Disclaimer: Todos los personajes de—Death Note—pertenecen a Tsugumi Ōba y Takeshi Obata así como a su editorial, por lo que no obtengo beneficio alguno al escribir esta historia además de pasar un buen rato de ocio.

Notas de Autor: He aquí mi primer historia sobre esta fantástica serie: Death Note. No será una historia muy larga o compleja, consistirá más bien en conjuntos de One-shot ubicados en (quizás) una misma linea temporal, los cuales, a su vez, girarán entorno a Near, Mello, Matt y un cuarto personaje que sólo apareció una única vez ( y fue mencionada en algún otro panel) y que aún así logro llamar bastante mi atención: Linda.

¿Qué más puedo decir? Los niños del Wammy´s House me enamoraron totalmente. Los muy malditos...

P.D. Editado y oficialmente terminado. Fin. ¡Amén al Oreo! (?)

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De celos y obsesiones.

I

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A la misma hora de siempre: Tres de la tarde, ni un minuto más ni uno menos.

Las primeras notas del piano comenzaron a escucharse por todo Wammy´s House, ya nadie se sobresaltaba cuando veían su acostumbrado silencio desmoronarse para después regresar en aproximadamente una hora, tiempo estimado en la que el eco de aquellas notas musicales se empeñaban por captar la atención de todo habitante de aquel orfanato (según aseguran algunos) para genios, dando así a saber su magnificencia, lo sublime de su métrica. Su perfección. No, ya para nadie era extraño ni difícil reconocer al término de cada melodía la genialidad de su esencia.

Más no para él.

— Demasiado ruidoSu mano estrujó un mechón de sus cabellos mientras su atención antes puesta en los juguetes esparcidos a su alrededor era acaparada por aquella insinuosa melodía. Pero hay que aclarar que a él no le gustaba, al contrario, le molestaba ese ruido y trataba de buscar algo que le revelase una falla, un error en las notas, en la velocidad, en el tiempo entre cada una. Debía haber un error, disimulado pero debía haber uno. Algo que revelase que no valía la pena escucharle, porque sabía que si lo notaba, aquella persona también lo haría. Y seria para él, Near, un triunfo personal. Sus ojos se posaron de forma afilada a través de la ventana abierta hacia el interior de la sala de música donde aquel hermoso piano blanco marfil era tocado con resolución por una chica. Una mueca se formó en su rostro para al instante borrarse y quedar inmutable como siempre.

— Ella es molesta—Sentenció y continúo observando. Sus juguetes quedaron ignorados mientras él seguía desmembrando mentalmente cada nota musical en su afán de restarle genialidad. Se había cansado de escuchar cada día lo fantástica que era aquella chica con la que compartía pupitre en clases de Aritmética y Literatura Medieval. Estaba hastiado de que todos los habitantes del orfanato le tuviesen un trato por lo más especial cuando todos estaban en las mismas padre, sin madre, sin familia.

Ella no era diferente, no lo era.

Así que no le importaba que el mismo Roger asegurara que ella llegaría a ser tan grande como Beethoven o Mozart, ni que dentro de algunos (varios) años las pinturas hechas por esa chica serían igual tan cotizadas como las de Davinci. No le interesaba, siquiera, que su primera novela publicada haya sido un Best-Seller.

Lidania Nicole´. Linda, no era más especial por ello.

La música se detuvo y él regresó de sus cavilaciones al escuchar en su lugar la risilla de la chica, al parecer había alguien más en la habitación con ella, retorció su cabello con renovado interés esperando a ver a dicha persona.

— ¡Basta Matt! Escuchó a la chica decir entre risas y dejó de respirar por un momento. Si el pelirrojo estaba ahí, entonces también lo estaría él, Mello, tres años más grande que él, Mello, demasiado delgado y alto para su edad, Mello, sonrisa burlona, hipócrita de reacciones violentas e impredecibles, ese mismo de ojos negros, vacios, fríos tan parecidos a los suyos. Mello, de ropas negras, demasiado ajustadas que resaltaban como el color de su descarada mirada sobre aquella piel de tonalidad nacarada. Mello, el chico rubio, su auto-nombrado rival. Mello, si, ese, solo por si no había quedado claro.

— Si, Matt, ya basta. Deja a mi chica en paz.

Near mordió su labio inferior. Había reconocido esa voz, la reconocería en cualquier lugar. Demandante, chillona, casi nasal. El chico rubio apareció en su campo de visión al sentarse a lado de Linda, vio como este despeinaba con cariño los cabellos de la chica y decía algo a Matt que no pudo escuchar. Vio también como la niña se quitaba de encima la mano de Mello y le pareció que había dicho entre risas algo como— ¡Ni en tu sueños! —Más risas se escucharon adentro de la habitación y él sin darse cuenta había sacado de su lugar la cabeza de uno de sus transformes al sostenerlo con fuerza. ¿Qué hacían ellos ahí? Y ¿Por qué Mello había usado un adjetivo posesivo al hablar sobre esa molesta chica? Siguió retorciendo sus cabellos hasta sentir como su cuero cabelludo era jalado con brusquedad.

En contadas ocasiones había visto a Mello y Matt hablar con esa chica y cuando eso pasaba el rubio no paraba de decir estupideces, sin amargura, sin ganas de ofender o lastimar. Era de esas charlas sin sentido, sin finalidad, sin temas, de cualquier tema, de las que él, Mello, simplemente no solía llevar. Y así era, hasta que entraba la noche y cada uno tenía que regresar a sus habitaciones. En realidad, además del chico pelirrojo, Linda era a la única a la que Mello trataba con amabilidad, fingida o no, ahí estaba. Mello también le tenía preferencia.

Near siguió mirando la escena buscando un porque ¿Qué tenía ella que todo mundo parecía estar a sus pies? Era algo que no entendía—Ella es molesta—Una nueva melodía se comenzó a escuchar y vio que esta vez era Matt el que estaba sentado al lado de la chica, al parecer tocando junto a ella, lo sabía porque las segundas notas se escuchaban menos acompasadas que las primeras. Siguió observando y escuchando hasta que Mello entró nuevamente en escena impidiéndole ver a Linda y Matt. El rubio sonrió de una forma a la que Near calificó como socarrona, burlona, hipócrita, como las de siempre y quedaron mirándose por unos segundos que se convirtieron en un minuto donde negro contra negro se perdieron, se fundieron, desistiendo en una lucha muda, furtiva, cotidiana. Mello mordió la barra de chocolate en su mano, de esas que podía comer más de cinco en el día, que aún en el almuerzo, en la sala común seguía engullendo, como si la definición de caries o dentista no existieran o más bien, no le importaran. Y con otra sonrisa más amplia y burlona, con el labio inferior ligeramente manchado del dulce, cerró la ventana corriendo también las cortinas. Near ya no pudo ver nada. Permaneció observando otro momento para luego posar su vista al juguete en sus manos.

Él había visto cuidadosamente a la chica en cuanto se percato de la extraña atracción que las personas parecían tener por ella. Y no era muy diferente a las demás niñas del orfanato, su cuerpo era pequeño y menudo, de piel clara y rasgos finos como cualquiera de descendencia Italiana, sus ojos eran de un color miel que él encontraba sin gracia alguna, a diferencia de "la hermosa mirada" que aseguraban los demás, tenía la chica. Su cabello era corto y de color castaño, casi siempre alborotado aunque parecía que así era el peinado. Era una chica normal, como cualquier otra en el Wammy´s House, quizás lo único diferente era la sonrisa traviesa que siempre se dibuja en el rostro de Lidania Nicole´.

Muy pocos sonreían en ese lugar, no había mucho por que hacerlo.

Comenzó a armar castillos con sus naipes para luego destruirlos y volver a reconstruirlos esperando pacientemente hasta que llegara la hora de cenar y cuando esta llegó se limitó a observar de forma sutil hacía aquellos tres chicos que platicaban animosamente, casi restregándole con éxtasis algo que no entendía, de lo que no formaba parte, completamente ajeno a él y en todo ese tiempo en el que el rubio acariciaba la mejilla de la chica o retorcía uno de los mechones de aquel cabello castaño, se preguntó…

¿Qué tenía Lidania…?

Porque ella era molesta

¿Qué tenía esa chica, que le gustaba tanto a Mello?

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