Título: El Nuevo Profesor – Jim Mizuhara
Personajes: Kai & Rei.
Disclaimer: Ya saben.
Contenido: Shota, LDP (No saben qué es LDP? Significa ´Lemon Descarado y Pervertido´... XD)
Observaciones Generales: Expresiones entre comillas y cursivas representan pensamientos de los personajes
Bip, bip, bip, bip, bip…
Las seis de la mañana, el sol aún no aparecía por el horizonte y el despertador tocaba insistentemente, en espera que el pelinegro lo silenciara. De un manotazo Rei lo apagó, para sumirse nuevamente entre las cobijas que lo mantenían tibio, pues estaban en pleno invierno. La nieve caía suavemente sobre los rojos tejados de la casa, el silencio que se produjo estimuló el chico a dormirse otra vez, cayendo nuevamente en el sueño pesado.
Estaba soñando cuando una retumbante voz lo hizo volver a la consciencia, el terrible recordatorio de algo que lo esperaba. Era su madre.
- Rei¡levántate de una vez por todas, tienes que ir a la escuela y ya vas atrasado.
- Humm… ¿qué día es hoy?
- Viernes.
"¡Ah, no!", pensó Rei, mientras de un salto salía de la cama, "¡y yo pensé que era sábado!". Faltaban únicamente veinte minutos para las siete, y esa hora comenzaba las clases. Con toda la prisa que pudo entró a la ducha para enfrentar la no-tan-caliente agua que corría por las semicongeladas tuberías, y a toda marcha se vistió. Diez minutos para sonar la señal.
Corrió por las resbalosas veredas cubiertas de nieve, jadeaba y su aliento caía congelado por el intenso frío que hacía; "tengo certeza que llegaré en la hora". Poco después aminoró la marcha, pensativamente, "si hoy es viernes, entonces… ¡Rayos! Tendremos cinco clases seguidas de Matemáticas, hoy solamente puede ser mi día de mala suerte".
La cosa que más Rei detestaba en la escuela era Matemáticas, seguido de Literatura, Ciencias, Historia, Geografía y otras cinco materias más. Si pudiera evitaría ir a la escuela, levantarse en pleno invierno le costaba un esfuerzo tremendo.
Las Matemáticas destestaba doblemente, primero porque le era muy difícil entender esos conceptos tan abstractos que en verdad nunca usaría en el futuro, y en segundo porque el profesor que administraba esas clases era un hombrecillo odioso que se empeñaba en reprobar a todos los alumnos, y Rei era el perjudicado número uno.
El portón de la Escuela Midori se cerraría en cuestión de minutos nada más, la nieve caía con más intensidad y cubría la fachada de la escuela, de piedras grises y algo carcomidas por el tiempo.
Entró en el salón de clases faltando veinte segundos para la señal, sí que consiguió. Miró extrañado su entorno, pues todos sus compañeros estaban haciendo un bullício anormal, generalmente el profesor de aquella detestable disciplina no era muy tolerante con los desórdenes. Recorriendo un poco más notó que el profesor no estaba presente.
La directora de la escuela entró en el salón, con un ademán hizo callar a todos para su comunicado.
- Chicos, en función que su maestro de Matemáticas, el señor Tadashi, no se presentó el día de hoy por causa de una repentina gripe…
"¡Aleluya! No habrá clases hoy", pensó Rei.
- … vendrá a sustituirle otro profesor, el señor Hiwatari, que dará las clases correspondientes por las próximas dos semanas, hasta que retorne el profesor titular. Eso es todo.
"No puede ser peor… el tal 'señor Hiwatari' debe ser un ente más diabólico que el otro profesor, ojalá no quiera dar exámenes de entrada", meditó Rei.
Con paso decidido avanzaba el nuevo maestro, Kai Hiwatari, de ojos térreos y brillantes, cabellos cenizos y expresión seria, impecablemente vestido con traje y corbata, el saco a la medida acentuaba su majestuosa presencia. La cortés directora le señaló que avanzara a la puerta del quinto año, donde los alumnos esperaban con curiosidad.
Kai se había graduado el año anterior, su eterna mente racional contribuyó a sobresalir en las complicadas fórmulas matemáticas y la resolución de complejos problemas, era uno de los profesores más inteligentes que salieron del Instituto. Como recién comenzaba, eligió leccionar en la enseñanza fundamental para adquirir más experiencia.
Al entrar, portafolios en mano, dirigió la mirada hacia cada uno de los alumnos de la sala, el silencio era total. Sin embargo, prontamente se escuchó algunas risitas ahogadas y exclamaciones de admiración contenidas, nadie esperaba a ese tipo de profesor. Rei lo miró con interés, no creía que hubiera profesores de Matemáticas jóvenes (Kai tenía 22 años por ese entonces). Momentáneamente lo comparó con el señor Tadashi, arrugado y encorvado, del cual nadie sabía su edad, pero calculaban un número de tres cifras.
- Buenos días, chicos, soy el profesor Hiwatari – anunció esbozando una sonrisa – estaré reemplazando al profesor Tadashi por algunos días, y espero que pasemos agradables momentos de aprendizaje. ¿Tienen alguna pregunta que hacer antes de iniciar?
Murmullos corrieron por todo el salón, nadie se animaba a lanzar la primera pregunta. Finalmente un chico alzó la mano, hizo su pregunta y los otros rápidamente lo siguieron.
- ¿Piensa aplicar examen hoy?
- No, en verdad no aplicaré exámenes hasta que el señor Tadashi vuelva – contestó Kai.
- ¿Usted explica bien?
- Hago lo posible para que todos entiendan.
- ¿Dejará el contenido adelantado o no?
- Eso depende del desempeño de ustedes.
- ¿Es usted soltero?
Todos los alumnos se voltearon a mirar al creador de semejante pregunta, Rei. Con un ademán de indiferencia dijo:
- ¿Qué pasa? Es una pregunta como cualquier otra.
- Sí, soy – contestó Kai, sorprendido con la pregunta de ese alumno – Bien, chicos, creo que terminó la sesión de preguntas. Ahora vamos a lo nuestro. Sigamos por la página 54 del libro de Álgebra, precisamente donde el profesor Tadashi quedó…
Durante toda la explicación, el pequeño Rei no consiguió concentrarse verdaderamente, estaba más entretenido en mirarle fijamente a este nuevo maestro, ya que le parecía extrañamente… bonito. A veces el maestro desviaba su mirada en dirección al chico, lo que provocaba que se ruborizara. Hasta el término de la clase contó 17 miradas directas hacia su persona por parte del maestro. Por alguna razón su corazón comenzó a marchar más aceleradamente.
- Chicos, por hoy es solo. Lunes continuaremos con el restante.
Abruptamente Rei fue arrancado de sus fantasías, en las cuales estaba inmerso hasta las coronillas. Cuando despertó del todo, vio al maestro parado exactamente frente a él, con el rostro inexpresivo, bajo aquella mirada el chico deseaba que le tragara la tierra. Sin lugar a dudas había notado su desatención, y sería irremediablemente sancionado. Pero tampoco conseguía bajar la vista, se deleitaba hundiéndose en aquellos ojos rubíes, aunque eso le costara el receso del resto de la semana. Rei esbozó una sonrisa, pero no fue correspondido.
- Veamos, joven, en qué usted estaba pensando durante toda la clase, eh? Le estuve observando, y no me pareció que estuviera atento. O eres como un difunto, solamente estás de cuerpo presente?
- Bien… yo… - balbuceó Rei, le hirió el oído la expresión "usted", y además ya escuchó algunas risitas de burla por parte de sus compañeros – sí, estuve distraído… perdón, profesor, no volverá a suceder más…
- Eso espero, joven. No tolero distraídos en mis clases.
Kai dio media vuelta, encaminándose hacia la puerta de la salida, mientras la sala entera estallaba en carcajadas por lo sucedido. Pero Rei no oyó absolutamente nada, estaba hipnotizado por el cuerpo esculpido a cincel del profesor, especialmente la parte debajo de su columna vertebral. "Cielos! Que hermoso trasero tiene!", pensó.
Repentinamente Kai volvió a darse vuelta, mirándole fijamente en los ojos a Rei.
- Cuidado, joven! – exclamó Kai con seriedad – puedo leer los pensamientos de los alumnos, y el tuyo especificamente no me pareció correcto…
El sobresaltado neko quedó encogido en su silla, mientras el restante de los alumnos reía más fuerte, creyó de veras en la amenaza del profesor. Por un instante quedó rojo, no podía entender cómo pudo leer este fugaz pensamiento suyo.
Kai salió de la sala, sonriente, era una broma que gustaba jugarse a sus alumnos. En verdad no leía ningún pensamiento, pero la lógica le decía que, después de reprender a un alumno, ese alumno solamente podría pensar que le sucediera cosas terribles al maestro. En este caso fue la excepción, pues no acertó ni vagamente lo que se pasaba en la cabeza de Rei. Sin embargo, sintió un cosquilleo en el estómago al dirigirse a ese alumno en particular, no recordaba su nombre, pero averiguaría al día siguiente.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXAl regresar a su casa, Rei no podía sacarse a ese profesor de la cabeza, caminaba por la acera como si estuviera en las nubes. Tanto, que un automóvil casi lo atropella. En verdad no entendía que clase de sentimientos lo atormentaban, o lo hacían feliz, no comprendía. Lo que realmente se le antojaba hacer era… abrazarlo, fuertemente, recostarse sobre el desarrollado tórax del maestro, dejarse invadir por la supuesta calidez que debería emanar su cuerpo. Solamente de imaginarlo un escalofrío le subió por la espinilla, algunas gotas de sudor rezumaron en su frente, y entre sus piernas… algo comenzó a abultarse, con una mezcla de silencioso placer y vergüenza. Apretó el paso para llegar más rápido a su casa.
Por su lado, al maestro Kai tampoco le salía de su cabeza a ese alumno soñador, de finos cabellos azabaches, ojos inocentemente ambarinos, cutis terso susceptible a enrojecerse al menor asomo de emociones, vestido a la usanza china y el cabello largo esmeradamente trenzado, con una estatura que no le llegaba siquiera al hombro, y una sonrisa cautivadora, que acompañaba con el sincero brillo de sus orbes. Lo que le parecía gracioso era la forma como reaccionó a su supuesto poder de leer las mentes. Quizás verdaderamente ese alumno no deseaba que su nuevo maestro se cocinara en las parrillas del infierno, pero no atinó otra opción. Con un ligero chasquido abrió la puerta de su casa, inmensa, solitaria y aséptica como un sanatorio, despoblada y silenciosa. Colgó cuidadosamente el saco del traje por un perchero de latón pulido, y el portafolios lo puso acomodado sobre un escabel de bronce. Aflojó la corbata y de la impecable barra cogió una botella, se sirvió una copa. Meditaba intensamente en lo sucedido, aquel cosquilleo en el estómago le era conocido, pero no recordaba más de dónde provenía ni a qué se debía. Parecía ser un vago deseo, pero esas cosas Kai suprimió eficazmente en el curso de los años, hasta el punto que se creía inmune a las cosas agradables, a las demostraciones de cariño y afecto, al amor mismo. Dejó la copa encima de la mesa, necesitaba ocuparse en cosas más importantes y urgentes, como preparar las clases de la semana siguiente.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXAntes del reloj repiquetear, el pequeño neko despertó sobresaltado, el sol aún no asomaba por el horizonte. Mismo con el frío que hacía, sentía algo de calor, arrojó a un lado las mantas, el bulto crecido entre sus piernas era otra vez presente. Temiendo algo que ya conocía por algunas experiencias anteriores, caminó silenciosamente en dirección al baño, se certificó que estuviera echada la llave y encendió la luz. Bajó sus pantalones de pijama, luego su ropa interior, su entumecido y enrojecido miembro palpitaba suavemente, y un líquido espeso, blanquecino pero algo transparente, con una olor característico, humedecía la cabeza de su miembro. Una cantidad pequeña, pero existente. En la escuela lo habían aleccionado que eso podía sucederle, que ya estaba en la edad y que era perfectamente normal, y le daban el altisonante y técnico nombre de "polución nocturna". Mismo pareciéndole algo extraño, Rei no podía negar que la sensación que antecedía a la emisión era incomparable, muy agradable, pero la circunstancia que le hizo expulsar el temido pero a la vez placentero fluido todavía era inexplicable para su corta edad. Aunque una cosa sabía muy bien: esa noche había soñado con su maestro, el profesor Hiwatari.
Fue un sueño que casi parecía real, pudo extender su mano y acariciar el inexpresivo rostro del maestro, con aquellos ojos mirándolo fijamente, como una estatua, reflejando en sus pupilas al propio Rei, feliz, contento por tenerlo cerca y solamente para él. Se aproximó de su rostro, la pausada respiración era lo único que comprobaba que era vivo, no solamente una ilusión de su mente, y acercó sus labios al del maestro, como si quisiera que con ese beso lleno de ternura y emoción cambiara algo de sus facciones, le perdonara sus faltas, le hiciera a ambos felices. En ese momento una contracción profunda lo dobló en la cama, y despertó.
Como no iba dormirse más, Rei procedió a bañarse, el agua caliente corría por su cuerpo, comenzó a restregarse con el jabón. Su única certidumbre era que lo quería, pero sería absurdo intentar acercarse a él, jamás sería correspondido. También deseaba ser amado, tenía certeza que sabría corresponder a la altura, pero había una discrepancia en las edades… pero eso qué importaba, no? De todas formas, pensó em alguna forma de acercarse. Inventaría una salida para su situación.
Envolviéndose con la toalla, salió de puntillas en dirección a su cuarto, procedió a vestirse con su ropa habitual. El frío que a veces se colaba por alguna rendija de la ventana lo estremecía, las pocas gotas de agua que aún escurrían por su espalda iban volviéndose heladas. Después de abotonarse minuciosamente la camisa, fue frente a un gran espejo arreglarse el cabello y componer su trenza. De pronto se miró concentradamente, con la vista recorrió cada partecita de sus facciones… se fijaría en él? Si no lo atraía por el conjunto armónico que componía su bello e inocente rostro, entonces lo haría por el uso de la palabra. Siempre tenía una frase para decir en el momento adecuado.
Una noche muy bien dormida fue la pasada para Kai Hiwatari. Despertó con un humor inmejorable, la sensación de tener todo su trabajo controlado le daba una satisfacción total, detestaba cuando sus quehaceres invadían su mente durante la noche; hoy sería un día fácil, ya preparó previamente su programa y una lista de ejercicios destinado a entretener a sus alumnos ya estaba elaborado. Aunque pensar en su clase lo hacía pensar automáticamente en aquel chico de ojos ambarinos, específicamente. Por qué relacionaba una cosa con otra? Salió de debajo de las cobijas y fue al cuarto de baño. Diez minutos después salió y se vistió con su almidonada camisa de lino blanco, pantalones negros, zapatos también negros, relucientes, el eterno chaleco de floreado granate y la corbata. Su saco y el portafolios recogió al instante de salir, colgado del perchero y reposando sobre el escabel, respectivamente. Afuera hacía un frío cortante, pero nada quebrantaría su humor excelente… se olvidaba de alguna cosa? Ah, sí! Debía preguntarle el nombre a aquel pequeño. Estaba seguro que, tan pronto lo mirara, recordaría.
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La campanilla sonó a las siete en punto, haciendo que centenares de alumnos se dirigieran a su sala de clases, y el alumno Rei Kon esperaba ansiosamente este momento. Con pasos ligeros llegó a la puerta de su correspondiente sala, se sentó en una de las últimas sillas, deseaba contemplar al profesor pero sin ser contemplado. Segundos después entró Kai, su expresión pétrea era suavizado por una imitación de sonrisa que sus labios demostraban, puso su portafolios sobre la mesa y, abriéndolo, sacó unas hojas de papel.
Primeramente echó una mirada a las ecuaciones escritas en el papel para luego mirar a sus alumnos, miró a cada uno de ellos hasta que lo encontró. Sonrió con franqueza. El chico estaba allá, sentado muy quieto, mirándolo absortamente.
Comenzó a escribir sobre el pizarrón, dejando un rastro de números e incógnitas sobre la oscura superficie. Algunas eran fáciles, otras requerían más tiempo y raciocinio refinado para resolverlos, pero ninguna era imposible. Después de llenar tres cuartas partes del pizarrón Kai se sentó en la silla, tomó algunos papeles de su portafolio. Miró al fondo del salón, el chico seguía allí, mirándolo estáticamente, sin haber escrito una línea de todo lo pasado. Con un gesto lo llamó.
Instantes antes Rei tenía plena posesión de su inteligencia y voz, pero ahora, al ver aquel débil ademán pidiéndole que se acercara perdió ambas a la vez. Tímidamente se levantó de su asiento y con silenciosos pasos fue al frente, los demás estaban concentrados en la tarea que no se percataron. Un tono róseo comenzó a extenderse por sus mejillas, esperaba no ser reprendido nuevamente.
- Hola, chico – dijo Kai en voz baja y suave – dime, cómo te llamas?
- Yo? Yo me… me llamo… Rei… Rei Kon… - balbuceó el pequeño.
- Rei, Rei… - murmuró Kai para memorizárselo – por qué no copias los ejercicios que paso? O acaso no explico bien? Pienso que no entiendes exactamente los objetivos de mi clase. Dime, necesito mejorar en algo?
- Ejem… usted explica bien, muy bien, sabes? Mucho mejor que aquel dem… quiero decir, que el señor Tadashi y… no, no necesita mejorar nada, así como está es excelente, precioso, maravilloso… o sea, quiero decir… ehn… - no pudo seguir más, la parte objetiva de su mente paró de funcionar. Más que róseo, ahora sus mejillas tomaron el color de las fresas maduras.
- Entiendo – replicó Kai, guiñándole un ojo y sonriéndole – puedes volver a tu lugar, conversaremos más después. Y prométeme que harás los ejercicios, eh?
- Sí, sí…
Una larga hora separaba el final de la clase del receso, y Rei no conseguía concentrarse más que dos minutos en los ejercicios, estaba hundido nuevamente en su fértil imaginación. Como cada pensamiento tiene su correspondiente corporal, Rei no tardó en sentir un entumecimiento generalizado en su miembro, que hacía esfuerzo contra su ropa y latía con la misma regularidad que su corazón. "Oh, no! Em cualquier lugar, menos aquí, por favor…", luchaba contra esos pensamientos y ordenaba tenazmente a su cuerpo que suspendiera esa vistosa demostración por lo demás inconveniente en ese momento y lugar. Puso sus brazos encima de su entrepierna y se mantuvo así.
El único que vio toda la escena fue Kai, sonrió complacido al ver aquello. Pero le sorprendía la influencia que llegaba a ejercer sobre los alumnos, particularmente sobre Rei. Admitió que le llamaba la atención este chico, demasiada atención. Meditó en la posibilidad de conocerlo más de cerca, quizás hablarle de forma amistosa, para no asustarlo, y saber cuáles eran los verdaderos pensamientos que continuamente atropellaban su cabeza.
Cuando Rei miró por trigésima vez el reloj de la pared, faltaban pocos minutos para el receso, suspiró aliviado pues consiguió controlar el desmesurado deseo que tenía, y sus funciones orgánicas también volvieron a la normalidad. Serenamente escribía números y más números, no quería más pensar en nada, prefería abstenerse porque, caso contrario, tendría lugar otra demostración de su creciente excitación.
La campanilla del receso hizo que todos los alumnos, en tropel, salieran de sus salones, corriendo por todo el patio y juntándose en grandes y apartados grupos; Rei, por su parte, siempre andaba solo por todo el perímetro de la escuela, no tenía amigos y se sentaba sobre un alejado alero mirando a los demás y absteniéndose de participar en cualquier actividad. Se pasaba meditanto allí hasta que nuevamente debía entrar en la sala.
Perdido como estaba en sus pensamientos, no se percató de que alguien se acercaba. Cuando al fin despertó, lo vio allí parado, grandioso, sonriente. Quería creer, pero algo lo impedía. Era el profesor Hiwatari, mirándolo de forma distinta, las manos escondidas en los bolsillos.
- Hola, Rei. Puedo sentarme aquí de tu lado?
- Ahn? Ah, sí, por supuesto! Qué viene usted hacer aquí?
- Vine a conversar contigo… y mirarte más detenidamente – contestó Kai, lo que hizo ruborizar inmediatamente al neko – según mis poderes mentales, te gusta el chocolate… blanco – agregó, sacando una tableta y ofreciéndoselo a Rei.
- Oh, gracias, profesor! Es increíble su poder pero… - bajó el tono de voz – de veras que puede leer todos los pensamientos?
- No, es apenas un juego – aclaró Kai, soltando una carcajada – pero lo tuyo… - volvió a quedar serio – no es necesario ser un adivino para saber lo que sucede contigo.
- Q-qué?
- Así es. Observo mucho a las personas, y tú particularmente tienes ciertos sentimientos, digamos… algo fuertes.
- N-no sé a qué se refiere…
- Pero yo sé exactamente de qué se trata. Sientes atracción por mí – replicó Kai, acariciando las mejillas del chico, por lo que Rei instantáneamente tuvo una grandiosa, vergonzosa e incontenible erección – o será que me equivoco?
- E-está totalmente equivocado – tartamudeó Rei, meneando negativamente la cabeza.
- Si tú lo dices… aunque ese bulto que tienes entre las piernas me pasa um mensaje distinto…
- Profesor! – exclamó Rei, abrazando sus rodillas para tratar de esconder – definitivamente no sé de qué habla usted!
- Está bien, está bien. No diré más nada – se levanta – dentro de poco volveremos a la clase.
El maestro fue alejándose, dejando al tembloroso Rei al borde de un colapso. Su miembro se negaba terminantemente a obedecerlo de esta vez, el contacto de aquellas tersas manos sobre sus mejillas ahora encendidas casi lo sacan de la realidad. El sentimiento de placer fue bastante acentuado, aunque no imaginara que existiera otras, mucho más fuertes.
Espero que les haya gustado este primer capítulo del fic, será algo corto, pero intenso... El lemon está muy bien guardadito para el segundo capítulo, y la pregunta del millón es: Desean ver de lo que el maestro Kai es capaz? caso respondan ´sí´, tendrán una demostración muy detallada... caso respondan ´no´, tendrán que presentar 367 motivos firmados por 19 testigos... jejejeje! Prometo contestar todos los reviews que dejen.
