Tenía unos dientes hermosos. Nacarados, limpios y enteros. Por más que buscaba con el espejo no había nada. El explorador era inútil pero quería estar completamente seguro. Rozó la superficie de todos sus dientes y nada. Eran fuertes. Suspiró al bajar el cubrebocas y dedicarle una sonrisa.
-Tienes todo en orden- aunque el chico ya debía sobrepasar los dieciséis, sus ojos y rostro guardaban una inocencia infantil. Notó una sombra de decepción en sus bonitos ojos. Era bastante extraño, a nadie le gustaba sentir dolor en una zona llena de tantos nervios.
-¿Está seguro?- dijo con pesar-¿Puede volver a revisar?-
-Amigo, tienes unas piezas dentales perfectas. No creo que necesites volver ni en par de años si sigues así- sonrió y apagó la lámpara, moviéndola y bajando la altura de la silla para que el chico se incorporara. Pero el rubio se quedó unos minutos más, retorciéndose las manos y entonces Craig notó que quizá sus dientes eran lo único inmaculado que tenía. Por las múltiples venditas en sus dedos, por las rodillas huesudas y lastimadas sobresaliendo por una abertura en su pantalón y el cabello hecho un desastre. Frunció el cejo, analizando-¿Viniste por anestesia?- el rubio se sobresaltó por su cambio de tono , sin embargo se quedó meditando la respuesta.
-No lo sé ¿Duele?- Tweek se comenzó a morder con fuerza los labios, moviendo sus ojos ansiosos por los intrumentos que todavía estaban sobre el brazo de la mesa. Asépticos y filosos. Volvió a mirar al hombre frente a él, en su perfectamente limpio uniforme azul y su gesto más bien enfadado aunque queriendo mantenerse sereno-No soy un loco- dijo con una risa nerviosa- tampoco soy un adicto sólo... Me gusta que duela-
-Lo siento, no puedo ayudarte- estaba incomodándose con esa situación pero era un profesional, así que sin perder de vista al muchacho, se levantó de su silla y se quitó los guantes.
-Por favor- pidió mientras tomaba su mano- sólo lastímeme un poco y me iré-
En todos los años que llevaba como dentista, Craig jamás había escuchado algo semejante. La gente solía esperar hasta que en verdad fuera la última opción para visitarle a pesar de que intentaba ser cuidadoso siempre. En las más pequeñas intervenciones le suplicaban por anestesia, más por la predisposición que por ser realmente necesaria pero él nunca la negaba, código moral.
-Tienes unos dientes perfectos, no te los voy a joder- dijo convencido. El rubio entonces sonrió esperanzado, desabotonádose la camisa.
-Puede hacerlo aquí- Craig se aproximó a vestirlo de nuevo, mirando hacia la puerta completamente abochornado-Por favor-
-Niño, soy un maldito dentista, no un sádico depravado . Por favor vete antes que llame a seguridad- seguía retorciendo sus manos y mordiéndose los labios.
-Me conformo con la anestesia- suplicó muy bajito y angustiado. Craig bufó y tomó un par nuevo de guantes de la caja.
-Sólo si prometes no volver a aparecerte por aquí-
