Ya extrañaba rondar por este fandom, aunque nunca había escrito nada sobre Sirius y Remus, la verdad es que le tengo un enorme cariño a toda historia que derive de Harry Potter que fue mi compañero por tantos años.

A pesar de que no habrá ninguna escena explícita esta es una historia slash, si esto no te gusta o te incomoda, este es el momento en que das media vuelta.

Y bueno, que mejor motivo para volver a escribir algo de este fandom que por el cumpleaños de mi querida Violette Moore a la que tengo aun más cariño.

Feliz cumple Nena, te deseo todas las bendiciones del mundo, te quiero mucho. Ojalá sea lo que esperabas.

DISCLAMER.- Nada de todo esto me pertenece, todo es propiedad de Warner Bros, JK Rowling y no sé quien más, mío solo es la historia y si el mundo fuera justo Snape también lo sería.


MI AMIGO

por

Adrel Black


I

Cuando bajó a la cocina el sol aún se encontraba alto en el cielo aunque la tarde ya anunciaba su venida; ahora las sombras se han hecho más densas en aquel lugar sin ventanas, no tiene idea qué hora pueda ser, quizás seis o siete, más seguramente seis pues aún hay luz suficiente para distinguir todo a su alrededor. En algún momento encenderá la chimenea para que ilumine, pero aún no. Sirius da otro trago con la mente vagabundeando, en viejos recuerdos que se desarrollaron en la aún más vieja cocina en la que se encuentra. La arcaica casa de sus padres cruje a su alrededor presa del viento que arrecia fuera, los únicos sonidos que rompen el silencio son los murmullos de Kreacher que entra y sale una y otra vez hacia su escondrijo llevando los inútiles tesoros de la mermada y casi extinta familia Black.

Remueve entre sus manos la botella casi vacía de cerveza de mantequilla. Un reguero de botellas también vacías aún permanece sobre la mesa, seis, quizás siete, como la hora. La cerveza de mantequilla es demasiado liviana, apenas tendrá un leve toque de alcohol para darle sabor; definitivamente no conseguirá emborracharse solo con eso. Quisiera poder salir a la calle y comprar algo más fuerte, pero Dumbledore le tiene terminantemente prohibido salir, fue él quien le trajo aquel surtido de cervezas inútiles.

También están, claro, los rasguños de Buckbeak, el hombre no puede evitar sonreír un poco al imaginar la habitación de su difunta madre, llena de ratones muertos, excremento de hipogrifo y zarpazos que han levantado la madera y deshecho los cortinajes. Si Dumbledore no hubiera aceptado su oferta de convertir aquél lugar en el cuartel de la Orden hubiera soltado a Buckbeak para que la destrozara, pero ahora tendría un propósito. Quizás después lo hiciera, si sobrevivía a la guerra y luego de que el hipogrifo la despedazara le encantaría quemarla hasta los cimientos; no sabe si eso es posible, la casa tiene tantas protecciones que quizás no pueda, pero igual podría intentar.

Vació de golpe lo que quedaba de cerveza y dejó la botella quizás demasiado fuerte, ésta se bamboleó peligrosamente hasta caer, para rodar por la mesa y luego hacerse añicos contra el suelo.

Sirius lanzó una mirada de aburrimiento al estrago.

—Idiota —murmuró Kreacher, sin duda atraído por el estruendo, llevaba en las manos un viejo relicario de su madre, a saber de dónde lo habría sacado, —ahora querrá que el pobre Kreacher limpie el estropicio que ha hecho.

— ¿Qué has dicho? —susurró Sirius con voz peligrosa,

—Que Kreacher lo limpiará amo —y luego entre dientes el elfo murmuró —claro el pobre Kreacher tiene que hacerse cargo de la oveja negra de la familia.

—Cállate —ordenó Sirius.

—Si amo —respondió el elfo mientras escondía el relicario en el apestoso trozo de tela que usaba a modo de túnica. —Mi pobre ama estaba tan desilusionada de él, dicen que mató a unos muggles, pero Kreacher sabe que no tiene las agallas…

Sirius apretó la mandíbula en un intento por no asesinar al elfo. Con un pase de varita, limpió los vidrios del suelo y con uno más desapareció el conjunto de botellas que se encontraban sobre la mesa.

—Largo —dijo a Kreacher, que solo le miró con ojos serios, no había ningún respeto, ni ningún temor en ellos, solo un toque de frialdad extraño entre la raza élfica.

Black, se ha quedado solo de nuevo en la cocina, acompañado solo por los pensamientos; pensamientos de años antes, muchos antes, cuando recién había llegado a Azkabán y se preguntaba cómo había terminado ahí.

¿Cómo?

No estaba seguro si había sido el destino, su mala suerte, o si, simplemente las cosas sucedían al azar, en torno a todos, y el futuro en realidad no existía, solo el presente que se iba configurando lentamente, creándose conforme cada uno de los involucrados decidían. De una cosa si estaba absolutamente seguro, siempre lo había estado y siempre lo estaría, gran parte de todos sus problemas nacieron cuando fue incapaz de confiar.

.o.O.o.

—Corran —gritó James.

Lo que parecía que sería solo una pelea más contra los mortífagos se había convertido en una masacre. Los mortífagos de alguna manera habían caído sobre ellos sin que apenas se dieran cuenta. Todos los miembros de la Orden que aún estaban en pie se reunían en un solo punto en un intento de desaparecer todos a la vez y no dejar a nadie atrás.

— ¿Dónde está Remus? —preguntó a grito abierto Sirius a sus dos amigos James y Peter que corrían a su lado.

—Estaba contigo.

Sirius miró hacia todos lados intentando ubicar la melena castaña de su compañero.

— ¿Remus? —la voz de Sirius quedó amortiguada por el griterío que se ha desatado alrededor.

Black saltó por encima de un cuerpo, imposible saber si era un mortífago o un compañero, los hechizos pasan por encima de sus cabezas, zumbando. Los tres amigos llegan corriendo hacia el lugar de donde los miembros de la Orden se han reunido.

— ¿Listos? —se escucha la voz de Albus Dumbledore por encima del estruendo. Van a desaparecerse.

— ¿Remus? —grita Sirius.

— ¿Remus? —grita también Peter justo al lado de él.

—Qué bueno encontrarte —dice James con voz de agradecimiento. Sirius se volvió de golpe al escucharle, pensando que había encontrado a Lupin, pero con quien él hablaba era con Lily Evans.

— ¿Remus?

—Estoy aquí —el hombre lobo está más pálido de lo normal y se toma el costado con el brazo en un intento de contener el sangrado.

Sirius da un paso al frente hasta el hombre lobo.

—Sostente, —le dice Black tomándolo por el hombro.

—No puedo desaparecerme, Canuto.

—Tranquilo, yo te voy a llevar.

Remus hace una mueca mirando fijamente a su amigo.

— ¿Alguna vez has hecho una aparición conjunta?

—No. —Sirius le lanza a su amigo, lo que espera que sea su mejor sonrisa de altivez. —Dumbledore lo hace todo el tiempo ¿Qué tan complicado puede ser? —Remus cierra los ojos con cansancio y deja caer la frente en uno de los hombros de su amigo, intenta poner en su mente la pequeña casa propiedad de James en Valle de Godric hacia donde se dirigirán. —Solo procura no despartirte —aclara Sirius antes de que ambos sientan un conocido estrujón en la parte baja del estómago, lo que implica que están desapareciendo, luego los cinco, Lily, James, Peter, Remus y Sirius aparecen con un ¡plop! en el salón de la casa de Potter.

.o.O.o.

Sirius abre los ojos, tal vez tantas cervezas de mantequilla al final si hayan surtido efecto, tiene la cabeza apoyada entre los brazos, aun sentado en la vieja cocina de Grimmauld Place.

Todo se encuentra ya a oscuras. Intenta poner la espalda recta pero sus huesos se quejan de inmediato, poco quedó de aquel Sirius con el que soñaba, ahora sus huesos crujen y hay arrugas alrededor de sus ojos, ahora no solo tiene catorce años más de edad, sino un estancia de doce años en Azkaban de la que presumir.

Fue aquel día cuando lo entendió por primera vez, en aquel salón. Mientras Peter les lanzaba miradas estúpidas, mientras James abrazaba a Lily, mientras él sostenía a un Remus medio inconsciente fue cuando lo entendió. Cuando a pesar de que Remus se encontraba bañado en sangre él estaba eufórico de no haberlo perdido.


Bien a esto le quedan cuatro capítulos más.

Así que continuemos.

Adrel Black