Disclaimer: el potterverso pertenece a Rowling.
Regulus sonríe con amargura al ver la barca aparecer ante él.
En ese mismo instante recuerda esa historia muggle que Sirius le contó hace tanto tiempo a escondidas de sus padres, cuando aún se hablaban, cuando su orgullo no les obligaba a sumergir al otro en el olvido pese a que sabían que el pasado seguiría llamando a su puerta mientras canturreaba que siempre serían hermanos.
Le gustaría que la pícara sonrisa que Sirius solía dedicarle estuviera allí, dándole ánimos. Sacude la cabeza para apartar todo eso de su mente y se dirige a la barca seguido de Kreacher.
El chapoteo del agua le susurra que se dirige a una inevitable muerte, o quizás a un suicidio, pues es él el que ha decidido morir allí.
Puede que ese mito no fuera tan descabellado. Está prácticamente seguro de que la barca le lleva directo al Inframundo. Él es, tal y como dijo Sirius aquella vez, el que se encarga de encender la luz al final del túnel para mostrarles el camino a los extranjeros.
Él es su propio Caronte.
Su cuerpo es el barquero que lleva a su propia alma hasta el final de todo. Su pasajera se remueve inútilmente, intentando escapar de las rejas que se ha colocado a sí misma; aún reticente a aceptar del todo el último capítulo de su vida que ya hace tiempo escribió.
No lleva una moneda bajo la lengua, porque sabe que no es necesario. El guardapelo que cuelga de su cuello también servirá como pasaje hacia la muerte.
Regulus se ha quitado la máscara que caracterizaba a Caronte y nunca más se la pondrá. Porque, aunque se dirige hacia la muerte, no irá con su peculiar señor de la muerte. No quiere volver a servir a su macabro amo, no quiere que nadie más lo haga nunca.
Por eso intentará destruir su trono, con la esperanza de que su poder decaiga poco a poco sin él.
Las llamas de su mirada están forjadas de arrepentimiento y de odio; del sincero perdón de un niño que creyó en su superioridad y no vio que todos eran iguales, que todos terminarían haciendo ese viaje sin importar sus raíces. Ni siquiera todo el miedo que guarda en su interior lograría apagar el fuego. Mantiene el miedo a raya, lo tiene atado con las cuerdas que cortó cuando dejó de ser una marioneta controlada por el mal.
Llega a la orilla y le hace prometer a Kreacher que cogerá el guardapelo y huirá sin él. Es él quien se equivocó en todo, es el único que puede pagar por sus errores.
Cuando empieza a beber la poción el miedo se suelta de sus cadenas y convierte a Regulus en el niño asustado que tantas veces fue: se convierte en el niño que se escurría ente las sábanas de la cama de Sirius cada vez que tenía una pesadilla; en el que temió perderle cuando no entró en Gryffindor; en el que vio como se desmoronaba su familia sin que él pudiera hacer nada, y en el crío que se dio cuenta demasiado tarde de que no quería ser un asesino.
Ve a todas y cada una de las almas que llevó un su barca hasta el Señor Tenebroso cuando aún no se había quitado el antifaz.
Deposita su moneda en el cáliz y entonces algo le agarra del tobillo y le arrastra hacia la muerte.
Y justo antes de morir, se derrumba mientras observa su vida pasar ante sus ojos.
Se derrumba igual que todo lo que alguna vez quiso.
