Disclaimer: APH no es mío, pertenece a Hidekaz Himaruya.
Título: Diferencias
Palabra: Muerte
Personajes: Islandia&Noruega
Advertencias: Triste, profundo (?) y reflexivo… creo.
Bien, este fic será un conjunto de drabbles con los nórdicos como personajes principales. Es un pequeño reto que me impuse, y en el cual una amiga me ayudó. Ella me dio quince palabras, de las cuales debo sacar un drabble. Espero y les guste este, ¡nos leemos en el próximo cap!
Diferencias
Islandia lloró, sin poder contenerse.
Frente a él se encontraba el cuerpo sin vida del canario que había encontrado abandonado el otro día. Su fiel frailecillo le acariciaba el cabello con su pico, tratando de calmarlo, sin embargo, el islándico no lograba parar su llanto.
No era la primera vez que esto pasaba. Cada vez que él se encontraba a un animal abandonado y herido, él hacía hasta lo imposible por salvarlo. Sin embargo, ellos morían, y el pequeño Islandia no lograba entender el porqué. Su hermano Noruega le había dicho que eso era algo normal en la vida de los humanos y animales; que ellos no eran como los demás. Eran países.
Islandia aún no lograba entender del todo que tenía eso de especial, ni que los diferenciaba de los humanos. Tenían un corazón, sentían, lloraban, reían e incluso amaban. Tal vez él aún no lograse sentir amor por alguna persona, pero sabía que sí lograban tener ese sentimiento. El amaba a su hermano, amaba a Dinamarca, amaba a su frailecillo, amaba a su gente, amaba a los animales que se encontraba y cuidaba. Entonces, ¿qué le hacía diferente, especial?
Notó cómo alguien se acercaba a su lado y posaba su mano sobre su hombro. Alzó la mirada, la cual estaba empañada por culpa de las lágrimas de dolor derramadas. Se encontró con el rostro serio de su hermano, y fue en ese momento que no pudo evitar preguntarle aquella duda que asaltaba su mente. Tomó aire, tratando de quitarse el nudo que tenía en la garganta.
— Hermano… ¿qué nos hace diferentes de los demás? — preguntó, con la voz quebrada.
Noruega se arrodilló a su lado, mientras que le acariciaba la cabeza y miraba al canario muerto, el cual estaba sobre las palmas de las manos de su hermano menor.
— Nosotros somos países, entiéndelo Ice. No morimos nunca, y para nuestro horror, tampoco olvidamos — suspiró —. Eso es lo que nos hace diferentes de los humanos y de los animales. Ellos pueden olvidar con el paso del tiempo y borrar las cicatrices, nosotros no. La muerte es otra cosa que ellos tienen y que a nosotros se nos ha arrebatado.
Islandia observó con atención cómo su hermano le quitaba el cuerpo inerte del canario de sus manos, para luego cavar una tumba improvisada en la húmeda y fría tierra de Islandia. Enterró al pajarillo en ella, y juntos guardaron un momento de silencio.
Desde ese día, cada vez que Islandia miraba cómo alguna guerra o crisis se desataba en algún lugar, no podía evitar sentir envidia por los humanos. Ellos olvidaban, ellos morían felices o incluso algunas veces no. Pero ellos, los países, se les había arrebatado aquella posibilidad. Sus cicatrices nunca sanarían.
Y los recuerdos estarían allí, atormentándolo cada vez que cerrara los ojos y sintiese miedo.
