1- el cumpleaños
Esta historia curiosa, comenzó en mi décimo quinto cumpleaños. Lo siento me he apresurado y no he sido capaz ni de presentarme; me llamo Yura Tachikawa, soy la prima de Mimi Tachikawa. Soy alta mi pelo es de un color rojo eléctrico y corto, tengo un coeficiente intelectual superior a la media por lo que voy a empezar este año cuarto de secundaria, voy a ir con los amigos de mi prima con todos excepto con ella, valla rollazo (no estoy segura de si es un sarcasmo o no).
- Yura, despierta. – me llamó Mimi con esa voz suya tan impertinente. – Ya hemos llegado a Tokio. – y mi, por aquel entonces, castigo comenzaba. – les he pedido a mis amigos que vengan a buscarnos, te van a caer muy bien, son todos populares. – eso significaba que eran pijos e idiotas, genial (esto si sé que era sarcástico).
- No quiero molestar, Mimi. – le dije colocándome la sudadera y alisándome los pantalones pitillos que llevaba. – No se porque no me esperé a que te fueras para "explotar" nuestros expedientes académicos.
- No seas melodramática Yura, te prometo que te van a caer bien. – eso decía siempre con sus amigos y todos acababan siendo unos burros o unas pijas de cuidado. ¿Por qué debía ser distinto esta vez? – No te juntes con Izumi, ni Inoue y mucho menos te hagas amiga de los de primaria. Esa es la regla para ser una gran chica popular. – me explicó con tono de superioridad.
- ¿Son inteligentes? – pregunté esperanzada sopesando las posibilidades que tenía de ser una marginada más, como siempre había debido ser. - ¿son unos empollones? – Mimi asintió, eran unos posibles amigos geniales, quería alejarme del círculo social de Mimi cuanto antes y mis ojos se posaron en un objeto que podría librarme de Mimi sin muchas dificultades y eso significaba librarme de sus estúpidos amigos. - ¿Me dejas tu móvil? – Mimi me observó con cara de pocos amigos. – Estamos aterrizando, cuando el avión frene por completo te lo devuelvo. – Me lo entregó a regañadientes, era su más valiosa posesión, sin contar su reflejo (no me paso, es que Mimi por ese entonces era un poco frívola) pero ella era mi única familia, sin contar a mis padres y a los suyos los cuales estaban esperándonos en su casa con una de las extrañas tartas de cumpleaños de mi tía. – Ya está. – susurré enviando un mensaje a mi único amigo en Japón, para que viniera a recogerme con su hermana. – Se murió. – dije quitándole la batería con mucho disimulo a su móvil y escondiéndola en su bolso.
- Anda, baja antes de que te mate. – me amenazó mi prima con fuego en los ojos. – Ya me dejara llamar Sora desde su móvil para que nos vengan a buscar. ¿Pero donde...? – me había escabullido corriendo a por mis maletas, no quería hacer esperar a los hermanos Motomiya y menos por las chorradas de mi prima.
- Lo siento. – se disculpó un chico un año mayor que yo, al tirarme al suelo. - ¿estás bien? – asentí, no esperaba que el primer japonés con el que me tropezara, literalmente, fuera tan guapo y educado. - ¿No habrás visto a una chica de tu edad de pelo teñido de rosa con estrellitas, vestida a la moda y que lleva su móvil como si fuera un tesoro? – asentí y señalé hacia donde iba a salir mi prima. – Gracias... ¿Cómo te llamas?
- Yu...Yura – dije algo confusa por los gestos de familiaridad del castaño. - ¿Y tú? – pregunté intentando ofrecerle una sonrisa como mínimo la mitad de deslumbrante que la suya.
- Taichi Yagami, Tokio es grande pero espero volver a verte, Yura, eres muy simpática. – me dedicó una ultima sonrisa y rascándose la nuca como un niño nervioso se despidió. – Adiós, Yura. – dijo mientras corría perdiéndose entre la multitud como una ensoñación, al momento me pregunté si había sido real y supe que así había sido por mi dolor de culo, de la caída.
- ¡Yura! – gritó mi amigo el peligranate zarandeando su mano. - ¡Qué guapa te has vuelto! – gritó haciéndome sentir avergonzada, todo el aeropuerto nos miraba. - ¡Ven a darme un abrazo! ¿O te da vergüenza? – seguía gritando y yo me acercaba a él con precaución, arrastrando mi maleta. – Feliz cumpleaños Yura. – me entregó un trozo de papel de regalo que obviamente cubría un regalo. – Te gustará. – lo abrí y mis ojos se llenaron de lagrimas, después de tantos años se había acordado. - ¿No te gusta?
- Cállate. – le dije llorando y me abracé a él. – Me encanta, tonto. – le dije aun abrazada a su cuello llorando sobre su hombro. - ¿Dónde la has encontrado? – le pregunté separándome de él y secándome las lagrimas de mis ojos color miel.
- Me colé en el orfanato y las monjas me pillaron, - me estremecí, recordaba que Davis estaba tocado del ala, pero no tanto. – les expliqué los motivos de mi "visita" y me dejaron buscar en su baúl.
- ¡OH! Gracias, de verdad – dije besándole las mejillas tal y como hacía cuando tenía diez años, pero esta vez no se apartaba asqueado parecía gustarle. – Te he extrañado mucho estos cinco años. – le confesé jugueteando con el pelo alborotado de su coronilla. - ¿me has comprado algún pastel? – le pregunté separándome incomoda, porque seguíamos en mitad del aeropuerto y llamábamos mucho la atención.
- Está en el coche con otra cosa que puede que quieras ver. – me dijo algo más serio cogiendo mi maleta. – es una carta de tus padres. – lo mire confusa, recibía cartas de mis padres cada vez que me iba de vacaciones. – De tus padres biológicos. – mi poca alegría se esfumó, él sabía que yo no sabía nada de ellos, excepto que me habían abandonado en aquel orfanato de monjas y cuatro años después los tíos de Mimi me habían adoptado porque no podían tener hijos.
- No... Te he dicho mil veces que John y Lily Tachikawa son mis padres. – le dije con voz fría e iracunda. – Dos personas que me abandonan en un orfanato no se pueden llamar padres. – le contesté llena de odio, pero no podía mirar con odio a Davis era mi mejor amigo, desde que me adoptaron nos cuidábamos mutuamente.
- Puede que no ocurriera así, lee la carta y sabrás más... te puedes sorprender de lo que pasó con tu familia biológica. – me dijo pasando su brazo por mis hombros y mirándome a los ojos. – Era verdad lo de que estás más guapa. – sonrió con ternura y me abrió la puerta del coche de Jun. – Nos llevas a donde Yura quiera. – le ordenó con impertinencia Davis a su hermana mayor la cual se giró ignorando a su hermano.
- ¡Hola! Yura que grande estás. – me saludó sin prestar atención a su hermano el cual se había sentado con ella delante, después de meter mi maleta en el maletero. – el plasta de Daisuke se ha pegado toda la semana contando los días que quedaban para tu llegada, hoy me ha hecho llegar una hora antes de que le llamaras, ¡llevo esperando aquí desde hace una hora! – Davis la miró enfadado, se puso rojo y sonriendo se rascó la nuca, lo cual me recordó al chico de antes.
- ¿...? – moví los labios para preguntarles si conocían a ese Taichi Yagami, pero me sorprendió la reacción de Davis ante mi reacción dubitativa y no le pregunté. - ¿Me vas a dar la tarta y la carta antes de que envejezca más o vas a esperar a mi próximo cumpleaños? – intenté cambiar de tema y funcionó porque después de que Jun arrancara el coche Davis se puso a buscar la carta en la guantera.
- Toma – me tendió la carta pero a pesar de que yo también la tenía agarrada él no la soltaba. - ¿No prefieres esperar a leerla más tranquilamente en mi casa o en... el parque de Odaiba rodeada de tus flores preferidas? – solté la carta como si quemara pero Davis no la soltó.
- Flores... – dije pensativa y una sonrisa se dibujo en mi cara. – luz, hierva, fútbol, música... – enumeré con los ojos cerrados mis componentes preferidos del parque de Odaiba. – Jun ¿podrías dejarnos en el parque de Odaiba? Está cerca de mi casa, de la tuya y es muy tranquilo.
- ¿Iremos a comer un helado? – preguntó Davis antes de que su tripa rugiera.
- ¡¿En pleno noviembre? – preguntamos Jun y yo al unísono sorprendidas. - ¡Estás loco! – exclamamos otra vez al unísono al recibir de Davis una afirmación.
- ¿Sabes de quien es el cumpleaños hoy? – le preguntó Jun a su hermano el cual la ignoró. – A parte del de Yura, es el cumpleaños de Izumi. – era la segunda vez que oía aquel apellido ese día. – Ahora que lo pienso... – Jun frenó de golpe antes de golpear al coche de enfrente el cual también había frenado de golpe, no fue una gran colisión pero me asusté mucho.
- ¿estáis bien? – pregunté muy preocupada a mis dos amigos. – Davis, Davis. – agité a mi amigo para despertarlo porque se había golpeado la cabeza, mientras Jun salía muy enfadada a gritar al otro conductor. - ¡Davis! ¡Despierta! Por favor. – estaba inconsciente y no despertaba.
- Lo lamento – se disculpó un chico de la edad de Jun pelo azul oscuro y gafas. - ¿Qué le ocurre? – preguntó a Jun al verme tan preocupada gritándole a Davis. - ¿Me dejas que le examiné? Mi padre es medico y sé primeros auxilios. – me aparté y él se inclinó sobre Davis. – está bien, está fingiendo. – dijo con una gota al más puro estilo anime sobre su cabeza.
- ¿Cómo puedes decir eso de mi hermanito? – le gritó Jun al chico el cual comenzó a murmurar algo que no alcancé a entender. - ¿Si no está fingiendo me invitas al cine y si sí finge te invito yo? – dijo Jun al joven el cual sonrió. – Es lo menos que puedes hacer por poner en peligro mi vida y la de mis acompañantes.
- Vete preparando la cartera, preciosa. – le dijo el chico con un gran esfuerzo para aparentar que no estaba preocupado por Davis. – Hay que hacerle el boca a boca y me propongo como voluntario. – gritó para que Davis le oyera bien.
- ¡Estoy bien, no hace falta! – gritó mi amigo, le golpeé en la cara, Jun le estiró de los pelos porque por su culpa tenía que invitar a ese chico al cine y el chico después de comprobar que ni su coche ni el de Jun estaban muy dañados, darle su teléfono a Jun y una caja de tiritas a Davis, solo después de eso se marchó. – es simpático, intenta que no sea una única cita. – le dijo Davis a su hermana la cual apretó su pulgar con fuerza en la herida de la cabeza de Davis y este gritó.
-¡Parad! – Les supliqué – ¿Podemos volver a emprender la marcha? Por favor. – les pedí mirando mi reloj preocupada y encendiendo mi móvil.
El buzón de voz estaba lleno de mensajes de Mimi, dos de mis tíos y uno de mis padres. Al ver todos los mensajes de mi prima, me propuse ignorarlos, pero necesitaba escuchar las voces tranquilizadoras de mis padres antes de saber que pasó con las dos personas que me dieron la vida.
- ¡Yura! – gritaba colérica mi prima en el primer mensaje. – Espero que te diviertas porque te voy a matar cuando te vea, a Mimi Tachikawa nadie, y nadie te incluye, la deja plantada. – ahí terminaba el primer mensaje. – Primita, me has dejado muy mal delante de mis amigos, no me coges el teléfono y encima me escondes la batería del móvil en el bolso, cuando te vea te degollaré. – decía fuera de sí. – Yura, por favor me estás preocupando cuando oigas este mensaje llámame, por favor. – decía preocupada, pero de verdad, no fingía. – Si te has enfadado por lo de las amenazas no te preocupes... ya me conoces, soy un poco temperamental, por favor llámame y dime que estás bien. – me suplicaba. – Hola, ¿Yura? Soy Sora la amiga de tu prima, por favor llámala está muy preocupada en serio. – hablaba otra chica de voz cariñosa y delicada, ni caprichosa, ni estridente como solía poner mi prima la voz. – Te lo pedimos por favor, tu prima no es santo de mi devoción pero está desesperada llámala cuando escuches este mensaje. – pedía un chico preocupado pero con tono frío. – Perdona a Mimi y llámala, por favor, antes de que se le ocurra que no solo ella tiene móvil. – dijo otro chico, su voz me gustó, intentaba quitarle peso a la situación, no me ordenaba como las dos voces anteriores que llamase a mi prima, más bien me lo pedía, casi suplicaba. – Si no lo haces por ella hazlo por nosotros, nunca había visto a Mimi ignorar su reflejo y llorar tanto. – exclamó sorprendido. – Escúchala... – se oían de fondo los gimoteos de mi prima y como la consolaban sus otros dos amigos mientras el que me inspiraba más confianza acaparaba el teléfono. – Haz lo que creas necesario, pero te aconsejo que te des prisa antes de que tu prima encuentre su tarjeta de crédito y arruine a tus tíos. – me reí por ese comentario y se acabó el mensaje. – Yura cariño ven a casa a cenar a las diez y llama si te vas a retrasar. – era el primer mensaje de mis tíos. – Llama a Mimi, está preocupada y sabes que eso no es normal en ella, se queda su novio a cenar por tu cumpleaños trae a algún amigo si quieres. – era el ultimo mensaje de mis tíos. Ya no estaba segura de querer leer la carta, ni de escuchar como mis padres me felicitaban el cumpleaños y se disculpaban por haberme mandado a vivir con mis tíos hasta que ellos se mudaran a Japón. – Yura, cariño felicidades, sentimos no poder pasar contigo este día tan especial para ti, esperamos que te diviertas y no hagas rabiar a tu prima. Besos, te queremos. – se despidieron como hacían cada día al irse a trabajar, se disculpaban como si nos fuéramos a ver en dos días, pero aun quedaban como mínimo tres meses para que vinieran a vivir a Japón.
- Fin del trayecto, bajad mocosos. – gruñó aun molesta Jun. – Me vas a pagar tú las entradas del cine, las palomitas y los refrescos. – Davis sonrió y volvió del revés sus bolsillos. – mientras no aparezcas en casa hasta después de la cena me basta y me sobra. – yo sonreí y miré a Jun.
- Davis – llamé a mi amigo el cual en menos de lo que se tarda en pestañear ya estaba junto a mí. - ¿Te apetece venir a cenar a casa de mis tíos por mi cumpleaños? – el asintió eufórico y su hermana lo miró alzando las cejas con ironía.
- ¡Davis! – le gritó Jun cuando nos internábamos entre los árboles del parque. – Eres un calzonazos con Yura. – mis mejillas se tiñeron de rojo y Davis volvió a rascarse la cabeza como el chico del aeropuerto antes de agarrarme la mano y empezar a correr tirando de mí, como cuando éramos pequeños.
FLASHBACK
Hayato contaba con la cara contra uno de los árboles del centro del parque, Jun y sus amigos se habían escondido en los columpios y solo quedábamos Davis y yo. Pero como de costumbre yo, por mis rápidos movimientos y mi forma de calcular hasta el más mínimo detalle de mi forma de saltar o correr desentonaba entre los amigos de Jun; sus amigas me envidiaban y sus amigos se sentían intimidados con mi presencia, pero Davis era diferente se sentía cómodo a mi lado a pesar de poder ser uno más siempre me escogía a mí y eso me gustaba, me hacía sentir una más.
- Corre hacía esos árboles. – señalé unos pequeños carrascos que rodeaban lo que muchos conocían como la gran roca. – escóndete aquí ahora vengo. – pero al decir aquello me tropecé y grité delatándonos, estábamos acorralados contra la piedra, la única oportunidad que teníamos de ganar era que Davis se salvase y dejara que me pillaran.
- No la pararas otra vez, no es justo. – susurró aun agazapado a mi lado. - ¡Corre! – me agarró de la mano y tiró de mi sin dejar que Hayato me pillara. – ¡Pito por mí!
- ¡Pito por mí! – grité un segundo antes de que Hayato llegase. – Gracias, Davis. – le sonreí y él me abrazó. Nunca comprendió lo mucho que significaba para mí que él estuviera junto a mí y nunca dejara que me ocurriera nada injusto, malo o desagradable.
-¡Yura! – gritó mi prima corriendo hacia mí con los brazos en alto. – Mocoso, loca. – saludó con voz fría a los hermanos Motomiya los cuales la fulminaron con la mirada. – Tengo una gran noticia. – volvió a hablarme con su tono de niña mal criada. – Nuestros padres han conseguido abrir una tienda de repostería en Nueva York.
- ¿Y qué? – le preguntó Davis sin comprenderla. - ¿Por qué tienes esa cara de muerta? – me preguntó aun sin comprender nada. - ¡No! ¡No puedes irte! ¡Eres mi mejor amiga, eres Yura, mi empollona, súper deportista! – me gritó Davis enfadado, mis ojos y los suyos se llenaron de lagrimas, yo tenía diez años y él ocho pero hacía mucho tiempo que no llorábamos. - ¡Te odio Tachikawa! – mi prima palideció, aunque no se refería a ella, Jun siguió a su hermano el cual salió corriendo y yo, yo lloré sin moverme del sitio hasta que mis padres vinieron por mí.
FIN DEL FLASHBACK
- Aquí fue – dijo Davis sacándome de mis recuerdos. – Aquí fue donde te caíste el día que te dijeron que te ibas a Nueva York. – A veces me pregunto si Davis y yo tenemos una conexión especial, porque siempre que yo pienso algo él sabe exactamente lo que pienso o incluso si ni yo misma sé lo que pienso él siempre lo sabe.
- Dámela ya, por favor. – le ordené sin mirarle, pero como siempre bastó un simple balón de fútbol de unos niños para que toda mi decisión y mi fuerza se esfumase. – Te acuerdas de las palizas que les dábamos a los amigos de tu hermana. – Me abrazó, eso no debía pasar, Davis era mi amigo y podía abrazarme pero no por detrás y mucho menos apoyando su cabeza contra la mía. - ¿Qué haces? – le pregunté con la voz el doble de aguda de lo que la solía tener.
- Abrazarte – me respondió apretando su agarre dejándome sin aire. - ¿O te vas a enfadar por un abrazo después de cinco años sin vernos en persona? – Me intenté concentrar en el balón de los niños, en las niñas y su cuerda de saltar, pero la respiración de Davis en mi oreja me distraía, sonaban como suspiros ahogados. – Si te sientes incomoda dímelo, no quiero tener que adivinar lo que piensas todo el tiempo.
- Lo cierto es que querría leer esa carta ahora, después pasear hasta casa de mis tíos y por ultimo encargar una pizza a escondidas de mi tía para comérnosla en mi cuarto sin que ella se enteré. – le expuse mi plan sin muchas ganas y él me soltó y metió su mano en el bolsillo de su abrigo. - ¿La has leído? – le pregunté sin ganas de saber la respuesta.
- Aunque te parezca mal, sí la he leído. – dijo tomando un tono de voz impropio de él, serio y preocupado. – Aunque no entera... hay una parte en la que está explícitamente escrita para ti. – me explicó.
La carta para Yura
Ante todo deseamos que nuestra pequeña crezca junto a una familia cariñosa, que la atienda y le de todo el amor que mi esposo y yo no le podemos dar. Nuestra principal razón de "abandonarla" es darle una oportunidad para vivir. Mi esposo está amenazado de muerte y no queremos que nuestra pequeña sufra la perdida de sus padres.
Yura, cariño si lees esto, queremos que sepas que fue una elección difícil, tuvimos que elegir entre Koushiro y tú para daros una oportunidad, si sobrevivimos al viaje que vamos a realizar daremos la noticia de que tus padres, ese par de cobardes, te dejamos en adopción temiendo por tu vida y que no protegimos de igual manera a tu hermano. Koushiro es el pequeño por dos minutos y treinta y siete segundos, crece más lento que tú, tal vez porque os separamos demasiado pronto, pero te prometo que esta situación no es para siempre. Ten siempre en cuenta que os queremos a los dos por igual, y que si nos quedamos con tu hermano fue porque tus tíos, el hermano de tu padre y su mujer quisieron conocerlo desde que se enteraron que estaba embarazada. Ni siquiera yo esperaba que fuerais mellizos, la mantita con la que te dejamos en el orfanato es de tu hermano y junto con esta carta te dejamos una foto de nuestra familia la última vez que estuvo unida.
La foto era preciosa, mi madre era hermosa de ojos miel y pelo negruzco, mi padre un hombre fuerte y atlético de cabello rojo eléctrico como el mío y ojos negros; yo era la bebé que se reía abriendo mucho los ojos, esos ojos ámbar que tenía cuando era pequeña y en brazos de mi padre estaba él, mi hermano Koushiro, su pelo era igual que el mío y el de mi padre, sonreía con los ojos cerrados agarrando mi regalo de cumpleaños.
- Tengo un hermano – le dije a Davis guardando la foto y sacando la mantita, mi regalo de cumpleaños de mi bolso. – Es de mi hermano mellizo. – Dije abrazando el trozo de tela, naranja con las iniciales "K.I" bordadas dentro de un corazón y debajo de estas en una nube esponjosa de tela celeste mis iniciales o las que un día debieron ser mis iniciales "Y. I" – se que tengo un hermano mellizo que probablemente esté vivo.
- ¿Qué? – preguntó Davis sorprendido. – Eso no lo había leído. – dijo pensativo. – me leo siempre las partes aburridas. – se quejó intentando quitarle importancia a la noticia. - ¿Es el de la foto? – asentí volviendo a sacar aquella foto.
- Esta es mi madre, mi padre, mi hermano y yo. – dije con vehemencia al hablar de mi familia sin ni siquiera conocerla. – Kou y yo nos parecíamos mucho. – le dije a Davis con una leve sonrisa de ternura. – Lo más seguro es que no sepa que existo. – le dije a Davis el cual me tapó la boca con su mano.
- Nunca pierdas la esperanza, puede que no sepa quien eres, ni que existes pero tú sabes que él existe y eso te basta para poderlo buscar. – Me encantaba la gente que como Davis veía la luz hasta en la cueva más profunda, oscura e inestable del universo. – Si sus iniciales son "K.I" y sabes su nombre solo debes buscar a chicos de tu edad que nacieran el mismo día que tú en Japón, de los cuales te quedaras con los que se llamen Kou y su apellido empiece por I.
- Hay un pequeño problema, puede que mis tíos no lo quisieran y lo dieran en adopción al morir mis padres, puede que le cambiasen el nombre o incluso si lo encuentro y su vida es perfecta y no sabe que es adoptado podría derrumbarle la existencia. – le dije muy nerviosa a Davis, exponiendo todas mis conclusiones negativas de buscarlo. – Daisuke, tengo miedo de que si lo encuentro me mande a la mierda. – le confesé y él me abrazó con fuerza.
- No digas tonterías. – me regañó Davis apretándome fuerte contra él. – Eres perfecta, la hermana que cualquier chico quisiera tener. – Intenté mirarle a la cara, pero una de sus manos se posó en mi cabeza mientras la otra permanecía inmóvil en mi espalda. – Te voy a ayudar a encontrarlo aunque me lleve la vida en ello. – un sollozo salió de mi garganta acompañado por un temblor en el pecho de Davis.
- ¿Por qué lloras? – le pregunté con lagrimas en los ojos intentando reír. – Soy yo la que se acaba de enterar de que sus padres están muertos y tiene un hermano mellizo que no sabe que existe. – Se apartó de mí secándose las lágrimas confuso. – necesito que tú te mantengas fuerte, haber explícame por que lloras. – intenté parecerme a Mimi en lo referente a su tono de impertinencia.
- Es que es una historia triste. – dijo cogiéndome la mano entre las suyas. – No vuelvas a poner la voz de Mimi, me das miedo. – sonrió intentando ocultarme algo, lo supe enseguida, Daisuke nunca ha mentido bien.
- ¿Qué me ocultas? – le pregunté sin hacer caso a su comentario. - ¿No tendrás cosas mejores que hacer que mentirme? – dije molesta mientras Davis se reía y miraba su reloj.
- ¡Que tarde es! Lo mejor será, ir andando hasta casa de tu tía. – me miró de reojo, no soportaba que hiciera eso, primero ignoraba mis preguntas y después me miraba a escondidas. – Llama a Mimi y dile que vas a casa, no te olvides de avisarla de que voy a estar yo también. – sonreí fingidamente y saqué mi móvil del bolsillo.
- ¿Mimi? – pregunté al oír por el auricular como alguien descolgaba. – Soy Yura voy para casa, no empieces a gritarme aun, Davis se queda a cenar. – Mimi resoplaba al otro lado del teléfono. – si tu novio se queda mi amigo también, ahora ya puedes gritarme. – me aparté el teléfono de la oreja.
- ¡Como invitas a ese idiota! – gritó molesta. - ¡Los mocosos a la guardería! – empezó otra vez a gritar. - ¡Si por lo menos te pagaran por cuidarlo, pero si es que ni te pagan! ¡Que no eres su canguro! – Volvió a gritar.
- ¡Cállate, ya, Mimi! – me quitó Davis el teléfono. - ¿A que imbécil has pagado esta vez para que finja ser tu novio? – le preguntó haciendo gritar sulfurada a mi prima.
- No te permito que me hables así. – le dijo molesta. – Intento de copia de tu capitán de fútbol. – le dijo subiendo el tono una octava. – Deja de arrimarte tanto a mi prima que la desgastas, friky. – le incriminó Mimi mientras Davis me agarraba con la mano contraria a la que sujetaba el teléfono y comenzaba a andar, arrastrándome detrás como si fuera un remolque.
- ¡Davis, suelta a mi prima! – le gritó Mimi adivinando lo que estaba haciendo. – Te veo y te digo que la sueltes, segundón. – oí su voz por el móvil y enfrente de mí custodiada por dos sombras igual de altas que ella. – Te digo que la sueltes, fracasado. – le dijo colgando el móvil. Davis me soltó, me pasó su brazo por la espalda y se agachó para cogerme en brazos. Grité, pataleé y los insulté a ambos, pero no me soltó.
- ¿Motomiya? – preguntó uno de los chicos que acompañaban a mi prima. Era guapo ojos azul violáceos y pelo liso, de la edad de Davis o un año mayor. – Mimi te has pasado con Davis. – regañó a mi prima la cual rió coquetamente un poco sonrojada. – Michael, es Daisuke, mi compañero de campamento. – el otro chico abrazó a Mimi y Davis me dejó en el suelo yo le dí una bofetada muy sonora. – Tranquila, no lo mates, él solo intentaba chinchar a Mimi. – eso me enfadó aun más por lo que me acerqué al chico muy enfadada y comencé a pincharlo con el dedo lo cual lo molestó. – Maldita Tachikawa, estate quieta. – me ordenó, pero a pesar de eso no me afectó. Me giré esperando una sonrisita en la cara de Mimi, pero estaba pálida y con cara de terror, como si hubiera visto un fantasma.
- Mimi – susurró Davis preocupado. – Ni que alguien te hubiese estado gritando a ti... – le miramos acusadoramente. – Según ella yo no soy alguien y lo que le digo no le afecta. – se defendió ante la mirada llena de fuego del chico que abrazaba a mi prima.
- Y así es. – afirmó volviendo en sí. – eres un don nadie. – el amigo de Davis y yo pusimos los ojos en blanco. – No me pasa nada, de verdad. – me miró intentando ocultar la tristeza que tenía pero sus ojos estaban completamente cristalinos y sin vida cosa que en mi prima no era normal. – Solo me ha recordado un día muy desagradable de mi vida. – susurró y su abrazador profesional la abrazó más fuerte.
- Soy Ken Ichijouji, ¿y tú eres? - dijo el chico al que había pinchado con el dedo. – Una Tachikawa seguro pero dime tu nombre, preciosa. – se notaba que lo único que intentaba era hacerme estallar.
- Yura – dije apartando de un empujón al novio de mi prima. – Vamos a cenar que tanto plasta presumido y egocéntrico junto me da dolor de estomago. – le dije a mi prima la cual sonrió. – Diría que ha sido un placer, Ichijouji, pero no me gusta mentir. – Mimi me dio una colleja, pero antes de asociar de que se reía el apuesto joven.
- Pues para mí, si que a sido todo un honor y un placer gozar de su presencia señorita. – tomó mi mano entre las suyas y la besó recibiendo gruñidos por parte de Davis al ver el sonrojo de mi cara, halagos de Mimi y su novio y obviamente mi sonrojo y un leve tartamudeo.
- Im…imbécil. – se rió junto con Davis pero mi prima tiró de mi arrastrándome hasta el piso de sus padres. - ¡Davis sube que te quedas sin pizza! Digo… sin cena, sin cena. – me corregí ante la mirada colérica de Mimi.
Mientras tanto en la casa de los Izumi:
Izzi miraba por la ventana con aquella extraña sensación de vacío, la cual no entendía. Tenía unos padres adoptivos perfectos, su mejor amiga era un cielo e iba a celebrar su cumpleaños con él a pesar de caer en fiesta y lo único que podría amargarle el día era el regreso de la pesada de Tachikawa que encima volvía de los Estados Unidos con refuerzos de una prima suya.
- En dos días empiezan las clases, espero que no me toque este año también en la misma aula que Tachikawa. – suspiró el pelirrojo al cielo anaranjado que le ofrecía la puesta de sol, cuando algo le llamó la atención, una chica muy parecida a él físicamente cogida en brazos por un chico con el pelo granate. - ¡Es igual que yo! – de pronto se fijó el las personas frente a las que había parado y abrió la ventana para intentar escuchar la conversación.
- Maldita Tachikawa, estate quieta. – gritó uno de los chicos acrecentando la curiosidad de Izzi.
(Narrado por Izzi)
- Es la prima de Mimi. – me sorprendió cuando me di cuenta de que Yolei estaba junto a mi observando la escena. – Parece incomoda con los amigos de su prima. – sonrió intentando ablandar mi corazón para pedirme un imposible. – Davis ya es un marginado a pesar de estar en el equipo de fútbol y ser amigo del altanero de Ichijouji y el idiota de Yagami, tal vez ella quiera unirse a los nuestros. – dijo mirándome fijamente a los ojos tratando de buscar algo que no cabía en mi mirada, la compasión por una Tachikawa.
- Nunca aceptaré como amiga, ni como nada mas a una Tachikawa, me niego. – le dije cruzándome de brazos pero ella se apartó de la ventana. - ¿Qué pasa ahora?
- Nunca me as contado porqué detestas a Mimi y todo lo que tiene que ver con ella. – mis ojos se volvieron cristalinos, sentí de nuevo esa grieta de mi pecho abrirse y como mi respiración se ralentizaba para que no doliera tanto. - ¿Podrías contármelo? – el puñal se clavó invisible en la grieta intentando resquebrajar lo poco que quedaba sano de mi corazón.
- No. – dije observando como aquel rubio baboso la abrazaba contra él y mi pulso se aceleraba, el puñal se adentraba en la herida aun doliente y mi mirada se ausentaba cada vez más. – me recuerda un día muy desagradable de mi vida. – los celos, el odio, el rencor, el dolor, la rabia, no se podían comparar al amor que aun dejaba mella en mi pobre corazón de quince años. – Y te suplico que no vuelvas a preguntármelo, solo me causa dolor. – Yolei se asustó al verme tan descompuesto y decidió pedir ayuda a mis padres los cuales me tumbaron en mi cama y con mucho pesar pospusieron mi fiesta de cumpleaños. – desearía no estar tan solo, desearía que alguien me buscase aunque fuera un científico loco que necesita ayuda con cualquier chorrada, desearía arreglar las cosas con Tachikawa y saber porque me encuentro vacío. – dije rozando la inconsciencia. – Mamá, papá, "mi sol"… cuidarme desde el cielo. – Pedí a mis padres y a esa persona de la cual no recordaba ni el nombre que me cuidaran desde donde yo creía que estaban justo cuando se cumplían quince años de mi nacimiento.
Casa de la familia Tachikawa
(Narrado por Yura)
Soplé las velas con muchos deseos en la mente pero solo unos pocos en el corazón y todos muy importantes:
- "desearía no estar tan sola entre tanta gente, desearía que Koushiro supiera que existo y yo lo encontrase, desearía volver a ver a ese Taichi Yagami y poder ser amiga de Izumi e Inoue." – lo deseé con tanta fuerza que ni me di cuenta de cuando se fue Davis o el novio de Mimi, solo me enteré de una cosa aquella noche. - ¡Me he dejado la maleta en el coche de Jun! – grité desesperada haciendo reír a Mimi la cual me prestó un pijama rosa el cual aun me dio más insomnio del que ya tenía. – Mamá, papá… ayudarme desde el cielo a encontrar a Kou. – pedí justo en el momento en el que se cumplieron quince años desde que nacimos mi hermano y yo.
Ni Izzi, ni Yura sabían que sus deseos iban a ser escuchados por un caballero caprichoso con muchos aliados y enemigos, El Destino. Y esa misma noche comenzó a tejerse una trama enrevesada de la que ninguno de nuestros jóvenes amigos se imagina el final.
En el siguiente capitulo (2-No puedo odiarte):
- ¿Quién te crees que eres para hablarme así?
- Tranquilo, estoy segura de que tienes tus motivos para intentar ocultar tus sentimientos.
- ¿Estás bien? Ya ha pasado todo, estoy aquí, tranquilízate y dame la mano.
- ¡Yura y yo somos novios!
- ¿No sabes a que me refiero? Entonces, aun tengo una oportunidad.
