Prologo

Ginny Wasley, capitana de los Landus Billiwigs, hija menor y única mujer de la gran familia Wasley desde que era niña tenía un enamoramiento con su ahora esposo y padre de sus hijos, el gran héroe Harry Potter. Por ello hemos cometido el error ya que la hermosa mujer de cabellos rojos fuego, ojos café nuez con vivas chispas de vida tiene por nombre Ginny Potter.

Harry Potter el sueño de toda mujer, alto, cuerpo de infarto, piel ligeramente bronceada, sonrisa de comercial de dentífrico, una nariz pequeña que sostiene unas gafas redondas de montura negra, la infaltable cicatriz en su frente en forma de rayo, ese cabello rebelde color negro brillante, pero sobre todo eso, lo más hermoso de él son esos ojos enmarcados por esas largas y espesas pestañas, esas esmeraldas que sin falta expresan todo lo que su dueño quiere decir, piensa o siente, no hay venta a su alma más hermosa y profunda que sus ojos…

Verde que también poseían los ojos de Sadira y Pelagus, ambas niñas, y ambas muy parecidas, a pesar de todo Harry y Ginny terminaron poniéndoles nombres de estrella a sus hijas, lo cual venía a que ellas eran iguales, pero al revisarlas no oían el corazón de una de ellas, después de buscar, resulto que ambas eran como un espejo, Pelagus, era la pequeñita que tenía todos sus órganos invertidos, eso era muy extraño aun en el mundo mágico, pero gracias a Merlín y que Pelagus era tan mágica como su padre no tuvo ningún inconveniente y gozaba de una gran salud. Ahora tenían un año, y ciertamente eran unos espejos, tan iguales y tan diferentes, Pelagus era el reflejo, era el mar, pero eran tan opuestas, que no hubo quien las comparara (de las personas que las conocían) Pelagus, era surda, inteligente, razonable, pero tenía un corazón de oro, lo cual causara que a veces siguiera a su hermana cuando su raciocinio le decía que no lo hiciera, porque amor como el que ella profesaba no había igual, Sadira, diestra, mente maliciosa entre ellas, era una cabeza dura, y era la que comúnmente hacia berrinches por esto y por aquello, pero cuando alguien se ganaba su corazón (en especial con su hermana) escuchaba como ninguna y encontraba soluciones (a veces no recomendables por su alto nivel de venganza/peligrosidad/improbabilidad).

Después de ser padres por primera vez de unas lindas nenas, Ginny se volvió a embarazar, nunca nadie podría describir cuan feliz era Harry, no solo por esa noticia, sino que también por el contenido de ello…

…Nuevamente gemelos.

Esta vez fueron niños, nada de espejos, pero si una gran diferencia física que demostraba que tampoco eran iguales, pero que aun así estaban unidos.

Los ojos de An Sadalmelik eran de un azul tan intenso que hacían honor a su nombre. Los de Acmar Eridanus eran de color café, era un café nuez brillante, el porqué de su nombre fue todo un misterio para Harry, y la única vez que le pregunto a Ginny cuando estos, tenían unos tres meses, la pelirroja le había respondido con expresión misteriosa:

-¿Qué no es obvio Harry? Cariño, cuando lo entiendas desearas no haberlo sabido nunca.

Harry había aprendido por supuesto que las advertencias de su esposo había que tomarlas muy en cuenta.

Le encantaba esta diferencia de color de ojos, con Sadira y Pelagus, era fácil saber quién había sido la culpable, Pelagus siempre se echaba la culpa diciendo:

-Papi, sé que estuvo mal, lo lamento- mientras veía sus piecitos.

Y Sadira se hacia la que no sabía nada, pero cuando Pelagus tenía la culpa, sus ojitos se llenaban de lágrimas que no tardaban en resbalar por sus blancas mejillas, le tomaba la mano y le decía entre hipidos

-Papi, perdóname, es… es que…-llorando un poquito más fuerte y escandalosamente- No me lleves al orfanato…-y se soltaba su llanto largo y tendido, y no había forma de seguir enojados o de castigarla, porque bien sabían que ella ya se sentía demasiado mal como para hacerla sentir peor, y que por cierto nunca volvía a cometer la misma falta.

Pero lo hilarante era el hecho de que los gemelos cuando hacían una travesura cerraban los ojos para que nadie supiera quien había sido y entonces muy felices jugaban al ´´yo no fui´´ o el ´´siempre yo´´. Eso ultimo exasperaba a Harry quien terminaba castigándolos a ambos a pesar de que siempre se daba cuenta de quien había sido, pero ellos eran tan empáticos que si castigaban a uno castigaban al otro, así que nunca se echaban de cabeza.

Pero bueno. La familia era muy unida, casi no tenían peleas. Bueno en parte era porque la mayor parte del tiempo Ginny estaba de viaje con los Landus Billiwigs, mientras que Harry trabajaba de oficinista en el ministerio y como el fundador o cofundador de empresas por aquí y por allá, había aprendido a las duras a manejar el dinero de forma tan manipuladora que podía competir con los magos sangre pura. Por eso ultimo podemos suponer que vivian holgadamente, se daban unos cuantos lujos, no muchos mara no malcriar a sus hijos, aun así Harry sabía que de nada serbia ya que cuando iban a visitar a su abuela esta les daba todo lo que querían con un solo pestañeo.

En julio de ese año, Ginny, nuevamente estaba radiante de alegría, sin decir nada, llego antes de lo planeado, Harry estaba en el ministerio, trabajando, se sentó enfrente de la chimenea apagada, y lanzo un hechizo a unas agujas y una bola de un esponjoso estambre de un suave color verde, y poniendo su mano en su vientre ligeramente abultado, grito con cariño:

-Pel! Sadi! An! Eri! Vengan por favor!

Y como rayos los pequeños corrieron desde el jardín felices por la sorpresa de que su mami estuviera antes de lo dicho.

-Mamá!- Un coro de vocecitas llenaron felices la casa.

-Ginny? Pensé que vendrías hasta navidad-

-Eso tiene explicación, por favor, siéntense.

Dijo y Molly vio las agujas de tejer y la bola de estambre, abrió grandes los ojos-No me digas que…- Se detuvo, no quería emocionarse antes de tiempo… aunque… bueno, había que ver.

Ginny sonrió y con una gran sonrisa- Vengan pequeños míos, vengan y pongan sus manitas en mí aquí- dijo y dirigió dos manitas a su estómago y las otras dos le siguieron.

-¿Mamá! Te comiste algo que te hizo mal, papá dice que debes tomar medicina inmediatamente.

-No es así mi pequeña Pel-

-Pues entonces come algo porque, bueno no sé, pero la abuela dice que no es bueno quedarse con las tripas vacías…- repuso An

Ginny rio de forma cantarina- No mi cielo, van a tener un hermanita…-

-Ya tenemos…-dijo Acmar

-Y son dos- le completo An.

Ginny volvió a reír.

-No vidas mías, van a tener otra hermana aparte de Sadi y Pel.

Sadira y Pelagus se voltearon a ver asustadas y luego con tono angustiado le dijeron con los ojos bien abiertos.

-Eso fue lo que te hizo daño ¿Mami, porque te comiste a nuestra hermanita?

Ginny y Molly, que hasta ese momento estaba aguantándose las ganas de reír se soltaron rienda suelta a sus risas.

-No queridines, lo que pasa es que hay una nueva semillita en mi pancita y está creciendo, en nueve meses verán cómo nace.

-Ya veo… entonces va a ser como cuando te comiste a Liky y Nusy.-Pregunto Pelagus.

-mhhh, si, más o menos. Pero no le digan nada su papi, quiero que sea una sorpresa.

Hechizo la bola de estabre y el tejido y se levanto.

Después de despedirse se fue.

Nuevamente y con mucho cuidado Ginny entrenaba, era una mujer fuerte, y entrenaba muy cerca del piso, para no dañarse, y todos estaban muy atentos a ella, y los bateadores nunca le lanzaban las bludgers.

El veintitrés de diciembre, llego, y en la noche, Ginny se montó en su escoba, con mucho cuidado, estaba a punto de estallar, le faltaba un mes, así que tenía que tener más cuidado.

-Ginny, no lo haga, baja de ahí, te puedes lastimar.

-No sigas, además, eh estado en el suelo demasiado tiempo, así que solo echo una última vista y bajo a tierra firme y me lanzo a hacer maletas.

Y terca como solo ella podía serlo se lanzó a los aires, dio un par de vueltas, y bajo en picada, lo cual asusto a su entrenador, que en cuanto vio que Ginny se estaba mareando lanzo el hechizo para que no se lastimara, pero tarde se dio cuenta de que algo andaba mal.

Ginny fue llevada inmediatamente al hospital.