DISCLAIMER: Hermione Granger y Draco Malfoy son personajes del mundo mágico de Harry Potter, el cual pertenece a Rowling, lo que deja claro que tampoco son míos.
Aviso: Este fic participa del Primer Reto «Historias en canciones» del foro «El triángulo donde tres están unidos».
Canción: Jet Black Heart — 5SOS
Capítulo I.
Black heart
...Cause I've got a jet black heart
and there's a hurricane underneath it
trying to keep us apart
I write with a poison pen
but these chemicals moving between us
are the reasons to start again...
Eran tiempos difíciles y aunque Hermione sabía que en su cabeza no estaban las respuestas a todas las preguntas que se formulaba, intentaba ser lo más observadora posible para encontrar el sentido a la mayoría de estas.
Pero era evidente que algo había cambiado en el ambiente.
Podía sentirlo en el viento gélido que arrastraba consigo las hojas secas que caían de los árboles como una lluvia marrón, camuflando en su interior los susurros silenciosos que anunciaban que la tragedia se avecinaba.
Y también estaba él.
Aquel rubio platino de cabello engominado que ahora lucía un poco más largo y arremolinado, cuyo comportamiento irremediablemente había empezado a llamar su atención demostrando que las circunstancias siempre terminan por cambiar a las personas, cuando estás tienen que moldearse a lo que viene, igual que los supervivientes.
Del Slytherin engreído que se paseaba a sus anchas por el castillo seguido de toda una fanaticada, no quedaba nada más que una sombra silenciosa que recorría los pasillos, escabulléndose de aquí para allá, escondiendo secretos y buscando salidas.
Sentía pesar por él aunque se había dicho a si misma infinidad de veces que la compasión no era una opción en estos casos, sin embargo, bastaron días y algunos sueños para darse cuenta de que era más que eso y el viejo pergamino en su bolsillo se convirtió en la prueba fehaciente de aquello.
No era explícito pero era algo y los indicios fueron creciendo a medida que pasó el tiempo.
Draco Malfoy ya no levantaba su voz contra ella y en cambio agachaba la cabeza cada vez que se encontraba de frente con sus ojos.
¿Qué le había hecho cambiar de opinión?
La castaña entendía por qué razón estaba tan preocupada por eso. Los tiempos eran oscuros y pronto tendría lugar la que de seguro sería la batalla más sangrienta de todos los tiempos. Pensar en un sólo individuo por las razones que fueran, era prácticamente egoísta pero también inevitable.
Por lo menos para ella.
Draco llevaba días sin poder pegar el ojo.
Sus párpados pesaban pero la angustia libraba una pelea con el sueño y siempre terminaba victoriosa.
Las noticias no eran alentadoras y aunque sabía que algo como eso llegaría en cualquier momento, esperaba por Merlín que hubiera sido otro el elegido y que le hubieran evitado aquel pesar. De cualquier manera moriría, eso era evidente pero al parecer la inminencia de aquello y sobre todo su inmediatez, no lo dejaban en paz.
¿Por qué tenía que hacerlo precisamente él?
Aún recordaba cómo habían fallado sus piernas cuando Bellatrix pronunciara aquellas palabras tan agraciadas en sus labios pero tan dolorosas a sus oídos. El horror del crucio al que lo había sometido al rehusarse —el cual todavía sentía en sus huesos—, no era nada comparado con imaginar aquellos ojos sin vida aún mirándolo.
Era una broma cruel del destino, pero al parecer quien lo había iniciado debía terminarlo.
Malfoy se veía más atormentado que de costumbre y Hermione estaba segura de que escondía algo.
Por ello se había propuesto seguirlo y ahora que estaba a punto de adentrarse en el bosque prohibido, pensaba en las razones que lo llevaban a parecer un alma en pena. Tal vez pudiera ayudarlo, no eran amigos, pero se había dicho a sí misma que por la piedad que inspira cualquier criatura viva, se podía apelar a cualquier cosa.
En su caso particular no era cierto, pero aceptarlo era recorrer un camino largo para el que no tenía tiempo.
Draco sabía que ella lo estaba siguiendo.
Había visto que por días enteros no le quitaba los ojos de encima y cuando no la tenía cerca podía sentir su presencia en la piel. Eso no le estaba facilitando las cosas.
Dentro de la túnica oscura la mano le temblaba al empuñar la varita y las hojas bajo sus zapatos crujían de dolor por la tormenta que estaba próxima a iniciar. Le llevaba sólo algunos metros de distancia, pero sabía que tarde o temprano lo iba a alcanzar por lo que decidió no hacerla esperar más.
¿Dónde diablos se había metido?
Hermione casi le pisaba los pasos y ya no podía verlo.
Era demasiado tarde para estar en un lugar como ese pero también muy temprano para estar en su habitación aunque fuera lo más acertado. El corazón le palpitaba con fuerza y aún cuando se había preguntado las razones de la estupidez que estaba haciendo al ponerse en peligro adrede, la respuesta había sido algo de lo que llevaba días siendo consciente.
El pergamino estaba en su bolsillo para probarlo.
De pronto, el crujir de una rama la alertó. Estaba cerca, podía sentirlo, hacía varios días que podía sentir a Draco Malfoy aunque no lo tuviera a la vista. Era inexplicable aquella conexión pero igual que la de Harry, no se podía negar.
Un ruido sordo la distrajo por un segundo que fue suficiente para que la punta de una varita se posara sobre su garganta y la suya propia cayera en las manos pálidas de su enemigo.
—Muy curiosa o muy estúpida Granger —escupió Malfoy sosteniendo ambas varitas en sus manos.
—O tal vez algo de ambas —contestó ella sintiendo como empezaba a acelerarse su respiración.
—¿Creíste que no notaría que me estabas siguiendo?
—Al contrario —contestó clavando sus ojos en los de él—, sé que también has notado la conexión.
—No sé de qué hablas.
—¿No lo sabes? —preguntó ella con seguridad. No tenía su varita y Malfoy le apuntaba al cuello, pero ella parecía tener el control de la situación—, me has llamado, lo he sentido.
—Entonces sabes porque estamos aquí.
—Ahora lo entiendo y me pregunto ¿Por qué quieres condenarte? ¿No lo hiciste con Dumbledore y ahora pretendes hacerlo conmigo?
—No habrá una tercera oportunidad para mí si fallo esta vez.
—Claro que la habrá pero no en el lugar donde te encuentras —dijo subiendo lentamente su mano hasta la de él.
—Muy astuta Granger —contestó él presionando aún más la varita en su garganta—, morirás aquí y ahora.
Ambos se quedaron en la misma posición muy quietos mientras el viento pareció susurrar una melodía real y entonces Hermione habló.
—«Porque tengo un corazón negro a todo motor y hay un huracán por debajo de él tratando de mantenernos separados. Escribo con una pluma de veneno, sin embargo, estos químicos que se mueven entre nosotros son las razones para empezar de nuevo».
Draco se tensó de inmediato y la mano que apuntaba al cuello de la castaña flaqueó.
—¿Dónde escuchaste eso? —pareció confundido y a pesar de que Hermione podía aprovechar aquello para zafarse de su captura no se movió.
—Tú lo dijiste en sueños. En mis sueños.
Con cuidado metió la mano en su bolsillo y sacando el pergamino se lo tendió. El rubio reconoció su caligrafía estilizada y por ello la miró bajando la varita.
—Lo sabías —aseguró clavando su mirada en el piso.
—Ahora lo sé —contestó ella recostándose al árbol a sus espaldas—, lo he tenido conmigo tratando de comprender y ahora lo entiendo pero todavía me pregunto una cosa.
Draco volvió a poner sus ojos sobre ella.
—¿Qué?
—¿Por qué te ordenaron precisamente a ti que me mataras?
—Porque Bellatrix lo sabe también —puntualizó—, sabe que…
—Que estás enamorado de mí —aseguró ella y los ojos de ambos se encontraron.
Draco suspiró pesaroso.
—Jamás hubiera podido matarte y por eso moriré.
—No tienes que morir.
—¿Y cómo he de evitarlo? —replicó— ¿Uniéndome al ejercito de tu precioso San Potty? ¿Ocultándome en la guarida de las comadrejas? Por favor Granger, despierta.
—Nadie ha dicho algo como eso.
—¿Entonces qué es lo que propones? —gritó— ¿Crees que es tan sencillo escapar de su ira? Me encontrará y entonces desearé no haber nacido.
—No lo hará porque hay algo con lo que ni tú ni él han contado.
Draco la miró confuso.
—El sentimiento en mutuo Malfoy y yo no dejaré que te haga daño —dijo con seguridad—, puede que quien-tu-sabes sea muy poderoso pero te juro que no hay nada más fuerte que el amor.
El rubio se descompuso al instante. Sus piernas fallaron y cayó de rodillas sobre la tierra negra.
—¿Cómo es posible algo como eso? Nunca he sido agradable contigo y tampoco hemos pasado tiempo juntos, ¿Cómo quieres que crea que algo como eso salió de la nada? Sé que lo dices para que deje mi vida pero no hay garantías y ahora no hay nada que necesite más que eso.
Hermione se puso a su lado.
—Los sentimientos nacen de lo más básico y no he necesitado compartir tiempo contigo para saberlo. De igual manera, aunque parezca difícil de entender, hemos estado juntos.
—No entiendo nada Granger.
—Has estado conmigo todos los días, en mis sueños —explicó—, ahí te he visto, en ese lugar entre el sueño y la vigilia donde aún recuerdas lo que viste. Ahí he estado siempre, ahí te he estado esperando.
—Debes estar loca.
—Tal vez, pero no por eso deja de ser real.
—¿Por qué yo? La comadreja podría darte una vida normal —la miró con el gesto descompuesto por el dolor.
—Porque no es lo que quiero y como tú mismo dijiste, mi vida hace tiempo se está escribiendo con una pluma de veneno y justo es tu nombre el que está gravado indeleblemente.
Draco suspiró y por primera vez en mucho tiempo, sonrió aliviado.
—No sabes cuánto rogué a Merlín por algo como esto.
—Creo que al fin te ha escuchado y creo que…
Hermione no pudo seguir hablando y en cambio sus labios danzaron unidos a los del rubio que con ansias empezó a devorarlos.
—Eres una tonta —susurró riendo de alegría en su boca— ¿Ahora, qué haremos?
—Esperar lo que sea que venga —se separó y lo miró a los ojos antes de tenderle una mano—, juntos.
No sé qué tal ha salido este fic porque la inspiración no ha estado conmigo como debiera. Tal vez sea confuso pero en realidad deseaba que así fuera, estoy cansada de escribir cosas lineales y ya quería algo con incógnitas… ¿Preguntas? ¿Opiniones?
¡Un abrazo!
Gizz.
