Haber, esta es una historia de una abandonada, y su experiencia durante la guerra. Antes de empezar, al principio de la historia tiene 10 años.

Aquí vamos.

No soy dueña de divergente, la dueña es verónica roth

Hoy es el día anterior a la ceremonia de elección, me asomo a ver a todos los chicos y chicas caminando hacia el instituto con sus libros y sus abrigos. suspiro, quisiera tener esa suerte, los que pertenecen a facciones les toca lo mejor.

Yo no tengo la culpa de haber nacido con los abandonados, y tampoco tengo la culpa de que mis padres sean egoístas, naturalmente ellos me habrían dado en adopción, y lo más seguro es que alguna pareja abnegada me habría adoptado, y así mi vida habría sido menos caótica.

Se meto de nuevo entre los callejones de la ciudad, se supone que no debo dejar que me vean, si me llegaran a ver me recogerían de las calles, lo cual sería bueno, pero destrozaría a mis padres.

Me pongo la vieja capucha y empiezo a caminar, mis padres me consiguieron una para que no me vieran la cara, pero no sirve de mucho cuando mides un metro con 40 centímetros.

Al llegar con los demás me reciben como siempre:

-hola Mia – dice sasha mientras me saluda con la mano

- donde te metiste?- dice David, el me cuida a cambio de un poco de comida*que de echo sale de mi ración* él es un abandonado que fallo en la iniciación de osadía. Entonces me da un empujón y caigo al suelo,- no te vuelvas a ir, pequeña

Bufo y me levanto sacudiéndome la tierra, siempre me tratan así, aquí no todos son muy agradables.

-como sea- le digo – puedo cuidar de mi misma- digo más fuerte y él se ríe

-claro, que si- dice con sarcasmo- la pequeña abandonada que se calló de las escaleras del edificio y se perdió por 2 días, se puede cuidar sola

Me sonrojo al recordar eso, me caí de las escaleras el mes antepasado, si David no me hubiera atrapado, me habría roto algo. Y cuando tenía 9 años me perdí en la ciudad, pero por más que intentaba, no encontraba nuestro hogar, al final termine cerca del complejo de erudición, entonces mi padre me encontró, era de mañana y el sol aun no salía, yo lloraba en la calle mientras deambulaba entre los edificios, cuando me encontró me abrazo y me tomo de la mano y me guio a casa.

-Pero ya no soy esa pequeña niña indefensa

-como digas enana- me responde

Me doy la vuelta y camino hacia dónde está mi madre

-hola mamá- digo sentándome a su lado

-hola cariño –dice, yo tengo el pelo negro, como ella, y los ojos verdes, es una lástima que no haya pasado la iniciación de verdad.

Decido ir a caminar un poco, me asomo por un edificio fijándome en que no haya nadie, entonces veo a una abnegada; tiene el pelo rubio pálido y es bajita y tiene los ojos azules, Graham la tiene agarrada por la muñeca. Graham es un amigo de mis padres.

Le dice algo y luego toma una pequeña bolsa de su mano, en cuanto ella da la vuelta en la esquina, corro hacia Graham a ver qué es lo que le quito

-Graham, eso fue grosero- le digo, pero tengo curiosidad de ver que es- ¿qué es?

-fruta seca- dice sonriendo

-dame- le suplico – vamos, no he comido mucho estos días, casi toda mi ración se la dan a David- el me pasa la bolsa; son manzanas secas, empiezo a comer, procurando no atragantarme

-déjame algo- dice en tono desenfadado, yo asiento y sigo caminando.