Me asfixia, me aterra, me consume. Cada día, cada hora, cada minuto lucho por calmar esta bestia que en mi mora. A cada momento las tinieblas del infierno acechan mi alma o lo que queda de ella. Pero debo ser fuerte. Debo mantenerme en pie aunque cada día cueste más. Y cuando menos lo espero lo siento venir, mis musculos se estiran y empiezan a perder su forma humana. Mis brazos se convierten en garras que solo se sacian con sagre y más sangre. Mi rostro se desfigura y pierdo por un segundo la cordura y la razón pero rapidamente consigo serenarme. Se lo que va a suceder a continuación, mi espalda se va a desgarrar como si alguién con un poder infinito me abriera dos hoyos. De golpe empiezan a crecer dos alas super gigantes que parecieran salidas del mismo ejercito de Lucifer. Crecen como si nunca fueran a parar, como si yo fuera un ser excepcional, merecedor de ellas y sin embargo las merezco. Merezco cada sufrimiento y cada dolor porque yo solo me fabrique mi propio destino.
Cada transforzamación se hace más fácil por que cada vez la transición es más rápida pero también me da mas miedo porque por cada vez me cuesta más volver a ser humano y lo aborresco con todo mi alma y sin embargo lo añoro mas. El poder es inconmesurable. Algo que como humano jamás podría adquirir sin embargo ¿cuál es el costo?
Cada instante que dura es una agonia. Cada segundo es una dulce y lenta agonía. Cuando siento que voy a desfallecer todo termina. Me siento liberado y puedo ir a donde yo quiera pero sin embargo se que no es así. La sed me bombardea y puedo oler a kilometros a donde tengo que ir. La guerra me espera y no puedo pensar en otra cosa que no sea combatir intentando inconsientemente liberarme de mi pesada carga.
