Babbysitter

Disclaimer: Naruto no me pertenece, es de Masashi Kishimoto.

Prefijo: U/A (Universo Alterno)

Autora Original: Aiko Amori

Fecha de publicación: 29/07/09

Género: Romance/Humor

Sumario: —¿Una niñera?— preguntó Sasuke escupiendo las papas. —Sí— respondió feliz su madre. Hinata Hyuuga necesitaba un trabajo. —Cuidará de ti e Itachi— Éste último alzó una ceja extrañado ¡Pero si ya tenía veintiún años! Entonces alguien llamó a la puerta: Era su nueva niñera.


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Capítulo Uno

¿Niñera?

Leía detenidamente el periódico para ver si encontraba un trabajo pronto, en verdad lo necesitaba. Iba marcando con un plumón rosa fosforescente los empleos en que se solicitaba ser mayor de dieciocho. Ella sólo tenía quince años. Suspiró y con su mano buscó el café con leche que minutos antes le había traido su hermana menor. Mientras meneaba su bebida, pensaba en lo que tenía que hacer para poder mantenerse a sí misma y a Hanabi.

El dinero que nos dejó mi padre está a punto de acabarse, necesito encontrar un trabajo pronto ya que si no lo hago Hanabi tendrá que dejar la escuela al igual que yo Se lamentaba internamente. Le dolería ver que su hermana pequeña tuviera que dejar sus estudios para poder solventar mejor los gastos de el modesto departamento en el que vivían y también que el dinero alcanzara para comer.

Su situación era crítica. Ella tuvo que dejar el colegio por que lo que tenían no alcanzaba para la educación de ambas. Fue un sacrificio que tuvo que hacer, ya que le encantaba ir a la escuela y era muy buena alumna, pero si tuviera que volverlo a hacer, lo haría, todo por Hanabi.

El padre de las chicas, Hiashi Hyuuga, había muerto hacía dos años en un accidente aéreo cuando se trasladaba a otro país para unos asuntos de negocios, desgraciadamente el avión no llegó a su destino y todos los pasajeros que iban en aquel vuelo fallecieron.

Al enterarse Hinata, lloró en silencio en su cuarto por la repentina partida de su padre; abrazó con fuerza a Hanabi diciéndole que todo iba a estar bien. «Todo iba a estar bien» Sí, claro. Qué ironía.

Se sentía culpable por no tener trabajo. Por no darle una buena vida a Hanabi. Por todo. De repente tuvo la sensación de estrujar el diario contra su cara, frotarse con él hasta manchar con tinta su blanca cara. Respiró y trató de tranquilizarse.

Si perdía los estribos, ella perdía. Tenía que tener control consigo misma. Si ella se desmoronaba, su hermana igual lo hacía. Ahora todo dependía de ella.

Buscó en la segunda página y encontró un anuncio.

"Chica responsable que cuide de dos niños. Llevarlos a la escuela, prepararles comida y entretenerlos. Se le pagará trescientos cincuenta dólares a la semana, si muestra buen comportamiento el sueldo sube." Seguido del mensaje venía el teléfono y la dirección de la casa.

Al leer dónde se situaba el hogar, supo que era gente de buena posición económica y conocía bien por allá, ya que era dónde vivían su hermana, su padre y ella; su casa la habían embargado por motivos de deudas y la perdieron.

Sin pensarlo dos veces, llamó al teléfono correspondiente tratando de no tartamudear y contestó una mujer de dulce voz que le inspiró mucha confianza; saludó cortesmente y le preguntó si el trabajo de cuidar a los dos niños estaba ya ocupado. La señora negó y cómo la chica le cayó bien desde que la escuchó, le dijo que se presentara a las cinco de la tarde frente a su puerta y ahí ella vería si le daba el trabajo, le mencionó por última vez que ella tenía preferencia. Hinata le agradeció y las dos colgaron el auricular.

Hanabi había estado pegada a la bocina oyendo todo lo que le decían a su hermana mayor y la abrazó con efusividad mientras gritaba de felicidad. Hinata sonrió y pidió a Dios que le dieran el trabajo, para así poder estar completamente feliz.

Entonces sucedió que tocaron con insistencia a la puerta. Con esa forma de tocar las dos sabían de quién se trataba: de Ino Yamanaka, la mejor amiga de Hinata.

Corriendo fue la pequeña castaña a abrir y la rubia entró como si también ella viviera ahí. Al verla, Ino revolvió los cabellos de Hanabi y ésta hizo un gesto torcido. Le agradaba la muchacha, pero lo que no le gustaba era que le alborotaran el pelo y que la trataran como una chiquilla, refunfuñó por lo bajo y se fue a la cocina a prepararse algo de desayunar, no quería atarear más a Hinata.

Hinata se levantó del sofá y saludó a Ino y ésta le palmeó la espalda con firmeza. Casi tosía a causa del golpe, pero logró controlarse y sonrió cansada, su amiga solía tener siempre mucha energía y deseos de hablar siempre, eso último no era mucho de la manera de ser de ella, pero igualmente apreciaba a la rubia.

La Yamanaka le preguntó que tal le había ido la búsqueda de trabajos y Hinata le dijo que bien, que posiblemente tendría, si todo salía bien, trabajo de niñera. Ésta se atragantó y abrió sus ojos azules, sin importarle escupir el agua que había tomado, la felicitó y le deseó toda la suerte del mundo, según palabras de ella, luego abrió su celular y miró la hora, ya era tiempo de irse. Se despidió de la Hyuuga y cerró la puerta de golpe.

En cuánto su amiga se fue, Hinata se puso de pie y se dispuso ir a tomar una ducha. Le avisó a Hanabi para que ésta no se alarmara si no la veía y ella asintió, mientras que volteaba el pan tostado, mejor dicho, el pan quemado.

—Oh, cielos. Estúpido pan— maldijo a todos los panes que existieran en la tierra y tiró el décimo pan a la basura.

El agua fría deslizaba por su nívea piel limpiando el jabón de lavanda que Hinata había puesto sobre su cuerpo. Esparció por sus manos el champú olor a fresa y masajeó su cabello. Al terminar de ducharse, envolvió su cabellera en una toalla y otra en su cuerpo, salió del baño y buscó en los cajones un vestido que estuviera presentable. Eligió uno sencillo que era color blanco y le llegaba a la altura de la rodilla, era liso, para nada escotado.

Tomó su ropa interior y pronto se vistió. Antes de ponerse el vestido, se arrodilló bajo de la cama y encontró sus balerinas negras, que tenían un sujetador poco más arriba del tobillo. Se paró frente al espejo, agarró el cepillo y se hizo una coleta alta, se puso un listón blanco y dejó su fleco al frente. No le gustaba pintarse, mas sacó un brillo labial natural y se puso un poco en los labios. Se sentía más que rara así.

Lo único bueno es que no se había puesto tacones, que si no, batallaría demasiado y ¿quién le aseguraba que no caería en frente de sus próximos jefes, si es lo llegaban a ser? A su cabeza llegó una imagen de ella cayéndose enfrente de la familia y ellos reían. Sacudió su cabeza y decidió pensar en otra cosa. Terminó de arreglarse, salió del cuarto y fue a la sala a mirar la hora: cuatro y media. Tarde. Tenía que irse ya.

Le dijo a Hanabi que no le abriera a nadie y que se cuidara mucho. Ésta sólo hizo un ademán de asentir con la mano y miró el último pan que había preparado: quemado. Tomó el pan entre sus manos y lo torturó diciendo que muriera y pegó varias veces en la mesa.

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—¿Qué? ¿Una niñera?— farfulló Sasuke, escupiendo las papas que se había metido a la boca. No sabía a qué se debía aquello, pero sí sabía que cuando tenía cinco años nunca tuvo a ninguna ¿Pero por qué la iba a tener cuando ya tenía quince años y pico? ¡Ya estaba bastante grandecito para poder cuidarse solo!

—Sí, ¿no te parece genial?— respondió feliz su madre. El moreno negó. —Pues es estupendo.— en el tono de Mikoto Uchiha seguía siendo dulce ante la negativa de su hijo menor.

Itachi interrumpió el partido de fútbol que miraba sólo para burlarse de su hermano, éste lo miró fastidiado y le lanzó una almohada para callarlo. Aun así, su hermano mayor se la quitó y siguió echándole burla, diciéndole que lo tenían que cuidar por que no sabía hacerlo solo.

—Cuidara de ti e Itachi— añadió inocentemente la madre de ambos, yendo a la cocina. Inmediatamente las palabras de Mikoto sellaron los labios de Itachi y alzó una ceja, ¿pero por qué a él? ¡Ya tenía veintiún años!

Ahora tocaba el turno de burlarse a Sasuke, que al ver la expresión de Itachi, se mofó de él y continuó mirando la televisión. Mas no se pudo concentrar en lo que veía, sólo podía imaginarse a su nueva niñera. Hizo una mueca de asco imaginando a una señora cincuentona cuidando de él y dándole bastonazos si no se dormía a las siete de la tarde; si iba a ser así, tenía que decirle adiós a las fiestas a medianoche, a las carreras en coche, a sus amigos, y a su actual novia, Sakura Haruno.

Teniendo el título del hombre más atractivo de la ciudad, Itachi debía cuidar que no se enterara nadie que tenía niñera, por que si era así peligraría su reputación. Todas las mujeres de entre diecinueve y veintidós o más años querían andar con él, y las de trece y diecisiete con su hermano Sasuke. Querían reclamar, pero ya conocían a su mamá; si una idea se metía en su cabeza, nadie, ni siquiera su esposo Fugaku, podía hacerla cambiar de parecer.

Los dos hermanos Uchiha se miraron al mismo tiempo, sus cejas se juntaron y arrugaron levemente la nariz. Eso sí que traería problemas para ambos.

Sasuke era un chico arrogante y consentido. Tenía novias, pero ninguna le interesaba en lo absoluto. Estaba acostumbrado a que sus padres le dieran todo y como no le faltaba nada, adoptó aquella actitud atrayente para las chicas que andaban detrás de él.

Itachi estudiaba en la Universidad, no obstante aún continuaba morando con sus padres. Todas las mujeres caían rendidas a sus encantos y cambiaba rápido de novia. Al igual que a su hermano, no había nadie que le gustara mucho para tener una novia formal y por ello no tomaba en serio a nadie. Aunque ambos tenían su lado muy bueno.

Aún con la mueca de repugnacia impregnada en sus bellas caras pensaban en su posible niñera. Seguro era una señora mayor, con una verruga en la nariz, regordeta, con bastón y que los obligaría a comer frijoles y brócoli todos los días, según ella para estar sanos y fuertes. También les prepararía un licuado con yema de huevo y espárragos y los obligaría a tomárselos. ¡Horror!

La televisión gigante de pantalla plana que ocupaba casi toda la pared de la sala seguía proyectando imágenes mientras que ellos seguían torturándose mentalmente. Su mamá llegó al lado de ellos y se sentó a la orilla del sillón, esperando la llegada de la posible niñera de sus adorables niños.

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Aferraba sus dedos que temblaban demasiado a su vestido. Sus piernas no se quedaban atrás, y su respiración estaba muy agitada. Tragó hondo y dirigió su dedo al botón del timbre. La señora que se encargaba de la limpieza le había abierto la puerta y ella se había confundido pensando que era la dueña del hogar y le estaba hablando del trabajo, cuando la mujer le va diciendo que ella simplemente era una trabajadora de ahí Hinata se disculpó y sus mejillas se tiñeron de rojo intenso.

Ahora se situaba delante de la casa de los niños que cuidaría, los niños quizá tendrían entre cinco y diez años, no podían ser tan traviesos. Retiró su dedo del timbre y dudó, después se echó ánimos y tocó el timbre.

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Continuará...


N/A: Buenas noches. ¿Mal capítulo, no? Ouch. Lo sé. Pésimo.

Ojalá les haya gustado. Aunque creo que no :/. Culpen a mi cabeza que causa estragos en la noche.

Hasta luego.

Aiko Amori