¿Tú que vas a elegir?
—No lo sé.
—Debes tener alguna idea, algo que llame tu atención.
—En realidad, terminando la preparatoria conseguiré un empleo.
—¿Por qué?— la muchacha parecía inteligente, algo distraída pero eso no era razón para no continuar sus estudios.
—Nada en especial... No quiero que sientas pena por mí.
—Si no tienes mucho dinero, la universidad da becas y...
—Solo tengo a mi hermanito— le interrumpió—. Somos huérfanos desde hace tres años, nuestros padres murieron en un asalto. Terminando la preparatoria entraré a trabajar para que me lo den y no se quede en el sistema de orfandad.
Por eso era que aquella mirada le fue tan familiar, la había visto en otros niños y en él mismo.
—Yo también soy huérfano, desde hace 20 años— Kagome le miró asombrada—. Mira, ya suben a los autobuses, hora de irte.
—Sí, Takahashi-kun, gracias.
—Por si decides entrar y te pierdes de nuevo— le tendió un papel con su número.
—Hasta luego.
Inuyasha se quedó en la jardinera hasta que los autobuses se fueron, observó su mano, solo había bastado un leve roce de Kagome para dejarle una sensación de calidez. Debía admitir que era linda, sus ojos y sonrisa fue lo que más le atrajo, pero si era realista, esa era la última vez que la volvería a ver.
21/02/2018
Esta es otra historia retrofuturista, creo que me gusta mucho hacer eso. Dejando unas notas para que vayan entendiendo.
La historia se desarrolla en otro planea, similar a "La Tierra", pero en lugar de continentes son islas, regidas por un solo gobierno. Hay humanos, extraterrestres, ciborgs, robots. ¿Qué más? "La Tierra", sigue existiendo, más adelante iré explicando mejor las cosas.
Espero en verdad les guste lo que vaya subiendo. Es diferente a lo que he escrito, si antes he salido de mi zona de confort, ahora me alejo más. Y pues, veamos como evoluciona esto.
