esta idea me ha estado carcomiendo la cabeza durante varios días... así que me pareció mejor compartirla ^^
espero les guste ...
Disclamer: los personajes no me pertenecen, son de la grandiosa S. Meyer... sólo la historia es mía :D
CORAZÓN ESMERILADO.
La blancura de las paredes de la capilla contrastaba tenuemente contra el diáfano cielo azul sobre la colina, con el verde prado y con los coloridos vestidos de las damas que entraban en ella, mientras una suave música salía cálida desde dentro de ella.
Isabella observaba todo desde la ventana de la habitación que se le había asignado para arreglarse, que se encontraba cruzando todo el magnífico jardín, y que estaba en el tercer piso de la imponente mansión de la familia Cullen. Le dieron ganas de echarse a llorar, mezcladas con la sensación de arcadas incontrolables.
Alice, una de las damas que había elegido la señora Cullen, estaba colocándole cuidadosamente el velo con unas horquillas de plata y zafiros. Mientras que su prima Ángela buscaba con desesperación casi histérica el collar que la madre de Isabella había preparado para aquel día.
-ya está- le avisó Alice con una sonrisa centellante, haciéndola girarse y dejar la vista de la ventana, para poder observarla mejor –te ves muy linda, Isabella.
-gracias- respondió, sintiéndose repentinamente agotada. Eran muchos meses ya, desde que sus padres habían elegido su destino y, aún no se acostumbraba. Así que las palabras "ya está", eran como la sentencia fina.
Aunque claro estaba que Alice no tenía la culpa de nada. La pequeña hermana de su futuro esposo era además de hermosa –con su cabello negro corto y siempre peinado con cuidado, y sus ojos verde menta-, extremadamente amable, se había comportado verdaderamente bien ante la situación; aunque era claro que ya estaba acostumbrada a ese tipo de sucesos.
Los matrimonios arreglados estaba aún presentes entre la realeza europea, sin embargo, ahora eran escondidos entre la bruma y el humo de historias de cuentos de hadas ante los paparazzis y demás aristócratas.
Ahora eran acuerdos cerrados y que tenían de por medio más el dinero y posiciones sociales, que la antigua búsqueda de la sangre noble y pura. Nadie fuera de los padres se enteraba, y en algunas ocasiones el rumor se regaba sólo a los parientes más cercanos, como Alice.
Su prima avanzó hasta ponerse tras ella y colocarle el collar de perlas que había sido de su madre, de su abuela, bisabuela, tatarabuela y quien sabía cuántas otras generaciones de mujeres Swan, todas ellas, usándolo el día de su boda. Ángela se lo colocó con cuidado y la empujó para que se observara en el espejo de cuerpo completo.
Isabella suspiró al sentir la fría textura de las piedras preciosas y sintió las pulseras que le extendía Ángela como grilletes dispuestos para romper con toda la libertad que había conocido alguna vez.
Pero nada fue comparado con el momento en que entró en la capilla, tomando fuertemente el brazo de su padre y esperando que algo –cualquier cosa- ocurriera e interrumpiera de forma abrupta aquella unión.
-sonríe linda- le reprendió su padre, mientras comenzaban su marcha por el pasillo de la iglesia –parece que te esfuerzas demasiado. ¿Recuerdas?, ¿verte feliz? Es por la familia Bella.
-lo sé- Isabella se cuadró de hombros e intentó no forzar la sonrisa y sacarla más naturalmente –me lo has repetido… casi en cualquier momento en el que lo recuerdas.
Caminó los escasos metros que la separaban de Edward Cullen, de aquellos ojos verdes esmeralda que cualquier otra hubiera podido casi morir por tener sobre ella, de aquel cuerpo musculoso y perfecto y por esas facciones perfectas, angulosas y tan masculinas que derretirían a cualquiera que lo tuviese en su campo de visión.
Su padre le ofreció su mano a aquel hombre y él, tomándola, tomó también su vida y su futuro.
La tomó, como se toma cualquier otra pertenencia; como probablemente había tomado las llaves del auto que sus padres le regalaron cuando aceptó el compromiso, o como tomó los tickets de avión que les dieron para su "luna de miel".
La boda, para fines prácticos y no llamarla "contrato monetario" o "cierre de negocios", fue lo que todos esperaban que fuese, elegante, con aire sobrio y hasta con tintes de alegría en los momentos en que los novios pretendían bromear –embadurnándose pastel y riendo en el vals- . Fue del gusto de todos y cuando los novios desaparecieron en el auto que eligieron para la ocasión, todos juraban que eran la pareja perfecta.
Sí supieran la verdad… quizá no habrían sido tan festivos.
