Disclaimer: Pandora Hearts no me pertenece, sino a Jun Mochizuki. Yo solo los tomo prestados para hacer semejantes locuras con ellos. La trama sí es mía (¡y Oz! ^^)

Advertencias IMPORTANTES; Este capítulo se podría decir que está situado como la noche en la que Oz descubre que su padre lo envió al Abismo (capítulo 25, ¡el cual amo!. Oz es tan tierno... [suspiro amoroso]). NO es igual que el capítulo, transcurre en esa noche pero pasa lo mismo, es como una segunda noche diferente a la que es enrealidad. No sé si me entendéis pero... No es lo mismo que pasa esa noche donde Oz piensa en su cuarto, es diferente aunque sigue la misma trama. Creo que más o menos me he explicado (aunque no sea bien).

¡Ahoran lean y disfruten de lo que piensa nuestra querida Alice!.

'Sentimientos de una cadena'

No era justo, realmente esto no era justo, absolutamente. Se supone que él es el que tiene que estar merodeando por la casa preocupándose por mí no yo por él, bueno, yo no me preocupo solo es que… ¡Bah!.

Aligeré el paso para llegar a donde quería, un lugar el cual me conocía demasiado bien ya que era mi lugar favorito de toda esta casa de locos. Realmente estaba enfadada, muy enfadada por lo que necesitaba algo para poder pensar mejor. Abrí las puertas que me estorbaban por el camino, sin importarme hacer mucho ruido, hasta llegar a mi destino.

-¡Quiero carne asada ya!-ordené cuando entré en la cocina.

Cientos de personas se pusieron como locos manos a la obra mientras que yo me senté en un taburete que había desperdigado y olvidado por la cocina. Crucé las piernas y los brazos enfadada y molesta.

Todo había sido culpa de ese cabeza de algas que le había revelado la identidad de esa persona a Oz. Si el no hubiera abierto el pico para nada estaba segura de que ahora Oz no estaría vagando por su cuarto protegiéndose del mundo entero para que no le hiciera daño.

Bufé, idiota. Ese imbécil me las pagaría por todas, por su culpa MI sirviente estaba pensando en ese cuarto, encerrado para el mundo exterior, sin prestarle atención a lo importante. O sea, a mí. Y eso me ponía de mal humor porque yo era a la que le tenía que hacer caso no ha ese estúpido de su padre, porque yo era la que le salvó del Abismo y lo traje de vuelta a la Tierra.

Bueno… Aunque yo también deseaba salir de allí por mis recuerdos pero… ¡Eso no cuenta!, ¡claro que no!. El caso es que Oz tiene que hacerme caso y no dejarme sola.

-Odio estar sola-susurré lastimeramente cubriendo mi cara con mi pelo para que no se viera que las lágrimas se asomaban por mis ojos y que mi labio temblaba ligeramente por culpa de los sollozos que me sacudían.

Él es idiota, ¡mira que hacerme llorar!. Es pero que el cabeza de algas…

Me sorprendí a mí misma por lo que había pensado, tanto que alcé la cabeza rápidamente y las lágrimas que se habían acumulado en mis ojos cayeron.

¿Peor… que el cabeza de algas?. ¡Pero que estoy pensando!, Oz no es igual que ese idiota que se adueña de mi sirviente como si fuera algo suyo. ¡Claro que no!, lo que pasa es que estoy falta de carne y digo tonterías.

Oz no es que como ese idiota que no para de insultarme. Oz es diferente, igual que su sincera sonrisa y su preocupación por mis recuerdos… Oz no es ni un cuarto que ese cabeza de algas, no, Oz es mucho mejor.

-T-tome, señorita-me ofreció uno de los cocineros.

Miré el plato de carne que tenía en sus manos y mis ojos brillaron de felicidad. ¡Claro que era esto lo que necesitaba!.

Lo cogí con fuerza y desaparecí por donde había venido, alucinando por lo que tenía en mis manos. La carne era la mejor cura. Cogí un trozo mientras que sujetaba mi suculento plato con la otra mano. Le pegué un bocado con cierta habilidad.

Sonreí mientras que masticaba exageradamente.

¡Eso era lo que necesitaba!. Si… Eso creo…

Le dí otro mordico al muslo, como si eso fuera a llenar el vacío que se formaba en mi estómago. Normalmente remitía cuando comía carne, ¿qué pasaba?. Aún seguí ahí y crecía por momentos, ¿la carne ya no satisfacía?.

Negué con ímpetu.

¡Claro que no!, ¡no estoy loca!. Lo que pasa es que a lo mejor me he puesto enferma. Puede ser. Cuando Sharon se encontraba mal por el veneno que le dieron ella también se encontraba así. Además se veía débil y con cierto color en las mejillas, bueno, eso hasta que vio al payaso.

Me paré en seco.

¿Yo también me veía así?.

Corrí hasta el espejo más cercano que se encontraba en el pasillo y me miré la cara con preocupación. Dejé el muslo en el plato y el plato en el tocador que había debajo del espejo. Me toqué la cara varias veces por mis mejillas, me estiré el pómulo para ver mis ojos bien abiertos, saqué la lengua varias veces para ver si había algo raro y miré mi cara desde diferentes ángulos cuando moví mi cara.

No me veía como ella.

Suspiré. Tal vez no estaba enferma.

Algo aliviada por ello cogí de nuevo mi plato y seguí con mi recorrido tranquilamente. Pero pronto paré en seco. Si no estaba mala… ¿qué me pasaba?.

Me puse alerta cuando oí un sollozo ahogado en la oscuridad de la noche. Miré por todas partes para ver si veía a alguien por los alrededores pero no encontré nada… ¿Y si era el Abyss de nuevo?.

Me tensé. No quería verla de nuevo, seguro que me atormentaría por estar sola de nuevo. No, no quería verla y recordar que Oz no estaba pendiente de mí. Oz…

Volví a escuchar un sollozo por lo que confirmé que no era producto de mi imaginación ni era el Abyss ya que no se acercaba, se oía con la misma intensidad. Giré mi cabeza, confundida, hacia la puerta que se encontraba a mi lado desde cuando me había parado.

Esta vez se oyó un gemido bastante fuerte. Estaba claro, había alguien detrás de esas puertas que escondían a una persona que lloraba por algo. Pero… Que yo recuerde todos están en sus dormitorios, ¿quién era entonces?.

No tenía miedo pero si quería pasar desapercibida tendría que ser sigilosa.

Abrí la puerta sin hacer ruido alguno y asomé lentamente la cabeza por el hueco que había abierto. Ví que había alguien dentro, más bien dentro del balcón, y que estaba echado en la barandilla de este mirando la noche estrellada.

No supe descifrar muy bien quien era pero me sonaba aquella espalda. Me adentré en la habitación aún sigilosa por si acaso era un ladrón o algo, aunque no lo parecía.

Anduve hasta la mesita que había en el salón/comedor y me dirigí hasta el balcón sin que el individuo notara mi presencia.

Cuando estuve cerca de él me tensé.

Él era…

Era…

-Oz-lo llamé preocupada porque estuviera allí.

Se tensó ligeramente y se dio la vuelta algo brusco con los ojos abiertos como platos. Me sonrió ligeramente cuando comprobó que era yo con mi ceño fruncido.

-Alice-dijo aliviado y algo relajado-lo siento, ¿te desperté?

Negué con la cabeza y me acerqué a él para quedar a su lado apoyada en la barandilla mirando la noche estrellada que se imponía ante nuestros ojos, majestuosa.

-Alice, ¿crees que debería seguir en el Abismo?-preguntó algo acongojado.

La pregunta me pilló por sorpresa, tanto que abrí los ojos tanto como ellos me permitían y lo miré aunque él no me miraba a mí. Sus hermosos ojos verdes estaban posados en el cielo iluminado por la luna llena que se encontraba arriba con unas estrellas desperdigadas por el camino. El aire revolvía su sedoso y dorado cabello.

-¿Qué te hace creer eso?-pregunté algo molesta.

Inspiró hondo y cerró los ojos disfrutando de la brisa fresca que nos rodeó. Cuando volvió a abrir los ojos no se posaron en mí sino en el vacío.

-Dijeron que pagaría por mi existencia-susurró recordando el día en el que yo lo conocí por primera vez, el día en que los Baskerville lo enviaron al Abismo, el mismo día en que su padre lo tiró al vacío- Si tengo que pagar es por algo malo que he hecho, ¿no?

Lo miré sin entender donde quería llegar aunque no siguió sacando conclusiones solo sonrió melancólicamente.

-Tal vez no debería existir-concluyó cerrando los ojos fuerte y encogiéndose algo por los sollozos que se le escaparon por la boca que estaba fruncida para no hacer ruido. Lágrimas caían por sus mejillas.

Con sus brazos hizo una almohada en la barandilla para cejar caer su cabeza, o hundirla, para que no lo viera llorar aunque sabía que lloraba ya que sus hombros se sacudían.

-Yo quería salir de allí-confesé mirando al cielo estrellado. Mirarlo llorar hacía que un vació encogiera mi estómago y que el corazón me doliera, ¿por qué?- Allí todos vamos por algo, cada uno con sus razones, razones que siempre desconocemos.

Seguía llorando. Me dio la ligera sensación de que estaba haciendo un monólogo, aunque no me importaba. Otra brisa jugó con nuestros cabellos, él mío mojado por la ducha que me había dado para despejarme un poco antes de ir a por la carne.

-Aunque no creo nadie de lo que estemos allí sea por nuestra voluntad, ni porque tengamos algo por el cual pagar-le miré para ver si se encontraba mejor, pero seguía llorando. Inspiré hondo algo desesperada por no saber que hacer para animarlo y que volviera a sonreírme como antes. Para que dejara de sentir esa sensación de vacío en mi estómago- No creo que hayas echo nada malo-finalicé.

Sus hombros se agitaban cada vez más fuerte amenazando que el llanto no iba a parar o que iba para rato. Por cada gemido que se escapaba por su boca mi corazón se exprimía más y más. Quería hacer algo, ayudarlo a que no llorara más.

Apreté mis dientes y mis manos estrujaron la barandilla. Cerré los ojos con furia intentando encontrar algo para que no se sintiera mal. Entonces me vino a la cabeza.

-¡Oz!-lo llamé, o más bien lo reclamé, mirándolo aunque él siguió con su cabeza hundida entre sus brazos, aunque ya dejaba de gemir todavía sollozaba ligeramente- Yo… ¡No has hecho nada malo!, ¡tú existes por algo, solo tienes que buscar el porqué!-le grité cerrando los ojos con furia, apreté mis dientes- Yo estoy aquí, tú estás aquí conmigo por el destino y yo… yo…-levanté mi mirada para verlo. Estaba tenso, pero me escuchaba. Bajé de nuevo la mirada algo avergonzada por lo que iba a decir, pero creo que necesitaba decirlo- Yo quiero que sigas conmigo, aquí, no en el Abyss. Pase lo que pase quiero que sigas conmigo-grité cerrando los ojos de nuevo y volviendo a apretar los dientes.

Levantó la cabeza aunque no me miró, su mirada esmeralda estaba fija en el amanecer, el cual estaba cubriéndonos lentamente. Esta era la segunda vez que yo veía el amanecer con él, juntos.

Una lágrima traviesa recorrió su mejilla y murió en su barbilla, la cual estaba húmeda por la sesión de llanto que se había pegado.

Al no obtener respuesta apreté más mis dientes y bajé más la mirada. Tenía ganas de llorar, no sé porqué, pero quería llorar por su silencio. Silencio que volvía a apretar fuerte mi corazón.

¿Por qué me pasaba esto?. Me dolía, me dolía mucho estar así como estar sola. Es como si estuviera sola.

-A-li-ce~-cantó graciosamente. Lo miré sorprendida. Él me miraba solo a mí con una hermosa sonrisa en la cara haciendo que cerrara sus ojos. Esa sonrisa dejó de exprimirme el corazón e hizo que el vacío desapareciera.

-¿Oz…?-susurré lentamente.

Mostró sus dientes blancos y perfectamente alineados en una hermosa sonrisa.

Las lágrimas traicioneras recorrieron mis mejillas justo como aquel día en el cual recuperé, por primera vez, cierta parte de mis recuerdos. No podía parar de llorar, no entendía el porqué.

Oz puso sus manos en mis hombros para apoyarme. Levanté mi mirada aún con lágrimas en los ojos. Ví que aún me sonreía abiertamente aunque estaba algo borroso.

-¡Tienes toda la razón!-gritó emocionado- Yo también quiero estar contigo aquí, no en el Abyss. Pase lo que pase-sonrió.

Algo en mí saltó de alegría por sus palabras. Hasta estaba segura de que sonreía aunque sea un poco. Pero entonces recordé por lo que me había echo pasar esta noche y una vena salió de mi cabeza.

Le pegué una patada.

-¿A-li-ce…?-susurró en el suelo quedándose en la misma posición de cuando se había caído por mi golpe- Eso… Fue… Rápido…

-Estúpido sirviente-dije enfadada cruzándome de brazos y mirándolo sin compasión. Él era mi sirviente- Me dejaste sola toda una noche y por tu culpa me pasaba algo en el estómago que no podía calmar ni con carne- dejó caer su cabeza en el suelo con los ojos como platos completamente serio. Continué sin importarme esa reacción- ¿¡Qué clase de sirviente estúpido deja a su ama sola?.

Me senté en la barandilla y crucé mis piernas realmente molesta. Él se incorporó un poco quedándose algo sentado con las piernas aún abiertas por el impacto y flexionadas. Me miró y yo cerré los ojos mientras que aireaba mi pelo con cierta autoridad.

Estuvo un rato mirándome sorprendido pero yo esquivaba su mirada. Él no podía mirar a sí a su amo, solo era mi sirviente.

Sonrió.

-Tienes toda la razón, A-li-ce ~- lo miré incrédula. Pero esa expresión no me duró mucho ya que esta vez era yo la que sonreía con cierta insuficiencia.

-Por algo eres mi sirviente, ¿no?-contesté algo malévola.

-Tienes razón. Lo siento mucho, sé que no te gusta estar sola-dijo incorporándose para a quedar a mi altura aunque yo estaba sentada en la barandilla.

Miró hacia el amanecer, el cuál ya se había extendido sobre nosotros dejándonos ver un nuevo día. Los pájaros ya revoloteaban sobre nosotros cantando alguna que otra canción para mejorar un poco la mañana y levantar con dulzura a las personas que aún dormían.

Oz y yo bostezamos. No habíamos dormido en toda la noche y ahora estábamos muy cansados. Me sonrió al notar que los dos pensábamos en lo mismo, sentí mis mejillas arder suavemente. Esta noche no había sido una noche aburrida y penosa, la habíamos aprovechado al máximo.

-Por cierto-susurré como si nada llamándola la atención de mi rubio acompañante-me debes un plato de carne. Seguro que el mío ya está frío.

Me miró sin entender nada por lo que le señalé la mesa y mi plato lleno de carne desperdiciada ya que seguro que ahora era incomestible. Mi carne…

Asintió

-¡Uno muuy grande!-aseguró con una sonrisa satisfecha.

-Claro que sí, eres mi sirviente y tienes que hacerlo todo por tu amo.

Se rió ligeramente.

-Si~, Alice~.

Lo miré extrañada por tanto entusiasmo.

-¡Ah! Y voy a matar al cabeza de algas cuando lo vea.

Se rió por lo que yo fruncí mi deño notablemente. ¿Qué tenía tanta gracia?. Que yo sepa no he dicho nada gracioso por el cual deba de reírse. Quería pegarle de nuevo pero me contuve, su risa era demasiado verdadera como para pararla.

Mis labios se curvaron ligeramente mientras que los dos nos mirábamos. Otra brisa fresca, pero esta vez por la madrugada, recorrió nuestros huesos y cabellos. Sus mechones rubios se movieron ligeramente mientras que sonreía con toda la felicidad del mundo.

El vacío ese había remitido notablemente y ahora ya no estaba preocupada por él. Esperen… ¿Yo estaba preocupada por él?. ¡Claro que no!, ¡retiro lo dicho!.

-Mira, Alice-me llamó llamando mi atención.

Miré hacia donde señalaba teniendo que voltearme un poco ya que era el cielo. Dos pájaros iban hacia el Sol el cual empezada ha brindarnos su calor. Lo miré de reojo pensando que volvería a llorar por algo pero era todo lo contrario.

La mejor y hermosa sonrisa que jamás había visto adornaba su hermosa y pálida cara en la cual llamaba la atención sus dos ojos verdes esperanza, esperanza que no había perdido ya que sus ojos brillaban de felicidad, y que estaban algo cubiertos por su sedoso, rubio y brillante cabello el cual relucía con los rayos del Sol.

Oz, era… Como el Sol para mí.


¡Kya! ¿Os gustó?.Fue una idea loca que se me ocurrió mientras que veía, de nuevo, el anime. ¡Y es que hay muy pocos fics de este hermoso anime!,¡ y menos Alice&Oz!. ¡Con lo que me gusta esa pareja!. Aunque si Oz fuera mío… (Sonrisa malévola).

Espero que os haya gustado y que me digáis si le falta algo, le sobre, no se entiende bien algo o lo que sea. ¡Acepto cualquier cosa!. Si veo que gusta ese oneshot algo mejor hago un fic con varios capítulos sobre PH. ¡Hay que hacer que haya más fics para tan hermosa serie!.

Ya sabéis; tomatazos, aceptaciones, críticas, errores, ¡para cualquier cosa! Me decís. ^^

Arigatto.^^

Att; 'Asuka-hime'