"No basta"
Prince of tennis
By. Guaduchi.
¬¬ Los personajes no me pertencen, de haber sido así, Eiji sería mi movio y habría Ryosaku hasta para regalar…
I ¿Amiga o Cupido?
Terminó de limpiar su casa, se arregló y se dispuso a salir. El día estaba soleado, típico de la estación actual, los transeúntes casi caían del cielo, los parques llenos de niños y madres sonrientes…Todos sonreían menos ella. ¿Por qué había días en los que no podía sonreír? Ni siquiera si estaba en compañía de los sempais, sobre todo de Momoshiro y de Eiji. Suspiró. Sus amigas hacían hasta lo imposible cuando la veían en esa situación, pero como era de esperarse…
-Nada- sentándose en un banca del parque- Es extraño, no es justo que una persona no pueda sonreí, aunque fuese por un momento, en todo un día- Viendo hacia al cielo- Las que siempre me hacían reír, sin importar las condiciones de mi estado de animo, eran Adi-chan y Nami-chan….-
Hacía dos años que no veía a sus dos amigas, las primas Oyamada, buenas para los desastres. En realidad, ese era el tiempo que llevaba sin ir al campamento que hacía una de las amigas de su abuela. Kyoto.
-Si mal no recuerdo…- levantándose del banco y corriendo a la estación de trenes. – Tal vez una visita a las muchachas no me haga nada mal-
º-º-º-º-º-º
-¡No es justo!- gritó la chica de cabello castaño claro, al tiempo en que se tiraba de espaldas sobre el mullido sofá negro. Llevaba alrededor de una hora tratando que su prima le dijese la verdad y no lo había conseguido- ¡Nami! No más dime ¿quién es el chico que te gusta?-
Una chica de cabello castaño oscuro, recogido con una coleta y ojos ámbar, dejó el lápiz a un lado de su cuaderno y se volteó, dándole la espalda al escritorio antiguo en el que estaba trabajando. Sonrió. Una de las cosas que disfrutaba más, era hacerle bromas a su prima, ya que esta era de un temperamento muy volátil.
-No lo diré Kitsune-
-¡No me llames así!- lanzándole uno de los cojines, el cual calló a los pies de la mayor.
-No diré nada- tomando el cojín en sus manos y poniéndolo en sus piernas- Prefiero callar, sé que si digo algo, tú saldrás mandada con tus aires de cupido ha hacer desastre.
-Yo sería incapaz de hacer eso- con aires de ofendida.
-¿Qué fue lo que pasó con Maki y Yugo?- preguntó sonriente.
-Hice que se declararon su amor.
-¿Cómo?-
-Le dije a Yugo que hiciera un poema para ella, y a ella le dije que hiciera un gran cartel- alzando sus brazos- donde dijera que lo amaba.
-¿Qué pasó después?
-Ninguno de los dos puso nombre…
-¿y?
-Casi terminan haciéndose novios de alguien más…Ya entendí, pero, yo sólo quiero saber, prima bonita.- viéndola como borreguito- ¿Quiero saber quién es?
-Sumire-sensei.
-No entiendo, ¿qué tiene que ver ella aquí?- preguntó con una gran signo de interrogación sobre su cabeza.
-Es una pista- sonrió-
-No sabía que ella seguía viva…- susurró.
-¡Adi! Respeta a tus mayores- reproche.
-¡Vaya que es mayor!- en ese momento, sonó en timbre.- Voy a ver quién es-
-Si ve- observando como la chica salía del estudio- Esta niña nunca aprenderá…
º-º-º-º-º-º
Sakuma Ryusaki, llevaba el cabello recogido con una cola alta, una blusa de tiras rosa pálido y un pantalón azul; unos zapatos deportivos rosa y un delgado collar. Estaba acomodando su bolso, mientras esperaba la llegada del tren a Kyoto. Después de mucho pensar, tomó la decisión de visitar a sus amigas. Suspiró y observó el reloj en la pared.
-Sólo espero que no se hayan olvidado de mi-
El tren no tardó mucho en llegar, y ella en entrar en uno de los vagones. Se sentó tranquilamente. La última vez que las había visto, Adi llevaba su cabello por lo hombros y llevaba el aspecto de una niña de once años, teniendo los catorce; y Nami con su cabello largo, daba la apariencia de ser mayor, aún con sus escasos quince años.
Durante los campamentos de verano, recordaba disfrutar bastante de las loqueras de la menor y de los constantes regaños de la mayor. Siempre le agradaron. Vió un momento y se percató que estaba cerca de la estación en la que debía hacer parada.
-¿Sakuma?- preguntó una mujer de edad avanzada y cabello castaño recogido con una coleta.
-¿Abuela?- viendo al chico alto, de cabellos castaños desordenados y lentes, al lado de la mujer- ¿Tezuka?-
-¿A dónde vas?- preguntó interesada la mujer mayor-
-Voy a visitar a unas amigas- viendo al entrenador del equipo de tenis de Seigaku.
-A las dos locas de Kyoto, mejor dicho, a la desastrosa principal de Adi y a la calmada de Nami- mostrando una mueca.
-Y abuela, a qué se debe que ustedes estén aquí-
-Venimos a lo mismo que tú- respondió Tezuka- Sumire me pidió que la acompañara a llevarle unas cosas a Nami-
-¿La conoces?- alzando una ceja.
-Si- respondió en seco, mientras hacia de lado su vista.
Sumire rió un poco, mientras su nieta observaba curiosa la actitud del joven de lentes. Después de unos minutos más, el tren se detuvo y todos los que iban en dirección a Kyoto bajaron. Los tres caminaron un rato, hasta dar con un edificio de unos siete pisos.
-Bueno, aquí es- interrumpió la charla del silencio, la abuela.- Con tanta conversación, casi quedo sorda.-
El joven de lentes no hizo más que asentir; llevaba un pantalón de jean, una franela blanca y una camisa sobre este color negro. La chica asintió un poco y se dispuso a seguir a su abuela, quién ya se había adentrado en el edificio.
No tardaron mucho en subir, pues para su suerte, el ascensor estaba en funcionamiento. Una vez en el último piso, tocaron el timbre.
-¡Ya voy!...- se escuchó desde el interior del apartamento.
Una chica de cabello castaño claro y mechas rojas, recogido con una cola a medias; una blusa holgada ceñida a su cintura y un pantalón azul, abrió la puerta. Observó con cuidado a las tres personas que habían tocado su casa.
-¡NYA! ¡Sigue viva!- viendo asombrada a Sumire- Y yo que pensé que ya había expirado….- en susurro.
-¡Adi!- reprochó la prima de esta- Por favor, comportarte y muestra más respeto a Sumire-sensei…- con los brazos en forma de jarra.
-¡No me regañes!- fijándose en el mayor- Tú eres….
-Tezuka Kunimitsu, entrenador de Seigaku- habló seriamente, fijando su vista en la mayor de las Oyamada.
-Ya veo…- viendo a la nieta del cadáver- ¿Sakuma?- acercándose a ella- ¡Has cambiado mucho!- abrazando a la chica- Que felicidad verte.- sonriendo ampliamente.
-Lo mismo digo Kitsu…- un sape la calló.
-¡No me llames así!- refunfuño.
-Por favor pasen, creo que el pasillo no es el lugar apropiado para que se lleve a cabo la visita- sonriendo- Además, Adi sigues así, terminarán por multarnos a causa del ruido-
-Ne… no es culpa mía que aquí viva pura gente como la abuela- viendo a Sumire- Es más, hasta ella es más alegre y viva.
Una vez dentro de la casa, la visita se sentó en la sala. La habitación contaba con un tono crema en las paredes y varias pinturas, así mismo un hermoso reloj reposaba en la cabecera del sofá principal. Frente a ellos una mesita japonesa vestía de un jarrón con rosas blancas y amarillas. Además de una puerta corrediza de vidrio, que daba pasó a la platabanda.
-Es muy hermosa- viendo la sala-
-Ne, ¿así lo crees Sakuma?- sonriendo. La chica de ojos dorados, puso sobre la mesa una bandeja cargada de galletas y porciones de torta de fresa.- La torta la hice yo, y la galletas Nami, espero les gusten.
-Las galletas deben de saber bien…. Pero la torta…. – hizo mueca de asco.
-¡Oye abuela, si no quieres comer no comas!- haciendo puchero- Nadie te obliga. Además mucho dulce te puede hacer daño.
-Hablas igual que Nanjiro- tomando té.
-¿El padre de Ryoma?- preguntó su nieta.
-Sí.-
-Abuela, ¿por qué el comentario?- siguió Nami, al tiempo en que sentaba al lado del chico de lentes.
-Él también es así- mira a Adi- Tan sarcástico y presuroso en sus comentarios.
-¿Fue tu alumno?- tomando un poco de té.
-Si Nami- sonrió- Fue mi alumno, cuando yo era joven- sonriendo con añoranza.
-¡NYA! Abuela, y todavía sigues viva… ¡asombroso!- mirando como a la abuela se le ponía la cara roja de rabia- ¿Cuál es tu secreto para la vida eterna?- sonriendo ingenuamente.
-Adi, Sakuma. ¿Podrían ir a comprar unas cosas?- sonriendo nerviosamente.
La cosa era así. La abuela Sumire miraba, con una venita a reventar en su frente, a la chica de sonrisa ingenua y temperamento versátil. La joven de ojos rojizos, sonrió un poco y se topó con la mirada divertida de su amiga.
-Si, tranquila- suspirando y levantándose- Sakuma, manos a la obra.
-¿Qué compraremos?- preguntó mientras seguía a su amiga.
-Lo que veamos por ahí- se volteó, mientras se calzaba su zapato izquierdo.- ¡Nos vemos!-
-Hasta luego, ya volvemos- después de esto, la puerta se cerró, quedando los tres mayores.
La mayor soltó un largo suspiro. Sumire se levantó del sofá y se encaminó un momento al baño, dejando así a los dos chicos solos. Tezuka no hacía más que tomar de a pocos sorbos su té, mientras que Nami observaba las galletas.
-¿Qué te pasa?- preguntó el mayor, haciendo de lado la taza de té y viendo de frente a la chica.
-Nada- sonriendo nerviosa.-
-Usualmente no eres tan calla- sentenció-
-Es solo que estoy pensando en algunas cosas, nada fuera de lugar- levantándose- ¿Quieres algo más Kunimitsu?-
-Si…- imitando a la chica.
-Dime-
-La receta de esas galletas- con un deje de diversión.
-Viniste muy cómico hoy- sonriendo- Pero, si eso es lo que de verdad quieres, con gusto te escribiré la receta-
-Gracias- con una sonrisa a medias.
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Las dos chicas estaban caminando cómodamente por las calles, ninguna se había dignado a hablar, sobre cosas de interés; la joven de ojos rojizos soltó un largo suspiro. Se seguía sintiendo tan vacía, pensó que sus amigas la animarían, no obstante, no siempre la compañía de los demás puede mitigar el gran peso de la soledad. Su compañera observó con cuidado el rostro decaído de su amiga.
-Sakuma, no es bueno salir de casa con se siente mal- viendo al frente- Aunque, apuesto que tu problema es más del corazón que del cuerpo. ¿Me equivoco?
-Siempre has tenido esa facilidad- sonriendo un poco- Por alguna extraña razón, te das cuenta cuando alguien gusta de los demás, pero cuando se trata de ti, esa habilidad es completamente nula.
-No me quejo- encogiéndose de hombros- Creo que es mejor así.
-Tal vez…
-Entonces, vamos al parque, quiero tomar un helado- mirando su reloj- Es temprano, tal vez lo mejor sea ir de compras y dejar el helado para después…. A no se que…
-¿Qué?-
-No importa, vamos a ver que hacemos, en la casa pueden preparar algo de comer. Tú y yo tenemos que hablar sobre lo que sucede con la persona en cuestión- sonriendo, haciendo que la misma Sakuma le respondiera.
-Muy bien- sonriendo a sus anchas de manera sincera.
Caminaron por una hora en el centro comercial. Entraron un momento en una de las tiendas donde trabajaba una amiga de Adi, pues, al verlas por ahí salió del mostrador y abrazó efusivamente a la de ojos dorados. Después de algunas presentaciones, las chicas esperaron a que la mayor le tocase el turno del almuerzo para irse las tres a la feria de comida.
-Lo siento chicas- respondió una muchacha de ojos rojizos y cabello grisáceo- Pero, Narumi no va a poder venir y tengo que cubrir su turno.
-No te preocupes Hanna, ya será para otra ocasión- dijo con suma cordialidad la menor de los Ryusaki.
-¡Qué linda eres!- abrazando a la chica- Oye, Kitsune, deberías ser como ella, delicada y no tan salvaje- mirándola despectivamente.
-¡No me llames así!- gritó enojada- No me gusta- puchero.
-Está bien, bueno, mejor ya vayan a comer algo- despidiéndose de ambas.
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Tezuka terminó de poner los platos en la mesa, mientras que Nami y la abuela Sumire llevaban la comida y la ponían en el centro. Después de que las chicas se fueran conversaron largo rato, hasta que se dieron cuenta de la hora y se pusieron a hacer el almuerzo. Fue rápido. Las dos mujeres tenían una buena mano en la cocina y el joven de lentes, ayudó en ordenar los instrumentos que ellas usaban.
-Está delicioso, abuela esta ensalada quedó divina- con las mejillas un poco sonrojadas a causa del buen sabor de la comida. Tezuka observó con cariño a la chica, desde que la había conocido le había simpatizado.-
-Gracias- sonriendo, más por la actitud del entrenador del equipo que por el cumplido- Tezuka, no has probado nada, creo que el paisaje no debería impedir a tu boca comer.
El joven miró rápidamente el plato, sintiendo como sus mejillas se calentaban. Poco. Pero algo es algo. Tomó rápidamente los palillos y empezó a comer de la ensalada que hacía poco fue alabada. Sonrió. A decir verdad, no estaba nada mal. Pasó después a la carne y finalmente al arroz. Así paso el almuerzo.
Se secó las manos y miró a la persona a su lado, el chico de lentes estaba guardando algunas cosas en las gavetas superiores de la cocina, se veía muy bien en esa faceta. Por un momento, imaginó como sería estar casada con él. Ambos preparando la comida para luego arreglarlo todo juntos, mostrando con caricias y besos tímidos la felicidad que embargaba sus corazones…Despertó.
-Debo dejar de soñar despierta- se regañó a sí misma, mientras sonreía un poco.
-¿Estás bien?- guardando una de las cacerolas y posando su mirada en la sonrojada chica.
Sonrió. Y se acercó un poco a él, de manera juguetona toco la punta de la nariz del castaño y le guiñó un ojos a modo de complicad. Se separó de él y se dirigió a la puerta de la cocina.
-Si lo estoy Kunimitsu- respondió, mientras entraba en la sala y lo dejaba solo, con las mejillas ardiendo.
-Será mejor que me controlé- suspirando.- Si sigo como voy, será obvio lo que me pasa.
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Llevaba tiempo observando como la chica de las largas trenzas cambiaba su estado de ánimo. Al principio, pensó que se debía a eso que las mujeres llaman reglar… pero llevaba casi tres semanas así. Según su experiencia en mujeres- otorgada por su madre y prima- no duraba tanto. Veía como su mirada rojiza estaba opaca, y como sus mejillas rosadas se encontraban pálidas. Y lo más preocupante fue cuando, en uno de sus entrenamientos se topó con ella.
Sus piernas estaban siendo abrazadas por sus brazos, su cara estaba escondida entre sus rodillas y podía jurar ver caer las cristalinas gotas de sus ojos tristes. Quiso acercarse a ella, pero su orgullo le venció. Se alejo de ese lugar, no sin antes voltear a repasar la figura…Se veía tan débil, tan delicada y frágil…
-¿Qué será lo que le pasa?- preguntó observando con detenimiento el techo.
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Las chicas se sentaron en una banca del parque. Ya habían almorzado y después de recorrer unas tiendas más, se dispusieron a conversar. No dudó ni un momento en preguntar a su amiga, lo que le estaba pasando. Recordaba a Sakuma como una joven callada, pero no deprimida. Bueno, era cierto, muchas veces la metía en problemas con sus bromas, no obstante ella siempre le sonreía y no hacía mucha importancia. Era de un gran corazón, siempre con una cálida sonrisa surcando sus labios.
Pero ahora…
-¿Me dirás que es lo que te pasa?- preguntó observando como una sombra de dolor, surcaba los ojos rojizos de su amiga.
-Ryoma Echizen…
-Me he de imaginar que ese es el nombre del chico en cuestión ¿no?-
-Si-
-No entiendo…
-Es un gran tenista, es hijo de una leyenda. Es de ojos dorados y cabellos negros con destellos verdosos, de piel blanca. Es el típico de chica callado, absorto sólo en sus problemas, no voltea a ver a los demás salvo para decirles algo importante o simplemente para decir su típico "mada mada dane" – respiró- Lo conocí en el tren y desde entonces no puedo dejar de pensarlo…Me atrae mucho, casi puedo asegurar que lo amo. Pero de que sirve….De que sirve un sentimiento que no hace más que hacerme sufrir…Adi…Vine por que necesito con quién desahogarme, sé que es injusto, llevo dos años sin verlas y cuando lo hago es para hablar de mis problemas…discúlpame- con su rostro bañado en lágrimas.
Su amiga la abrazó.
-Tranquila, para eso estamos los amigos Sakuma-
La joven siguió llorando largo rato, después se fue calmando. Su amiga le dedicó una amplia sonrisa. Siempre era así. Adi era de esas personas que por todo sonríen, bueno salvo cuando le dicen Kitsune.
-Bueno, lo mejor será que tome esto en mis manos- frunciendo el ceño- A ver cuando me aparezco por allá.
-¿Cómo?- preguntó mientras secaba sus ojos.
-Tú sabes, revisar al chico, verlo en su ambiente- guiñó su ojo derecho- La cupido está oficialmente contratada.
-¿Cupido?
-Si, pero no hagas caso a lo que te dicen los demás, no soy tan desastrosa. De eso estoy muy segura; de ser así no estaría el 30 de mis clientes juntos…- sonriendo con orgullo.
-¿Y el 70 restante?
-A pues, se distanciaron- con la misma sonrisa.- No siempre las cosas salen como uno quisiera.
Sakuma sonrió forzadamente. No estaba completamente segura de si eso era lo mejor, recordaba que Adi era buena en algunas cosas, como el deporte, pero eso de andar de casamentera no le hacía mucha gracia…Pero que más, no le iba a decir que no, tal vez ella podía pertenecer a ese 30 de éxito.
-Está bien- mostrando una amplia sonrisa. Había vuelto a ser la misma.
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Los chicos estaban entrando en el instituto. Cada uno de ellos, mostraba en su rostro desde el fastidio hasta la felicidad. Uno a uno los jugadores del equipo de tenis se fueron reuniendo. Todos estaban ahí menos el chico de lentes, la serpiente y el pequeñín del equipo. Después de buscar un lugar tranquilo donde poder conversar, dieron inicio a la reunión.
-Muy bien, se puede saber la razón de la reunión- preguntó el chico de cabellos picudos.
-Bueno Momo, la cosa es que, tenemos pensado hacer una fiesta sorpresa a Sakuma- sonrió divertido el neko- ¡Nya! Es que dentro de poco cumplirá años, y pensé que como ha estado tan extraña, una fiesta le levantaría el ánimo-
-Esa idea me gusta- terció Sadaharu, al tiempo en que anotaba en su inseparable libreta los puntos que se estaban tratando en la reunión.
-Cuenten con mi apoyo- respondió Kawamura- Yo puedo aportar con la comida.
-Yo puedo poner la música- dijo Eiji muy animado.
-Muy bien… Eiji…música…- mientras anotaba.- ¿Quién se encargará de llevar a Sakuma a la fiesta?
-Bueno pregunta… el pequeñín puede hacerlo- sonriendo de oreja a oreja.
-El lugar…- dijo Syusuke por lo bajo- No creo que ustedes deseen hacer fiesta en mitad de la calle, aunque debo admitir que sería divertido.
-Es verdad, salvo la parte divertida.- corrigió Momo- Ya se, podemos hacer en casa de Ryoma, como vive en un templo tiene mucho espacio.
-Muy bien- terminó el de lentes gruesos mientras seguía con su libreta- ¿Algo más?
-Si- dijo una voz detrás de todos ellos- ¿Por qué todo tiene que ser en mi casa?
-¡Ryoma!- dijeron Eiji y Momo al mismo tiempo.
-¡No te hagas, que todos saben que esa chica te gusta!- respondió Syusuke con una gran sonrisa de diversión.
-¡No es cierto!- respondió el pequeño príncipe, mientras trataba de esconder su pronunciado sonrojo.
-No mientas- dijeron al unísono los demás titulares.
º-º-º-º-º-º-º
-Señorita Oyamada, tendría la amabilidad de dejar de hacer eso- el profesor tenía una venita en su frente y las mejillas rojas de rabia. Su alumna "favorita" estaba dibujando en el pizarrón un plan lleno de letras de doble sentido para ella, pero sin sentido para los demás.
-Un momento, no más déjeme ver si al hacer esto…- decía en susurro, mientras escribía en el pizarrón. " R T ntncs si T –S… tal vez….S+T R.I. " - ¡Bingo!- sonrió- Ya sé como solucionar ese pequeño problema, el otro es el más grande… como hacer que Sakuma aprenda a jugar tenis bien…. A no ser que…- escribió una gran " F.C"- el factor celos, debe actuar.. jejejeje.
-¿Terminó?- preguntó el profesor observando la mirada macabra de su alumna-
La chica le sonrió con las mejillas rosadas- Sip, gracias-
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Bueno, primero que nada, Hola a todos los que han leido mi fic "Compras" …. Y también muchas gracias por sus reviews ;; por eso estoy publicando esta idea que se me vino a la mente.. espero que les guste!... adiosito
